sábado, 24 de agosto de 2013
jueves, 22 de agosto de 2013
CANCIONES QUE NOS SALVARON LA VIDA #4: TRIÁNGULOS AMOROSOS_ Blue Flower
Eran noches de
Verano, las mismas noches con sus mismos abrasadores días luminosos
y despejados. En las que bien caída la noche el amparo de los mantos
estelares y el perfil difuminado de la hermosa Luna llena por la
calima, nos empujaba a salir como licántropos hambrientos de carne
humana.
Era una enorme casona
modernista a las afueras de la ciudad; de apariencia abandonada por
las trepadoras que desdibujaban los detalles de la fachada, sus
ventanales enormes, las viejas vidrieras con aguas que deformaban
las figuras humanas como fantasmales espectros. Y un jardín trasero,
donde cada noche de Agosto nos reuníamos las almas más
desorientadas de la enorme ciudad. Desolada por la fuga migratoria de
sus habitantes hacia playas prometidas.
La mayoría éramos
asiduos, pero pese a eso no nos conocíamos: La relación aséptica
con los camareros, la mano anónima que seleccionaba la suave música
que sonaba cada noche, y las conversaciones apagadas como un susurro,
mejor así; lo más parecido a un oasis de ficción. Abstracción y
frescor vegetal como antídoto al tumulto que el resto del año
reinaba en la urbe.
Ella tímida y
discreta, en su discreción desprendía un encanto resplandeciente e
hipnótico que me impedía dejar de observarla. Hacía como si mirara
distraído a cualquier detalle del jardín, pero en realidad eran
meras excusas para observarla con detalle.
No sabría determinar
con exactitud cuando crucemos las primeras palabras, solo que a
partir de entonces nació una relación tan intensa como enfermiza
por las ondulaciones melodiosas de su torso: La recorría una y otra
vez sin llegar a empacharme jamás disfrutando de sus montañas y
valles profundos, por los que vagaba encantado con el paisaje de su
orografía cambiante.
Al cabo del año
estrechado más aun nuestro idilio conocí a su hermana. Más joven
que ella aunque no mucho, eso sí, radicalmente opuesta en carácter
y atractivo. Si una era dulce, discreta, y ritual en la ceremonia del
cortejo. Su hermana pequeña era directa y terriblemente erógena en
su aparente y despreocupada forma de actuar, desconcertante diría
más. Tan desordenada en las apariencias que irradiaba sexualidad por
doquier, era esa otra forma de reivindicar su belleza abrumadora la
que hacía que no necesitase de insinuaciones inútiles para
seducirte, directamente te intimidaba.
Por muchos años tuve
el corazón dividido, amaba sin titubeos a la delicada Circe por su
fragilidad abrumadora, pero me sentía terriblemente perturbado por
la insinuadora Persífae. Era una bondad y una maldad tan
contradictoria, por la que me pasé años preguntándome el porqué
de esa misteriosa y perversa atracción.
Descubrirla se
convirtió en una especie de obsesión esencial, para entender los
sentimientos que despertaban ambas en mi. Y no fue hasta pasados
muchos, años en los que nuestra atracción sufrió de caricias y
envites, de provocaciones y rechazos. En definitiva, una relación
que se parecía más a un juego de forcejeo, que a un idilio amoroso;
hasta que por fin acabé por descubrir de donde venía tan morbosa
reacción.
Su madre, la de
aquellas dos almas tan distintas, me abrió una tarde la puerta. Y
allí en el umbral de su casa se me clavaron las palabras; un hola
balbuceado y entrecortado que dio paso a una sonrisa forzosa de
timidez total. Una pequeña y frágil señora de ojos rasgados y
melancólicos, con el arte y mirada de una Mantis religiosa.
Aquel día no solo
descubrí donde recaía mi verdadera atracción por aquellos
encantos femeninos, si no que además me encontré con una DAGMAR
KRAUSE longeva tanto en sus inicios de parte del Avant Pop
transhumante de la Germano Británica banda SLAPP HAPPY, como en sus
posteriores y portentosos proyectos artísticos.
Lo cierto es que
fueron dos canciones como pudieron ser las tres mujeres que se
escondían tras ellas. Las dos primeras conocidas por los asiduos a
cadencias brumosas, la tercera surgida de los estratos rocosos de la
música fosilizada en el brusco cambio climático que sacudió los
70. SLAPP HAPPY fue una curiosa banda formada por un trío de
dimensiones contrastadas: Un gigantón Anthony Moore (Pink Floyd,
Henry Cow), de origen Inglés. El estadounidense Peter Blegvad (Henry
Cow, The Lodge) y mi adorada Dagmar Krause Alemana de nacimiento
Su trayectoria
giratoria que los llevó de Hamburgo, donde el mercado era
prácticamente inexistente; hasta el Reino Unido. Donde se
disolvieron tal y como nacieron, sin hacer prácticamente ruido.
En sus cortos tres
años de carrera dejaron a su paso tres discos tan distintos y
enigmáticos, como el encontronazo de su existencia en mi
rocambolesca historia de amor y desamor. “Sort of Slapp Happy/1972”
su trabajo de debut al frente de Polydor Alemania y grabado en
compañía de dos de los principales miembros de FAUST (Banda de
Krautrock Alemana 1971/2011), contenía esa hermosa BLUE FLOWER que
trianguló con maestría en esa ondonada desconocida de mi corazón..
Un tema y un disco
curioso por su apariencia de Folk caleidoscópico que se descomponía
en cristales de Art Rock, Psicodelia, Glam, y sobretodo de un POP
sencillamente germinal para aquellos años. Como suele pasar en esos
casos, Sort Of.. no tuvo éxito; sin acabar de averiguar si su
fórmula intentaba investigar en tan diferentes aspectos de la música
que se desvanecía en efectividad, o si fue su negativa de actuar en
directo la que les hizo fracasar en ese lúcido comienzo. El caso es
que de sus doce cortes se pueden extraer, además de la atemporalidad
de “Blue Flower”, un repertorio bien amplio de incómodas y
magnéticas joyas.
“Just a
Conversation” podría haber corrido la misma suerte que “Blue
Flower”, dos canciones que hacen grande la magia de la música en
detrimento del tiempo. Los Wah wah de la guitarra que A. Moore colocó
ahí como contrapunto a una todavía virginal voz de Dagmar, quien
parecía querer cantar pulmón abierto a la libertad ideológica de
la música. El Rock Glamuroso en homenaje decidido a Marc Bolan de
“Paradise Express”; con el Saxofón de Gunter Wünsthoff
dibujando abstracciones en ella misma, y así como de manera más
balsámica en la preciosa “I all Alone”.
Sort Of... contiene
pasajes que apuntan a un destino experimental, Avant-Rock o Pop
futuro, como podrían ser los de “I got Evil”, “Tutankhamun”
o “Mono Plane” en manos de las voces masculinas. Pero cuando
Dagmar Krause entra a escena señores míos, el disco de debut de
Slapp Happy es decididamente una tormenta cumulosa de auténtico POP
sin caducidad posible.
Una obra que acabó
sepultada como el recuerdo de tan infames bellezas. Hay noches que me
solivianto y salto con convulsiones que me surgen del estómago y me
rompen el espinazo, pero la mayoría cabalgo a lomos del recuerdo; es
una sensación rara de excitación dolorosa que se muda de traje como
las serpientes, pero que siempre siempre me recuerda lo ingrata que
es la vida.
lunes, 19 de agosto de 2013
SANDRONE BARBERA D'ALBA 2009
D.O: Piamonte
Bodega: Sandrone Luciano (Barolo/Italia)
Graduación: 14%
Crianza: 12 meses en barrica de Roble Francés, 50% nueva
Uvas: Barbera
Temperatura de servicio: 16
gradosPrecio aprox. 22 Euros
Si los astros nos son
favorables, pues aunque no supersticioso, nunca he gustado de dar por
echo algo todavía no vivido. Volveremos a cruzar la cadena Pirenaica
para perdernos durante unos días fuera de nuestro territorio
cotidiano y de manera consecutiva en los parajes Transalpinos de
Italia.
Dicen de quien sufre
el aguijonazo de tan anárquico y peculiar país, que nunca volverá
a ser quien fue ni a mirar a un Italiano de la misma manera que lo
hizo antes después de visitarlo.
Y yo que no me
considero docto, ni en éste ni en cualquier otro campo, ¿que puedo
decir ante tal requiebro de inspiración momentáneo? Que no se si
hay algo que sea cierto al 100% en esta vida, pero Italia tiene algo
que atrapa, de eso no cabe duda (y no voy a ser yo el que recite los
encantos variables según quien); dios me libre con lo que aun me
queda por ver antes de mi huida!!
De sus gentes quedé
encantado por motivos laborales que me llevaron a ese país por
simple casualidad. Y de sus vinos prendado, simple y llanamente por
desconocimiento absoluto no se si me entienden; porque podemos creer
por prejuicios infundados que lo sabemos todo pero... ¿y cuando
estamos deseosos de volver a revivir la curiosidad de un niño? Ante
eso no hay peros que valgan, la vida como se dice son cuatro días
y... ¿que hay más maravilloso en la vida que partir de cero en cada
uno de nuestros actos? Sinceramente creo que nada. No hay nada más
sano que experimentar con ignorancia lo que nos hace geniales a los
humanos, nuestras distintas particularidades.
Los Amarone de
Valpolicella marcaron un punto de inflexión y de partida en lo que
se refiere a probar cosas sorprendentemente distintas y en el caso
que ahora me ocupa, el de la zona del Piamonte (Barolos, Barbera ,
Nubbiolos etc etc) otro igualmente excitante.
Cierto es que la poca
difusión y los precios elevados, son una traba con la que hay que
contar: Difícilmente encontraremos tintos por debajo de los 20
euros, que nos hagan el peso; si los comparamos con los vinos que por
ese precio se producen en España. Pero ese es un debate absurdo que
no nos llevará a ningún sitio: Cada uno es muy dueño de cerrarse o
abrirse puertas. Lo que no atiende a discusiones, es que aunque sea
por una vez en la vida uno debería probar y que sus sentidos
decidan.
Por suerte hay uno
que goza de una distribución y precio aceptable en nuestro país, y
los vinos de Sandrone Luciano y por extensión aquel que vinifica con
la uva Barbera, son la excepción que confirma la regla.
Una bodega familiar
relativamente joven si la comparamos con la de los Barolos austeros
de más renombre, pero que tiene tras de si a un viticultor con
auténtica solera. Sandrone Luciano creció sabiamente a las órdenes
de Marchesi di Barolo (una de las bodegas más antiguas del Piamonte)
como jefe de bodega, y ahora crea en Barolo los suyos propios junto a
su hijo y la familia al completo. Con una filosofía que pone tierra
de por medio en ese debate constate sobre los vinos Italianos
(llamados austeros), y las nuevas generaciones que intentan forzar un
giro hacia nuevos y más accesibles mercados.
Para mi que no
dispongo de un presupuesto bollante a la hora de abrir esas puertas
de las que hablaba. Ni experiencia en vinos Italianos como para dar
lecciones a nadie.
Comenzar con un
Barolo elaborado con Barbera, es toda una aventura que espero con
suerte ampliar en breve con este viaje del que os mencionaba. No será
una estancia lo suficientemente larga para instruir nuestro espíritu,
puesto que mis vástagos todavía no están para vacaciones
enológicas. Pero haremos un alto en el camino en Rocca Grimalda,
antes de descender hacia Bolognia; lo que por cercanía nos dejará
contemplar los valles que se ocultan tras la cadena montañosa de
separa la serpenteante carretera costera (San Remo, Arenzano,
Genova), del interior del Piamonte (Cuneo, Alba, Asti). Lo breve
bueno, dos veces bueno.
Y que mejor manera
que abrir un prefacio de cara al viaje que con un Sandrone D'Alba del
2009, descorchado el pasado Viernes en la última celebración
familiar.
Un tinto Italiano que
recupera la uva originaria y más ruda del Piamonte, aquella que
ayudó a coger aire a la zona, tras la plaga de la Filoxera; para
elaborar un vino que aúna tradición y modernidad. Un vino que pule
la astringencia de sus taninos hasta convertirlo en puro caramelo,
sin por ello tener que renunciar al carácter y a la personalidad que
éstas mismas dotan a sus caldos, de esa interesante evolución para
el envejecimiento.
Este Barbera es junto
al de otras pequeñas bodegas familiares (Giuseppe Rinaldi, Vietti, o
las de los Hnos. Conterno), un monovarietal que suma a la zona de
Barolo un interesante espectro donde remangarse sin temor a
hipotecarnos ni temer por su relación C/P. Y por lo tanto una
tentación irresistible para cogerle el pulso a los vinos del
Noroeste Italiano.
Su color
inconfundible de púrpura intenso nos presenta credenciales con tan
solo observar los restos del corcho. Efectivamente es su imponente
voluptuosidad y densidad la que primero impresionan al acercar la
nariz a la copa, como casi todos los tintos del Norte Italiano. Hay
que darles tiempo, botella, y aire para que comiencen a mostrar sus
ocultos encantos (sobretodo abrirlos con mucho tiempo).
Aparecen notas del
alcohol, para dar paso a las Guindas licorosas, al azúcar
presente... y la cosa va tomando cuerpo: Tostados, Cassis, pimienta
fresca, Clavo, mucha Vainilla; en el horizonte se atisba la madera,
pero no una madera invasora si no un toque de estancia histórica.
Su boca sin embargo,
en contra de lo que se pueda presentir es fácil, fresca y ligera. Se
pueden respirar por el paladar algunos mentolados que se entremezclan
con el cacao amargo, en un after eight goloso y muy largo: Madroños,
Moras, Frambuesas... final floral a violetas, muy floral. Tanto que
al consumir la copa y acercar de nuevo la nariz para recobrar su
recuerdo, podemos usarlo como Adormidera en su residuo balsámico y
perfumado.
Un vino tan bien
estructurado y arrebatador, que nos predispone con sus encantos a
ilustrarnos con vehemencia a lo que pueda devenir. Tan generoso en
expectativas culinarias que ni tan siquiera nos exige un maridaje
riguroso, no que va; uno en un arrebato de locura , puede apartar de
un manotazo lo que está sobre la mesa y beberlo como copa. Eso sí,
no sean egoístas y compártanlo.
miércoles, 14 de agosto de 2013
ALABAMA SHAKES_ El Clamor de la Pasión incontenida, Yeah!! Sala Apolo 1_ 13/08/2013
Si hubiese alguna
manera posible de poder ilustrar el binomio causa/efecto en aras del
vigor, el entusiasmo, o la naturalidad sobre un escenario, ese sería
el de Brittany Howard bramando al cielo su amor fervoroso por la
música.
Y si además esta
proclamación de alegría agitadora viene de la mano del primer día
de unas merecidas vacaciones, tanto mejor. Ya me entienden, no es una
cuestión de refregar al personal el que un servidor esté de fiesta,
en absoluto; todos sabemos que estas cosas van y vienen, pero que me
aspen si no hemos sentido todos la tentación de proclamar a los
cuatro vientos: - Sí señor soy feliz!!, de momento y vigilando las
espaldas, pero que narices!! no hay mejor manera para certificar tal
realidad, que regalándonos lo que más nos hace disfrutar de la
vida: Un maravilloso concierto en olor de multitudes, de buen Rock y
Rythm and Blues.
La brújula de los
estíos nos indica el camino en el mayor de los casos a destinos
plácidos y relajantes; festivales a tutiplén, cines de verano,
actuaciones en plazas, jardines y terrazas, los grillos cantándonos
la serenata y... porqué no. Conciertos en sala como si de una visita
al museo de la ciudad se tratase; que estos se programen en una
ciudad tan fulgurantemente turística como Barcelona tiene sus pros y
sus contras: Nunca sabrás a ciencia cierta si está abocado al
fracaso, hasta el preciso instante en el que estés ante las puertas
de la sala; lo mismo da si es Martes y 13, si desde las playas llegan
cantos de sirena, o si mañana mismo sale tu avión rumbo al calvario
de la rutina.
Tampoco vamos a negar
que ALABAMA SHAKES tienen todos los ingredientes posibles para atraer
a propios y extraños: Una gran dosis de humor sobre el escenario, y
la soltura digna de cuatro jóvenes entusiastas que se mueven como
pez escurridizo, entre los cuatro preceptos básicos de todo buen
amante a la raíz de la música (Rock & Roll, Soul,
Rythm & Blues, Funky rocoso y lo que se precie).
Solo así se consigue debutar con un disco tan aparentemente clásico
como “Boys & Girls/2012”, y refrescante a la vez. Y no caer
en el malditismo sumarísimo de quien resucita aquello que se ha
trillado miles de veces.
Lo cierto es que pese
a que sus ases mejor guardados, son aquellas canciones que beben
directamente y sin rubor de Ottis Reding, Howlin' Wolf, James Brown o
Janis Joplin; sobretodo en su ejecución sobre el escenario. Han
sabido como nadie barnizar con un Rock directo y abigarrado,
canciones que podrían pasar por un mero ejercicio de revivalismo.
Solo así se explica el público tan variado que puede sentirse
atraído por su propuesta: Consumidores insaciables de singles
bailables con reminiscencias retro, puristas del Blues y el
Rock ancestral, curiosos, histéricos/as que solo aprecian la
excelencia vocal, coleccionistas de conciertos que cacarean sin
importarles una mierda que suena allí; o simplemente, amantes
de la música sin fronteras estilísticas, (mantengo la esperanza de
que sean estos últimos los que nos dimos cita, aunque la noche dio
para hacer un bestiario bien documentado).
Pero como todos
sabemos o deberíamos saber que la música es libre y democrática, y
no hay ciencia exacta que determine el como vivirla y disfrutarla;
¿como si no, verían nuestros ojos una sala Apolo así de llena en
pleno mes vacacional? Dejémonos así de estúpidas observaciones de
rancio abolengo, y vallamos por harina.
Sala repleta que no
atestada; aunque no agotaron las entradas, apunto estuvieron. Y no es
que el precio fuera popular, para solo disponer de un disco y no
contar con teloneros (26 anticipada y 30 en taquilla). Sigo sin
entender como se llenan todavía los conciertos de cacareadores tal y
como está el patio; ay!! erre que erre con mis mis achaques de
viejo...
Que no hombre, que es
broma!! que dije que la música es democrática y lo dije de corazón,
leñe!!
La verdad es que al
final se agradeció la ausencia de teloneros; de otra manera, muy
probablemente no se hubieran extendido hasta la hora y media de
actuación. Con lo cual nos dio la posibilidad de contemplar desde su
amplitud de registros, una imagen bastante más panorámica de lo que
son los tan solo doce cortes de su disco.
Hacia años que no
tenía que hacer una larga cola para acceder a una actuación, creo
que desde aquel concierto de Portishead del 97, pero valió la pena.
Bien pasadas las
nueve de la noche hizo acto de presencia la banda de Athens sobre el
escenario, con la naturalidad que caracteriza a la enorme Brittany,
en lo corporal como en lo artístico; bastaron cuatro acordes y una
canción “Hang Loose” para que bestia parda de Brittany perdiera
como es habitual en ella la compostura. A partir de ahí se
sucedieron en los primeros compases algunos de sus temas más
populares, los que han hecho de Alabama Shakes una banda capacitada
para arrastrar a público tan diverso “Hold On”, una de las
canciones que más réditos gana en directo junto a a la preciosa “I
ain't the Same”. “I found You”, “Rise to the Sun”; este
último otro de los cortes de su debut que mejor brillaron con luz
propia y que hace de Alabama Shakes, una banda que revaloriza su
corta y en ocasiones lineal discografía, con argumentos suficientes
para desechar la idea de que lo suyo no es un simple revival: Un
directo visceral y perfectamente ejecutado, y la autenticidad de
quien destila alma por cada uno de sus poros como principales avales.
Alabama Shakes son
una banda realmente joven que nacieron de la amistad universitaria
que unió a Brittany Howard, su vocalista y Zac Crockell su bajista
montañés. Dos tipos diametralmente opuestos en lo que se refiere a
su exteriorización de sentimientos musicales: Uno todo delicadeza y
dulcura ejecutora y la otra... salvajismo eufórico sincero y
desmedido a la hora de dar rienda suelta a todo su enorme talento y
versatilidad vocal.
Si a esto le unimos
el resto de su discreta banda, la cual delega todo el protagonismo a
la portentosa Brittany, y se dedica tocar como verdaderos veteranos;
basta con ver las buenas trazas de púber guitarrista Head Frogg,
todo timidez. O a Ben Turner y Steve Johnson , organista y batería
al unísono desplegando un repertorio que juega magistralmente con un
solo disco y en el que todo cabe para engrandecer el espectáculo.
Como reseñaba Justin Cage hace unos años: “Un pedazo de
realidad”
Continuaron con
algunas de sus nuevas e inéditas composiciones: “Making me itch”,
“Worryn' Blues”, o su Rockanrolera “Heavy Chevy”, fruto de
una de sus caras b mejor escondidas. Hasta que por fin
supieron hacer callar el por momentos excesivo protagonismo del
público, que rozaba la histeria y la falta de respeto con una
hermosa versión de su paisano JOE Lewis Thomas “Gospel Song”.
Amansaron al público
descontrolado hasta obtener un tono de media luz adecuado, y cuando
el ambiente ya parecía estar al nivel de sus composiciones más
emotivas, sonaron “Heat Lightning”, “Boys & Girls”, “On
your Way” para cerrar el set con una de mis favoritas, “You
Aint' Alone”.
Una noche grande la
de ayer Martes, de aquellas que me reafirman en la creencia de que la
música no conoce límites ni diáspora escenográfica que las
separe. Las modas se suceden y el público está en todo su derecho
de moverse guiado por las tendencias suicidas que mejor las
represente; lo cierto es que nadie sabemos si alguien se acordará de
ellos cuatro años más tarde, es así la sociedad de consumo.
Yo sería tan solo
feliz, pensando que algún día el éxito sea proporcional a la
conciencia de que aquello que disfrutamos es arte, y merece un
respeto. Apaguen los móviles, bajen la voz, abran bien los ojos y
las orejas, y disfruten de la comunión colectiva en la que se
convierte un concierto; eso que ocurre allí en un instante, jamás
se volverá a dar de la misma forma en la vida.
lunes, 12 de agosto de 2013
UN, DOS, TRES, HIP ERO HIP ERO HEY HO LET'S GO!! CANCIONES QUE NOS SALVARON LA VIDA _ RAMONES (Blitzkrieg bop) _ 1976
Perdonen ¿disponen
de un minuto? Solo será un momento. Permítanme que les cuente una
de primeros besos, de tambores y de cornetas. Sí, una de aquellas
historias que todo carcamal acaba por contar con una copa de más, y
de las que todo el mundo resopla mientras huye despavorido. Lo que es
evidente es que no es esta vez una historia de amor; sí, hubo un
beso, pero este no fue por amor, quizás más parecido al beso de la
muerte. De echo es ésta una historia tan pleistocénica, que a
muchos les ha de sonar por fuerza a chino mandarino.
Aaaay!! el servicio
militar aquello de lo que decían algunos, te haría un hombre hecho
y derecho.
Con todos mis
respetos y sabiendo que para algunos La Mili pertenece a ese
tipo de recuerdos generacionales; a los que yo personalmente achaco
como un método de autodefensa del cerebro, para obviar los recuerdos
traumáticos y quedarse tan solo con los felices. Para mi no es que
el servicio militar obligatorio fuera exactamente un trauma juvenil
pero desde luego no fue un motivo de satisfacción. Así que no se
hagan ilusiones y esperen de esta anotación, un detallado
cronológico de mis desventuras en Segovia; ciudad de destino en el
cumplimiento de semejante pérdida de tiempo.
Que te roben en la
flor de tu juventud veintañera un año de tu vida, no es
precisamente motivo de celebración, más bien una enorme Putada. Y
al margen de hacer amistades inquebrantables de las que años después
no te acuerdas ni de su cara, dejarte llevar por los placeres de las
borracheras en pos del olvido, o llorar en el hombro de tus
compañeros la nostalgia de tu hogar. Solo me queda uno
verdaderamente remarcable. El universo paralelo al margen de la
realidad que se da en los intramuros de un cuartel: Una abducción
temporal donde suceden cosas que solo entienden los que han pasado
por semejante trance; la mayoría lo describen como una experiencia
mística, pero no les hagan caso que la nostalgia hace un flaco favor
a la realidad. Culpen al subconsciente si quieren y hagan como si les
entienden, si no correrán un grave peligro.
En mi caso y
atendiendo a los flashback que me vienen a la memoria, solo
hay uno que ilustra de un solo trazo aquel 1990 de la era verdadera,
pim pom fuera!! Britzkrieg Bop y el maravilloso monumento a la
simpleza radiante que levantaron Ramones en su nacimiento del 76.
Éramos un porrón
más de artilleros (así nos llamaban),pero como digo; la memoria con
los años rige el destino del recuerdo. Así que me ceñiré a los
que codo con codo pasé la mayor parte del tiempo y a los que me unía
esa misma banda sonora. Eran de Cornellá, uno se ocupaba de nuestra
logística alimenticia en Víveres, mi compañero de dependencia, y
yo mismo. Pasábamos la mayor parte del tiempo en Ajuste, no quieran
que les cuente cual era la misión de esa dependencia con semejante y
ambiguo nombre; ajustar lo que se dice ajustar, no ajustábamos nada
en absoluto. Pero si que confeccionemos apoyados por un Radio
Cassette cochambroso, al que había que ajustar el musicassette con
un gurruño de papel para que no temblequeara; nuestra
personal y memorabílica banda sonora de aquel longevo 1990.
Por sus cabezales
ferritizados pasaron numerosos artefactos, fruto de nuestros gustos
variopintos y aparentemente incompatibles; ellos eran Heavys, yo raro
a secas: Decibelios, The Smiths, Los Ilegales, Anthrax, y un vinilo
del Bona Drag con el que me topé por sorpresa en una tiendezucha de
la ciudad; allí revuelto entre discos de jotas Castellanas y singles
de Julio Iglesias, y de quien supliqué una socorrida grabación en
cassette mientras llegaba el próximo fin de semana que librar.
Pero, si hubo una
canción que consensuó y confraternizó nuestro amor incontestable
por la música, y por el Punk Rock en concreto. Ese fue BRITZKRIEG
BOP y el primer disco de RAMONES en toda su extensión.
Un disco
subestimado con el paso de los años, de la misma manera que lo ha
sido el Punk y el cuarteto de Nueva York. Hablar en la actualidad de
los méritos del Punk parece ser una aberración al buen gusto, al
virtuosismo y en su defecto a la modernez.
Quizás no se
equivoquen, si caemos en la cuenta de lo mucho que se han banalizado
con el paso de los años las crestas, las chupas de cuero, y el logo
diseñado por el recientemente desaparecido Arturo Vega (creador del
vilipendiado escudo de Ramones) y quinto Ramone. Pero soy de los que
sigue pensando, como espero que muchos otros; que el romanticismo
aparentemente primitivo del Punk estaba muy por encima del nihilismo
con el que se quiso estigmatizar a tal movimiento.
Hablo de actitud
contestataria contra el orden establecido de las buenas formas,
aquellas que en su día quisieron moldear a la sociedad al antojo de
un sistema en el que la moral no hacia más que domesticar al
ciudadano de bien. A lo largo de la historia nos han vendido un modo
de hacer las cosas amable y educando, tanto, que hemos perdido de
vista la transgresión a la hora de derribar para volver a construir.
Pero al margen de
la brasa socio política que yo os pueda dar, que ya sois
grandecitos. Y ciñéndome estrictamente en la cualidad sensacional
de este resto arqueológico sentimental. Nos hallamos ante uno de los
puntos de partida más emocionantes que la música halla dado en mi
vida.
Cuatro acordes, una
estrofa y un estribillo elevados por su simpleza, a la perfección
funcional en la que la música como resorte instintivo atesora cuando
llega directamente a nuestro alma, sin pasar necesariamente por
cualquier órgano sensitivo de nuestro ser. Y donde Ramones todavía
no estaban angustiados por la presión del éxito, si algún día lo
estuvieron.
La naturaleza de
ese sonido amateur en donde se dan cita todas las claves de la
efectividad despreocupada y rabiosa de quien no tiene nada que
perder: El Rock & Roll de los 50, la virtud orgánica de bandas
como Beach Boys, y el descaro de un Punk impregnado de un Pop
sesentero como arma arrojadiza; junto a uno de sus repertorios más
lúcidos de su carrera. No es solo “Britzkrieg Bop”, de la que
podríamos extraer una clara vestimenta de himno en toda regla
(aunque su letra narre las aventuras de prostitución de Dee Dee);
son uno a uno los perdigonazos que se van sucediendo hasta completar
la catorcena de temas; concisos, breves y directos.
“Beat on the
brat”, “Judy is a Punk” que incluía como fija cada una de las
introducciones a sus conciertos Morrissey. Hasta llegar a “I wanna
be your boyfriend”; todo un alegato a la fragilidad adolescente
que sabe como ninguna conectar generacionalmente década a década.
Lo que hoy entendemos como el Rock de baja intensidad, casi toda la
obra inspirativa del Indie Rock Americano de los 90... todo lo que
fue apareciendo tras ellos.
Tuvieron a la
casualidad como su principal atributo y pasados los años, es fácil
observar como su música y su estilo han sido mucho más relevantes
en influencia que otros iconos del Punk.
"Havanna Affair”,
“Liaten to my Herat” , “53rd & 3rd”, “Now i
wanna sniff a glue” trotan sobre una línea de bajo básica a
cargo del más salvaje Dee Dee; baterías que se repiten en un
continuo desenfreno, las de un visionario Tommy aka Tomas Erdelyi
quien co-produció junto a un suicida Craig Leon es avanzadilla de
rebeldes.
Movimientos de
cabeza al ritmo que marcaban los downstroke de su mítico guitarra
Johnny, y la ¿voz? de Joey. Esa voz casi ahogada en su propio gemido
que agitó la rebelión de los suburbios Neoyorkinos en el CBGB junto
a Iggy Pop, Los Stooges, Patti Smith, Johnny Thunders, Talking
Heads, o Blondie. Tiempos en los que la creatividad brotaba de entre
cloacas de la ciudad para marcar la dirección de otros tantos
movimientos rupturistas que fueron aconteciendo a lo largo de los 60
y los 70. Algo que a día de hoy a desaparecido por completo, tanto
se ha buscado la excelencia y la originalidad que hemos perdido la
actitud por completo; todo suena a truco, a pose, y a fachada vacía.
En ese interminable
y largo año de servicio a la patria, convertimos nuestro
secreto taller de ajuste en un Bunker. Allí pasábamos los fines de
semana de plegarias encerrados a cal y canto, mientras consumíamos
nuestras vidas a la par que el tabaco (como moneda en curso), el
alcohol, el hachís, y la música; la mayor droga dura en la
pudiésemos confiar nuestra juventud.
El mes de Octubre
de 1990 fuimos por fin libres, aunque en el fondo ya gozásemos de un
libertad que va más allá de la real y palpable. El uno de
Diciembre de ese mismo año nos volvimos a citar: Manolo “Txitano”,
Juan “Walace”, y un menda “Technotronic” y como no podía ser
de otra forma, fue viendo a RAMONES en el Palau D'esports de
Barcelona, donde regresaban tras largos años de ausencia y en honor
a su exitoso BRAIN DRAIN/1989.
martes, 6 de agosto de 2013
RATAFÍA MOLINÉ: PÓCIMAS ANCESTRALES
No quiero salir a la
calle mamá, la gente me da susto!! Salí a la calle con el cesto de
esparto y los nudos entrelazados se estremecieron al mero contacto de
los rayos de Sol.
No mamá, hoy me
quedo en casa al azote de ventilador tropical; salí, y los vi
caminar como zombies sí: Las cabezas gachas, los cuerpos sudados,
las terrazas inmóviles. No se si eran zombies o Vampiros pero
buscaban la sombra y la oscuridad como cucarachas desprevenidas.
Aligeré el paso y dejé la mirada perdida en un punto inexacto en el
horizonte, aquel que me marcaba el destino. Hice las compras
imprescindibles para no morir de inanición (tabaco, vino, líquidos
varios y algo de comida), y dejé que mi mente me guiara por puro
instinto. Horroroso!! la piel se derretía, los pies hervían y si
alguien me hubiera ofrecido una bebida refrescante, me la hubiese
dejado caer sobre la cabeza.
Odio con todo mi alma
el Verano, si no fuera por las horas de luz energizante que ganamos,
podría incluso hacer un mal trato por un soplo de aire fresco. No
hago más que ver procesiones fervorosas camino de playas y destinos
tumultuosos: Colas de coches, okupas en centros comerciales,
terrazas ruidosas, noctámbulos y gente que grita demasiado; como
queriendo exorcizar el diablo que llevan dentro a base de berrear.
Las calles se caldean tanto que florecen todos los hedores caninos
que marcan cada pie de árbol, farola o esquina. Los contenedores
soterrados o al viento fresco emanan fetideces; son los vestigios de
una humanidad alarmantemente sucia y acostumbrada ya de por vida a
estos inquilinos.
Cuando en esos
momentos el cerebro dice basta y me desconecto momentáneamente, el
cuerpo permanece y la mente se me va de un bote a las montañas. Allí
desaparecen las angustias del minuto provechoso, y el rumor
silencioso de la vegetación marca las pautas: La mayestática
infinita de los valles, el vértigo de los barrancos, la mirada
indiferente de las vacas pastando, y el aire fresco que te devuelve
al sitio de donde provienes.
Cada Verano desde
hace unos años hemos decidido en familia volver a visitar sitios
pequeños. Y no hablo de la pequeñez como un tamaño propiamente
dicho; más bien me refiero a aquellos lugares donde solo acaban
yendo los nostálgicos de la paz mundana, aquellos que albergan los
rincones más austeros y esenciales del pasado. Si hay algo que de
veras es capaz de resetearme de toda esa clase de hábitos sin
sentido que nos abducen hacia comportamientos realmente robotizados,
son mis viajes periódicos hacia el interior de Girona (ya sean por
trabajo o por puro placer): Conocida por estupendas playas y calas
secretas, y todavía desconocida en sus rutas interiores hacia
gargantas profundas y montañas boscosas.
Sitios que tenemos a
tiro de piedra y de los que tanto nos queda por descubrir en
historia. pasado y costumbres... que se me antoja imposible de
reconocernos sin hacer antes un viaje a nuestros inicios.
En ese sentido, algo
tan banal como LA RATAFÍA ejerce sobre mi un efecto vehículo
inigualable, que me transporta al amor por todo aquello que se pierde
en el tiempo. Esas costumbres tan básicas y existenciales como
ancestrales; cuando el tiempo no era importante, y todo se elaboraba
con dedicación parsimoniosa. En mi primera ascensión hacia el Valle
de Nuria, como todo niño con experiencias tardías, no pude por más
que dejarme seducir por espíritu centenario y la magestuosidad
infinita de sus paisajes; esos que lo hacen sentir a uno
insignificante y diminuto.
La ascensión desde
Ribes de Freser surcando entre las montañas horadadas por el pequeño
río que da nombre al pueblo, bien sea en el cadena o a pie; deja
todo el tiempo del mundo para regalar la mirada en ese otro tipo de
turismo, el de proximidad: Por los senderos que se abalanzan como
balcones sobre su aguas veloces hasta brotar desde el lecho del lago,
perdiéndote en cualquiera de las rutas que se adentran hacia la
montaña, haciendo un picnic en la ondanada del Valle, o porqué no,
disfrutando de la quietud de las calles de Ribes.
Y este tipo de
actividades por típicas, pasadas de moda, o incluso para depende
quién; desvirtuadoras de los espacios naturales y de la esencia de
las gentes que pueblan esos alejados bastiones de la humanidad. Me
siguen pareciendo instructivas e imprescindibles, aunque solo sea
para recordarnos que algún día pertenecimos a un paisaje más o
menos parecido.
También nos quedó
tiempo para llevarnos impreso en el paladar uno de los espirituosos
con más seny del Ripollés, sin el que este preámbulo
carecería de sentido.
Desde Bruguera en
Ribes de Freser, dos jóvenes amigos (Marc Blazquez, David Naya &
Familia) decidieron una noche ponerse manos a la obra, y aventurarse
a comercializar aquello que llevaban haciendo sus progenitores
durante décadas: Un proyecto comercial y emprendedor con el que
ganarse la vida, y de rebote reivindicar la peculiaridad del interior
de Catalunya, y del Ripollés en concreto; elaborar una Ratafía
distinta.
Son varias las marcas
que elaboran Ratafía desde hace una eternidad de una manera más o
menos comercial, las pocas que se encuentran en comercios del
extrarradio Catalán: La más conocida Russet, Bosch,
la dels Raiers, y otras muchas de carácter más artesanal a
las que tan solo se puede acceder siguiendo la ruta de las Firas de
la Ratafía por pequeñas poblaciones del interior.
La Ratafía es un
licor que se elabora a partir de una base de Crema anisada, Nueces
Verdes, Limón, especies y hiervas varias con un lejano parecido a
algunos Amarettos Sicilianos para hacernos una idea, pero sin el
amargor de la almendras característico de éstos. La base es
conocida aunque el carácter de las comerciales y artesanales varía
notablemente, en tanto en cuanto las comerciales son más densas y
licorosas; perdiendo en ocasiones la complejidad de las artesanales,
donde se pueden identificar mucho mejor su personalidad en función
y proporción de los ingredientes y su maceración. ¿Que hace
entonces distinta a esta joven Ratafía de sus hermanas más mayores
y populares?
RATAFÍA MOLINÉ
atesora la juventud y la imperfección de aquello que se intenta
comercializar, sin tener que perder necesariamente por ello la
identidad de todo aquello que se hace en casa. Su sabor es variable
dependiendo del año, la tina, la proporción inexacta del cupatge
de hiervas (hasta 28), especias o cantidad de nuez cosechada. Se
elabora en familia y se comercializa con una imagen de modernidad
comedida, en la que confluyen toda esa serie de aspectos por cuales
nacieron los licores ancestrales de hiervas: El hombre, la montaña,
y todo lo que nos regala la naturaleza para ejercer de alquimista
naturista.
Su carácter
diferenciado con respecto a otras marcas que se pueden encontrar a la
venta sobre un aparador, es que da bastante más juego que sus
coetáneas y no se parece en absoluto a las típicas Ratafías
comerciales: De aspecto bastante más ligero e infusionado que la
Russet, y por lo tanto sin tener por ello que recurrir al frío
invernal para degustarla. La Ratafía Moliné es una copa perfecta
para cualquier momento del año; refrescante por su innegable perfume
cítrico y herbáceo de la Marialuisa que se mezcla con un peculiar
aroma a caja de puros, e intensa en boca donde se pueden discernir
los toques de canela, las nueces verdes, el sotobosque y el exotismo
del clavo con la canela. El final largo pero no empalagoso de la
sutileza del Regaliz o el Palodul.
ROCK & RATAFÍA!! |
Dos años años
después del nacimiento de este proyecto, y uno de su definitiva
comercialización. Tras superar las trabas legales a las que se
enfrenta quien pretende producir artesanalmente cualquier producto
alimenticio, ya tienen en el mercado tres licores: La Ratafía como
buque insignia, el licor de Marialuisa, y el de Poniol; a los que se
unirán con el tiempo Mermeladas, Cabellos de Ángel, Licor de
Ginebró, y Peirals (origen de los vermouths que ahora se conocen).
Esperamos con emoción
las buenas nuevas de estos dos trapecistas de proyectos con terruño,
de quienes parece imposible no contagiarse de su ilusión: Mensajeros
que cazan al vuelo ecos de las Montañas del Ripollés para
macerarlos a Sol y serena. Y que nos transmiten los secretos mejor
guardados del recetario atávico de madres y abuelas.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)