02: ALCALÁ NORTE_ALCALÁ NORTE Vs. CARMÍN 2023 Jorge
Olivera Latorre (sin D.O Coscojuela de Sobrarbe, Huesca)
No se recordaba desde el ascenso meteórico del
Albacete Balompédico aka. Queso Mecánico de la 2ª B a la primera división, allá
por el 1991. Gesta semejante, al petardazo de los periféricos Alcalá Norte con
un disco de debut, y sin soporte mediático alguno de multinacional o mal
padrino que echarse a la talega.
Mérito y chulería temprana incluida. El hacerlo en
un país en el que la admiración es directamente proporcional al tumulto de: “Sí, pero…”, “tampoco es pa tanto”, “esto
ya lo han hecho otros”, “me han dicho
que están becaos”, “lástima que sean
de Madrid” o el típico “a ver lo que
duran”.
En fin, que parece ser que a la peña le duele lo
maravillosamente indescifrable del maldito éxito sin más apelativos ni lógica
estadística.
Y fíjate tú, que a mí que el florido flequillo se ha
convertido ya en una retirada de marea cantábrica y la coronilla en un
desconchón de yeso. Cada canción de ellos me tersa la piel y me lustre la
papada. Válgamelseñó.
Cosas supuestamente inexplicables que hacen que lo
previsible del establishment disfuncional actual. De tarde en tarde y por
puritita chiripa, se convierta en la puntual victoria de los eternos
perdedores, ¿no es mágico a veces?
Por lo tanto. También apelo a la estupidez humana,
cualquier signo de debate, o mínimo cuestionamiento. Que no, y punto.
¡Disfrutad del momento joder!!
Fenómenos estos mismos que relato, a veces contados
por historiadores de calle pateada con callo, y vívida noche; generalmente de
cincuentones o sexagenarios a sus vástagos y sobrinos. Y a pie de fogata con
cerquillo y ojiplática mirada, mientras una lagrimilla coge el camino de las
líneas de expresión y no hay contención posible que evite el babeo.
Y, dicho sea de paso, de las pocas cosas que nos
hace sentir a los puretas, poderosos, míticos e indestructibles (es asín).
Apropósito del disco, cuchis. Tampoco penséis que os
voy a soltar una disertación de tal o cual razón hace que cada canción conecte
por arte de birlibirloque a chiquillos de 20 años y a señoros y señoras con
ganas de mandanga. Que vendría a ser como explicar ahora el enigma de los
huevos fritos con patatas o el abecedario del indie ese que entra en la selectividad; pa ser un indie de
provecho, digo.
La cosa ocurre así sin hacerse demasiadas preguntas.
Cuando vas por el noveno corte, y ves que no hay ni un solo rescoldo de
dispersión y todo va como un tiro entre textos notables y música primorosa
donde se recoge oscuridad, calle, épica, poesía, rock castizo y un más que
lícito retranque de niñerío subido, que no es para menos. Sin que, además, ojo,
todo parezca un corte y pega sin sentido si no un conjunto con una personalidad
natural que puede hasta apabullar o hacerte desconfiar si no los tratas en las
distancias cortas, claro.
Álvaro Rivas, Jaime Barbosa, Juan Pablo Juliá y
compañía, atesoran ese mojo que se cultiva en las barriadas como Ciudad Lineal.
Donde el entorno, la comunión variopinta, y ese nexo superviviente que hace que
un banco de un parque pueda arrejuntar a
jevis, al guais, el raro, er quinqui, el panki, un marujo, a la
perla y alguien más que me dejo. Y no solo que todo fluya en perfecta armonía,
sino que, además emerja una especie de glamour bizarro inalcanzable por
cualquier moderno de tres al cuarto que se precie.
Creo que a este fenómeno le llaman Charngression,
m’hancontao.
Fenómeno que me acabo de inventar y que hace que su
álbum homónimo sea una especie de matxembrat
sin fisuras, donde arreplegan con
infinidad de cosas plausibles todas entre ellas.
Y para muestra un botón:
“Los Chavales”.
“La Sangre del Pobre”, “420N”, “Westmister” o “El Guerrero
Marroquí” son cuatro temas con una sonoridad todavía inexplorada en el
variopinto y rico fenómeno alternativo “underground”
de pequeño formato y gran creatividad; y eso que no hay avistador vivo que le
siga la rueda a la infinidad de pequeños y gloriosos proyectos que surgen de
debajo de las piedras cada poco.
Después “Supermán”,
“La vida Cañón”, “No llores Dr. G” (mi favorita) junto a “La Calle Elfo”; un estribillo que se
adhiere como el eskay de un sofá barato. Y unas hechuras de himnos coreables,
todas ellas con una lírica particular, inconfundible y cultivada.
No sé si la fórmula para tan centelleante éxito sea
esta. O que todo en su conjunto, igual que discos como el de Parálisis
Permanente, sea la coincidencia y el que todo se dé, ocurra porque sí y porque
tiene que pasar sin más.
Algo dicho sea de paso, que hace que la música sea
ese fenómeno mágico imposible de formular desde un laboratorio magistral de
cualquier discográfica espabilada deseando general pasta. Porque amiguis, esta es otra.
Estaría guay que este ingente de originales y
brillantes pequeños proyectos. Tuviera espacios acordes como mínimo, para ganarse
la vida sin precariedad y no ser los activos fáciles de macrofestivales
buitres.
Esgonzado entonces así tras casi un año ya, el que
me separa de mi primer encuentro con ellos en las fabulosas fiestas de Terrassa
y su oasis Plaça del Vapor. Y el esperpético fenómeno que consiguió hacer un Sold Out en la Razzmatazz tras su aplazamiento y previo Sold Out en Razz 2 con los fabulosos Diablo de Shangai y Los Yolos, primos de la misma movida. Y valioso curro a pie de calle que se han currado estos chavales por mérito propio.
Solo me queda la furibunda alternativa de buscarle
un idóneo elixir a semejante artefacto.
Para otros menesteres he tenido que hacer
formulaciones, ademanes en el aire con las manos y chicuelinas, cual bailaora
flamenca para emparejar en matrimonio vino y disco. Pero esta vez; como si hubiera
nacido el uno para el otro.
Jorge Olivera Latorre, ubicado en Coscojuela de
Sobrarbe (provincia de Huesca), y muy cerquita de Barbastro. Donde tuve el gusto
de conocerle hace 9 años o así, en un entorno industrial muy distinto al que
ahora le ocupa en la viticultura heroica y de mínima intervención. Me va al
pelo.
Pues desde que este ingeniero industrial dejara hace
aproximadamente tres años, esas cosas del metal, los fluidos y la ventilación
para optimizar algo tan antagónico como el hilo de poliéster o los envases de
PET. Y dedicarse al 100% a las viñas de su padre Jose Mari. El impacto de las
tres añadas hasta ahora comercializadas con apenas tres hectáreas más alguna
parcela arrendada, ha sido meteórica.
Digamos que ¿igual que cuando uno da un brinco para
salvar un obstáculo, y la compensación de cambiar el chip se convierte en una
especie de fortuna? Pues eso mismo es lo que ha ido encadenando Jorge a fuerza
de instinto, imaginación y clarividencia talentosa; que no todo va a ser por
casualidad por recurrente que sea.
Para ser, hay que estar, eso es así.
Con la Moristel (¿Graciano?), como eje vertebrador
para poner en valor esta agradecida variedad autóctona; que replantó en el 2009
como un mero entretenimiento. Y otras como la Garnacha, Syrah, Macabeo y
Chardonnay en menor cantidad para elaborar un blanco, algo de Garnacha blanca y
algo de Parraleta de una finca arrendada todavía por vinificar.
Hay mucho de prueba/error, imaginación,
perseverancia sobre todo, y saber leer el clima y las añadas para que todo salga
a su gusto; tío meticuloso y pragmático donde los haya; lo dice uno que ha
trabajado con él.
Pero al final, lo que nos interesa: Vinos fluidos y
frescos con mínima intervención y muy buena tensión; teniendo en cuenta el peso
tradicional de los vinos convencionales que más se consumen en Somontano. Donde
predomina la Cabernet, el Tempranillo y la Merlot con barrica y exceso a veces,
de calidez.
Sus vinos al
contrario, son escapistas de cánones y más de pies a tocar en tierra y paisaje.
De notas florales a violetas y retama,
de hierbas aromáticas de monte, con la uva como fruto y protagonista y el
carácter montaraz afable que le da la zona de clima continental e influencia
mediterránea.
Carmín que es esa versión de saludo y
recibimiento que dan los claretes, en este caso con muy buena tensión y personalidad,
que lo pone más del lado de los tintos que de los blancos. Es un vino goloso,
con muy buena estructura, y que tuve la suerte de cazar en Maitea; pues su escasa producción hace que sean verdadero objeto
de deseo.
Y este verano con parada y fonda en Las Esparteras, camino de Portugal.
Tuve la fortuna de avistar según entraba en el comedor, unas botellas de Neguiro;
su vino de 75% Moristel 25% Garnacha. Y regalarme su versión más auténtica
donde fruta roja, negra, ahumados y mineral, hacen de estas dos uvas, una
sinfonía de rusticidad refinada y elegancia para dejarte atónito. Más una
botella de Entremón (Syrah), que tuve a bien en sonsacaramablemente en Cuvée 3000 Barcelona el mismo día de la verbena de San Juan.
Su nueva
y más reciente distribuidora en España, pero todavía desprovista de sus vinos de manera continua,
pues, igual que pasa con Eloi Cedó y otros elaboradores de mínimos molones: Lo
poco que llega, vuela.
Y que muy probablemente, cuando publique por fin
esta cosa maldita que arrastro desde finales de pasado año de lo + mejor del
2024 en cosa de vinos y música. Pues ya me la habré pimplado, no sea que el ogro
del caos y la destrucción nos trague con alguna cuenta pendiente por hacer.
Así pues. Ya garantizados los servicios mínimos de
publicaciones en este coso del blog (que solo me queda uno y a ver cuándo
mierda lo ventilo). Igual suelto lastre de lo que me está gustando de este
20025.
Que no os vayáis a pensar que me han encerrado en un
zapatero a pan y agua.
Las
noches estas de oleaje sudoríparo, en las que los mosquitos surfean espalda
abajo hasta mi coxis.
He
decidido, vistas las circunstancias y aprovechando el misterio nocturno.
Aprender a reptar hasta el lavabo con ayuda de mis codos; y
que fortuna la mía, que potencié deltoides, bíceps y trapecios en el gimnasio
antes de que cerrasen por vacaciones.
¿Veis
que listo?
Mientras
a los malvados espadachines los tengo distraídos haciendo loopings donde la
espalda pierde su nombre.
En
dos terrazas instaladas en sendas nalgas, con ambientes duales a la par de
eclécticos. Se me amontonan y hacen corrillo la fauna hogareña, y algún que
otro despistao que aprovecha que las
ventanas están abiertas y la familia durmiendo.
Allí
hay de todo: polillas, pececillos de plata, moscas palomillas. Menos…. Eeeep!! Las moscas negras y las
chinches; que tienen la entrada terminantemente prohibida por gorronas.
En
perfecta armonía faunística bailan agarraos
el Momma de la ELO; en esas frecuencias inaudibles como el raso del suelo que tan
lejos nos queda. Pero cuan precioso y multiverso es cuando te arrastras sin
prisa; sabiendo que de allí no pasas ya.
El
calor sube y golpea contra las alturas. Pero tú, tú estás divinamente ahí,
panza abajo. Con todo lo que precisas a mano:
La
bandeja con esa rueda grande y gorda como la de un timón de una nave para subir
el volumen, y al fondo. Al fondo la nevera de los vinos a 8 grados ronroneando
con estos calores, como si te estuviera llamando…
Bueno
joder, que me está llamando, que lo sé, ostia
¿No
la oyes?
A
partir de ahí. Me basta y me sobra en esas noches de tregua fundente. Con la
terraza donde estirar mi pata chula, el salvoconducto en forma de Malvasía que
Mannel me dio, y lo que os traigo: Un disco desde Adelaida, en la otra punta
del mundo.
Ahora
mismo, y vistas mis circunstancias de invalidez. Déjame que te diga, que las
noches de verano son las cosas más bonitas. Mirándote pa’dentro y envuelto enbuena música con una copa fresquita de esta deliciosa y tremebunda Malvasía lisboeta del bueno de Fernão Pires.
Llevaba
unos meses esperando con intriga el primer trabajo de este quinteto, después de
escuchar la joyita de “Evil Dead” en mi 53 cumpleaños.
Pensaba
y deseaba que me acompañaran en mi viaje por carretera hasta Alentejo. Y
evidentemente, no pensaba escribir ni una sola línea de aquello que creo que a
estas alturas cada uno debiera/debiese buscarse solito en los arroyuelos.
Pero
lo que es la vida.
Parece
que voy a procrear y ampliar la raquítica familia de esta miserable bitácora.
Si
os digo sin tapujos ni capulladas, lo
que sentí cuando los escuché la primera vez. Son, ese tipo de señales
melancólicas que se escapan a zancadas largas de todo aquello que quiere
parecerse a algo que antaño moló, pero que ahora es incapaz de provocar ese
escalofrío lindo de inocente juventud.
Los
perfumes con olor a gofre de vainilla, la plaga de las vans, los pantalones de
pitillo, y los peinados acabados en pico. Que todo sea igual, huela igual,
suene igual, y sepa igual. Todo lineal y siguiendo una marca de puntos que poco
deja a al riesgo.
No
se trata de que se intente inventar algo, porque todo está ya inventado.
Solamente exigir que me obliguen a bailar imaginando con el cuerpo las notas y
las armonías. A veces inconexas, otras abstractas, y de repente. Perfectas de
lirismo poético.
Solo
eso ¿pido demasiado?
En
esa tesitura, lo poco que funciona es el aislamiento y la miseria. Y es aquí
cuando por estadística Australia se lleva la palma por eso de estar bastante
alejados de los circuitos. Y disculpen, no es exotismo, ya no. Es,
¿desintoxicación?
Igual
que pasa con los vinos cuando ves tanto convencionalismo y estereotipo que te
aburre soberanamente; ¿me siguen?
Por
eso desee este año huir a Portugal y embriagarme con sus vinos siguiendo al
loco sabio de Mannel Serrano y sus 68 primaveras. Y lo haré, no lo duden, soy Tauro.
De
momento no sé cuándo volveré pero apenas me quedan 3 botellas de las seis que
me recomendó. Y el pito pito colorito de
elegir BAÍAS E ENSEADAS 2020, es…
simplemente que es la añada más antigua de las tres; como veis, ahora mismo me
la suda todo tanto -(literal)- que soy un jodido y arbitrario verdugo.
Pero
oigan, que jodida maravilla. ¡Sentencio!
He
perdido la chaveta con las Malvasías secas. Ya sean Griegas, de Sitges,
Riojanas, Italianas o Portuguesas.
De
las que te agarran desde la nariz y su perfume por las carnes nobles y
blanditas.
Ese
adorable reclamo invisible en el que en tu infancia, deseabas la adopción ipso
facto de la panadera, pastelera, o repostera del barrio:
Brioche
recién hecho, crema pastelera, bizcocho esponjoso, el anís estrellado, y tú,
comiendo esas delicias bajo un Magnolio en flor, y de limonero infusionado en
flor de leche. Y el paso por tu alma dejando el rastro sedimentario arcilloso
lleno de salinidad mineral, rocío, cítricos y ambrosía; que no empalago.
Una
terrible droga que me consuela ahora mismo, no sabéis cómo.
Su
dorado hipnótico cegado por la condensación de la refulgente copa.
Las
gotas que se deslizan sin prisa.
Las
baquetas de “ATACB”, la rabia de sus guitarras, y la disonante voz de Stu
Patterson. Provocador, andrógino, y sus magnéticos y contorsionistas
movimientos. Como un conjunto pleno de gustirrinín y alboroto.
El
debut de esta joven banda Australiana arranca con un Postpunk de manual; muy
diferente a sus primeros bocetos en forma de singles a los que costaba
encontrar la conexión entre “Magnolia” y “K”:
“ATACB”
y “Boys
in the Gutter” quizás intentan captar la atención de un público más
generalista, igual que con “Two Years”. Pero rápidamente notarás
que los tiros de esta gente, huyen de lo convencional y pese que sus
inquietudes los llevan desde el Pop lúcido, hasta la New Wave abstracta, o el
aguerrido Post Punk de los 80. El denominador común es la imponente
personalidad de su discurso.
Nadie
diría que llevan publicando desde hace apenas cinco años, y este es por fin su
primer Lp.
Fácil
es enumerar con las manos a las cosas que te pueden recordar y no mentarlas por
decoro. Faltarte dedos para contarlas, y a la vez difícilmente acertar con
precisión; que es lo bonito en definitiva.
Lo
que sí tengo claro, es que por instinto y puro impulso me he agarrado a “Jason’s
Bad Trip”, “Sunday Night” y “New Jet Sky”, y no las suelto.
Me
encantan los tempos a veces desordenados, otras sofisticados, la potencia
escénica de su líder Stu Patterson ,ese clarinete con retirada a saxo que entra
y sale, la tímida voz femenina de Venus que da el contrapunto igual que Kin
Deal, el cómo consiguen el mismo clímax que en su día hacía de Bauhaus una rara
avis de la escena y que aún perdura, el tono experimental y a la vez accesible
que da toda la coherencia a su temario, sus textos social y políticamente comprometidos.
Y
sobre todo.
Lo
bien que hacen sonar todo Stu Patterson, Matt Schultz, Venus, Lenny Regione y
Michael Bond; que básicamente es lo más importante. Teniendo en cuenta que se
lo han producido y grabado ellos mismos en el pequeño sello local P.A.K Records
de Adelaida.
Un
sello que nace de la promoción y soporte en directo de la escena local desde el
Rocket Bar & Rooftop, nacida en 2013 como Punk Ass Kids, toma ya!!
Así
pues, solo me toca maldecir el no poder bailar hasta descoyuntarme este disco.
Y brindar con todos los vinos que iremos descubriendo durante toda mi convalecencia
durante este Agosto, Septiempre y… yo que sé. Espero que pronto, porque no sé
si será una suerte o penitencia para vosotros jajaja