No
se si he contado por aquí en alguna otra ocasión o texto (teniendo
en cuenta lo que puede que me repita sin ser consciente); como los
abuelistas. Lo miedica que era de chaval (desde el uso de
razón? Hasta los, creo… 16 años aprox.)
En
realidad puede que dejara de serlo de manera más o menos ridícula,
mucho antes. Pero dejémoslo en los 16, con las patas llenas de pelo
ya. Con empaque.
Miedo
a que me asomaran los pies por la cama de noche, a dejar caer el
brazo por el filo de la misma. A la penumbra donde construir formas
con la ropa mal colocada en la silla, la cortina o las sombras más
fruto de la imaginación y del canguelo, que a lo que realmente había
que tenerle miedo por aquel tiempo.
He
llegado a sentir miedo a notar el latido del corazón en mi tórax, y
después en mi cerebro. Cuando me tumbo del lado izquierdo en la
cama. A morir dormido o sinó, a morir despierto por un ataque de
corazón y rabiando de dolor sin importarme si hay una ciencia exacta
que mida el dolor, dependiendo de la patología, accidente o trauma.
Básicamente
miedo (o aprensión), a lo desconocido o incierto. Y lo que es peor:
A la capacidad de imaginar que tengo, y la velocidad de aceleración
de 0 a 100 que puedo desarrollar sin válvulas, turbo, ni propulsor
que valga.
Por
eso.
Pienso
yo.
Que
de ahí mi querencia por lo ojcuro, mal rollero y desasosegante.
Seguramente
por eso empecé a engancharme con el Trans Europe Express, los
Kraftwerk y de un salto!! Ya los Christian Death, Bauhaus, Killing
Joke y que se yo… Vamos que me mola lo oscuro así en general sin
buscarle justificación, razonamiento, o si me apuras. Estilo
Musical.
No
soy de manual, eso sí. Ya iba a los garitos siniestros con camisetas
blancas afectadas por el ultravioleta, de The Smiths, y me la sudaba
bastante. No soy gótico confesional ni quiero, de tribus urbanas o
estereotipos definitorios paso olímpicamente.
Por
eso.
Si
os pasa como a mi: Que os gusta los oscuro sin ser de ninguna
cofradía y por puro vicio. Pero tampoco os agarráis a cualquier
mierda cual heroinómano perdío en el Vaticano.
Que
tenemos un gusto joder!!
No
os extrañe que os enganchéis como mi hijo de 12, que con 1 iba
subido a la pierna de su madre igual que un marsupial al grito de:
MAAAAAAAAAAAAMA!!
A
HELICON.
Su
nombre sonará a obviedad; no lo niego.
Pero
el segundo trabajo de estos Escoceses de Glasgow – aunque suene a
topicazo - es otra cosa.
Aprovechando
además, para recomendar también su debut homónimo del 2017.
Un
viaje a vista de pájaro con la Psicodélia de guiños étnicos y
cadencia Stoner Rock como salvoconducto. Pero que a mi principalmente
me remite al Post Rock (con el sifnificado generalista que yo le doy
al término). Y donde encajan perfectamente Mogwai y su más que
evidente escuela, que impregna el álbum que aquí os traigo.
No
en vano, los produjo Tony Doogan en el Castle of Doom Studio de
Mogwai. Y teniendo en cuenta el hecho casual de que, los pasajes
instrumentales, también son su principal carta de presentación. Ya
es fácil que ambos vayan de la mano, aunque a mi, de Mogwai me
gustan cosas muy puntuales aun considerándolos maestros dentro de un
género que han hecho suyo. Y la razón por la que me gustan Helicon
es bien diversa, pese a que el círculo musical al que pertenecen a
menudo adolece de ser repetititivo, algo casino, y en lo personal. Me
cuesta encontrar algo que realmente me sorprenda como para reseñarlo
aquí.
El
tema con el que arranca el disco en cuestión tiene la culpa: “Sound
of Confession”
Y
cuando hablo de lo oscuro, el miedo, el desasosiego y todo ese rollo
del principio. Me refiero a esto, y si me apuras, a lo que me generaba
también el Excavation de THE HAXAN CLOAK/2013.
Que
esto no dan tanto canguelo, entendedme, pero la carnaza que me
lanzaron me cogió por ahí.
“Sound
of Confession” es una instrumental maravillosa, diría que
incluso por encima de lo que han facturado últimamente la banda de
Stuart Braithwaite:
Halos
que inconfundiblemente nos remiten al norte de las islas, con un
inicio que recuerda sospechosamente a New Model Army. Pero que al
final pertenece más al hábitat de Spacemen 3, Loop o The Black
Angels. Y acto seguido “Pure Filth”, que de repente
es como si las puertas se abrieran de sopetón por un golpe de aire.
Un
temazo, vocal es ta vez, que definitivamente demuestra que Helicon es
una banda que vas allá del puro género. Y con muchas más
posibilidades para hacer, lo que han hecho:
Un
disco fluido, orgánico y a la vez, tan contundente como para
convencer al público más variado y al purista, también.
“The
Sun Also Rises”, con ese mismo aire oriental que explotaron
en Seraph, es infinitamente más definitivo e interesante.
Más
elaborado o - si se quiere - con mucho más sentido y personalidad.
La
potencia de “Glasgow Uni Accent” acierta virando a
esa parte polvorienta y americana tan de Jesus & M_CH. Y sin
embargo “In The End” nos devuelve al lado
contrario, más ambiental y popero, elegante sin más referencias que
las que cada uno os podáis generar.
Desde
luego, THIS CAN ONLY LEAD TO CHAOS, es un discazo que
recoge infinidad de pasajes que últimamente se han intentado emular.
Pero que a mi sin embargo, solo me han servido para certificar que
difícilmente se podrán recrear ciertos sonidos del pasado de manera
realmente fidedigna, o emocionante.
Aquí,
se consigue bastante.
RIDE,
SWERVEDRIVER, THE CURE, SPACEMEN 3, CATHERINE WHEEL, JANE´S ADDICTION...
Pero
no penséis que éste es un disco al que atender por el fetichismo
sonoro al que he echado mano de manera enfermiza; para nada.
El
disco de estos Escoceses, no es el típico disco de género con
minutajes excesivos e interminables, no. Su segundo disco se deja
escuchar con fluidez, sin apenas condicionantes emocionales, de
estado de ánimo, o prejuicio que valga. Si te gusta rozar con la
punta de los dedos el shoegaze pétreo; como es el caso de “Bardo
Thodol”: De atmósferas densas a la vez que tremendamente
liberadoras, y algún apunte al Nothing Shoking de Janes Addiction
tirando de imaginación, te encantarán.
La
majestuosa “With Graceful Menace” a modo de mágica
suite. Como cogiendo impulso y saltar de nuevo al vacío con la
imponente “What you Love Will Kill you”. Y acabar
cerrando con la exquisita “Cosmic John”.
Dos
canciones que definen divinamente el contrapunto que media entre la
épica, el rock y las atmósferas. Y que aquí conviven sin
estridencias aunque con contundencia. Con sensibilidad y sin ñoñería.
Y con un rigor que tan solo se sostiene sobre un puñado de
excelentes canciones, y la magia de la inspiración.
De
East Kilbride: Johnn-Paul Hughes, Gary Hughes, Mark McLure, Grahan
Gordon, y Seb Jonsen. Y son HELICON.