¿Te acuerdas como rebasamos el milenio así, de puntillas y medio ilusionaos?:
- -Va, pasa tú.
-
-No, tú
-
-Tu primero
Fíjate lo que ha llovido desde entonces; y eso sin
contar estos dos últimos que vamos camino de orinarnos en las manos.
Los dosmiles,
siglo XXI, blackberrys que parecían
ordenadores de bolsillo, y el mojón universal que se nos venía encima; y no os
voy a contar ahora todo lo que se fue por el desagüe con el cambio de siglo,
que lo que vino ya lo sabéis.
Yo, por ejemplo, con los treinta años recién
convalidados. No daba abasto entre sesiones en Fantástico Club, Canciones desde
el Paraíso en una radio de Tarrassa, el Fanzine Pop-Eye, sin hijos, siendo el
rey con dos mil pelas, y recién incorporado a mi trabajo actual y mi Golf CL
1.8 del 92; qué os voy a contar.
Justo el día uno del 2000; así como ahora pero con
24 años menos. Matthew Hardwidge y Phelim Byrne, bajo el nombre de DAY ONE y auspiciados por el sello de Bristol
(su ciudad) Melankolic de Massive Attack. Publicaban su álbum de debut con
Mario Caldato a los mandos de la nave, como el principal productor de los
Beastie Boys de antecedente. Y grabado en los estudios Real World de Peter
Gabriel.
Y he de confesar, que esta odisea de dar voz a cosas
que bajo mi punto de vista han quedado olvidadas en ese dedo de polvo que
acumulamos por memoria. Me hallo desde que en el 2009 me diera por inaugurar un
blog.
Ya no es el disfrute de intentar explicar la magia
de algo que me fascinó por extraña particularidad la suya. Sino la de
desembalar aquello que los unos y ceros del mar de internet han sepultado en
las profundidades por su escaso rédito mercantil.
Otra cosa bien útil para justificar la coartada; a
parte de recordar lo que hacíamos hace años, igual que cuando descorchas un vino
con 20, 30 o más años. Es restregarte los ojos con el asombro que da comprobar,
cómo de milagrosa es la vigencia e inmortalidad de éstos y otros artefactos.
Rescatar a ORDINARY MAN como un título nobiliario de
lo cotidiano, lo casero y su excepcional sencillez. Y además, ver que sigue
siendo único e inigualable. Es como poco, la mejor razón para sacudirlo, y que
sus canciones igual que las migas de un mantel sigan crujiendo a tu paso.
“Waiting For a Break” arranca, y con
esa clarividencia que les caracterizaba; a Matthew
y Phelim, digo. Asentando las bases
por las que fluirá su debut a lo largo de 11 paradas:
Bases pregrabadas como un medio diasapón y
metrónomo, guitarras entre el folk y el pop para mojar pan de Tim
Norfolk, una batería a cargo del mismo para que el flow de Phelim a las voces fluya. Y un bajo real, el de Donni,
para que la cosa coja cuerpo.
Diríamos que es Hip Hop, Trip Hop, Pop, o Folk. Pero
no es ni una cosa ni otra, y todo a la vez.
Justo cuando la fórmula del Trip Hop decaía, y la
hegemonía de Portishead, Massive Attack, Tricky parecía quedar en barbecho.
Estos dos tipos se sacarían de la manga una de esas
interferencias que no aparecen en cartografía musical alguna. Ni osciloscopio
que valga, capaz de secuenciar su origen
ni procedencia hasta la fecha.
“Bedroom Dancing” es de un
deslizar, que haría las diabluras de cualquier bboyz imaginario que se preciase: Eléctrica, compulsiva, demoníaca,
adictiva e infecciosa. Y taaaan primaria…
En “Walk Now, Talk Now” se intuyen
formas y maneras de Massive Attack. Pero joder!! La guitarra de Kit Morgan y el
bajo de Bob Locke se la llevan al terreno del Jazz, y vuelta a echarte a bajo
toda tu biblioteca musical; una jodida maravilla vamos.
Con “In Your Life” llega una de las
primeras joyas atemporales del disco. Una especie de oda al amor y a la soledad
de una franqueza apabullante, dentro de un torbellino instrumental demoledor.
Matthew y Phelim dan una de cal y otra de arena.
Lo mismo agitan al más puro estilo de Beck en el
Mellow Gold; “Trying Too Hard” como muestra un botón. Que se recrean en
delicadas melodías espaciales, y lisérgicas secciones de cuerda para firmar su
primer ¿éxito?:
“I’m Doing Fine” es seguramente el
escaso atisbo de un recuerdo fugaz, que conserva hoy por hoy esta red de redes
cruel y despiadada.
“Autumm Rain” podría aparecer seguramente en algún lugar perdido del desierto de Mojave. Conectando géneros aparentemente dispares como el Rock, el Folk, la electrónica, la psicodelia… Algunos insisten en separarlos como castas, pero la realidad es que todo está conectado. ¡¡Es música joder!!
Bajando un peldaño, descendiendo escaleras abajo, al
sótano, donde la luz no existe. “”Truly Madly Deeply” utiliza pianos,
violines amargos, contrabajo, y esa liturgia oscura para que una ceremonial oda, debiera devolver a la
vida a Mark Sandman para bendecirlos.
Y así como en un acicate, ambas, se podrían
pespuntar entre sí, con la inquietante “Paradise
Lost”. Si no fuera porque “Love on the Dole” se interpone entre
esa negrura de westerngangsta,
haciendo de todo el conjunto un curioso juego al que pudiera unírseles Harry
Belafonte asiendo unas maracas, y convirtiendo el asunto en una especie de calipsofolk.
ORDINARY MAN, como tal:
Tanto en ese título sobre una pared blanca de basto
repellado. Como en el nombre propio que da la vulnerable declaración de amor de
Phelim -piano y guitarra- con forma de canción de despedida; donde no hace
falta mucho más, para erizarte el bello y desarmarte.
Es de esas cosas que suceden, supongo, por un cúmulo
de coincidencias y fenomenales generaciones espontáneas.
ORDINARY MAN fue engullido por la industria musical
y ese trastero donde van los proyectos anómalos, donde las burocráticas
discográficas ni saben, ni quieren entender la parte artística transgresora y
brillante. O se escapan de cualquier etiqueta con la que amortizar el negocio
en el que se convierte cualquier asunto en el que interviene un ejecutivo.
A día de hoy y pese a que DAY ONE como dúo, ha
publicado dos discos más. Los derechos de autor de ORDINARY MAN yacen en un
limbo de Virgin Records, donde los artistas no vieron un duro, ni seguramente
lo verán jamás.
Las dificultades para publicar Probably Art/2007; grabado nuevamente en los estudios de Mario
Caldato (Beastie Boys). O la odisea de encontrar quien se decidiera a publicar
y grabar nueve años más tarde Intellectual
Property/2016 (Society of Sound en asociación con la reputada Bowers &
Wilkins), es una especie de aventura heroica. Llegando al punto de ofrecerse en
una entrevista en un medio francés de hace cinco años, ha volver a grabar de
nuevo íntegramente ORDINARY MAN y publicarlo en vinilo si alguien les ayudaba; algo
que no se hizo en su día, salvo el Maxi single de I’m Doin’ Fine, con la
inédita “Say No More” y una versión acústica de “Ordinary Man”.
Pero todo y que su sonido se ha ido volviendo más convencional.
La estructura de las canciones, ese micro universo lleno de detalles, sus
magníficos textos, y esa especia de alquimia armónica digna heredera del Pet
Sounds, dando la mano tanto al folk cómo a la música de cámara. Intellectual Property/2016 sigue siendo
igualmente, una maravilla fuera de todo catálogo y de otro tiempo todavía por
determinar.
Otra joya más, digna de estudio e inmersión sin bombona ni neopreno, familia.
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