domingo, 14 de abril de 2019

THE NUDE PARTY, SEAZOO… Y AHORA BUSINESS OF DREAMS: TRIÁNGULOS DE LAS BERMUDAS POP, LISTOS… PARA DESAPARECER.





Solo pido que llueva a borbotones para que el sol salga aún con más fuerza. Y en el propósito por invocar a los apóstoles paganos y padres de las tradiciones menos litúrgicas, solo veo Pop en los destellos y reflejos más casuales de la luz matinal.

No es cuestión de vivir/disfrutar del día, las semanas o la vida. Son los instantes; tantos e incontables en una porción de día más o menos mesurable. Que poco o nada importa el mañana si se diese el caso de que cada nota y melodía, pudiese ser como la escasa vida de un espermatozoide fruto de un multiorgásmico éxtasis.



Un ramillete de floridas tonadillas recogidas camino de la escuela, por esos campos de Los Cañones; visores del litoral Badaloní de aguas planiformes. Que paradójicamente han cobrado todavía más sentido al entrar de pantorrillas en el primaveral 2019; aunque sean unas del pasado año y otras tantas, de este.

Pero es que la verdad, poco creo ya en la idoneidad de escribir sobre la hipotética actualidad, cuando todo fluye a una velocidad de vértigo. Estando como estamos en este mundo para detener el tiempo.




SEAZOO por ejemplo, no entró en mis listas del pasado año pese a lo mucho que molaba “Shoreline”. Una canción con cierta electricidad, pero que Ben Trow canta igual que lo hiciera Neil Hannon en “The Pop singer’s fear of the Pollen Count”: Con ese deje new wave victoriano tan británico, a pesar de ser Galeses.

Una nimiedad si la comparamos con la atizadora “Dig”: De esas canciones que todavía raramente se dan a día de hoy. Donde solo en las ciénagas dan rienda suelta a las guitarras elásticas y sempiternas sin miedo a parecer de otro tiempo.

Los fogonazos de Beulah, Olivia Tremor Control o inclusive los Pavement más poperos. Que aterrizan desde la distorsión popi de Yo la Tengo o la Velvet. Y decoran este disco de Altpop con algo más de lo que se intuye cuando se cita al Pop como referencia , pero que igual que el Rock. Se queda corto cuando la inspiración momentánea, hace circular pequeños guiños de otros costales que lo engrandecen.



En eso, Galeses, Escoces e Irlandeses son especialistas al igual que los de las Antípodas, cuando al igual que en la viña: las particularidades identitarias nos descubren bandas que parecen “una más”; pero no.

El debut de este joven quinteto, por suerte, es uno de esos discos sin pretensiones; ni siquiera una portada bonita. Pero con un espíritu palpitante heredado de los 90, que además está plagado de canciones sencillas, apetecibles y notables.

La dulzura de “Cyril” o los gráciles casiotones que campan a sus anchas en “Roy’s World” o en “St Hilary Sings”. Dan ese aire a los treinta y pocos minutos escasos, de inmediatez. Aunque también sería de necios subestimar el talento urgente de las composiciones de Ben, cuando “Bad Day at the Polythene Plant” cierra el disco y a uno le llega la sonrisa de oreja a oreja bailando como un memo.




Después hubo también un día regresando de casa de la mama hacia el trabajo:

Mañana fría de Enero y humedad penetrante.

Que de un solo acorde se convierten de sopentón en Cocoa Beach, viendo en el Sonny’s Porch a los zagales de THE NUDE PARTY en pelotas picadas.

No amigos, no es una ilusión. “Feels Alright” tiene esa capacidad Velvetiana ahora festiva, para que el buen humor y el positivismo sean un estado perenne de narcótica mirada. Estos mendas han parido un segundo disco tan glorioso para paliar las mierdas de la vida. Que bien podría, sino curar la enfermedades terminales, hacernos por lo menos más dulce la huida de este mundo ahora infecto.

Los himnos nihilistas “War is coming”, “Paper Trail Money”, o los ramalazos rollingstonianos de la bendita “Records”. Son la sucesión de melodías más diabólica posible. El Twist surfero de “Live Like Me”, o las arrabaleras “Wild Coyote” y “Astral Man” que solo hacen que preguntarme que… ¿de verdad, de verdad necesitamos venerar como a Lola Flores, a Alex Turner?

Por favor!! la vida sigue.




Y nosotros, los precisos que andamos desbrozando tanta miseria humana como la propia, sin más ilusión que atisbar un claro en la espesura. Es ver un riff casi extinguido con los anteojos del alma, y arrancarnos por bulerías. Sabiendo como sabemos; o deberíamos. Que la vida es más efímera que la espuma de una cerveza en pleno mes de Julio.

Yo ya veréis que tengo mis ratos.

Veces que decaigo en un romanticismo Baudelaireano, como que me pongo palote con unas guitarras bien ácidas; es la edad, supongo. Que a las puertas de los 49, noto el aliento en el cogote de la cincuentena, como la escena de la ducha de Psicosis o la musiquilla de Tiburón.

Así que me he agarrao al segundo disco de BUSINESS OF DREAMS, como Robert Crumb a un culo.

Ripe for Anarchy (Slumberland Records_2019) es, se dice así? El disco de la maduración?




La banda Corey Cunningham; originario de Tennesse. Cita a Sandra Cisneros y su poema “One Last Poem for Richard”, para dar título a RIPE FOR ANARCHY.

Una disco que me va al pelo, pues su cancionero va (tras la muerte del padre del autor), sobre vivir el momento y liberarse de la contaminación a la que nos somete la actualidad del mundo.



Cuando me vaya, no llores por mi, concéntrate en el momento, sé libre” Dice así el tema de apertura “Chasisng That Feeling”: Un indie pop de manual que vuelve a arar sobre unos páramos actuales, necesitados de Pop honesto.

Sin embargo, aunque el disco trate de manera premeditada de homenajear a Grant McLennan, Field Mice, o incluso tiña con exceso y menos acierto que Dan Bejar en Kaputt una producción llena de mullidas brumas, igual de forma inconsciente. Hay un trasfondo que es más tangible, conforme avanza el disco. Que a mi me recuerda a cosas muy chulas aunque menos evidentes, como a: The Lucy Show o a ese binomio lírico/experimental que tejieron bandas como Eyeless in Gaza y Comsat Angels: “Keep the Blues Away” o “The Hatchet Song” tienen esa impronta por ejemplo.





Aunque lo cierto es que la impresión más inmediata, es la de Pop de luminosidad no exenta de melancolía y plomizos. Que remite a una colección de referencias ancestrales tanto indieAor, como de exquisitos y delicados detalles encantadores.

La expansiva tan “Tango in the Night” fleetwoodmaquera de “Naive Scenes”. Otras que espolvorean de talco perfumado cada nota de “La La La La”o “My Old Town” convirtiéndolas en verdaderas odas popis. Miradas al pasado más pretérito con tamizados de The Zombies/Stone Roses hacia el final, con la preciosa guinda “I Feel Dread”. O la quebradiza “Don’t Let Our Time Expire” que separa como con pétalos de flores secas, un álbum que engaña totalmente por su apariencia enclenque y pálida. Pero que puede ser perfectamente el disco Indiepop con pedigrí, de este presente 2019.

2 comentarios:

  1. Cómo me gusta esa frase sobre Nude Party: tiene esa capacidad Velvetiana ahora festiva, para que el buen humor y el positivismo sean un estado perenne de narcótica mirada. Abrazos.

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    1. Es mi mejor compuesto vitanímico del presente año. Gira y gira y gira en mi repructor por aire y tierra. Y mira que ni mne cosqué como para que entraran en mi lista del 2018, pero de un tiempo para acá, disfruto más de los álbumes con la pausa y el tiempo que marco yo jajajaja
      Abrazo boomerang Mr. Johnny!!

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