Mucha
gente desprecia y considera la ignorancia una ofensa. Yo no, y dirán
¿porqué?
Pues
porque el considerarse ignorante o aprendiz de todo; como a mi me
pasa. Me hace curioso, pasional y emocionado de encontrar quien me
enseñe el brillo de la luz en la oscuridad, y la chispa que produce
la combustión del descubrimiento.
En
realidad, aquellos que te enseñan o te llevan de la mano con un
empujoncito, no son sabios, sino transmisores. Y es lo que desearía
ser yo ahora que tengo 49 años: Un mero transmisor de pasiones y
experiencias. Es el único objetivo noble que nos queda en la vida
caballeros y señoras: COMPARTIR Y DESCUBRIR LO INESPERADO COMO UNA
PEQUEÑA Y COTIDIANA AVENTURA.
Hoy
me he despertado con la satisfacción de recorrer de adelante y hacia
atrás, toda mi vida, a través del líquido vínico aka vinílico.
La experiencia de llegar a un punto del camino, mirar atrás, ver el
camino hecho, el punto en el que estamos y lo que nos queda por
recorrer. Una maravilla envejecer así amigos.
El
cumpleaños de uno de mis compañeros de viaje en la excitante
travesía por conocer vinos, descubriéndose a uno mismo y a la
naturaleza de nuestros sentidos humanos. Nos ha dejado ahora mismo en
un punto del trayecto, donde las sintonías, diferencias y distintas
perspectivas se traducen en auténtica amistad.
He
mirado a mi alrededor y me he sentido bien acompañado por otros que
se han unido, y a los que también les brilla la mirada. Han
explotado carcajadas incontroladas, verdaderas e infantiles por el
divertimento. Nos hemos reencontrado y echado de menos como
significado del aprecio y sobretodo:
Hemos
jugado como niños en un parque de atracciones sin hora de volver a
casa. Justo, cuando la luna grande se acurruca hacia una luna nueva.
Realmente
no se si me apetece hablar de los vinos que este cincuentón ya,
dispuso para su camada. En ese paciente arte de guardar para luego
compartir y experimentar en grupo su misma emoción. Y cierto, lo veo
así, ahora que ya llevo yo cinco años guardando vinos, esperando la
llamada secreta del alma. Que te avisa del momento idóneo.
Pero
no me entretengo más. Pues sería una injusticia no constatar en
este diario, lo que se interiorizó. Teniendo en cuenta que he
extraviado mi cuaderno de anotaciones, y al final solo me sacia el
relatarlo para retener.
Un
GRAMONA ENOTECA del 2000,
desgorjado el 2012.
Sí,
ahí es ná. Diecinueve años de laaaargísima crianza, a quien se le
dio el pistoletazo hace siete años.
Un
pequeño milagro sin etiquetar que Linda Díaz (una encantadora y
pasional embajadora de la bodega, a la que ya tuvimos el gusto de
conocer y que rebosa generosidad). Le regaló hace años en una cata.
Se
oyó que estaba un poco cansado en boca, aunque sinceramente mi
inexperiencia en espumosos solo me da para alucinar con el paso del
tiempo y el efecto que produce en los vinos de larga crianza y mimada
elaboración:
Exuberantes
y embriagadores aromas a bollería, repostería y esa reducción que
asoma los ligeros oxidativos, que a mi (personalmente) me pierden. En
boca la acidez ligeramente astringente salva ese cansancio; aunque yo
creo que es el efecto de la burbuja integrada: Que se ensambla de tal
manera con el espumoso, acabando por convertirlo en un vino de
carácter mítico, concentrado y licoroso. Pese a que deja un final
cítrico limpiador, fantástico.
VIÑA
TONDONIA RESERVA de 1969
Yo
que tanto me vanaglorio por nacer el 70 y considero el mejor año.
Sinceramente envidio nacer en el 69; connotaciones eroticosexuales
aparte (o no).
Orgasmo
o sí, mi sugestión temporal no alcanza a imaginar in situ, lo que
significan 50 años de vida en un vino.
Es
como sensación de eventualidad y nimiedad por la novedad que tan
excitante hace hoy a la mayoría de las personas. Digamos… que es
como postrarse ante la inmortalidad de quien se cree que la clave del
éxito es la inmediatez.
Está
claro que desgraciadamente ya no se hacen vinos como este. Pero es
imprescindible para entender el presente, ser capaz de materializarse
aquel año y ver todo lo que ha ocurrido hasta hoy. Para elogiar y
maravillarse con la estupenda nariz sin rastro alguno de terciarios
(cuero, animal).
Ya
que no siendo un Gran Reserva, se supone que no debería estar
preparado para envejecer tantos años con tal prestancia; pero que se
lo digan al Viña Cubillo del 85 que saltó más tarde.
El
simbólico Rioja dio paso a un primer peso pesado: Otro estilo, otra
época.
LAS
LAMAS del 2003, o esa versión Top más frutal que los
sobrinos de Álvaro Palacios elaboran en el Bierzo junto a Pétalos,
Corullón o Moncerbal.
Hermético
en un principio, pues es un vino Atlántico que define como nadie una
zona y su climatología. Preparado para envejecer musculando taninos,
mineralidad y acidez. Pero que 16 años más tarde y tras paso de
ronda para que se airease. Ese primer envite de cueros, de animal y
de cerrajón, ves que por arte del oxígeno se transforman en seda,
concentración deliciosa y profundidad.
Es
como un paseo por un bosque de castaños en pleno otoño: Con el
perfume de las bayas, las trufas, el musgo y un ligero toque
mentolado hacia el final, que lo hace intenso pero refrescante y
extraordinariamente vivo. Un vino al que se le presienten muchos años
todavía de vida, un guaje vamos.
Y
llegamos al primer bicho de la noche o como diría yo… De entre
todos los disfrutes, divertimentos y experiencias varias que te
proporciona la vida. Aquellas que se diferencian de las demás,
porque te dejan huella y subrayan un antes y un después:
Como
los enamoramientos juveniles que uno rememora por puro masoquismo
placentero.
CLOS
RENÉ POMEROL 2008
Ya
descubrí este verano la lujuria de los Merlot fríos en Sudtirol.
Pero en vinos franceses, lo admito, soy un absoluto ignorante de tomo
a lomo.
INCREÍBLE
sin más. El Merlot de esta afamada bodega de Burdeos es una de esas
experiencias que se deberían tener; sino fuera por su elevado coste
y la guarda que precisan. Yo no me la puedo permitir, está claro.
Es
uno de esos vinos que podrías estar oliendo toda una vida, y de la
que si algún lumbreras le diese por crear su perfume. Yo sería un
comprador fiel y sumiso.
Y
es que es taaanto, lo que te puede dar el olfato cuando lo entrenas,
practicas y estimulas… Diría que es lo que más aprecio en todos
estos años intentando entender el vino, y el efecto cordial que
ejerce sobre el género humano y sus relaciones.
Equilibrado
en su voluptuosidad, preciso, encantador, seductor… Yo que sé!!
Esos fresones maduritos y licorosos pintados de cacao; pero muy
ligeramente eh? Ese ver sin más código o explicación, que estás
ante una obra de la naturaleza ayudada de la humana que marca la
diferencia pero sin excesos; todo sutilidad.
GRAMONA
III LUSTROS 2011
Sencillamente
infalible y poseso adicto a este todo en uno de la estirpe Gramona.
Donde insisto: Se da un poco el alma de esta bodega
independientemente de la añada; aunque mientras más viejuna mejor.
Bofetón
de frescor, complejidad y limpidez que arrastra por un instante el
peso de los anteriores vinos. Y para que mentir, siendo ya enofílico
perdido de este cava de larga crianza donde el vino base es el
protagonista. No podría ser imparcial (lo siento), y me río un poco
por lo bajini del Celler Batlle y el Enoteca. Aunque se esté
subiendo un poco a la parra con el precio.
HENRI
GERMAIN BOURGOGNE MEURSAULT CHEVALIÈRES 2012
Remarco
mi ignorancia en vinos, territorios y peregrinajes varios al país
vecino; no por nada en especial sino por falta de abarque para
abrazar.
Pero
como empezaba: No hay como ignorar, para despertar interés y dejarse
sorprender.
Y
en eso y en otros menesteres, Carlos siempre ha sido el más
explícito de los catalizadores cuando se habla de sentidos, y
expresiones que los ilustren; sus caras son todo un cuadro
de Monet en forma de sensaciones,amigos.
Algún
Borgoña he probado y tengo por ahí guardado. Pero nada como tener
la oportunidad de sentir lo que significan ciertos años. En blancos
con peso y acidez suficiente para que convertir los mismos, en ese
truco(tachaaaán!!)de
magia, y, flipar sencillamente:
Crocante,
es la única y más socorrida de las
definiciones que se me
ocurren.
Dentro
de esa espontánea palabra, se abarca: La untuosidad de las lías, la
fruta y la flor blanca, el terruño ligeramente mineral (calcáreo y
ligeramente salino), los recuerdos a hinojo, esparto o retama… en
fin. Un todo en uno de gran longitud, fondo y
volumen que expresa un gran Chardonnay,
que ni el mismo Joop Zoetemelk lograría; si se diera el caso y se
pudiera beber.
Supongo,
o creo, que a eso se le llama “equilibrio” o “estructura”.
Pero yo creo sencillamente, que me mojé.
CONTINO
ROSADO 2016
De
crocantis y exquisitas acidezas seguimos hablando, con este Rosado de
alma tinta. Que mágicamente reúne las mejores virtudes de un tinto
y un blanco.
Graciano
55%, Garnacha 40% y Viura 5% dan un equilibrio perfecto a este Rosado
con personalidad y desparpajo; para se siga tratando con desprecio a
los rosado o vinos espontáneos.
Un
socio perfecto para deglutir cualquier elemento graso y marino, y una
virguería para descifrar los placeres de comer y beber per
se.
VIÑA
CUBILLO CRIANZA TONDONIA 1985
Una
de las sorpresas gordas de la noche; entre muchas, pero para mi, la
más curiosa. Y confieso que siendo drogodependiente de Viña
Tondonia, los Cubillo no me entran ni a tiros.
No
estaba muerto, estaba de parranda!! cuchíbiri cuchíbiri cuchíbiri.
No
señor. Ese Cubillo con la ropa hecha jirones y 34 años a sus
espaldas. Conservaba esa acidez de salud de roble, y ni rastro de
terciarios, cuero o signos de desfallecimiento. Una ricura de esas
que te ponen el contador a cero, y demuestra una vez más. Que no hay
mejor antídoto contra la mediocridad que la espontánea sabiduría
de la anomalía; la que te cura en el fondo, de los malditos
formu(a)lismos.
TINTO
VALBUENA DE VEGA SICILIA 1985
Y
fue así a traición y cuando las carcajadas sonaban más a oquedad
por semejante festín. Que los ojos alumbraron como platos igual que
un cenital sobre el protagonista.
Que
apareció en escena un mito. Y digo un mito, porque yo, que algunos
confunden con algún tipo de reputado experto en vinos, o yo que sé.
Jamás he probado un Vega Sicilia y otros tantos. Igual que tampoco
he escuchado en profundidad ni a los Rolling Stones, ni a los Kimks
¿sentimiento
de culpabilidad, remordimientos o vergüenza? Ninguno!!
Eso
sí. Fue una experiencia que solo la puedo comparar con la de mi
primer Pingus: Como alguien del que todo quisqui habla y venera, y
que sobradamente colma tus expectativas.
Perfección
sería la palabra. Y mira que he bebido grandes vinos y los que te
rondará.
Todo
en su sitio, elegante aunque también austero, expresivo pero sin
estridencias, generoso a más no poder en perfumes, recuerdos y vida
de ida y vuelta. Como una de las buenas de Bill Callahan, la
delicadeza de Miles Davis o el poder de Nina Simone. Un regalo para
los sentidos. Y fácil de beber a más no poder; no hace falta ser un
entendido para levitar.
Como
si no hubiera sido suficiente y entre el barullo de jadeos, gemidos y
suspiros; laaaargos suspiros.
Va
y aparece un
ÚNICO
DE VEGA SICILIA DE 1991
Máxima
expresión. Y no hay muchos adjetivos que añadir, o que por lo
menos puedan abarcar con más o menos certeza el sinfín de
evocaciones que provoca este vino.
Dicen
que no puedes morirte sin probarlo aunque sea una sola vez en la
vida. Y no seré yo, que desmitifica a cada paso;
el que ponga en entredicho esta afirmación. Pues seguramente sea la
brevedad de una copa, quien lo corone como “el mejor vino que he
probado nunca?”
Lo
cierto es que… una vez así. No crean que lo que define a este tipo
de vinos sea la voluptuosidad, solemnidad intimidatoria o imponente
personalidad; que va. Es más bien como una explosión cegadora donde
los sentidos, tienen que calentar, estirar y darlo todo para acertar
a definir en pocas palabras todo lo que da. Porque además, el cabrón
es tan fácil de beber, que te olvidas de qué es lo que te seduce
concretamente.
Flechazo
o amor ciego, que es como también lo llaman.
Por
si alguno se preguntaba a esas alturas de la noche, mientras iban
subiendo platillos de la sala baja del ODDVAR: Un
rest/pub/bar/gastroreducto/y… nuestro campamento base desde hace un
año. Y que en los casi 20 años que llevo viviendo en Cerdanyola, no
hay un solo día que me lleve una sorpresa por sus atrevidos.
Sabes?
Ese tipo de cosas que hace que cada día que te quitas las legañas y
te lavas la cara, no sepas con certeza, que sorpresa te va ha dar la
vida.
Y
es un poco eso, amigos. Salir de cacería como los primeros
pobladores del planeta. Sin saber si comerás, o serás cazado.
Aventura.
VIÑA
REAL GRAN RESERVA 1975
Saben
lo de la inmortalidad? Nada heroico ni superpodérico eh? Sino más
bien de ese tipo de personas que se cruzan en tu vida y dejan huella.
Esa sensación de haber perdido el amor de tu vida, ni que sea por
ese latir en la boca del estómago o ese nudo en la garganta. O la
felicidad que da sentirse acompañado por amigos?
Pues
la de este vino antiguo; de los que ya no se hacen, cuidao!!
Contaba
yo con cinco años y tengo ahora 49.
Solo
pensar eso, hacerse una idea de que ese vino tiene la misma vida
aproximadamente que tú; o por lo menos la reclusión en vida. A mi
que queréis que os diga, me alucina y me hace pensar lo leves que
somos en realidad, circunstanciales vamos.
Sin
rastro aparente de cansancio o arruga, y si te dijeran que se ha
embotellado hace 8 años, hasta te lo creerías.
Acidez,
fruta, longitud y zancada larga como la de un fondista incansable.
Notas de madera en descomposición en medio de un bosque de
eucaliptos, volumen y amplitud como tu madre abriendo las ventanas
por la mañana. El perfume de la mañana, claro; como el día.
Increíble.
Que gozada. Y que bien sabía quien seleccionó esa añada para
embotellar esos Grandes Reservas, solo cuando reunía las condiciones
de añada excepcional.
Dejamos
las ínfulas del grandiosismo y hasta pudimos vislumbrar con la palma
sobre el entrecejo; en lontananza. Esa primera botella de vino que
compraste con veinitipico años; como si te bautizaran de nuevo.
Esa
botella imponente de todos tus ahorros tirados en líquido. La que
sería (o debería ser), el detonante de tu afición al zumo de uvas.
Por
lo menos la mía fue.
Una
botella de Viña Ardanza que disfruté igual que mi primera vez en
todo.
De
hecho, todavía y cada cierto tiempo, me vuelvo a regalar una. Para
revivir como si fuera ayer, mi primera gran botella de vino; la que
hizo afición.
No
fue una del 69; claro está. Pero fue esa botella cómplice para
cerrar la noche. Sin importar demasiado si estaría a la altura de
todas las que no bebimos aquella noche.
Está
claro que no. Pero poco importaba
Beberse
un VIÑA ARDANZA DE 1969,
era esa especie de homenaje que todos deberíamos rendirnos. Igual
que repasar aquellos discos de adolescencia o quedar con los viejos
amigos del barrio para conmemorar nuestra existencia.
Se
habla estos días de la bota de oro de Messi. Pero para bota de oro
la 25 de Manzanilla Pasada
de Navazos, y las cabriolas que hizo Carlos GC aquella
noche con el balón.
Entre
vítores y oles que salimos con él a cocoletas.
Felices
50!!
P,D:
In Memorian de Lluis Pablo
Maestro
sin título ni honores oficiales, que nos abrió nuevas rutas de
disfrute en esto de los recónditos Riesling Alemanes de Mosel &
Co. Con eso que no se mide ya con puntos, medallas o fama: La
autenticidad y el terruño.
Y
que por ende, nos hizo aún más felices siguiendo la estela de su
sonrisa eterna y pasión por la aventura.
Nos
ha dejado muy muy muy solos, tristes y desamparados con escasos 51
años. Pero afortunados por haberlo conocido y seguido; aunque sea de
15 minutos como es mi caso, en una comanda conjunta con Carlos.
DESCANSE
EN PAZ
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