Siendo testigos de cera de todo lo acontecido este 2020:
Con
el elemento pasional y liberador de acudir a teatros, cines,
exposiciones, conciertos… y en general. A todo medicinal acto de
presenciar el arte desde primera línea de fuego.
Bajo
el mínimo de la hibernación más extrema y desnutrida.
Posiblemente
estemos asistiendo sin apenas ser conscientes.
A
la conquista definitiva de las televisiones de pago. Como un troyano
parásito, que acabará convirtiendo los escasos brillos creativos y
plastificados; entre un sinfín de productos intrascendentes y de
entretenimiento inmediato. En el placebo perfecto, para que nuestra
reclusión y falta de emociones acabe siendo la medicina paliativa
idónea.
Por
suerte. Y rebuscando con ahínco, y la perseverancia del explorador
empírico. Todavía se puede uno sorprender de la capacidad de
supervivencia que tiene el cine español, y lo inspiradora que puede
llegar a ser la falta de autoestima latente del ser humano.
Porque
si bien la ciencia ficción parece ser el único camino para
extrapolar nuestras desdichas, y no caer en la reflexión profunda.
Yo
me quedo con la maravillosa y laberíntica complejidad humana. A la
hora de abordar las infinitas texturas y el cromatismo multicolor que
dan las existencias más comunes, intrascendentes, y anónimas. Para
desarrollar tramas, y luego, recrearnos en nuestra complejidad.
Entiendo
que muchos prefieran imaginar mundos imposibles y heróicos, menos
traumáticos (teniendo en cuenta que la comedia ni está, ni se la
espera). Pero… ahora que la realidad supera a toda ficción. ¿que
hay de sentir como propias las miserias ajenas? Así, en la distancia
y como espectador. Como si de una experiencia terapéutica se tratara
y sin el resquemor de sentir como “demasiado” propias, las
miserias ajenas.
EL
PLAN de Polo Menárguez y basada en la obra de Ignasi Vidal. Traslada
la puesta en escena mínima del teatro de guerrilla a la pantalla.
Sin el más mínimo intento de convertir una obra, en un producto
visual artificioso o consumible de multisalas; algunos se lo
reprochan para penalizarla, ay la virgen!!.
Y
a mi, esa hora y cuarto escasa. Me resulta lo más parecido a un día
en mi parque temático preferido, sin colas, bullicios, ni ahijados
cojoneros pidiendo más que la boca un fraile. El sumun vamos!!
Antonio
de la Torre, Raúl Arévalo y Chema del Barco, nos deleitan con la
esencia de la interpretación para regocijo del guionista. En una
trama tan ambigua como la misma palabra - EL PLAN - puede sugerir.
Lo
que para los adolescentes de hoy sería, EN PLAN… Thriller? Drama?
Comedia? Enredo absurdo?
En
plan, déjate llevar, aflójate el cinturón, y disfruta.
Tres
vigilantes de seguridad (seguretas), en paro, desarmados por la vida
y… expuestos como lo somos todo hijo/a de nuestra madre.
El
destino del corto viaje está condicionado por la intriga del título;
es cierto. Pero conforme avanza la película, acaba por ser meramente
circunstancial y delega cualquier premisa en las angustias de cada
uno de los protagonistas.
Todas
ellas interconectadas y con detalles surrealistas que viran
constantemente con sopapos de realidad. Pero que dan para escudriñar
en aspectos muy distintos, y géneros que se entrelazan. Haciendo de
la misma, una de las cintas más disfrutables que he visionado el
presente año.
Ese
tipo de películas de “segunda división”, donde la historia
extrae lo mejor de los actores. Posiblemente, porque no se ciñe a
las condiciones que el negocio del cine impone para que las películas
de hoy no tengan término medio: O pretenciosas en exceso y forma. O
más simples y prescindibles que el mecanismo de un botijo y la
utilidad de un lápiz blanco.
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