30:
AFGHAN WHIGS_IN SPADES
Es un hecho
que son un sinfín de bandas las que han regresado desde el pasado
estos últimos años. Empujados igual por la mayor difusión de las
nuevas tecnología. La mayoría han vuelto decididos a recuperar su
cetro, o cuanto menos a confirmar que las segundas juventudes cotizan
al alza igual como un síntoma del acomodamiento de la escena
alternativa; en general.
El caso es
que pese como a muchos, tras un tanteo. Afghan Whigs deberían ser
por decreto los Dinosaur Jr. del 2017, por el disco que se han
marcado.
Pocas bandas
del pelaje de los de Cicinnati, pueden presumir de publicar un disco
tras diez años prácticamente de su parada. Y no solo no desmerecer
en absoluto de su discografía más primorosa, sino sumar más
adrezo, profundidad y personalidad a su trayectoria. Como si su
legado no fuera ya una rara avis enmarcable en la mutación del
grunge hacia un referente de nuestra historia musical.
(La madurez,
la nuestra y la de ellos, todavía enseña; y gracias)
29:
THE MOLOCHS_AMERICAS VELVET GLORY
No acababa
el año 2016 y ya publicábamos un temazo entre lo revelador y
emocionante de este año que nos deja.
La emoción
de comprobar como un debut de jovenzuelos, todavía nos pueden dejar
boquiabiertos con esas mismas herramientas mil veces usadas: Formulas
de ancestros, padres o abuelos, que siempre dejan una rendija, no
solo por perfeccionar, también para abrillantar y lucir igual que un
magnífico Mustang del 66.
Su sencillez
e inmediatez son los atributos más destacados de es disco primerizo
del 2017. Once canciones que no ceden en empuje y euforia ni un
segundo: Fresco, ágil, con gancho. Y puede que con ese misterioso
don que también tenían bandas como FEELIES, THE ONLY ONES o unos
LA'S; al margen de influencias. Que es el de clavar las canciones y
su momento desde el corazón.
(Los 70
concentrados en dos acordes entre el garaje, el folk y la new wave
americana)
26:
WAVVES_YOU'RE WELCOME
No se si es
una sensación o una necesidad, pero cada día entiendo menos los
rodeos que se llegan a dar para acabar llegando al mismo sitio de
siempre. Supongo, que como los ratones de laboratorio y estando todo
más o menos inventado, solo es cuestión de pintar un perro de cebra
y vendértelo como animal exótico, o convencerte de sus infinitas
bondades; la cosa funciona un poco así, en general.
Con la
música y las hornadas indistintas de tendencias o distintos
enfoques, pasa algo parecido. Pero siempre hay una simiente
invariable e imperecedera. Creo que necesitamos que nos sacudan como
los néctares líquidos, para que si la hay, la esencia no se quede
en el fondo y bebamos agua sucia.
WAVVES
vendrían un poco a reivindicar lo ya. Importando un carajo si le
pasan un trapo a protopunk y se pasan de limpio. O lo suyo es una
revisión Surfera o Powerpopera a lo The Drums, pero con un poco más
de mano izquierda y más sinceros. Pero el caso es que el disco se
escucha como un ciclón. Van allí, porque es allí donde quieren
llegar sin pensar demasiado si el itinerario adecuado es el de las
calles anchas y soleadas.
Ya le ponen
ellos el sol a los callejones con una eficiencia musical y vigorosa,
más funcional que la de un Japonés.
(Lo esencial
de la musical desde la practicidad de AC/DC y Ramones, en versión
vecinal)
25:
DESPERATE JOURNALIST_GROW UP
Va a costar
mucho que alguien tenga a Desperate Journalist como digna abanderada
de las emergentes bandas jóvenes Pop británicas. Y supongo que esto
sucederá porque lo alternativo como tal ya no vende, y decir Indie
es ya casi tabú.
Sobretodo si
quieres llenar salas de chavalada que escucha las canciones para
bailar y solo se las baja como app; eso ahora, es ser lo más. A mi
edad ya debería saber que esto es cíclico, y al final, los raros
siempre hemos sido pocos y contados; no rendimos a las masas. Y como
el masturbarse, comentar con alguien el maravilloso segundo disco que
han publicado estos londinenseses, será tiempo perdido.
Ese corte
clásico que nos recordaba a tantas cosas en su primer disco, pero
igual con poca entidad. Se ha convertido en este segundo disco, en
todo lo contrario: Un disco tremendo lleno de recovecos y pasadizos
por donde perderte, o encontrarte con estilos en desuso. Ampliando
incluso, el espectro alargado del Poprock oscuro y liberándolo de
ese corsé que lo acababa convirtiendo en Gótico. Para que sea
simple y llanamente, un discazo que media entre lo oscuro y luminoso
a base de canciones a la altura de los primeros U2, de el afamado
segundo disco de Savages o incluso guiñándole un ojo Siouxsie
Sioux.
(Pop con
músculo que llena y se expande)
24:
THE NEW YEAR_SNOW
Creo que
debería ser digno de estudio la cantidad de bandas que vuelven cada
año tras largas temporadas de silencio. Como así, el alto nivel al
que están rayando sus trabajos.
No se si
esto es motivo de preocupación en lo ya mal llamada escena
“alternativa”, o razón de jolgorio por el más que necesitado
enriquecimiento estilístico de la música de calidad popular en
general. Pero lo que si tengo claro, es que andamos necesitados de
variedad y de perspectiva. Los hermanos Kadane en este sentido, como
siempre de puntillas y dueños y amos de la discreción. Han puesto
supongo, su ínfimo granito de arena. Y aunque seguramente como toda
su carrera, apenas trasciendan. Han conseguido en su nuevo disco
después de 9 años de “casi” silencio, conjuntar la delicadeza
slowcore de Bedhead (su primer proyecto 94/98). Y la solidez de más
robusta de los ahora The New Year; valga la redundancia.
Un disco de
paso meditado, canciones que erigen como auténticos monumentos
conforme se escuchan, y se entra en su belleza austera y delicada.
(Un disco
para interiorizar las pausas y dominio y control de la velocidad de
nuestros días)
23:
CLOUD NOTHINGS_LIFE WITHOUT SOUND
Cambiando
radicalmente o no, de registro. Tal y como augura el título de su
álbum. La ausencia de otrora sonido indómito y asalvajado de la
banda de Cleveland liderada por Dylan Baldi. Nos ha descubierto de
una vez, y aunque seguro que muchos piensen de su comercialidad, una
faceta melódica necesaria.
En la
producción y la manera de tratar su sección rítmica está parte
del secreto. Pero tenemos entre las manos un puñado de canciones que
basculan, modulan y controlan el binomio fiereza/delicadez con una
maestría tan templada como... ¿Dinosaur Jr.? Igual alguno me apalea
por esta afirmación, pero Mascis & Co. han creado escuela a la
hora de exprimir el lado más poético del Punk, el Hardcore o el
Grunge. Lo bueno de todo esto es que se inventaron un híbrido y no
han sido pocos los que le han sacado jugo. ¿se acuerdan de Siamese
Dream y Mellon Collie and the Infinite Sadness? Bueno, pues me está
mal decirlo pero eran la hostia por más que algunos renieguen.
(Melodías
con alma bruta)
24:
IRON & WINE_BEAST EPIC
Inesperadamente
la incorporación a esta lista de Sam Beam a sido a hurtadillas y
casi a última hora. Y pese a que me resisto a dejarme llevar por las
pasiones de última hora. He de admitir que el último disco del de
Carolina ha ido como un tiro directo a la parte alta de mi lista.
Diría
incluso y estoy por poner la mano en el fuego, que en unos meses me
arrepentiré de no haberlo aupado más. Y es que los tiempos de
abandonar sus inicios hacia terrenos tan respetables como poco fieles
a su mejor y más franca cara con el que lo conocimos (Kiss Each
Other Clean, Our Endless Numbered Days). Han dejado pasar por esa
edad reflexiva y melancólica que a algunos nos une en la travesía
hacia los 50, posiblemente. A esa empatía mimética en la cual,
igual el cuerpo nos pide detenernos a saborear mejor las cosas.
Incluso porque no, hacernos tan suyo como propias son las demandas de
cambiar la alta velocidad, por el traqueteo de un expreso de los 80.
El destino
al final será igual. Puede incluso que el vaivén de su Pop Folk de
Arrope y sorbo lento nos invite a escuchar y leer sus preciosas
letras. Puede y debería haber sido siempre así: la vuela del Sam
Beam más íntimo, cálido y translúcido hace de este disco, un
perfecto aliado para paliar el indómito invierno.
(La cadencia
del pulso hecha canciones)
23:
THE HORRORS_V
Digamos que
la trascendencia, la solemnidad y el divertimento no deberían estar
peleados. De echo tanta relevancia deberíamos dar a unos War on
Drugs tocados con el recuerdo más sacrosanto, como el de unos
Horrors imberbes tocados por la efectividad hecha disco. Tanto
mérito tienen unos como otros.
Con la
diferencia de que a mi War on Drugs me aburren soberanamente, y con
de Horrors pese a no ser santos de mi devoción, bailo como un
condenado al infierno. No sé, igual debe ser que me empacha el
exceso y a mi edad las quiero mascadas. Pero si cuando intentaban
clavar a unos Chameleons, The Sound o Echo & the Bunnymen no me
acababan de convencer. Ahora que se han dejado de defender de manera
pretoriana a sus influyentes antepasados. Y han decidido ser
consecuentes con el presente sin renunciar a su origen, mire usted,
me los creo más.
Además como
digo, difícil sería discernir cual es su canción con más gancho
por lo solventes que son todas. Y mira que su canción de cierre sin
pecar de presuntuoso, podría canear a los Daft Punk.
En fin,
épica y volumen donde reunir a almas en pena con muchas ganas de
bailar. Siendo consecuente con los tiempos que nos toca vivir, y el
dilema de evolucionar sin dejar venerar a nos mitos del Postpunk más
sintético.
(Se acuerdan
del Fade to Grey de Visage? Pues estos me hacen sentir casi lo mismo)
22:
DOUG TUTTLE_PEACE POTATO
Peace Potato
es ese otro disco que nos llegó a principio de año a manos de
nuestros colegas Johnny & Co, y su carta delicatessen americana
siempre reveladora. Y tardó en calar nuestros dientes, lo que la
fruta escarchada y el mullido epicentro de un buen bizcocho casero de
Bailys; cero coma.
Un disco el
de este joven de Massachussetts, elaborado en la cocina de su casa.
Allí donde le da el mismo cariño a la comida, como a la música que
crea y que también nos alimenta. Es un menú casi de degustación,
donde sus platillos no exceden de 2/3 minutos apenas. Y su paleta de
sabores gravita sobre la Psicodelia tornasol, aunque siempre desde la
Beatlemanía Harrisoniana y de Byrds. Digamos que la más relajada,
meditabunda y trashumante.
(Ese tipo de
cosas que no quieres sino amas, lo que se dice cariño)
21:
THE BLUE AEROPLANES_WELCOME, STRANGER!
Ya sabíamos
hace años, que la banda de la mestiza Bristol no había dejado de
grabar desde su último y más o menos distinguido disco, Rough
Music/1995 con Beggars Banquet. Muy lejos de esa tumultuosa banda de
hasta 8 músicos sobre el escenario, su supervivencia se ha basado en
seguir grabando, pero muy por debajo de sus posibilidades.
Welcome
Stranger! Es con diferencia su trabajo más engrasado en
prácticamente 23 años. Y lo más parecido al ímpetu bailarín de
Wojtek Dmochowsky cuando su vitalidad actuaba como resorte. Un disco
resucitador y el más digno heredero de lo que significaban los Blue
Aeroplanes en plena generación subterránea de los 90: Su herencia
de Reed en sus estructuras, y un poder glorioso de elevar esas
melodías habladas, y perfectos himnos cercanos a Jazz Butcher,
Orange Juice o Televison, pero de un espíritu expansivo difícil de
igualar por cualquier banda de la época.
(Uno de los
regreso más emocionantes de este 2017: energía positiva al servicio
de Poprock con pedigrí)
20:
PROTOMARTYR_RELATIVES IN DESCENT
Es curioso
la relación que se puede extrapolar de estos Americanos y la
anterior banda. En esa curiosa química que existe entre una voz no
demasiado virtuosa incapaz de crear registros. Y los recursos de la
música para hacer de eso una cualidad ilimitada de texturas
encontradas; nada nuevo. Ya lo hacían Lou Reed, Mark E. Smith...
pero es ahora cuando de manera excepcional aparece esta banda, como
una rara avis que por fin suma al más que marchito Postpunk actual.
No se lleva
y es un hecho. Pero ya nos dejó un sabor delicioso en su primer paso
por el Primavera Sound de hace dos años. Su disco The Agent
Intelellect, aunque de manera más austera, ofrecía una cantidad de
posibilidades entre lo rudo, poético y extraño. Y es que con
Relatives in Descent, es donde su veterano líder Joe Casey consigue
empastar de lírica con el musculoso fondo de la banda de Detroit.
Un disco
oscuro y megalítico que hace bueno el peso de sus acordes, con una
negrura que brilla como un faro en plena noche. No quedan atrevidos
capaces de llevar a cabo esa parte mucho menos comercial e
incomprendida de la escena Postpunk más heredada de The Sound,
Comsat Angels o Pere Ubu.
(Está la
marquetería, y después la metalurgia; Protomartyr son de lo
segundo)
19:
ROZWELL KID_PRECIOUS ART
El mejor
disco de Powerpop del pasado 2017 lo ha publicado esta banda de
Virginia. Y quien se crea que este género es fruto del pasado y solo
es reivindicable con la chuleta en la manga de viejos eruditos, es
que se ha perdido ya por en el camino.
Su disco
homónimo de debut de hace seis años, nos dejaba un maravilloso
sabor de boca. Hacía una eternidad que nadie era capaz de recuperar
el mejor desparpajo de los perdidos Weezer. No solo emularlo, sino
incendiarlo a base de Punk Californiano con lima y jalapeño: Una
combinación complementaria, como que las guitarras son ya un poco a
estas alturas, la droga ilegal que pocos se atreven a traficar. Y
unas melodías que pueden convertir tu salón, en pleno campus
universitario; pongamos que de la Universidad de Delaware. Allí
donde la emisoras rebotaban a Soft Boys, REM, Lloyd Cole, Mathew
Sweet o los mismísimos Posies.
Doce
pelotazos que se estiran de manera vertiginosa, convirtiéndolo todo
él, en un magistral y renovador soplo de pura electricidad
vitaminada.
(Pocos
discos desfallecen tan poco como esta sinergia de pop, punk y
rock&roll adolescente)
18:
SADIES_NORTHERN PASSAGES
Mi vuelco
hacia el cuarteto de los espigados Good Brothers, viene como tantas
veces de un empujón. Porque amigos, no esperéis descubrir solos los
rayos -C- brillar a las puertas de Tannhaüser. Una cosa es conocer a
menganito o fulanito de oídas o por sus tropelías, y otra bien
distinta que te lo cuenten al oído mientras te llevan de un
pescozón.
En este caso
nuestro colega Johnny ya nos ha arrastrado en multitud de ocasiones.
Aquí esta
vez los Canadienses no se ciñen estrictamente a su legado de Country
Rockabilly o de cacofonías más Rockeras. Pero como casi siempre.
Son quizás de los pocos capacitados para tocar lo que quieran, como
quieran y cuando quieran. Y todavía por más que se amansen y beban
hasta puede que de los Birds o de Johnny Cash. Siguen haciendo
propias casi todas las referencias posibles; como el buen historiador
que mezcla fábula con verdad, y la corrige por pura coherencia.
(Un disco
aunque cuestionado por los puristas, indispensable para no perder el
hilo de esta autética banda)
17:
ROBYN HITCHCOCK
Tenían que
venir tipos como el sexagenario Robyn Hitchcock para enseñarnos; aun
siendo un perfecto desconocido para viejos y jóvenes. A entender un
poco, que esto de la música no se rige en realidad por castas, razas
o estilos, sino por caminantes sin destino.
Por eso
Robyn, con negro pelo ya blanco y después de 40 años tocando.
Todavía es capaz de enseñarnos lo que significa la ambigüedad de
las etiquetas, volviendo otra vez al hilo que dejó con los Egyptians
hace un montón de años. Además esta vez contando con la compañía
de Brendan Benson y para más inri, reinventado o abrillantando su
pasado con presente. Diría incluso, que este disco en realidad no
difiere tanto de lo que ya clavó los selectos Venus 3 (Peter Buck,
Scott McCaughey y Bill Rieffin): Toda una fauna al servicio de la
distinción musical, que todavía sigue rompiendo esquemas
cuadriculados.
(Esta
versión expansiva y colectiva, es de las que alecciona 40 años en
un disco de diez cortes)
16:
LOS PUNSETES_¡VIVE!
Si eres de
los que te vienes tomando a chufla bandas cono Los Punsetes, deberías
saber: Que es de la pocas bandas que permanecen fieles a un sonido
desde hace ya 10 años. Que sin apenas variar un milímetro su idea
instrumental y vocal, son capaces de argumentar una idea con peso,
disco a disco, y mejorar lo presente. Que diría que es en este caso,
la única banda nacional capaz de llamar a las cosas por su nombre y
remover las miserias humanas sin parecer unos activistas o unos
pretenciosos.
Y si por si
fuera poco. Se han marcado un disco sin limitador de velocidad ni
cinturones, que no levanta el pie del acelerador ni un segundo.
Un álbum
que rompe el molde sin chafar el flan. Y al que tan solo le bastan
tres escuchas, para certificar. Que aun sonando al pie de la letra
vuelven a publicar el disco de tu vida: Contundentes, reales,
intrépidos, directos y frescos. Seguramente su disco con mejores
textos y una garantía que deja chicas a bandas como Planetas,
Automatics o los populares Triángulo del Amor Bizarro.
(Shoegaze
con piel de caperucita y corazón rockero, que debería estar entre
los cinco primeros)
15:
THE BLACK WATCH_THE GOSPEL ACCORDING TO JOHN
(Cruces
entre The Church y la estirpe que aprendió a andar en los Clubs
Londinenses de los 80)
Reseña:
https://bboyz1970-cafecopaypuro.blogspot.com.es/2017/09/black-watchthe-gospel-according-to.html
14:
OUT LINES_CONFLATS
No se
necesitan demasiados argumentos o ideas rocambolescas para
confeccionar un disco. A veces, simplemente con las conversaciones e
historias de un espacio multicultural como Platform, puede bastar
para elaborar un disco con un sentido global tan hondo y profundo
como es Conflats.
Un trabajo
básico y minimalista a tres manos: James Grahan (Twlight Sad),
Kathryn Joseph y Marcus McKay (The Zephyrs, Polar). Y con una carga
emocional y espiritual capaz de acercarse a una versión teutónica y
sintética de unos Dead Can Dance; por ejemplo.
Sonidos que
rozan una ceremoniosidad clerical, tan cerca de la electrónica, como
del Krautrock o de una imaginaria banda sonora donde la épica se
mantiene tan hierática, como sugerentes son los paisajes del norte,
gélidos e inóspitos que uno puede imaginar al escucharla.
(Mano a mano
vocal sin trampa, cartón, ni carbónicos. Pero con mucha poesía)
13:
SHADOW BAND_WILDERNESS OF LOVE
(PsichodelicFolk
con vocación de road movie expansiva, en guiños y texturas)
12:
CHAD VANGAALEN_LIGHT INFORMATION
La relación
de nuestro amigo Chad con la ilustración y la animación, es puede,
la manera más práctica de entender el porqué de la particularidad
de su música: Caminos laberínticos y tan poliédricos como su
agilidad compositiva, llenos de chicanes y desniveles.
Sin embargo,
y después de haber caído ya en multitud de ocasiones, en esa
especie de maraña llena de ruidillos, crujidos y melodías
disonantes y contradictorias que casi siempre acaban encontrándose
para formar pequeñas constelaciones. Su séptimo disco en 13 años;
lo cual supongo, le concede ya algo de credibilidad. Es ahora
probablemente y según se mire, el más accesible, o el que por lo
menos deja la luz del recibidor abierta para que no nos perdamos.
Un tratado
New Wave de un rigor altamente cualificado que lleva por así
decirlo. Los consejos de Magazine, Adam Ant o por ejemplo los Bauhaus
de Mask. A un terreno donde esa especie de sensación de canciones
inacabadas, o incluso abiertas a completar como un código abierto.
Invitan a procrear y a jugar con ellas como un gato con su presa. De
echo, supongo que el objetivo del New Wave como idea, siempre debería
haber sido ese.
Un disco que
pese a parecer ser el más accesible, continúa a mi parecer siendo
el artista más original, original y creativo de esta última década.
(Aventurarse
a escuchar los discos de Chad requiere un libertad auditiva
importante, pese a eso, es lo más regenerador que he escuchado en
años)
11:
LAND OF TALK_LIFE AFTER YOUTH
Deberíamos
agradecernos y felicitarnos, de la cantidad de fabulosas mujeres que
desde el continente Americano, están tomando las riendas musicales.
Ya sea titulando una banda como solistas o en primera persona.
La de
Elizabeth Powell no es otra más sin duda. La normalidad y
formalidad de sus composiciones no buscan más que lo que aparece por
propia naturalidad. No hay trucos de magia ni imposiciones para
extraer de su música, como de las plantas, más de lo que da su
propia naturaleza y entorno. Por eso sus canciones irradian esa luz
inusual sin apenas trascender de la simple belleza de su voz a lomos
de unas guitarras de lo más básicas.
Algo que
contrasta radicalmente con su disco de debut de puro indierock. E
incluso de la pasmosa evolución después de estar cinco años en
dique seco tras publicar su segundo: “Some are Lakes”, contraer
una enfermedad vocal y optar por infinidad de colaboraciones (Patrick
Watson, Stars, Wintersleep, Besnard Lakes etc) antes de volver a
grabar este sorprendente álbum.
Un disco
inmediato, aterciopelado y mágico, totalmente complementario con su
pasado más cercano a las canciones de tres vías, dignas de las
primera Throwing Muses o de ese tipo de indierock anómalo donde nada
sigue por un camino predecible.
(Poprock de
guitarras con energías invisibles, que los hacen únicos)