viernes, 1 de abril de 2016

BILL RYDER-JONES, EL SENTIDO, Y LA SENSIBILIDAD en SIDECAR_17/03/2016




Pasó hace bastantes días. Tantos, que cualquiera en su sano juicio, lo habría archivado ya por siempre en sus quehaceres mundanos del día a día. Esa serie de cosas que se repiten mecánicamente, y que pasan a ser hábitos, y como tales, experiencias pasajeras que se van como las estaciones.
Pero resulta que en el desdén este tan puñetero y plácido a la vez, que maneja los minuteros de esta bitácora de un tiempo para acá. Dejar pasar las cosas, como el autobús que se nos escapa cada mañana. No implica el echo de que las cosas que me sucedan #que por pocas y nimias, sean merecedoras de ser plasmadas. Quien sabe si cualquier día me olvido de volver a casa y tengo que recurrir a los apuntes...

Bill Ryder-Jones vino a salvarme de una especie de naufragio emocional. Y como aquellas mismas circunstancias casi casuales, que me hicieron caer por primera vez en las bondades de “A Bad Wind Blows in My Heart/2013”. Acudir a verlo un Jueves cualquiera. Cuando el retumbe callejero ensordece, aturde y corta de un tajo limpio y secante las cuerdas vocales de la más mínima réplica. Todo eso, hecho un gurruño, bien compactado y de enormes proporciones. Es por así decirlo, como concentrar esa parte de rabia, desencanto, frustración y ofuscación. Apretarlo todo bien y convertirlo supongo, en un suspiro largo e infinito de amor incondicional.
Sus canciones -las de aquel disco en concreto- son más o menos eso: Reducir la velocidad y el frenesí diarios, y concentrarlos en pacientes armonías que se desbaratan poquito a poco; con cariño.
PREÁMBULOS

Como tales. El público que nos reunimos en torno al pequeño club subterráneo de Plaça Reial, no fuimos muchos. Los necesarios sin embargo.
La oferta del descarriado ExCoral, es probablemente de las más delicadas y exigentes. Ahora que mayormente, el público pide que de la simpleza y la inmediatez, esa canción socorrida con la que comer/digerir y evacuar de un solo acorde. Será que la paciencia de santos, ya solo queda en los pasos de la pasada semana santa. Tan claro debía tenerlo el guitarrista de The Coral. Que cuando la banda de Hoylake publicó su aclamado ROOTS & ECHOES/2007, puso pies en polvorosa y salió por patas. Dos historias radicalmente opuestas.

De todas formas. Me da la sensación, que aquel precioso y delicado disco que se apoyaba prácticamente en un piano, su guitarra y poco más, no fue entendido lo suficiente. West Kirby Couty Primary/2015 es otra cosa. Ni mejor ni peor, pero seguramente más cerca de los vivos que de los muertos.
Un disco que a supuesto un paso determinante y firme en la carrera del músico de Warrington. Más que nada, porque esa manera tan intimista y emotiva de levantar canciones con vida propia... Ya sabéis,ese tipo de melodías que requieren un estado anímico muy concreto para atisbar y entrar en sintonía con ellas. Y que una vez uno interioriza, crecen exponencialmente.
Esta vez, parecen alcanzar un grado de crescendo mucho más efectivo y medido.

Bill Ryder-Jones no será seguramente el mesías que venga a establecer el orden entre lo emotivo y lo arrastrado. Ya lo hicieron Radiohead, Bedhead, Sparklehorse e incluso Pavement, con distintos resultados. Pero este treintañero, por lo menos da con la clave para hallar ese difícil equilibrio entre lo sucio y brillante, lo salvaje y delicado. Para acabar sonando tremendamente conmovedor.
Lo hace además desde la timidez, la ironía y la franqueza. Atrás se ha quedado esa arrogancia británica y esa seguridad pedante. Porque Bill Ryder se desnuda por completo y se deja llevar. Ama por encima de todo sus referentes musicales y no los oculta, sino que los blande con orgullo en cada canción: El Disorder de Joy Division como modelo poético de Ian Curtis, la Velvet Underground junto a la poesía urbana de Lou Reed, o las armonías de Lightships, Teenage Fanclub... sin más que lo imprescindible. Sabe jugar con las sombras y las luces atenuando y sacudiendo; dejándose llevar. Su música sin embargo no suena exactamente a nada de eso.
Es como un pequeño manual de bolsillo con el que sobrevivir a las desmesuras, concentrando sólo la esencia de las cosas. Y que generalmente son fáciles de encontrar en autores como Johnny Cash, Roy Orbison o Gene Clark. Solo que él lo reduce a la expresión más mínima y básica. Aun y así se pueden ver flotar las esporas que sembraron ellos en el pasado; melodía y sensibilidad por encima de todo. 
 


Estar apartado en un rincón totalmente abstraído de lo que ocurre ahí fuera, también tiene ciertas ventajas y concesiones. Y es que el público sabe lo que va a escuchar y lo disfruta sin condiciones.
Reductos como Sidecar, donde apenas si se congregan cien personas tirando a largo, conecta a público y artista: Ese pacto diabólico de libre mercado sin aranceles que te adentra en la espesura del compositor; y la ejecución de su música.
Lo cierto es que con Bill además, no hay trámite para entablar una conversación entre canción y canción. En toda la extensión de su timidez y el temple susurrante que le da a su temario, hay una conexión igual que la que se tiene al escuchar sus discos. Y claro, ese detalle de quitarse importancia o congeniar con el espectador de tú a tú, y sin ningún tipo de filtro. Hace de él, un autor tan mundano y natural, que te acaba colocando en un mismo plano. Llevando a un climax de alcoba cualquier conato de rebelión histérica; que alguna hubo.

Se arrancó con “Catherine and Huskisson” y llegó el primer directo al mentón. Bajó hasta la boca del estómago y apretó fuerte los nudos del sindolor.
Un tema que proyecta toda esa órbita romántica que hacían temblar de forma más cáustica y bruta Dinosaur Jr. Pero el muy maldito sabe inteligentemente, condensarla en esa parte más despechada y dolorosa. Luego remató con crueldad y prosiguió metódicamente bisturí en mano, abriendo corazones y entrañas sin piedad. “Let's Get Away from Away” te lleva a un territorio Velvetiano más ídilico si cabe. Pero nenes, las guitarras finales que lo coronan, a mí, en el plano personal, es que me deshacen.

Esta claro que me tenía ganado. No a mi solo, creo que no hubo ni una pizca de debate. Se callaron las cotorras, los ruidos de los cubitos repicar en el fondo de los vasos, el tonto que tira de la cadena y la incauta que intenta robarle el alma con el flash de un móvil.
Dio dos pasos atrás y la cosa transcurrió como el rodar de las cintas en el proyector. “He Took You in Arms” tiñó de blancos, ocres y oscuros, la sala Sidecar; joder que hermosa es esta canción. Se detuvo un instante en su anterior disco, y sonó “Wild Swans”. Sabiendo lo que se hace, como quien impone una atmósfera de neón tan sencillamente, que seduce por la vía emocional.

Para entonces, todo el mundo; en el que me incluyo. Sabía que significa llevar a escena tres discos tan escuálidos como sentidos, y no caer en el sopor.
Desaparecieron los músicos entre bastidores, y Bill Ryder sólo con su guitarra. Desgranó aquellos temas que por fuerza, debían sonar en cueros, como se gestaron: “By Morning I”, “Sea Birds” (la que cierra su último álbum, y “Put It Down Before you Break It”. Porque Bill Ryder-Jones es eso, por mucho que algunos lo quieran convertir en otra cosa más cómoda y recurrente. Ese eterno dilema para quien se le hace complicado bajar el ralentí hasta puntos de absoluta soledad sepulcral.
Obligada absoluta “Two to Birkenhead”: ese segundo corte (el de los temazos), que nos catapulta a tiempos de Crooked Rain Crooked Rain; o me vas a decir que no. Esas guitarras que se flexionan y se estiran a golpe de pedal, más universales que el acorde repetitivo de Chuck Berry. Y que podrían certificarse como D.O sónico de un tiempo muy exacto.

Una tremebunda versión de los anteriormente citados LIGHTSHIPS. Que puso en lo más alto la noche con “Two Lines”: Guitarras que se tornan infinitas, relucientes, brillantes y turbadoras. Apunto de agarrarme a alguien por la cintura levité. Cerré los ojos, y hasta olí su perfume mezclado con el cabello y el calor. “Daniel” no hizo más que incrementar la sensación larga agonía; placentera. O“Wild Roses”, que por si sola habla de tantas y tantas historias pasadas, rememoradas y rebobinadas.
Para poner la puntilla con “Satellites”: Una canción que empieza como un relámpago, y se recrea en la agonía. Sabes que acaba, se ha anunciado, seguramente lo has saboreado como nunca en la vida, pero siempre es poco. Demasiado poco para ser tan bello

Bill Ryder-Jones hizo grande la estela de joven torturado y maldecido. Dando una de esas noches inolvidables a los pocos que reunió; es así, hasta mirándolo de forma egoísta. Enroscado en su espiral personal y en su universo particular.
Aunque no se crea, cuando la situación lo precisa, se abre de par en par. Siendo como pequeñas grietas en el techo y desconchados en la pared, por donde se filtra esa luz casi inapreciable, pero resplandeciente. Un directo/noche para enmarcar y guardar bajo la cama, si señor.

domingo, 27 de marzo de 2016

CRUCES, CRUCIFICADOS y TESOROS ENTERRADOS




El pasado Miércoles (último y esperado día de trabajo antes de las vacaciones de la santa semana). Todo cuadró/aba, para aprovechar coyunturas y ganas #claro; escapada incluida a Barna. Darnos homenaje japogastronómico sin demasiados aspavientos. Y su respectiva vuelta de rigor por alguna tienda de discos, con el objetivo de comprar aquello -que por distancia- (es lo que tiene vivir en el quinto coño de la urbe; también lo bueno). Que uno no puede hacerlo, todo lo asiduamente que debiera.
Compras pendientes, que siempre las hay -Vinilos o cd's según presupuesto- de aquellos álbumes que definitivamente sabes que tienen/deben ocupar un sitio en tu estantería; los que te gustan de verdad entre tanta y tanta música.

Por estas casualidades de la vida, la comida nos llevó al MAJIDE: Un Japo que tiene su segundo local en la calle Tallers (la calle de la tiendas de discos por excelencia). Y por esas mismas casualidades, circunstancias, destino, porque tenia que pasar y punto, o vete tu a saber porqué...
Coincidimos con las liquidación de DISCOS CASTELLÓ: Mítica tienda de discos de Barcelona que echaba el cierre, como otras tantas que lo han hecho en esa zona de un tiempo aquí.
Una pena sí. Perder un espacio cultural (porque lo es), igual que lo fueron las librerías del centro, el videoclub Vergara es una auténtica lástima; para llorar. Parece que no nos damos cuenta que además de perder parte de nuestra historia y pasado, también dejamos atrás en un avance sin retorno, un modo de vida en el que se daba y recibía como moneda de cambio. Había una comunicación y un trabajo visible que daba vida al pequeño comercio de Barcelona y a sus calles (els botiguers).

La caída de Castelló no es más dramática que la de otras tiendas años atrás. Quizás más tangible porque ella ya se suma a 5 o 6 (Discos Jesus, kEBRA Discos, EDDISON, la que estaba enfrente de Kebra (que ya no recuerdo su nombre), CD DROME, 7 Pulgadas, Riff Raff... y alguna más que se me escapa.
Castelló no era la mejor ni mucho menos, y no quiere decir que les tuviera aversión o me dé menos pena su cierre. Pero era la más cara, poderosa y si me dejan decirlo, aburguesada.
En años no hizo ni el más mínimo esfuerzo por adaptar el negocio a los tiempos: Apostar por la especialización, la música de calidad o minoritaria, alguna oferta para mover stock, no sé. Puede que en mi desconocimiento esté diciendo una gilipollez. Pero muy pocas veces en los 45 años que tengo y los 800 referencias que poseo entre vinilos y cd's, compré en Castelló. Como digo, los más caros con diferencia. Incomodísimo para encontrar un artista (raro) a un precio tentador. Podían pasar años, y los precios permanecían inamovibles. Podías encontrar discos, con todo mi respeto, de una calidad patética abultando sus estanterías, y no encontrar artistas de obligada inclusión...
En fin, no es que me alegre, pero creo que su cierre es la consecuencia más clara de aferrarse a un negocio, desde el modelo cómodo, inmovilista, elitista, y algo caduco. Me apenó más el cierre de KEBRA, DISCOS JESUS, o CD DROME: luchadores contra corriente, que apostaban por algo que nadie hacía en su tiempo (música diferente). DISCOS REVOLVER, WAH WAH y algún EDDISON'S aguantan. Aun no siendo ni la sombra de lo que fueron, apuestan por la calidad del producto y la dedicación al cliente (el poco que queda)

Así que bueno. Me compré el vinilo de COURTNEY BARNETT (mi disco favorito del pasado año). Y aunque no albergaba ninguna esperanza después de que la semana pasada se hicieran largas colas ante Castelló; por aquello de la liquidación, ofertas y el ansia... sí, el ansia), me acerqué por chafardear.
Evidentemente quedaba un 5% de todo lo que había en la tienda: Ni rastro de vinilos y por supuesto, de grandes y clásicos discos... habían arrasado con todo. Mucho disco que uno no sabe ni a que mente perversa y descerebrada del almacén se le había ocurrido pedir... en fin. Que gustos hay para todo y muy respetable, quien soy yo para juzgar la música que escucha cada uno (gustos/colores). Lo que quedaba tenía pinta de no venderse en 30 vidas, y eso que estaba a un 70% de descuento.

Pero mira tú la ventaja que ha de tener ser raro de cojones. Que bueno, yo no pienso lo mismo. Yo lo que no entiendo, es como con toda la gente que somos en Barcelona y lo heterogénea en gustos musicales y sabiduría. No halla nadie que aprecie el valor de dos discos descatalogados de APPLIANCE, el mejor álbum del exMonochrome Set: SACARLET'S WELL, y el Machineries of Joys de BRITISH SEA HORSES (una de las mejores bandas “postpunk” que ha dado UK estos tres últimos lustros) por 17 euros. Esto ya de mi cosecha y tirando de pasión desatada y defensa por lo paria; musicalmente hablando.
Está claro que jamás en la vida habría entrado en Castelló a buscar esos discos; que su calidad lo vale con o sin descuento. Eso si, me parece una aberración encontrarlos 15 años después de su edición (los de Appliance en concreto), y sabiendo que eso ya no se va a vender ni a tiros. Marcados a 17euros y pico, y 15 respectivamente. El Gatekeeper de Scarlet Wells que tiene 8 años y también sabes que a estas altura nadie sabe que la inspiradora extensión de Monochrome Set, son esta interesante banda, solo valga 10 euros y no se venda. Y que uno de los mejores discos de British Sea Power se siga esperando vender tres años más tarde por 15 euros; seguramente el precio con el que salió a la venta en su día.
No sé, creo que es tener poca perspectiva. Y poca gana de vender cosas que merece la pena defender por raras que parezcan (que no lo son). Apostar sólo por lo ampuloso y llamativo, y hundirse aferrado a ello...
Los tiempos corren, y si no los sigues y te adaptas al entorno, te extingues. Sea culpa de la poca “cultura” cultural, y de la ignorancia por el esfuerzo que cuesta crear algo, que tenga la gente.

Lo que me lleva a una reflexión:
Tenemos Internet, par y mil de miles de festivales especializados, parece que ahora hay púbico (cuando hace 28 años éramos cuatro cabras descarriadas clamando en el desierto). Parece que la gente conoce, aunque sea por el nombre, ciertos grupos que en tu época no conocía ni el tato...
Y sin embargo, hay como un vacío existencial. Un limbo casi transparente, translúcido e invisible que no es que no se conozca, es que no existe en las hemerotecas. Creemos que internet lo cubre y escanea todo pero no (por suerte), solo lo verdaderamente multitudinario y masificado. Todavía hay cosas por conocer, descubrir y reivindicar. Y no va a venir nadie a llevarnos de la manita, ni hay un mesías sobre el que recae el poder sobre lo bueno, lo malo y lo aconsejable. 
Lo cual... me debería entristecer... pero me reconforta. Pues no hay mejor empresa en la vida que la de no conocer y buscar a la vez. Contra la cantidad: La calidad y la variedad. Muévete y busca tu propio camino zagal!!

jueves, 24 de marzo de 2016

CONTERNO_ BARBERA D'ALBA (CASCINA FRANCIA/2012)... NOCHES QUE SALEN AL PASO




Azienda Vitivinicola Giacomo Conterno
Monforte D'Alba
Pago de Cascina Francia
Graduación: 14%
Uva: Barbera del Pago de Cascina Francia 100%
20 meses en bota
Precio: 35 euros aprox.
94 puntos parker

Anoche nos ventilamos una última botella de dos de Giacomo Conterno que traje de Alba. Son esos momentos que salen al tu paso, se interponen y de los que sabes cual ha de ser la elección, el momento. No necesita solemnidades ni fastos. Básicamente porque son los buenos y los que usan el resorte de la amistad y la compañía para comunicarnos, querernos y hablar. Hablamos tan poco... ¿no es cierto?

Con la primera aluciné sin llegar a tocar el cielo (por eso siempre hay que comprar dos): Acariciar a tientas, por un pasillo laaaargo y estrecho. Usar el tacto, los sentidos y ver como te pierdes en un laberinto de señales equívocas. Te vuelves a encontrar, ordenas recuerdos, memoria y afinas la puntería.
Pero casi siempre es la segunda, la rotunda y la que te hace dilucidar.
Una Barbera que da al traste con la idea que el tanino ha de ser abrasivo, astringente. Que sus vinos cortan tendones y solo quieren comidas potentes para plantarles cara. CASCINA FRANCIA no. Es fina, elegante, perfumada de bayas, yogur griego con fresas y moras; muy láctica y silvestre a la vez.

El bajo bosque es a tocar, el musgo, los helechos y hasta la brisa matinal en las lomas de Treiso te despeinan. En boca está la personalidad inquebrantable de las Barberas de Serralugna, ligeramente mineral, con madera húmeda y un poco de ahumado. Esos sarmientos que usamos un buen día de sol para curarnos por dentro y fuera. Para santificarnos padre y señor nuestro, amén. Milimétrica y con tanta alma e identidad.
Nos habla de sus paisajes, sabe a Piamonte, te susurra al oído suavemente. Te posee y adormece... y da por bueno subir al cielo o caer hasta el infierno; que uno nunca sabe si es el perdón o el pecado el que más nos satisface.
SALUT!!