Hay
caminantes de Santiago, peregrinos que piden a Lourdes lo que les
niega la vida... Y amantes incondicionales por la música y sus
pequeñas eclosiones, que veneran la divinidad en pequeño formato.
Cada año
sacan cuando despunta la primavera su paso; y con este van veintidós:
Los mismos que a algunos nos han hecho adultos y a otros peregrinos
por auténtico acto de fe, y pasión. Lo demás, planes bien urdidos
con riesgo cero y yo... que quieren que les diga. Me encantan no ya
los riesgos, pero sí las aventuras.
Esas mismas
que nos crecieron dentro como los primeros pelos en la barba y vello
en el pubis. Y que nos dispararon sin saber muy bien si había otros
como nosotros, pues la era de la comunicación en ochentas y noventas
era más de columnas de humo y tambores, que de rotativos
cibernéticos.
Aun y así,
todavía no hallamos explicación para que la manada igual que los
Ñus, sigan a los cabecillas simplemente por su perfume deslumbrante.
Y se hayan olvidado de ese Dr Levingstone que se lleva dentro. Ese
buscaba su qué trascendental en el origen de lo desconocido.
Por eso,
coger carretera y manta e irnos a descubrir nuevos y diferentes
espacios; como la remodelada CAPSA del Prat. Ya no es que sea una
locura juvenil en busca del Pop eterno. Es que simple y llanamente me
devuelve por una noche a lo que era la auténtica independencia (ir
por libre): Hacer de la minoría, un casi privilegio para tapiceros
del alma.
Lo mío ya
va camino de los cuatro años, por lo tanto, ya es más vicio que
oficio.
Sin saber
con certeza si uno acata la decisión por lo bueno conocido o lo
mejor por descubrir. Ver tras veinte años a Mr Luke Heines (The
Servants, The Auteurs, Black Box Recorder), igual parecerá una
excusa, pero en realidad era una pura confesión. Un volver a
encontrarse a uno mismo, e incluso cerrar los ojos mientras suena
“Show Girl” y apagar el mundo. Lo demás, seguir
con los ojos cerrados, extender los brazos y dejarse llevar por una
selección que a buen seguro no te va a defraudar.
Para eso mi
trayecto se quintuplica en lo habitual, pero me encanta variar el
itinerario y salir por la puerta trasera del Vallés.
Se escapó
el ÚLTIM CAVALL; es un echo. Pero en cambio y tras la
infructuosa búsqueda de un bocata de pechuga y una cerveza (para que
veáis lo poco que pido). Me encontré tras testear la dudosa calidad
de algunos baretos, con el señor Heines copeteando con un Coto Imaz
ante una barra de desconocidos. Yo, me comí mi apreciado bocadillo
de pollo crudo, pero MÍ, bocadillo a fin de cuentas.
Barriga
llena y mente abierta lo justo para tomarnos los postres, dulces y
licores a modo de melodía.
FALSE
ADVERSING Mancunianos ellos, eran uno mis principales reclamos.
Porque aunque haya muchos que solo miran arriba; a los titulares. Son
las más y bien ricas letras pequeñas las que deberían hacer grande
un evento.
Porque...
todos sabemos cuales son las más lúdicas y atractivas propuestas,
pero después están por así decirlo: las que dan esa distinción y
vuelta de tuerca; eso que fue en su día el PS y ya no lo es (por
poner un ejemplo). Para eso, ya están las inventivas y los tres
bocados a un cañamón para hacer del poco mucho.
La triada de
Manchester Chico/chica/chico irrumpieron bien pasadas las nueve con
ese ímpetu de las bandas chicas que ahora tanto se ha perdido, pues
parece que todo se infla como la miga del pan de molde. En este caso
consiguieron por la vía directa ese destello que solo parece residir
en los valientes debutantes.
Ese espíritu
casi desconocido que pierde de vista la sofisticación excelsa, y la
convierte en nervio de bistec de pobre con textura de gelatina
fundente: Pringarte hasta los codos como quien come unos pies de
ministro y pierde cualquier compostura.
El trío
tiene a penas un disco de debut muy lejano y un Ep recién salido de
la tartera. Pero sobre el escenario, el hambre y la fórmula rápida
para que todo parezca tan fácil y en el fondo sean un acierto, es
toda una pequeña lección de pura efervescencia juvenil. La
indomable fiera de la veinteañera Jen Hingley tiene todo eso que se
necesita de quien empuja acordes nerviosos y un resorte demoledor
cuando se pone tras la batería. Un congenio de indierock a la
americana entre lo abstracto y el pop radiante de guitarras, que toma
tanto de Superchunk como de Speedy Ortiz, sin despreciar sus orígenes
británicos de cuerda gruesa.
Esos mismos
argumentos que traspasan la barrera entre el Pop reluciente y
desgarrador de “Wasted Away” o “Give It
Your Worst”. Y los tactos rugosos y punzantes de “No
Good” con sus desvaríos hacia los originales Smashing
Pumpkins desde el segundo cero de “Not My Fault”.
Tan intenso
su set, que dejaron la sala medio estupefacta sin mal Lp que echarse
a la oreja por falta de género. Y con las claras credenciales de
tener ante nosotros a una de las jóvenes bandas del norte de
Inglaterra más enérgicas y futuribles.
Después
aparecería el santo, o por lo menos en parte, quien canturreaba
aquellos salmos que ahora nos mueven a peregrinar. Y que allá por
los 90's de entones -antes de que todo explotara- nos serigrafiaron
parte de nuestra esencia musical.
Para mí New
Wave, por ejemplo, desde las vistas de Siurana, marcaron un antes y
un después en lo que respecta al mi adorado Glam, al Pop, y a la
música alternativa de por entonces. Ahora sinceramante, he de
admitir que el camino que ha tomado LUKE HEINES hacia un
nihilismo musical más que respetable difícilmente se equiparará al
de aquellos años.
Pero hay
otra faceta tanto o igual de interesante, ahora que ya son casi un
cuarto de siglo que ha pasado desde ese primer disco. Y es esa
impresión de no tener que rendir cuentas de su pasado, o ni siquiera
dar explicaciones sobre sus nuevas canciones; su estética,
guarnición o compromiso lo que verdaderamente transgrede. Eso me
emociona por igual, seguramente porque con 25 años más todos hemos
cambiado enormemente.
Las que
sonaron taquigrafiando los primeros noventas a espaldas: “Show
Girl”, “Lenny Valentino”, “New
French Girlfriend” y alguna otra que se coló. Pero también
las que ha dedicado a algunos de sus maestros y sabios. Siendo “Lou
Reed Lou Reed” de su homenaje New York in the 70'S
la que abrió, cerró el concierto, y moduló prácticamente la noche
igual que un masaje muscular al demoledor pasado; el que a veces
pisamos sin apenas mirar. Se traspapelaron los secuenciadores, cajas
de ritmos y sintetizazores con los que ahora abona sus textos por la
acústica. Y sinceramente me hizo añorar tiempos más verdaderos que certeros (ilustración lacrimosa incluida).
Encantadores
desde los carraspeos, hasta sus pintas de explorador o turista
perdido en las playas Ipanema. De echo, dicen las lenguas de doble
filo que estuvo dos días deambulando por el Prat de Llobregat sin
saber donde ir; aunque no se si es una leyenda.
También
hemos podido ver con alegría y algarabía hacerse grandes a los
Vigueses LINDA GUILALA.
Desde aquel
primer encuentro en Las Basses con Xeristar bajo el brazo y abriendo
la noche de The Close Lobsters y Michel Cloup Duo, han pasado
infinidad de cosas. Y la más importante es que en su lento y
prudente caminar, se ha generado una especie de sonido muy personal y
auténtico alejados -pese a ser comparados- de los primeros Planetas,
My Bloody Valentine, Secret Shine, Slowdive y en general esa parte
del Shoegaze que tanto bebe del Dreampop medio oscuro, como medio
luminiscente.
Digamos que
en esta difícil tarea de enaltecer el Shoegaze cuando vuelve a estar
en horas bajas, me alegra doblemente confirmar mi idea de que no hay
género vigente o caduco, sino buenos o mediocres discos.
Linda
Guilala al igual que ha pasado con Los Punsetes, han creado su propio
-más que sonido- entidad. A lo mejor porque este camino lo han hecho
más o menos solos y sin presión. Su ligera y lenta evolución hacia
los ambientes más brumosos, espirales y a ratos angustiosos sigue
alimentándose del Pop más claro de sus principios. De echo
Psiconáutica es un disco tremendamente Pop; basta con ver la
duración de sus canciones. Una veintena de temas que como en
Shortcuts de Robert Altman, conectan todos entre si como una telaraña
abovedada.
Su puesta en
escena pese a lo corto de los sets del Minifestival, van también a
ese origen de primar el carácter global y ambiental sobre el de las
canciones en concreto.
In
crescendo: “La última Vez”, “Cayendo”
o la increíble “Uroboros” al igual que su precioso
“Lo Siento Mucho”. Culminan en pleno estallido
Noisepop, un preludio que de dimensiones espaciales que precisa
dedicación y sugestión. Donde esas pequeñas miniaturas en forma de
interludes dotan a la idea de hilo conductor y de volumen. Y que
tanto me recuerda a esas primeras sensaciones de zambullirnos en el
Conforts of Madness de Pale Saints, o a la global idea en texturas y
colores del Heaven in Vegas de los Cocteau.
Un disco y
puesta en escena que dan por fin, más horizontes donde mirar al Pop
sin miedo a hacer daño. Con una preciosa y tornasol edición en vinilo que nos trajimos bajo el brazo. Y que fieles a sus orígenes, siempre están
ahí apoyando las causas imposibles como las suyas: No hay
posibles sin imposibles.
El cierre de
confetti, girnaldas y baile, como viene siendo costumbre en cada
edición del Mini(gran)Festival lo pusieron en esta ocasión, los
europoperos de Gales HELEN LOVE.
Una de esas
bandas como muchas que han venido rescatando. A las que le perdiste
la pista hace años y de las que incluso crees de su desaparición
pese a seguir todavía en activo. A medio camino entre los CARTER USM
y BIS, pero sin tantas pretensiones y un carácter infinitamente más
festivo. Repertorio coreable, intrépido y revolucionada Helen Love,
igual que su desvergüenza y falta de estereotipos a la hora de
saciarnos de golosinas como “Thank You Polystyrene”
o “You Can Beat a Boy Who Loves the Ramones” y un montón más hasta bien pasada la madrugada.
Nos hicieron
bailar por supuesto y sin duda, porque el espíritu POP de este
combativo y tenaz festival sigue inquebrantable y fiel a su origen.
Da lo mismo lo que programe, el pulso que le eche a las dificultades
económicas o creas para tus adentros...: Ya no estoy preparado
para viajar en el tiempo en buena compañía y soltando lastre; el de
los estereotipos y sobra de prudencia.