Si
atendiésemos a la lógica del tiempo y su disfrute, el ponerle cuñas
y barricadas al avance imparable de las agujas del reloj. Con toda
probabilidad cambiaríamos esa insana costumbre de apresurarnos a
hacer inventario del año con el calendario todavía por deshojar,
¿no os parece?
Y es que
resulta imposible de digerir en ese acto bulímico por atiborrarse de
músicas, disfrutes y sensaciones que pasan a vuelo de moscardón por
nuestro sistema de almacenaje: Vuelo rasante, cinco o seis hostiazos
contra nuestras paredes gelatinosas, para que luego salgan como alma
que lleva el diablo por nuestro pabellón auditivo. ¿Cogiste algo?
¿la memoria residual, cuatro notas mal contadas, capaz quizás de
tararearlas?... Y al cabo de las semanas ni el recuerdo tan siquiera.
Demasiada información para un déficit de atención que arrastramos
desde que los estímulos solo nos llegan a base de fogonazos. No sé,
podríamos llamarla la lista de los deshechos, los perdurios del
chichinabo, o los brillos que se perdieron bajo el confeti...
Porque no os
penséis que los blogeros somos una raza especial que tiene
superpoderes como el doctor Xavier, y escaneamos con nuestra mente
toda la información de la red. O que estamos tocados por la gracia
divina. No, todo lo que aquí se expone, forma parte del mecanismo de
esa colectividad que es la red. Una cadena por la cual cada a uno a
su manera absorbe, disfruta y comparte (los unos de los otros). No
existe la exclusividad ni tal primicia, tan solo retroalimentación.
E aquí solo
una parte de aquello que se quedó en el tintero, y que sigue
sorprendiéndonos con el página y año. Es la magia de la música y
del paso inexorable del tiempo. Todavía se siguen alumbrando grandes
hallazgos del pasado: Los 60's, 70's, 80's... y lo que te rondaré
morena, los dosmiles no son una excepción. Por ejemplo y sin ir más
lejos, la otra mitad de Parquet Courts, el desdoblamiento, el
Mr. Hyde, la bipolaridad musical o como demonios queramos llamarlo:
PARKAY
QUARTS/CONTENT NAUSEA
Esa otra
versión desarraigada de las exigencias comerciales, que
hipotéticamente han llevado a facturar a su banda embrión, Parquet
Courts, un tercer disco a mi gusto perezoso, tedioso y falto de esa
mala baba del segundo. Y es que he de admitir que si su salto a la
palestra, necesario en cuanto a cambios de registros en la música de
hoy en día. Me proporcionó esa dosis precisa que uno necesita
cuando todo le suena parecido y sin falta de riesgo.
Su último
trabajo, aunque no han desviado apenas sus directrices tiene, no sé,
mas que tener, le falta. Le falta explosión, esa anarquía inventiva
cuando no tienes que rendir cuentas a nadie y claro... buenas
canciones. Las de “Sunbathing Animal/2014” no es que sean
malas, pero aflora cuando se escucha una sensación de vagancia, de
poco esfuerzo y de cumplir con el trámite. Tan solo corregidas con
contados latigazos como: “Ducking & Dodging”, “Always
back in Town”, “Sunbathing Animal” y poco más. Pero
oigan, que más que para echar pestes de este disco, cosa mía y de
mi gusto (que de haberlos hay tantos como colores). Lo que yo venía
aquí es precisamente a defender esa maravillosa dualidad de sus dos
vertientes: La conocida y exitosa Parquet Courts, y la menos conocida
y libre de condiciones, que es donde mejor parecen manejarse estos
Neoyorquinos, Parkay Quarts.
Con CONTENT
NAUSEA después de acometerlo con cierto desánimo tras su compadre,
y teniendo en cuenta que el arranque del mismo; “Everyday in
Starts”, no ayuda a disipar ciertas dudas. Cuando comienza el
trote cochinero del segundo corte “Content Nausea” (puro
vómito de punk callejero), la cosa cambia. Y es que amigos míos, no
hay placer más placentero que toparse al cabo del tiempo con la cara
familiar de alguien a quien conociste y casi no recuerdas. Content
Nausea con ese título explícito, parece dar esquinazo a esa
presunción de éxito encorsetado, y dispuestos a volver a poner el
contador a cero.
Un reflujo
velvetiano en toda regla que cabalga entre el New Wave despeinado y
la baja fidelidad de aquellos trabajos que se graban a pelo y en un
cuatro pistas. Sí, Austin Bown y Andrew Savage son capaces de grabar
algo que suene aun todavía más improvisado y no por ello carente de
brillantez. Un escupitajo inmediato con doce cortes que pasan como un
vendaval; lo que ya es una prueba innegable de su calidad. Y es aquí
cuando tienen cierto sentido esa bajada de revoluciones -epígrafe y
revolcón- solo con escuchar ese deje Reed de “Slide Machine”
es suficiente para quedar enganchado a la liria. O sino dedíquenle
un solo minuto a “Pretty Machines” con esos aires de
chirigota; la culpable principal de que descubriese los encantos de
este fabuloso aperitivo meses después.
La versión
del “These Boots” de Nancy Sinatra que decir, una puta
genialidad. Entre bailes de san vito de ida y vuelta, “Insufferable”,
“Psycho Structures” son de esas cosas que recuperan a
trazos infantiles, bocetos con cuatro trazos mal hechos y tan tan
geniales de aquellos primeros Parquet Courts. Y acabar con “Uncast
Shadow of a Southern Myth”, otra de esas joyazas que hace de
este pequeño invento, un pildorazo analéptico.
Bandas y
tonadillas que nos llevan de flor en flor siguiendo las migajas que
se quedaron bajo el sofá, entre los pliegues de los cojines o entre
los molares. Pasados los meses, cuando ya ha pasado de largo toda la
marabunta, uno solo tiene que ir a la caza de esos petardos mal
encendidos o vanos, que olvidó la estruendosa muchedumbre. Una
costumbre que de niño y junto coleguillas tan paupérrimos como uno
mismo, dedicamos en la búsqueda y cacería de restos. Así es como
uno topa con magistrales obras de la cavernaria historia musical, y
descubre a los:
JAMES
KING AND THE LONEWOLVES, por dar nombres
Una veterana
banda Escocesa recién restaurada tras varios años de silencio entre
fracasos y rencillas de sus miembros: Jake McKechan, James King...
Que casi treinta años más tarde y tras enterrar el hacha de guerra.
Se vuelven a reunir de la mano de Alan Mawn, para traernos esta
maravillosa obra que permanecía oculta bajo el peso del ostracismo
más absoluto.
Lost
Songs of the Confederacy/2014/Stereogram tiene seguramente, todos
los ingredientes para convertirse en uno de esos discos
imperecederos. Un puñado de canciones -diez en total- que tiene la
virtud de capturar prácticamente todas las bondades, de aquella
música que sucedió en anteriores vidas. Esas mismas canciones que
dieron con sus huesos en el olvido tras ser registradas junto John
Cale. Tres décadas más tarde suenan tan frescas como el aliento
mentolado.
Como son las
cosas ¿no? Injustas por partes, y sin embargo deslumbrantes en el
capricho de la industria. Abro la caja de los truenos, la enciendo
una y otra vez, sonando incombustible y sigo preguntándome como es
posible que esto haya pasado de puntillas. Batiendo la crema fundente
de punks melódicos que nos aluden a Joey Ramone, a Sid Vicius,
Johnny Thunders o a Nikki Sudden. Y que se amalgama con la Americana,
el Pop ensortijado, R&B, o el Rock pétreo de mil referencias;
nunca lo suficiente exactas para solucionar esa duda que te
solivianta.
Quien sabe
si ese puñado de canciones nacidas a finales de los 80, serían el
pedernal que hubiese encendido la chispa del éxito de esta banda de
Glasgow. Supongo que eso nunca lo sabremos, incluso la extraña
inexistencia ahora que se ha publicado tantos años después, sin
apenas haber inquietado en ese ¿lo mejor del 2014 puede?
Comienza el
disco con “Fun Patrol”, un bluseo arrastrado con dos
primeros acordes calcados al How soon is Now de The Smiths; nada más
lejos. La garganta quebrada de Jack McKechan que se deshace y
contorsiona, se funde en mil elipses de bajo hipnóticas, armónicas
que arañan, serpenteante, asfixiante... Y por arte de magia aparece
“Over The Side” para encaminarnos hacia la pura delicia,
con uno de los riffs más increíbles que llevo escuchados en tiempo.
Masajeante, maravillosa y brillante, evoca el Poprock australiano de
los 70: The Bats, The Clean o The Chills, pero de rasgos más
rockeros y con muchos más matices. Un tema directamente hermanado
con el cerrojo que se echa en “A Step Away from Home”,
pura ambrosía. Se suceden a fogonazos un montón de recuerdos,
historias. Me vienen a la cabeza de golpe esos primeros The Church
del Of Skins and Heart/1980, sin sonar exactamente a ellos, no sé,
son tan solo efluvios quizás.
James King
and The Lonewolves te hacen desenterrar un montón de remembranzas,
referencias que revolotean por tu cabeza cuando los escuchas. Pero
nadie como ellos para amasarlos todos, y sonar con esa imponente
personalidad que corta la respiración. A veces suenan psicodélicos
en “(Un)Happy Home”, rockanroleros en “While I can”
o “Even Beatles Die”, incluso tremendamente melancólicos
y dulzemente derrotados con “Bridgeton Summer” o “Texas
Lullaby”. Pero sobre todo ese montón de asociaciones que
hacemos al escucharlos, sobresale impertérrito ese espíritu Punk
que impregna todo el disco. No ese Punk combativo y violento, sino el
de unos músicos a quien los años les ha otorgado una especie de
sabiduría circunspecta, a la hora de rediseñar esas antiguas
canciones olvidadas.
Algo que se
evidencia en esta especie de artefacto inoculante, y que actúa sin
paliativos directamente sobre el alma. De esas cosas que te hacen
reflexionar sobre la cantidad de buenas cosas que permanecen ahí, en
el lecho marino, a la espera de la perseverancia y el rescate.
Cambiando
radicalmente de escenario y localizaciones, establecemos el
campamento base en tierras Californianas; San Francisco
concretamente. Para dejarme caer en la maraña oscura, sugerente y
crepuscular de dos bandas de allí, que curiosamente guardaba desde
hace varios meses. Y que no ha sido hasta ahora, cuando he
descubierto sus bondades. Quien sabe si los estados de ánimo
variables y veletas son los culpables del azar, y de que sean unas
cosas u otras las que nos cautiven.
Claro
también es cierto que puede parecer extraño pasar de James King &
The Lonewolves, Bryan Estepa o Paper Waves, a estas bandas más
relacionadas con el oscurismo de PostPunk, Shoegaze , Dream Pop o
como cojones se le quiera llamar. Pero es que fue esa la música que
me amamantó a los 16 años, y no reniego en absoluto de ella. Es
más, me parece complementaria y aun todavía defendible, sobretodo
cuando hay tanta morralla que cribar. Que puede que haya quien crea
que los géneros musicales pasan o no de moda, error total. Siempre
que se sepa discernir y seleccionar aquello que hace de la abundancia
destellos aislados de calidad: buenas canciones o esencia panorámica.
Hete aquí
VANIISH/MEMORY WORK Y SLOWNESS/HOW TO KEEP FROM
FALLING OFF A MOUNTAIN.
Dos bandas
de San Francisco oscuras a rabiar, así, con bemoles. A estos se ve
que las playas y el Sol de la costa Oeste se la trae al pairo, y bien
que hacen. ¿porqué parecer algo que no se es leche??!! Sonar
jodidamente tétricos sin recordar a los pedos de The Cure, Echo &
The Bunnymen, Ride o a otras tantas buenas mierdas. Por el simple
hecho de que en ese círculo vicioso donde la pescadilla se muerde la
cola, lo único cierto, es que los discos han de ser buenos, y
mejorar lo presente.
En los
primeros como un apéndice de Soft Moon. Tenemos a una banda que por
momentos recuerda al Pornography de los Cure (“Observatory
Time”, “Fragment/fatige”), o por lo menos a esa tensión
cortante y sugerente de aquella fabulosa época. Solo que ellos aun
recordando a otros, suenan con una credibilidad casi hipnótica y
metafísica. Digamos que nos quedamos con el concepto y la filosofía,
sin cargar las tintas sobre lo traicionero que puede ser escuchar
mucha música y pretender que se reinventen las genialidades del
pasado: Tensos, equilibristas, ceremoniales, espaciales, planeadores
y lo mejor, se han marcado once cortes que le dan un empaque al disco
de la hostia.
Desde el
inicio industrial de “In Images”, bestial. Pasando por
“Kaleidoscoped”, “Search an Replace”, o
“Observatory Time” como algunas de sus mejores vertientes,
cuando agudizan el ingenio de la experimentación emulando a Bauhaus,
o incluso a la evolución de New Order en el reminiscente Movement
del 81. Sobretodo porque son capaces de crear un ambiente cerrado,
por momentos tan inquietante como turbador. Y a la vez nunca llegar a
pecar del exceso de su anterior banda (Soft Moon), porque aquí se
columpian entre derivas barrocas, otras rozando lo siniestro, pero
siempre con un puntito flotante y hasta de dulce venenoso.
Uno de los
discos con más pedigrí, o por lo menos, de los pocos que me hacen
creer que las bandas de ahora pueden emular a sus antepasados, sin
por ello tener que sonar a malas copias, cansinos, repetitivos, y con
canciones del montón.
Por otro
lado SLOWNESS nos dan otra versión
relacionada pero diametralmente distinta. Todo más reposado y
escapista, con, diríamos, que cierto toque oriental que más que
sugerir connotaciones folklóricas lo hace desde una apariencia casi
meditativa: desde los Mavlevís, hasta la reflexión de los
Yamabushi. Todo, para enseñarnos a como no caer desde una montaña:
HOW TO KEEP FROM FALLING OFF A MOUNTAIN .
Este
cuarteto de San Francisco desarrolla su idea de espiral progresiva,
en ocasiones rozando los tratados del Krautrok, girando de rasqui y
en torno al Pop Psicodélico. Seguramente, porque la tremenda carga
ambiental de la mayoría de sus cortes; que superan con creces la
inmediatez del minutaje aconsejable para el Pop. Los acerca más a
estados de elevación, levitación y puro alucine: desde los siete
minutos de si inicio con “Mountain” o “Division”
que en su ligereza me recuerdan a los momentos más coloristas de
Stone Roses, Telescopes o The Dylans. Hasta cuando se meten incluso
de pleno a crear melodías elípticas y desarrollarlas sin limites ni
cortapisas, aunque no siempre de manera férrea.
Slowness
pueden recordar levemente a bandas de ahora, que sin un rumbo claro
intentan asociarse a los efectos lisérgicos del trance y la
psicodelia. Ahora, lo que a mi me encanta de ellos y de su discurso,
es que saben como nadie flirtear con un montón de ideas, sin
decantarse con claridad con ninguna: ese rollito entre el rock
progresivo y shoegaze de “Anon (part II)”, otras parecen
estar más del lado de Mogwai y el PostRock “Anon (part III)”
o cuando te arrastran hasta los fondos marinos con esas odas de
sirena infinitas y hasta cierto punto etéreas. Ahí, es cuando de
verdad se descubren como un proyecto radicalmente distinto a lo que
abunda a cascoporro; como los montones de bragas 3x1 de los
mercadillos.
Slowness van
más allá, alejándose de un formato comercial, sin concesiones,
conceptual si se quiere. Por eso puede que después de dejar pasar
los meses, es ahora cuando encuentro tiempo para descubrir su
genialidad casi suicida. Me gusta, si señor, hasta la señora de su
portada.
Deberes
estos, que me impongo porque la verdad ni tengo ganas ni me apetece
obsesionarme con lo que nos deparará el 2015. Nostalgia si se
quiere, o incertidumbre por lo que está por venir.
Seguiría
escribiendo siseñoras & siseñores, bien lo sabe dios. Pero es a
veces cuando más ansiedad me genera el ultimátum que me ha impuesto
la directora provincial del (INSS) de Barcelona, a la que por otro
lado me encantaría conocer en persona y que firma como Desamparados
Saiz Ortiz; tócate las narices Mari Pili!! Ese tic tac tic tac
parecido al de Pablo Inglesias que me martillea la cabeza, entre las
ganas de que llegue y el canguelo. Produciéndome unas ganas
irrefrenables de escribir y levantar muros de tochanas sin ton ni
son.
Y bueno, es
que quince meses de baja -algo insólito en mis 44 años- a producido
unos efectos la mar de extraños en mi: impotencia, sumisión y
resignación, desespero e euforia; esta última a ratos muy breves.
Todo casi en ese mismo orden en modo de bucle, no sé. Una cosa que
uno no sabe si achacar a las armas que desarrolla el instinto de uno,
para colocarse caretas y hacerse el valiente, o es por pura
impotencia. Pero vamos que no os voy a contar mis penas y lamentos.
El 19 de este mes empiezo a currar en teoría y por imposición, y
tengo ganas por extraño que parezca. No me puedo poner de cuclillas,
pero eso... poco tiene que ver con lo que nos importa:
Descubrir un
montón de discos lustrosos y sorpresivos en belleza, del 2014. Que
al estar con el 2015 ya por la pantorrilla, resulta que superan con
claridad las expectativas; ya sean los que pasamos por alto o lo que
acabamos de descubrir. Y que producen sobre mí (no sé si también
sobre vosotros), un efecto de dejavú narcolépsico que cambia
radicalmente la idea que tenemos del pasado año.
El caso es
que creo que este mes de Febrero y parte de Marzo, van a ser estos
anexos de obras magnas los que me entretengan. Porque son bastantes,
y no es cuestión de enladrillar esta bitácora con textos
infumables.
Me distraen
las más recientes novedades, pero la verdad es que no me preocupan
demasiado... cuestión de prioridades supongo.
#SALU2
and TO BE CONTINUED...
Me quedo con tu exposición de la blogosfera y esa teoría más que interesante que me recuerda a la división funcional del trabajo. Me ha gustado, y mucho. Sobre los discos, ni puta idea. He de buscarlos, porque siempre me dejas a cuadros.
ResponderEliminarBueno es un firme convencimiento Alex, aunque haya quien se quiere a veces atribuir descubrimientos. En este basto universo, pero en realidad tan pequeño cuando se trata de compartir, divulgar y retroalimentarse sin presiones comerciales. Lo bonito es eso, que fluya la música, las letras y las opiniones aunque encontradas, siempre aleccionadoras.
EliminarQue los discos no sean conocidos es un poco el objetivo del blog, que dejen de serlo. Cada reseña tiene su disco al completo en este caso y por suerte; no siempre es así. Pero confio en esa facultad de la exploración y la curiosidad que todos tenemos os invite a buscarlos, sino un privado y santas pascuas; para eso estamos.
Disfrutar de ellos, mucha salud y un abrazo fuerte. Por supesto increiblemete feliz y agradecido por vuestras visitas y comentarios.
Vaya curro la entrada de hoy eh? , je je .
ResponderEliminarBuen sonido el de el video .
Sarna con gusto no pica Orlando. Lo hago la mar de feliz, de echo son estas cosas las que me motivan, me enseñan y me hacen disfrutar. Si sacáis provecho a estas recomendaciones pues mil veces más feliz.
EliminarSaludos y gracias por vuestros comentarios!!
Solamente tú podías sacarle tanto brillo a los anexos a destiempo. Esa aventura paralela a Parquet Courts me ha sorprendido y agradado muchísimo. Volveré a oir más. Abrazo.
ResponderEliminarSoy el primer sorprendido Johnny de estos discos en barbecho del 2014. El de Parkay Quarts me lo puse mientras pelaba unas habas y unos guisantes para un guiso de Rodrigez y, además de descubrirme como un cocinitas esmerado en mi enclaustramiento me dio tal dosis de felicidad, que así salió el guiso; modestia a parte, para chuparse los dedos jejeje. Pero tienes que echarle una escucha al de James King & The Lonewolves porque suena de lujo, estoy seguro que te gustará.
EliminarAbrazos partios!!