jueves, 19 de octubre de 2017

LUNA_NUNCA ES TARDE... Sala Bikini (Barcelona)_11/09/20017



A vuelto a pasar a un mes aproximadamente del 20th Aniversario de mi primer avistamiento.
Un catorce de Noviembre de 1997 en esta misma sala; la bikini de su afamada acústica. De aquellos tiempos en los que las entradas eran eso: pequeñas obras de arte para conservar, coleccionar e incluso reverenciar como las medallas de los santos que nuestras madres guardaban celosamente. LUNA mientras tanto, orbitaba sin apenas llamar la atención, cuando eran Britpop y Grunge los que pulsaban las constantes de la “música moderna”.

Una historia contada infinidad de veces y recalcada hasta la saciedad. Cuando al mirar en panorámica a lontananza la sala. Uno, cae en la cuenta de que ya no hay rastro de aquellos veinteañeros que huían un poco de lo común. O por lo menos de esa parte de juventud, que uno supone interesada en subrayar el contorno de Lou Reed, Television o incluso de imaginar porqué Galaxie 500 dio paso a LUNA.
De todas maneras y aunque de la sensación, como es. Que para mi recuperar un poco mis enseñanzas de juventud me haga parecer más viejo todavía; que lo soy. Quiero caer a posta en eso que tan pocas bandas hoy en día son capaces de proporcionarme: Un buen chute, o viaje mental de mi vida. ¿me lo he ganado, no?


A LUNA los podría ver cada poco tiempo (dos, tres años), igual que a New Model Army en las distancias. Como un remedio termal a los ataques típicos de los melómanos; esa raza a la que supongo ya pertenezco, sin acritud. Sobretodo porque a estas alturas son pocas las bandas que nos/me llevan a esos territorios, donde sus influencias han dado paso ya a un estilo, forma de exponer o atmósfera propia.
Decir a estas alturas que su procedencia del sonido de Nueva York de los 70, o la herencia de la anterior banda de Wareham es la clave de su atractivo. Me parece insignificante, comparado con la evolución de su sonido desde sus dos y más esenciales discos. Su etapa más popular con PUP TENT o THE DAY OF OUR NIGHTS. E incluso esa serie de discos que se tiene por menor, del 2001 hasta nuestro días. Y que pasados ya casi la veintena de años, han conseguido renacer y legitimar: no sé si por la falta de pulso de la actual escena, o porque LUNA sí son capaces de hacerte creer esa evolución del sonido Neoyorkino, hacia un preciosismo Popero elegante como es el suyo.


En cualquier caso y llegados a este punto. Es verdad que cada repertorio que nos han tocado en estas últimas dos visitas; es tan diferente. Como educativo es que te lleven a mirar su sonido o temario desde distintos ángulos y perspectivas.
A mi me gustan todas, e incluso me encanta que me arrastren a esos lugares. Me gusta que me enseñen a amar su música sin condiciones. E incluso que me lleven a reflexionar como he llegado a este veintena de años: El camino, la manera de saborear los placeres de la vida y la curiosa manera de habernos visto crecer; y crecer nuestra forma de escuchar música.

Un repertorio más distinto puede, por la forma de ejecutarlo respecto a su anterior visita. Esta vez más rocoso, afilado y puede incluso que despojado de más exceso de preciosismo, que el puramente formal:
Desde el aporte de Sean Eden y su tendencia a estirar notas. Y con una Britta Phillips muchísimo más implicada que otras ocasiones; rotunda en el vibratorio de su bajo. El casi invisible Lee Wall tras los tambores, y Dean Wareham todavía más metido si cabe en su papel de distraído taciturno; con esa dosis de humor negro bien dosificado.
Sonaron hasta seis versiones la noche de autos; bastantes más que en otros bolos de esta gira: El “Fire in Cairo” de los Cure de rigor, la Dylaniana “Most of the Time”, “Let me Dream if I Want To”, “Car Wash Air” de Mercury Rev como propia, “One Fine Summer Morning” de Evile Sands. Y un glorioso premio extra de cierre con su clásica versión de Fred Neil, “Everybody's Talkin'”: esa maravillosa versión que nos teletransportó a aquel 1997, donde la escuchamos por primera vez. Y que recordó de forma alegórica con el texto de Most of the Time.
El homenaje resucitador de “Malibu Love Nest” a Lou Reed, sin renunciar la inmenso legado que dejo éste. Y que Dean Wareham & Co. ha guarnido con psicodelia Pop aterciopelada.

Imprescindibles como “Sideshow by the Seashore” con un pletórico Sean Eden; como siempre, e animador de la velada. “Friendly Advice” con esta vez, una Britta Phillips dispuesta a que olvidásemos del todo a Justin Harwood. O “Chinatown”, “Tracy I Love You”, “23 Minutes in Brussels”; siendo los momentos más infalibles de la noche.
Y aunque creo con sinceridad y amplitud de miras pese a que algunos se quejasen de la falta de un tentador “Greatest Hits”. Cuando todos sabemos que Luna no lo fueron, por más que el oportunismo de para quererlos convertir esa banda de cabecera; cuando en su día casi nadie los escuchaba.
Si hay algo que valorar de una banda que regresa al cabo de los diez años; y teniendo en cuenta que transitaron a la sombra de otras mucho más exitosas (Mercury Rev, Flaming Lips...). Es esa manera de no prescindir de su temario menos conocido, y precisamente el que más enteros ha ganado con el paso de los años: “Still At Home”, joyas como “Freakin' and Peakin'” que los hicieron ser una banda para la intimidad, o una de mis preferidas: la delicada y tremendamente melancólica “I Want Everything”; deliciosa.
Sólo ellos, capaces de marcarse un apéndice de instrumentales. Y demostrarnos en directo, que hacerlo alzando el telón con la levitante “GTX3”, es de militantes dispuestos a llevarte de la mano a otros sitios.


Y nosotros tan felices!! Nunca es tarde. 

martes, 10 de octubre de 2017

LAURENCE JONES Y LA TROPA DE TRAVELLIN' BROTHERS_XXVIIº FESTIVAL INTERNACIONAL DE BLUES DE CERDANYOLA



Hay ocasiones_no tantas como deseásemos_ donde ese rayo verde del que hablaban cruza tu vida desde el cielo.
Es un rayo verde imaginario, onírico y vitaminado. Y aunque de igual color que la bilis; por así decirlo. Actúa de antídoto de la misma. Dando por la boca la vida misma, que perdió un día el pez.
Ni necesita discurso, guión o precepto que seguir, porque el Rock amigos es de libre interpretación. Y sin embargo, y aun no llegando el mensaje de la misma forma a todos, el consenso es ecuánime.

El pasado sábado noche; en medio de la clausura de la 27 edición del festival de mi pueblo. Pasó por allí el mencionado rayo verde.
Nos ensartó calle arriba a la hora de las cenas Inglesas. Y poseídos como quien pierde el norte, sur y razón, nos dimos los cuatro a la corriente sin salvavidas, rama donde asirnos y en caída libre: Son las mejores; las que no pides factura ni desgrava en prejuicios temerosos. Y será por eso, que sobre las once de la noche el joven LAURENCE JONES, con tan solo 24 años. Enchufó a los valientes que vinieron también a purgar al Turonet los pecados con, BluesRock electrificado y un fin de fiesta poliédrico con los Vizcaínos TRAVELLIN' BROTHERS de remate festivo.
Porque por más que nos explicaran el innato talento de un veinteañero; que bien podría ser el yerno perfecto: Pulcro, sonriente non stop y agradecido sin más. Jamás llegaríamos a imaginar el torrente de Rock' Blues que nos salpicaría.
Igual porque es de ese tipo de músicos que por edad y referentes musicales, ejercen de mediadores entre el Blues y Rock más actual. Normalizando lo que por etiquetaje se nos atribuye a los vejestorios, o al contrario: se subestima por falta de raíz. Pues bien, este chaval diríamos que es capaz de aglutinarlo todo; o por lo menos saber gestionarlo con un incuestionable liderato. Algo parecido a lo que hace Chuck Prophet, pero con más electricidad y posiblemente más rockero. Pero con el mismo buen humor, complicidad y química para ser el amo y señor de los tiempos.
Nos presentó su nuevo trabajo THE TRUTH, con nueva y jovencísima banda; y por consiguiente sonido más fresco: Greg Smith al Bajo, Phil Wilson a la batería, el brillantísimo hammond y las voces de Bennet Holland, y la suficiencia de su enorme talento a las guitarras. Un quinto trabajo ya, que ahí es nada, de aquellos que sobre las limitadoras líneas de la edición nos podría parecer demasiado accesible y para todos los públicos. Pero que sobre el escenario y en directo tiene un resultado demoledor. Seguramente porque el lenguaje del Rock es universal cuando no hay demasiados intermediarios que interfieran, y es la pasión la que hace de interlocutor.
Eso claro. Y que es una bestia parda con la guitarra en las manos. Algo que igual no se intuye demasiado en sus discos o por lo menos en el último, pues lo suyo no es lucimiento. Pero que en vivo conecta de manera invisible escenario con la gente, como si la energía fluyese bajo las tablas del escenario hasta tus pies.

Después está el repertorio de THE TRUTH que es una puta maravilla de energía bien gestionada. Y su parte más balsámica con “Take Me”, “The Truth” o “Can't Go Without You”. Ramalazos del mejor y primer Robert Palmer, o unos INXS más aplicados en la raíz. Y aunque de alguna manera alejado de sus inicios más puristas y herederos de Buddy Guy, Clapton o Walter Trout. No renuncia a la esencia pese a ponerla a disposición de una banda muy joven, y por lo tanto mucho más contemporánea, vigorosa y directa que la de sus primeros discos; natural.
Cotizó al alza conforme avanzaba el set, donde en los primeros compases no disimulaba la predisposición a recordar a Artic Monkeys de refilón. Pues el rocío que cada nota de sus últimas canciones avanza hacia un público más variado. Sin dejar pasar por supuesto el origen de su maestría guitarrística cuando sonó el “All Along the Watchcover” de un Hendrix reactualizado.

Por el camino nos dejó un reguero de grandes canciones sobradas de potencia. Una guitarra que no limita en absoluto la grandeza de los temas, sin abusar de su maestría. Pues siempre la pone en disposición de la canción; algo que se agradece cuando se cree que el virtuosismo siempre ha de acabar siendo autocomplaciente.
Conciertazo del muchacho sin apelación posible. Pura energía, Rock en alza, Blues con perspectivas de futuro y sin miedo a regarlo por aquello de las críticas de los puristas. Vamos, libertad.


Para cerrar la fiesta por todo lo alto, que mejor que los Vascos TRAVELLIN' BROTHERS. Un soplo de optimismo, concordia y locura, insuflada por su líder Jon Coreaga, quien al baile del pollo fue subiendo la temperatura conforme avanzaba la noche.
La afluencia del público a esas horas de la noche y tras más de cinco horas de concierto, teniendo en cuenta la fresca que ya arreciaba. Es un claro signo más que evidente de las ganas que hay de volver a reconstruir uno de los festivales de Blues con más pedigrí del estado. Y si alguien se pensaba que la potencia de Laurence Jones iba a mermar la intensidad de la big band del Nervion, bien equivocados andaban.

Un arsenal de canciones bien tamizadas con blues del bueno, soul, funk, folk, Gospel y Rock&roll iban a ser la metralla para irnos a la cama con buenas cicatrices. De las que no se olvidan, de las que te dejan esa sonrisa de oreja a oreja y te hacen soñar con Ton Sawyer; olvidando las mierdas de la vida.
Make me Down” para abrir boca en todo familiar, y a continuación: “Frechmen Street”, “If you talk in Your Sleep” de Little Milton, “What I'd Said” de Ray Charles al ritmo del baile del pollo omnipresente en toda la velada, o un solemne “Always There” de J. Cash. Vinieron después “The Best in yet to Come”, “Lost & Found”, “Love, Joy and Happiness”... Todo un repertorio, que como aquellas lecciones de primaria del profe Rodrigo. Que nos hicieron amar las naturales y la historia, como la de la música de extremo a extremo. Con mucha, variada y toda aleccionadora en esto de perder el miedo a géneros malditos; había ganas por supuesto.


Pero fue el hacerse querer que de tanto en tanto se da en Cerdanyola. Cuando el festival de Blues es el protagonista, y consigo van todos aquellos géneros de buena madre que ni en sueños pensamos nos haría volar por cercanía. Tanta, que con la banda y a pelo pusieron el broche en medio del público con el “Down by the Riverside” a grito pelao. FELICES!!

lunes, 2 de octubre de 2017

TRES PLAYLIST MEJOR QUE UNA




Tengo a un lanzador de hachas subido a la azotea. Le he pagado su precio en oro; con canciones. Y cada mañana las lanza al horizonte, donde asoma Collserola, partiendo nublos y espesas mañanas grises en busca del sol candescente.
He montado un altar junto a él lleno de hojas de sabia, tomillo en flor y restos del abordaje Itálico. Donde cada día en una ceremonia de bendición, rezo y brindo con una sápida copa de Rosso de Montalcino de Uccelliera.


Daniel Wylie; quien fuera fundador de los oclusos Cosmic Rough Riders, y Alasdair MacLean. Pespuntean con guitarras la ceremonia del amanecer: un día más, otras campanadas, y el jolgorio de los escolares llueva o nieve.
Esos mismos que tiñen de añiles tonos y otoñales mañanas los gritos del borracho moribundo nocturno. Quien usa ese nimio porcentaje de energía. No en caminar medianamente recto. Sino en despotricar por decreto, todo aquello que la normalidad natural de la vida nos ofrece.
Tan puta como quien le paga favores a costa de mantenernos vivos. Lo mismo da que en pleno orgasmo sexual, Hallelujah!! Que en un desenlace de barbarie testosterónica . Al final, todo da un poco igual. Es más o menos lo mismo que quien se deja llevar por la inercia del desnivel hacia el precipicio. Un poco como dejar muertos los brazos y cuesta a bajo cabizbajos, esperar que todo se solucione por gravedad.


Nosotros en cambio; si sois de los míos: De los que aun creéis que el pensamiento taciturno copa en mano y salmo en llanto; eso que la naturaleza nos regaló para buen uso. Y ese mismo carácter natural y salvaje, que en equilibrio nos hace inigualables para por lo menos aprender de nuestras fabulosas diferencias.
Nos hemos puesto en mano de las canciones y esos frascos contenedores que son los discos. Porque sí amigos, las canciones son como esa cana que destaca sobre el negro tizón del acetato: llámese disco, archivo o cedese.
Aquí presentes no solo un desfile marcial de tonadillas, serenatas y alegramañanas para bailar, gritar y sudar; también para pensar. Ni que sea en la penuria que ya de por si supone, cantar al mal tiempo o pretender hacer de la farándula un honroso sustento. Todo un mérito con los tiempos que corren o eyaculan. Sí sí sí....


Por ejemplo: Y sin ir más lejos que al cambio de milenio; año 2000 en curso. La banda Escocesa Cosmic Rough Riders publicaba su obra definitiva: Enjoy the Melodic Sunshine y fichaba por el sello de Alan McGee; Creation.

DANIEL WYLIE'S COSMIC ROUGH RIDERS_SCENERY FOR DREAMERS


Dos años más tarde su fundador abandonaba la banda, fruto de la codicia y protagonismo a raíz de su espontáneo éxito. Y la ambición del resto de músicos que le acompañaba; por eso es evidente el cambio visible de estilo y sonoridad de Cosmic Rough Rides pre_2003, y posterior hasta ese año.
Y si a la ya poca popularidad de la banda se le unen los malos rollos, tenemos a una banda esencial en calidad y significativa del Scotish Sound de los 90 al traste.

Por suerte y aun a costa del anonimato, Daniel Wylie siguió componiendo y grabando: The High Cost of Happiness/2007, Chrome Cassettes/2015. Y su más flamante regreso SCENERY FOR DREAMERS, arropado por un grupo de músicos a la altura y dispuesto a por lo menos, dejar constancia de la grandeza de su talento. Ese testimonio que por suerte nos vuelve como un boomerang, para recordarnos quienes somos y de donde venimos.
Neil Sturgeon (Goldenhour), Johnny Smillie (Thrum) y Jim McCulloch (BMX Bandits, Soup Dragons), junto al menudo Daniel Wylie se han sacado de la manga; ahora que ya nadie se acordaba de él. Un puñado de canciones dignas de los momentos más álgidos de aquel fantabulósico Enjoy the Melodic Sunshine, con un pequeño y significativo matiz: Si aquel maravilloso disco apelaba al amor incondicional por la psicodelia y algo de hippismo. Este Scenery for Dreamers saca de cada nota, un arco iris powerpopero tan luminiscente, que con cada escucha podría prorrogar el final del verano hasta las campanadas.

Si creíste algún día que llorarías por los arpegios vocales de los añorados primeros Rough Riders. Verás que las guitarras que guarnen este esperadísimo disco, encajan con la voz de Daniel como una abeja a su flor.
Canciones que emulan a “Revolution (in the Summertime?)”, como “Jingle Jangle Morning”. Y otras que se van de la mano con los Teenage Fanclub, Big Star o el Neil Youg más vigoroso. En una polisintonía de Pop de alma rockera que exfolia cualquier signo de caducidad de géneros madre. “I Hear you Call my Name”, “Rope (Everybody Lies)” y “Lucky Find” lo certifican.
A Dream About you”, “Full Moon on the River” o la preciosa “(Won't you) Just Smile”, ponen el contrapunto a posiblemente, uno de los mejores discos de Pop a la Americana en bastantes años. Y que por derecho nos gana a otro músico más; de los esenciales para comprender donde nos hallamos.


THE CLIENTELE_MUSIC FOR THE AGE OF MIRACLES

De Alastair podríamos decir algo parecido. Sobretodo ahora que tanto ha aflorado ese mismo Pop quebradizo de aires bossa con bandas como: Real State, Beach Fossils, Horsebeach e incluso Destroyer. No es que en estilo se parezcan estrictamente, pero sí en sensaciones o emanaciones melódicas.
La vuelta del lánguido Pop, es ese equilibrio necesario que todo hijo de madre necesita; si no es que queremos convertirnos en el típico y conformista amante de sonidos neutros. Y es justo en ese momento cuando THE CLIENTELE entran en escena: Paliativo de felicidades sin timón y tristezas lacrimógenas, sin por lo menos el mínimo objetivo terapéutico. Que sí, que en la variedad esta el placer regenerativo.
Sobretodo cuando al prestarle una escucha, llegas a la conclusión de que hoy por hoy. No hay banda que logre el clímax tan auténticamente emotivo como Alastair con su voz y su guitarra.
La inclusión de una sección de cuerdas casi orquestada. Que eleva el vuelo de las doce canciones que componen este regreso, tras 7 años sin publicar un largo; (sin contar su proyecto de Amor de Días de hace cuatro años). Lo hace ya no solo más interesante, puesto que el valor de las composiciones recuperan la inspiración de God Save The Clientele/2007. Sino que nos devuelve a una banda que legitima ese tipo de pop con referencias sesenteras, domésticas y confortables. No por actitud, sino por inspiración a la hora de componer y construir un disco que se escucha desde el placer y la melancolía más imperecedera.


LAND OF TALK_LIFE AFTER YOUTH

Otro disco que nos recupera sonidos que por aquí ya deambularon hace cuatro años de forma tardía; cuando debutó con su Applause Cheer Boo Hiss del 2006, es la Canadiense Elizabeth Powell.
Desde entonces ha publicado un álbum más, donde contaba con la colaboración de Patrick Watson, Wintersleep, Stars, Arcade Fire o Besnard Lakes en base a varios de sus miembros. Y este nos ha reclamado la atención por ser uno de los pocos signos de vida que ha dado Sharon Van Etten en un dúo vocal con ella en “This Time”; el segundo corte del disco entre otras.

Un disco de pura intensidad, que la reafirma como una de las voces más interesantes, veraces y sinceras de nuevo cuño. Y no es de rigor pensar que son sus múltiples colaboraciones o la de Sharon en este caso, las que deberían acrecentar nuestro interés.
LAND OF TALK tiene como gran virtud, esa facilidad para hacernos despreciar esa mala fama que siempre ha arrastrado el IndieRock Americano en manos de féminas. Cuando muchos creen que si no se va a los extremos, todo queda en una repetición de esquemas que se acaba agotando. Porque Life After Youth nos da de nuevo una nueva lectura sobre la hoja de ruta de Elizabeth.

Alejado del rudimentario tobogán lleno de aristas que suponía su anterior disco, mucho más abrupto y en consonancia con la faceta más rockera de Heather Nova; por ejemplo. Life After Youth nos arroja una luminosidad de esas que realza Indie Rock hacia lindes poperas; o si se quiere sugerentes.
Hermoso conforme las escuchas se repiten, “This Time” explota como un hit enfermizo. “Yes you Were” lo recalca, y “Spiritual Intimidation” se erige con la altivez de las canciones que presienten eternas. Después viene cuando flirtea con otro tipo de atmósferas donde su preciosa voz cobra el protagonismo que se merece. Y consigue que música y voz se equilibren en consenso ecuánime: “Heartcore”, la sigilosa “Inner Love” o “Macabre”.
LIFE OF YOUTH es un álbum completo, de esos que sin estridencias ni hervores desbordantes consigue el punto exacto de sabor, aroma, texturas y deliciosidad que se necesita. Saciante!!
Y para acabar. Antes de dar por concluso este pica pica de canciones y verborrea. Con el único objetivo de curarnos arañazos e ilustrar el escaparate de buenas propuestas, preparados para el desenlace final de este 2017. No me quería despedir sin hablar de este señor, entre la infinidad de cebos que contiene esta tumultuosa Playlist trimestral.
Hay tiempo suficiente para atemorizarse con la juvenil remezcla de ORIELLES. Dejarse llevar por esa misma jovialidad pero en clave de guitarras de CENDE; el otro proyecto del batería de LVL UP. Y hasta volverse un poco superficial y pretender rellenar nuestro MP4 con el simple ánimo de acompañar nuestros viajes al trabajo. No Judgenemt Please...

JOHN MURRY_A SHORT HISTORY OF DECAY


Pero caray, no me iba a marchar sin más. Teniendo a buenas en estas ya pasadas y añoradas vacaciones, uno de mis más lucrativos bálsamos. Que no solo de paisajes en silencio y cánticos de grillos barítonos vive el hombre.
Luego están los salmos. Esas canciones con sus autores, que nos bajan a los infiernos de nuestra introspección. John Murry, este hombre hecho y derecho con semblante de pocos amigos pero más bueno que el pan de trigo. Tiene esa barita mágica para llevarnos allí donde nuestros sueños se perdieron, entre desvanes, habitaciones a cal y canto, y algún que otro desamor.
Y también como quien partió de viaje sin billete de vuelta, que regresa cinco años más tarde con un disco para amar.

El de Tupelo (Missisipi), esta vez establecido desde hace años en Kilkenny (Irlanda). Y con la ayuda de un ExCowboy Junkyes (Michael Timmins) más la de Josh Finlayson (Skydiggers) y la inconmensurable Cait O'Riordian (The Pogues) al bajo y las voces. Nos trae un disco entre lo lúgubre, lo intimista y porque no, ese halo flotante místico que tan bien se le da a Mark Lanegan; pero en clave de Folk.
Diez temas con algún destello altisonante como gancho: “Under a Draker Moon” o “Defacing Sunday Bulletines”. Pero que en general, brilla más por los pasajes introspectivos.
Pese a ser un disco de esos que detiene el tiempo, y lo difícil que eso puede ser ahora. Contiene esa magia entre Bill Callahan y Mark Lanegan, para dotar a todas sus composiciones de una amargura sostenida que invade y traspone a la vez. Canciones como siempre me empeño en resaltar: que modulan los estados de ánimo entre la tensión y la calma, siempre necesaria. Un ejercicio de ambivalencias y contrastes sin el cual yo no podría subsistir.
Wrong Man” y su descenso hasta lo más primario del Blues. O la terapia de romanticismo infinito que trae consigo “When God Walks In”, si tenemos en cuenta el crudo relato de hechos pasados que arrastra cada una de las canciones: Un autismo no diagnosticado, el abandono, la adopción y la muerte. Y un desenlace entre las drogas y la cárcel, que fue lo que dio lugar a este autobiográfico trabajo, cinco años más tarde.
Quizás así se entiende mejor la mecánica de este disco y el heroísmo de sus textos.

La magnífica “One Day (You'll Die)” puede ser la mejor ilustración del carácter oblicuo de las canciones de este disco. Que absorben de verás cuando es el zoom, quien enfoca el grano grueso de su impresionismo primitivo. La áspera “Countess Lola's Blues” y el concluyente cierre y apertura de esta cinemátográfica colección de canciones con: “What Jail is Like” o “Silver or Lead”. Que capturan con una rotundez absoluta, el carácter crudo, verdadero y explícitamente esencial que domina el disco de principio a fin.
Imposible inundarse de esa sensación sin atreverse a navegar por él sin brújula ni salvavidas.

Y si ves que discos como éste: de penitencia absoluta. O los otros de melancolía autoinflingida no son suficientes, o se exceden en calma, cuando es la agitación la que grita desde dentro.
No hay mejor remedio que ponerse los patines de


CENDE_# HIT SINGLE

Y tirarse cuesta abajo con los ojos vendados, como quien quiere llenar los pulmones de aire hasta caer en desmayo.
Porque sí amigos. De discos energizantes hay muchos para desconectar el sistema, de la inmundicia que desfila ante nosotros. Pero además, los hay que rentabilizan y cotizan al alza la ferviente y olvidada eléctrica. Y tiran de la funcionalidad más nativa en su talento para soliviantarnos el alma.
Es escuchar “Bed”, “What I Want” o “Good Crime”, y caer en la cuenta de que a veces solo basta con dar con el punto de cocción exacto. Ese punto entre lo crocante y sabroso que le da equilibrio a la melodía fácil con chicha. Canciones de apariencia simple que dan en el clavo como lo hicieran Pixies, los primeros New Pornographers u otras tantas minúsculas bandas, por alejadas que parezcan en su discurso.
Música hecha con la tripa y el terciopelo de nuestros brazos: A veces erizado, y otras hipesensible buscando la caricia.
CENDE ha hecho de un puñado de temas; pues solo tienen dos discos cortos o Ep's en curso. Un temario que regula la intensidad con furia y sensibilidad a partes iguales. Pero que es imposible desecharlos como uno de los mejores aciertos del presente año, junto a Rozwell Kid. Vitaminas para la mente que levanta la impotencia reinante en el mundo de la comodidad. Y que además, como gran mérito: Saben como nadie unir lo extremadamente Pop, con la gasolina guitarrera que algunos necesitamos como el pan nuestro de cada día.


BESOS, AMORES, Y ABRAZOS COARRUGADOS!!

00-THE ORINELLES_Sugar tastes like salt (radioactive man rmx)
01_NITE JEWEL_the answer
02-CHAD VANGAALEN_MIND HIJACKERS CURSE
03-WAXAHATCHEE_silver
04-ROZWELL KID_wendys trash can
05-CENDE_what i want
06-LO TOM_overboard
07-SHEER MAG_expect the bayonet
08-TERBUTALINA_ninguén che quere
09-DANIEL WYLIE'S COSMIC ROUGH RIDERS_jingle jangle morning
10-MISE EN SCENE_light in the night
11-MORRISSEY_spent the day in bend
12-SPLASHH_see through
13-ALVVAYS_plimsoll punks
14-EPHRATA_tunguska
15-ELF POWER_sniper in the balcony
16-DEAD PARTIES_93
17-MALE GAZE_if u were my girl
18-JOHN MURRY_defacing sunday bulletines
19-LAND OF TALK_loving
20-THE BLACK WATCH_orange kicks
21-PAPERNUT CAMBRIDGE_the alex chilton song (fet citizen helene)
22-THE CLIENTELE_falling asleep
23-NIGHTLANDS_depending on you
24-ANATHEMA_endless ways
25-CIGARETTES AFTER SEX_K...
26-BROKEN SOCIAL SCENE_hug of hunter
27-STARWHEEL_through my window
28-THE MOUNTAIN GOATS_we do it different on the west coast
29-THE GREASE ARRESTOR_hangover

lunes, 18 de septiembre de 2017

THE BLACK WATCH_THE GOSPEL ACCORDING TO JOHN/2017: EL EVANGELIO MÁS ESPERADO



En los primeros coletazos de este convulso 2017. Donde ya fueran unos veteranos como The Bats los que sentaran cátedra. Abanderando el regreso de algunas de las bandas más recónditas de éste, nuestro universo sonoro con fecha de caducidad.
Es más que evidente que a falta de revulsivos de buena y nueva savia amargante. No es que las tortas sean suficientes. Pero seguramente serán las que (por suerte), salven un año falto de discos donde mojar pan, rebañar y chuparse los dedos.

Debería quizás, haber arrancado el final del estío con un escrito rememorando mis andaduras por las tierras Itálicas. De intensa licenciatura en Grappas, posos de café y cremosas texturas de helados.
Porque doy fe, que en quince días, me he propuesto y aplicado en no dejar una comida sin su correspondiente espresso, espirituoso y helado final; como postre. Cuneo, Orbieto, Tarquinia, Roma, Montalcino, Montefiascone, Bologna, Mantova y Ravenna, han sido las cómplices.


Pero sin más rodeos que dar, que los 3600 Km aprox. recorridos. Es ahora y antes de incorporarme a mi sustento laboral, cuando no quiero dejar pasar un instante más para escribir sobre uno de esos regresos cosecha de los 90 con nueva y reluciente añada, que más me ha emocionado en lo que llevamos de 2017.
Los veteranos Californianos The Blackwatch tienen nuevo disco; de los veinte que ya llevan a sus espaldas desde el 88. Pese a esa longeva trayectoria, la banda de John Andrew Fredrick; tras la huida de su vocalista Steven Schayer a The Chills en el 2008. Sigue siendo uno de los tesoros más injustamente escondidos de la escena Poprock americana.
Es más que probable que algún malpensado crea que su discografía no merece mucho más que eso: La de la curiosidad por ser uno de esos productos neutros, que no han sido lo bastante alternativos para llamar la atención del moderneo, ni lo suficientemente solemnes y de culto como para por lo menos ser parte de las citas recurrentes e influyentes. De esos hay muchos: Habitantes del limbo musical poco promocionable: The Church, Lloyd Cole, Dream Syndicate, Go Betweens, Diesel Park West, The Clean o The Soft Boys.


Para beber de estas anomalías ya estamos los bichos raros. Un poco hartos de los gestos predecibles y del recurso fácil.
Pese a la rareza de su abandono, y aunque admito que no había vuelto a escribir una línea desde aquel LED ZEPPELIN FIVE del 2011, que me los descubrió. Y no porque su posteriores tres discos hayan desmerecido en absoluto. THE GOSPEL ACCORDING TO JOHN me parece de una concreción tan absoluta y determinante, que puede que en él esté la esencia de casi 30 años de su carrera.

Concentrado y condensado de ese espíritu psicodélico discreto, y con todavía el alma inicial Powerpopera que le viene de casta Californiana. Este trabajo lleva con sigo una rabia dulce que hasta podría encamar a The Church con los Chameleons más accesibles.
Porque no me dirán que “Whence”; con quien despega este disco. No atesora la misma bendita hermosura que aquel virginal OF SKINS AND HEART del cuarteto de las antípodas.
Esos medios tiempos abrasivos que no llegan a manosear la distorsión, sino que la acarician. Que no plegan su guiño a la psicodelia en detrimento de la melodía cristalina; incluso que equilibran con precisión quirúrgica esa sensación de dulce amargura. Y que elevan “Way Strange World” al súmmum frágil de unos Bunnymen directos, y fieles a LA CANCIÓN.
En “The All-right side of Just OK” reluce la afilada producción de Rob Campanella (Brian Jonestown Massacre); quien los ha dotado en esta ocasión de un sonido más contemporáneo y oscuro. Pero es en “A Story” donde podemos ver a unos Black Watch más reconocibles. Claramente alejados de sus anteriores trabajos de sonido más marcadamente Powerpopero, pero igualmente fieles a su idea de tejer armonías. Si bien es cierto que este trabajo las guitarras destacan por sus rasgos cortantes y abruptos.

Jealosy” y “Oscillating Redux” retoman con clarividencia los dejes característicos que tanto me recuerdan a Kilbey y sus muchachos. Aunque seguramente la incorporación del nuevo guitarrista Andy Craighton sean la razón más clara para que la banda de los Angeles, suene esta vez tan contundente y demoledora.
Orange Kicks” ataca desde abajo, siendo uno de los cortes de altos vuelos igual que su cierre con la mastodóntica “Satellite”. Y sin dudarlo un instante, las pruebas más claras de que estamos ante uno de los álbumes del año. Discos como este, que no se andan con rodeos sino que exploran con intensidad inaudita las múltiples vertientes de la Psicodelia, del Rock americano. Y el sinfín de posibilidades dan los géneros, siempre y cuando sean las canciones las jefas del asunto.

No es cuestión ya de calidad, sino de sustancia. Y porque no, la excusa perfecta para adentrarse en la amplia, rica, imperecedera y maravillosamente prolífica discografía de esta estupenda banda.

sábado, 16 de septiembre de 2017

NITE JEWEL: CONFITURAS ANGELICALES_ Sidecar_12/09/2017



Dirán que la mayoría de criaturas, cuando se avecina lo inevitable: El primer día de curso y ese insoportable olor a goma de borrar doblando la esquina, o el hedor a madera de los lapiceros baratos; que se te metía hasta el santo cerebro (esto igual ha cambiado la informatización de las aulas, pero da igual).
Como decía: Igual la mayoría no duerme esa noche, o se les sube el estómago anudándoles la garganta. Probablemente muchos sean incapaces de controlar su esfínter, y hasta se descompogan.

Pero luego están los otros (que también son bastantes). Los que se despiertan una hora antes; pero de pasión e impaciencia. Los que no esperan a que el curso arranque, sino que dan por sentado el inicio pistola en mano. De esos -aunque yo fuese de los cagaos que no comía dos días antes del cole- Ahora que ya se lo que me gusta y tengo esa condición por el poder que me otorga la madurez y el no dar explicaciones a nadie. Me he dado el gusto de iniciar un excitante Otoño de conciertos. Con uno de esos, que más que certificar mis gustos y claras preferencias, escarba en mi innata curiosidad por no poner límites a los puñeteros y esclavistas “hábitos”.
Ya saben. Eso que cultivamos toda la puta vida pensando que nos proporciona esa falsa sensación de seguridad, pero que al final se convierten en rutina, y cárcel en vida.

El primer disco que cayó en mis manos de esta menuda Angelina de origen Mejicano: ONE SECOND OF LOVE, del 2012. Fue revelador, más que por el sonido global del álbum, por una canción en concreto: “No I Don't”.
Una señal clara e inequívoca, de que tras su primera apariencia aterciopelada, sensual y hasta cierto punto mainstrean. Se escondía un basto territorio donde sumergirte, y no salir indemne.

En los cuatro años siguientes que se dio, hasta la publicación de su tercer disco. Hubo tiempo para pensar que en el camino se han quedado esas aristas de electro negro, que salpicaban aquel disco. Que irremediablemente se ha vuelto blanda, cómoda y algo autoindulgente.
Pero tras verla sobre el escenario a pelo. En un concierto de tan Petit comité. Que solo éramos una cincuentena en la ciudad de Barcelona, con el misma curiosidad y valor para zambullirnos en su idealista discurso. Solo me queda una respuesta por conclusión: Nos falta arresto, y andamos sobrados de exceso de autoprotección. Posiblemente por eso que decía antes: La seguridad y confort que te dan tus gustos, o te convierten a la larga en un burgués de las santas tradiciones, o en un ser superficial que va donde dijo Vicente.

Es una opinión, faltaría más. Pero siento que nos queda esa sorpresa inesperada de mirarnos al espejo, y sentir la estupefacción de perder las formas.
Ramona Gonzalez en toda su pequeñez y aires de diva de periferia. Dio este pasado Martes en un escueto set, más pruebas de versatibilidad y creatividad funcional. Que cualquier experimento verbenero o pecado de presuntuosidad; ya sea del material estándar que se cocina en la actualidad, o del más sacrosanto de los músicos que nos empeñamos en mitificar. Hecho fácil, al momento, instantáneo. Sin ni tan siquiera obcecarse con presentarnos su último e interesante disco, en una batalla teutónica y perdida de antemano.
Más que nada, porque ella sabe mejor que nadie, que su material da para infinidad de puestas en escena. No en vano, su poso callejero y heredado del Hip Hop, retroalimenta y mucho su actitud sobre el escenario. Solo que para su bien, sus canciones beben de muchísimas cosas más: Un Funk vestido de Soul exquisito que campó sobretodo a sus anchas. Pero también de la esencia electropopera de los 80 esa que descubre que su música, no solo evidencia ese R&B que siempre se cita, sino de una base electrónica orgánica capaz de adaptarse a su voz igual que lo hicieran Massive Attack en los mejores momentos del Blue Lines.
Y algo que la hace única y creo que es lo más importante: Su virtud y talento especial para normalizar estilos musicales que normalmente la escena musical acaba estandarizando, incluso convirtiendo en una parodia sin alma.


Una hora y poco más que recorrió su principales temas yendo al grano; los caprichos del PS como promotor así son, para bien o para mal. Acompañada de su fiel escudero Damon Riddick: Un virtuoso de los sintes multiplicado por si mismo. Y con ella combinando micro, un pequeño teclado y sus dotes para ejercer de dulce portavoz.
Con un entusiasmo propio de quien se siente cómoda en los espacios reducidos, pese a que su música por expansión bien podría convertirla en otra de tantas. Dicharachera, bromista y emocionada por su primera visita a Barcelona. Nos dio una lección de profesionalidad y pasión para tomar nota; teniendo en cuenta el escaso público que vino a verla (cincuenta sin exagerar, más dos turistas que por allí pasaban). Como lo cuento.
Por suerte, los pocos que habíamos: O éramos ávidos y aventureros, o incondicionales; 50, insisto. Tampoco creáis que para que la cosa funcione se necesitan muchos más. Con salas repletas he visto más vida en el museo de cera de la Rambla.
Sonó “In the Nite”, el corte que abre con sensualidad su último trabajo e inmediatamente “The Answer”: Una de las joyas más orgánicas y flotantes, que a todos nos puso en unísono balanceo. Dándose la mano con “Wo Ho” y entrando directamente por faena en una juguetona pieza de esas que campan por sus varios Ep's “Want you Back”: Un cambio de registro en pleno éxtasis Funk que nos llevó de viaje a esos años locos del Studio 54 y las diabluras de David Mancuso, con una cover de Nite Funk en su estrecha colaboración con Dân Funk a ritmo de “Let Me be Me”.
Volvimos a levantar el vuelo con la íntima “Part of Me”, basada en una de los primeros escritos de una Ramona adolescente. Pero sin descanso ya y con la química hecha, era cuestión de tiempo la vuelta a bailar. “I Don't Know” saltarina y la maravillosa y escondida “Nowhere to Go”; un tema perdido en los bits del Gran Theft Auto V. Luego “2 Good 2 be True” que abría aquel primer gran disco que nos la dio a conocer. Y a vueltas con el sonido Mantronix de “I Confess” de Omar-S y otra versión más, esta vez de Janet Jackson en una emotiva “Let's Wait a While”.
Para acabar recuperó el pulso con “What Did He Say” sin renunciar a sus inicios de aquel desconocido debut del año 2009. Y nos acabó poniendo en órbita con una espectacular versión de su “Running out of Time”. Más propia de Future Islands o de un clásico del Synthpop de los 80, que de su particular forma de interpretar el R&B, el Funk fibroso y depurado con todas sus negras y electrónicas referencias.

En realidad, bien pensado, son más las analogías que la distancia que separa a todos estos géneros. Porque hay más hilos conductores que los unen, que los que los separan. Al final solo es cuestión de no huir despavorido cuando es la sensibilidad por encima de los medios, la que hace grande la música, la creatividad y la libertad para avanzar y retroceder sin importar el tiempo.