viernes, 2 de febrero de 2024

VINO Y MÚSICA: RENCONTRES de ELOI CEDÓ & Co.: DARSE A LA FUGA. ESTA NOCHE SALGO MAMÁ

 


Atrapado en una grieta, me he luxado me he  contracturado, y un poco se me han dormido los brazos también. Y creo que los kilos que he ganado estos últimos cuatro meses no me van a facilitar la huida; ¡qué suerte de haber ganado algo!

Me he dado cuenta que este madrugón inaugural después de cinco meses y medio, me recuerda un poco a aquel día que mi madre me arrastraba Sant Mori arriba a una academia de repaso. Entre lloros y berreos, siendo como era, un estudiante pésimo; una realidad aun palpable a día de hoy.
Entonces, ¿todavía no entiendo porque con cincuenta y tres ya, quiero hacerme chiquito?

 

Quizás para así estar más cómodamente en las grietas. Para poder escabullirme entre la franela, vivir tras los premarcos de las puertas de madera y como un ácaro, dejándome llevar por las corrientes aéreas sin ser visto. Solo mirando y observando.

Con el tiempo, me he dado cuenta que ese bug de nacimiento que me impedía memorizar poco más que el abecedario. Me ha obligado a funcionar a golpe de instinto y a utilizar una red, universo, metodología… Donde todo lo inaparente, se interconecta entre sí. Por lo tanto, al final, el inconveniente de ser incapaz de amueblar mi conocimiento con la información que hace la vida y nuestras capacidades, un prospecto o manual de instrucciones. Ha sido como una especie de fortuna para explorar y disfrutar con los tan subestimados sentidos y el impulso, sí, el impulso como agilidad para sortear inconvenientes y usarlos en tu beneficio.


 

 

Así que esto, antes que parecer una confesión ombligista. Es una invitación para seguirme al rebufo en esta desventura reconstituyente de coser vinos libertinos, hacedores nómadas, y canciones de consonancia espontánea.

La mayoría se producen por casualidad, pero con una intención digna de la polinización; por el querer, ser y estar.
Y ocurrió un día bueno, de esos de sol húmedo, en plena fuga de búsqueda y de cuando el roce con el hinojo marino estalla en fragancias mediterráneas. Y Marc Lecha, Marta Puparelli y Eloi Cedó se cruzan en 2021 para sacar a bailar el Callet Mallorquín 60% y la escasa Garnacha peluda de sas illes 40%. Mientras el Heart and Soul nos dice:
La existencia, bueno, ¿Qué importa?
Yo existo en los mejores términos que puedo
El pasado es ahora parte de mi futuro
El presente es inalcanzable
Corazón y alma, uno arderá
Corazón y alma, uno arderá.


 

Guardar recuerdos soles, brillantes, vitaminados, de cargar pilas y empinar el alma; para cuando no haya y los cielos plomizos nos hagan famélico el espíritu. Como un lema, en definitiva. Y poniéndole música igual que Bill Ryder-Jones ha hecho con “This Can`t Go On”:
Dios, todo está claro cuando necesito a mi papá, papá, papá
Me siento como un niño chico
Tengo que recomponerme porque esto no puede continuar.

 


 

Es entonces cuando los diferentes proyectos en los que Eloi Cedó se ha implicado tras dejar de elaborar mi faro Cható Paquita en el 2019, tras la partida de su madre “La Paqui”. Cobran un sentido todavía más primordial si cabe, con la amistad y la conexión como columna vertebral de sus vinos.
Y te topas con REC para deslizarte como un chaval en un tobogán de un parque acuático. Mientras observas hipnotizado, los rosetones en forma de alcachofas del Prat confitadas en aceite del Maitea. Para asimilar un poco más si acaso, esa cosa del momento preciso sin más intención. Que hace que busques aquello que proporciona cariño.

 

Cuando estas cosas suceden, normalmente no hay libro alguno donde se explique el significado de semejante fenómeno; o por lo menos yo lo desconozco.
Pero lo que si es cierto, es que cuando sucede lo notas.
Por eso los vinos de Eloi Cedó proporcionan el efecto ese donde saboreas el estar a gusto con la compañía, la magia del sitio y el momento, el relucir de dar placer sin más… Sus vinos dan placer, solo puedo afirmar con certeza eso.


 

Igual metería el pie en el charco si dijese que RENCONTRES me ha seducido tanto como mi primer Cható Paquita del 2017. Pero tampoco voy a mentir si afirmo que esa parte ligeramente cítrica de naranja sanguina al final, junto a un fondo que a mi recuerda a una parte cárnica donde bien podría asociarse al mioglobina. Pero que evidentemente jajajaja igual sería más generoso referirse a la ciruela madura o ligeramente compotada, con un recuerdo al ahumado; y ya puestos, imaginaros el vino como un torrente sanguíneo muscular de la viña y los elaboradores.
Que a mí ya me vale y me quedo tan a gusto.

 

Y ahora ya sí, en pleno estado de placer mientras los que mandan intentan derrumbar nuestro precioso mundo. Congelar el tiempo del disfrute con otra de esas canciones que a mis 12 años. Me hicieron retozar sobre los armónicos acompasados y cacofónicos de Bob Marley en el Crisis del Kaya:
Dicen que el amor es una corriente que encontrará su curso
Quiero decir, algunas personas piensan que la vida es un sueño
No importa cuál sea la crisis
¡Hazlo!

 


 

Solo remarcar para finalizar.
Que este escaso y fabuloso tinto mallorquín (590 botellas), que me acompaña en mi huida y que nos ha servido para alumbrar canciones. Ilustra como nadie la inconfundible personalidad de Eloi.
Lo hace uniendo fuerzas de celebración; en buena compañía, siempre.
Lo hace además, como siempre, sin apenas el intento de reiteración si no de avance e inmediatez.
Lo hace también sin condicionante ni ultimátum, sino más bien como estadios donde jugar y crear: Con cualquier comida, a solas, porque sí y porque te da la gana, porque se transforma con los grasos, dulces vegetales de la alcachofa, con el ahumado choricero de las pochas o con la santa gloria del brido por…. ¿ti mamá?

 

Y porque sin él no estaría yo aquí preparando mí vuelta al trabajo tras cuatro meses y medio, en una especie de “Fuga de Logan” de esta aburrida ciudad; como decían los Bethal en boca THE ANIMALS, con aquel “We Gotta Get Out of This Place”:
En esta parte y vieja de la ciudad
Donde el sol rehúsa a brillar
La gente me dice que es inútil intentarlo
Tenemos que salir de este lugar.
 

 
 
Con un vino molón que propició esta tonta idea de escribir sobre cosas que probablemente no interesen demasiado a nadie.  Pero que a mí en lo personal, me ratifican y gratifican.
Y.
Tampoco creo que haya que darle demasiadas vueltas ya.
Si encuentran pillen. En Vilaviniteca (su distribuidor) ya no quedan, yo me bebí la última en Maitea.
Y quizás, solo así entiendan que la vida es un chasquido.

SALUT!!


 Había un niño

Un niño encantado muy extraño
Dicen que vagó, vagó muy lejos
Sobre tierra y mar
Un poco tímido y triste de ojos
Pero muy sabio
Y entonces un día
Un día mágico se acercó a mí
Y mientras hablábamos de muchas cosas
De idiotas y reyes...
Esto me dijo:
"Lo mejor que jamás aprenderás, es a amar y ser amado"

 

martes, 23 de enero de 2024

REIVINDITANTOS: FINAL SPINS_THIS IS THEN, THAT WAS NOW /2009, HOMBRES DESCALZOS

 

Igual que esas caras familiares que se te cruzan por la calle y que no sabes cuando y donde ubicar. La de Joe Syverson se me cruzó en uno de los primeros y deslumbrantes directos de la -ahora- tan popular KEXP.

En 2008, esta diminuta emisora universitaria fundada en 1972 bajo el nombre de KCMU. Dio el salto a las plataformas de video tras ser la pionera en emitir vía streaming ininterrumpidamente en el 2000. En el 2004 emitiría los primeros podcast. Y hasta día de hoy, donde es un referente en sets en directo de calidad superlativa.
Si no has tocado en KEXP, prácticamente y en sentido figurado, no existes.

 

El 23 de Julio del 2008 y tras sus primeras aventuras en la banda punk SIDECAR y tocar más tarde el bajo en Throw Me The Statue. Joe conseguía reunir una banda de lujo para grabar un puñado de canciones, tan alejadas del Punk cómo Yung Beef de un conservatorio:
Zall Tillman (Fleet Foxes) al bajo, Colin Wolberg (Siberian) a la guitarra, Chris Early (Band of Horses), y Colin English (Hardly Art’s Pica Beats) a la batería. Serían los encargados de dar forma a las canciones de Joe, bajo el título de This is Then, That was Now, como una referencia auto editada de la que a día de hoy todavía se puede encontrar alguna copia en CD.
Lo demás sería desaparición sin un mal bandcamp que echarte a la oreja y sin apenas rastro de la deriva de este maravilloso disco.

 

Joe Syverson giró la esquina a toda velocidad. Y entre la muchedumbre, el ruido de fondo, y la inercia de quien se trastabilla y no hace pie. Pasados quince años, aquí me tenéis arrancando el año con la decidida intención de remediar semejante injusticia y…
Para que os voy engañar. También ese vacío que te queda como un resquemor. Igual que cuando te ofrecen ese último pincho de tortilla, y dices – Ay, no, gracias; pensando en la operación bikini. Y te pegas todo el día con un hueco en el estómago y un hambre, del cual los rugidos del intestino hacen eco gutural lo mismo que el cantante de Sepultura.
Pasada revista de este recomendable álbum; que menos. Ya os pondré al corriente de qué ha sido de este señor, y la magia intrínseca del rescate, descubrimiento, y perplejidad al ver lo que hace el caballero bajo un seudónimo desde hace siete años.

 


 

 

Bastaría con pulsar el play de “Let Me Fall”; primer simulacro de éxito allá por el 2009. Y digo simulacro, porque es curiosísimo ver cómo ha evolucionado el impacto y repercusión de las canciones desde aquel año. Cuando la plataforma de Spotify aún estaba en pañales y ahora que prácticamente son los que modulan de manera dictatorial lo que se escucha y lo que queda relegado a la inexistencia más absoluta.

 

Así que el paradigma de la música a día de hoy, es que si procreaste musicalmente hablando, antes de Youtube 2005 y Spotify 2008. O en esa franja de tiempo posterior, hasta su popularización o la hegemonía del móvil. Y además no tuviste la suerte de estar arropado por una multinacional o un sello alternativo puntero. Se puede afirmar sin titubeos, que estas a la deriva en una especie de galaxia infinita donde solo los usuarios y melómanos más curtidos en el arte de la investigación curiosa te van a encontrar.
Todo esto podría ser una clase de desgracia según se mire. Pero para mí, es una oportunidad para estimular el sentido más primario del ser humano: LA CURIOSIDAD.

 

 

This is Then, That was Now; igual que la novela de S.E Hilton (The Outsiders). Es por así decirlo, como aquel bien elemental al que el tan mal entendido “progreso” desechó igual que la chatarra espacial.

Parte de la magia de la obra, está en su sonido reverberado extraído de las sesiones de una toma y a pelo. Y “Battle Wings” indica las primeras pistas sobre el destino de Joe y su forma de encajar el Alt Country heredado de su padre y sus inicios punk. Y sobre esa premisa de transformar el tan temido country, en un nexo capaz de bascular entre el pasado y el presente; igual que pasa en la coral “Let Me Now”.
Es comprensible que en un contexto actual de moderneo alternativo, cualquier cosa que miente la estereotipada etiqueta “Country”, acabe siendo algo que se asocie a connotaciones negativas; cagada.
Down The Rad” es el ejemplo más plausible, y sin embargo la primera maravilla de este disco de poco más  menos media hora que se escucha del tirón.
 


 

 

Back to The Old” asalta esa parte que nos puede conectar a The Smithereens, Diesel Park West y a un sonido menos americano, para acabar enlazando con las tres genialidades de este disco: “Party Time”, “Let Me Fall” y “Another Sunny Day”.
Importándonos así un bledo, a todo lo que nos pueda recordar e incluso esa serie de indicaciones idiotas de los que escribimos, para llamar la atención.

 

Trece canciones de apenas 2/3 minutos que concentran esencia, júbilo e inmediatez; como la verdadera chispa de la música.
Ramalazos de blues en “For Gold”,  melancólicas baladas como “On & On & On” o “Don’t Worry Baby”, la gloriosa “Twenty Four Seven Scream” como una paisajística road movie, hasta el cierre de “Long Gone” en una suerte de réquiem.
 


 

 

El auténtico mérito de este disco perdido, está sin duda en la ni tan siquiera obligación de ceñirse a guion alguno. Si no en la magia de juntarse cinco músicos para dar vida a un puñado de estupendas canciones.
Un hecho que dicho sea de paso, escasea últimamente en un panorama musical donde todo parece estar fabulosamente empaquetado y etiquetado.

 


 

 

Otra de las grandes fortunas y premios que tiene rescatar música olvidada. Es descubrir al bueno de Joe Syverson operando bajo el seudónimo de JOSEPH GIANT, con dos fabulosos discos y uno futuro para el presente 2024 sin desperdicio alguno:

 

El Lp homónimo “I Don’t Feel” grabado en 2011 y publicado el 2020, con una paleta de Alt Country vigoroso y despreocupado para mentes lúcidas y oídos muy muy abiertos.
Y un bestial “Break It Together” del 2015, sacándole punta al Country Rock de vuelo sin motor. Que es un torbellino medicinal y rupturista inspirado en la pérdida del hogar de él y su familia, grabado junto a John Faryar, Jonas Haskins y Mike Bayer; compañeros de batallas en su Seattle natal.

 

 
Para este año en curso esperamos como refrescante agua de Mayo su próximo disco del que hemos podido escuchar un par de canciones. Y como viene siendo habitual, será autofinanciado y por crowdfunding, como obliga el caminar descalzo..
Lo podrán encontrar aquí: https://www.facebook.com/josephgiant/

miércoles, 17 de enero de 2024

REIVINDITANTOS: DAY ONE_ORDINARY MAN/2000, ADELANTADOS A SU TIEMPO, LÚCIDOS CLARIVIDENTES

 



¿Te acuerdas como rebasamos el milenio así, de puntillas y medio ilusionaos?:

-         -Va, pasa tú.
-        -No, tú
-        -Tu primero
Fíjate lo que ha llovido desde entonces; y eso sin contar estos dos últimos que vamos camino de orinarnos en las manos.

 

Los dosmiles, siglo XXI, blackberrys que parecían ordenadores de bolsillo, y el mojón universal que se nos venía encima; y no os voy a contar ahora todo lo que se fue por el desagüe con el cambio de siglo, que lo que vino ya lo sabéis.
Yo, por ejemplo, con los treinta años recién convalidados. No daba abasto entre sesiones en Fantástico Club, Canciones desde el Paraíso en una radio de Tarrassa, el Fanzine Pop-Eye, sin hijos, siendo el rey con dos mil pelas, y recién incorporado a mi trabajo actual y mi Golf CL 1.8 del 92; qué os voy a contar.

 


 

Justo el día uno del 2000; así como ahora pero con 24 años menos. Matthew Hardwidge y Phelim Byrne, bajo el nombre de DAY ONE y auspiciados por el sello de Bristol (su ciudad) Melankolic de Massive Attack. Publicaban su álbum de debut con Mario Caldato a los mandos de la nave, como el principal productor de los Beastie Boys de antecedente. Y grabado en los estudios Real World de Peter Gabriel.
Y he de confesar, que esta odisea de dar voz a cosas que bajo mi punto de vista han quedado olvidadas en ese dedo de polvo que acumulamos por memoria. Me hallo desde que en el 2009 me diera por inaugurar un blog.
Ya no es el disfrute de intentar explicar la magia de algo que me fascinó por extraña particularidad la suya. Sino la de desembalar aquello que los unos y ceros del mar de internet han sepultado en las profundidades por su escaso rédito mercantil.

 

Otra cosa bien útil para justificar la coartada; a parte de recordar lo que hacíamos hace años, igual que cuando descorchas un vino con 20, 30 o más años. Es restregarte los ojos con el asombro que da comprobar, cómo de milagrosa es la vigencia e inmortalidad de éstos y otros artefactos.
Rescatar a ORDINARY MAN como un título nobiliario de lo cotidiano, lo casero y su excepcional sencillez. Y además, ver que sigue siendo único e inigualable. Es como poco, la mejor razón para sacudirlo, y que sus canciones igual que las migas de un mantel sigan crujiendo a tu paso.

 

 

“Waiting For a Break” arranca, y con esa clarividencia que les caracterizaba; a Matthew y Phelim, digo. Asentando las bases por las que fluirá su debut a lo largo de 11 paradas:
Bases pregrabadas como un medio diasapón y metrónomo, guitarras entre el folk y el pop para mojar pan de Tim Norfolk, una batería a cargo del mismo para que el flow de Phelim a las voces fluya. Y un bajo real, el de Donni, para que la cosa coja cuerpo.
Diríamos que es Hip Hop, Trip Hop, Pop, o Folk. Pero no es ni una cosa ni otra, y todo a la vez.

 

Justo cuando la fórmula del Trip Hop decaía, y la hegemonía de Portishead, Massive Attack, Tricky parecía quedar en barbecho.
Estos dos tipos se sacarían de la manga una de esas interferencias que no aparecen en cartografía musical alguna. Ni osciloscopio que valga,  capaz de secuenciar su origen ni procedencia hasta la fecha.

 


 

“Bedroom Dancing” es de un deslizar, que haría las diabluras de cualquier bboyz imaginario que se preciase: Eléctrica, compulsiva, demoníaca, adictiva e infecciosa. Y taaaan primaria…
En “Walk Now, Talk Now” se intuyen formas y maneras de Massive Attack. Pero joder!! La guitarra de Kit Morgan y el bajo de Bob Locke se la llevan al terreno del Jazz, y vuelta a echarte a bajo toda tu biblioteca musical; una jodida maravilla vamos.
Con “In Your Life” llega una de las primeras joyas atemporales del disco. Una especie de oda al amor y a la soledad de una franqueza apabullante, dentro de un torbellino instrumental demoledor.

 

Matthew y Phelim dan una de cal y otra de arena.
Lo mismo agitan al más puro estilo de Beck en el Mellow Gold; “Trying Too Hard” como muestra un botón. Que se recrean en delicadas melodías espaciales, y lisérgicas secciones de cuerda para firmar su primer ¿éxito?:
I’m Doing Fine” es seguramente el escaso atisbo de un recuerdo fugaz, que conserva hoy por hoy esta red de redes cruel y despiadada.

 


Autumm Rain” podría aparecer seguramente en algún lugar perdido del desierto de Mojave. Conectando géneros aparentemente dispares como el Rock, el Folk, la electrónica, la psicodelia… Algunos insisten en separarlos como castas, pero la realidad es que todo está conectado. ¡¡Es música joder!!

 

Bajando un peldaño, descendiendo escaleras abajo, al sótano, donde la luz no existe. “”Truly Madly Deeply” utiliza pianos, violines amargos, contrabajo, y esa liturgia oscura para que  una ceremonial oda, debiera devolver a la vida a Mark Sandman para bendecirlos.
Y así como en un acicate, ambas, se podrían pespuntar entre sí,  con la inquietante “Paradise Lost”. Si no fuera porque “Love on the Dole” se interpone entre esa negrura de westerngangsta, haciendo de todo el conjunto un curioso juego al que pudiera unírseles Harry Belafonte asiendo unas maracas, y convirtiendo el asunto en una especie de calipsofolk.

 



 

ORDINARY MAN, como tal:
Tanto en ese título sobre una pared blanca de basto repellado. Como en el nombre propio que da la vulnerable declaración de amor de Phelim -piano y guitarra- con forma de canción de despedida; donde no hace falta mucho más, para erizarte el bello y desarmarte.
Es de esas cosas que suceden, supongo, por un cúmulo de coincidencias y fenomenales generaciones espontáneas.
ORDINARY MAN fue engullido por la industria musical y ese trastero donde van los proyectos anómalos, donde las burocráticas discográficas ni saben, ni quieren entender la parte artística transgresora y brillante. O se escapan de cualquier etiqueta con la que amortizar el negocio en el que se convierte cualquier asunto en el que interviene un ejecutivo.
A día de hoy y pese a que DAY ONE como dúo, ha publicado dos discos más. Los derechos de autor de ORDINARY MAN yacen en un limbo de Virgin Records, donde los artistas no vieron un duro, ni seguramente lo verán jamás.
Las dificultades para publicar Probably Art/2007; grabado nuevamente en los estudios de Mario Caldato (Beastie Boys). O la odisea de encontrar quien se decidiera a publicar y grabar nueve años más tarde Intellectual Property/2016 (Society of Sound en asociación con la reputada Bowers & Wilkins), es una especie de aventura heroica. Llegando al punto de ofrecerse en una entrevista en un medio francés de hace cinco años, ha volver a grabar de nuevo íntegramente ORDINARY MAN y publicarlo en vinilo si alguien les ayudaba; algo que no se hizo en su día, salvo el Maxi single de I’m Doin’ Fine, con la inédita “Say No More” y una versión acústica de “Ordinary Man”.
Pero todo y que su sonido se ha ido volviendo más convencional. La estructura de las canciones, ese micro universo lleno de detalles, sus magníficos textos, y esa especia de alquimia armónica digna heredera del Pet Sounds, dando la mano tanto al folk cómo a la música de cámara. Intellectual Property/2016 sigue siendo igualmente, una maravilla fuera de todo catálogo y de otro tiempo todavía por determinar.
Otra joya más, digna de estudio e inmersión sin bombona ni neopreno, familia.