Volver la
mirada atrás cuando todavía retumban en nuestra cabeza los
monitores saturados, los pies aun doloridos por los peregrinajes
absolutos, y las horas de sueño que se perdieron en cualquier lavabo
portátil con olor a desinfectante azucarado. Tiene siempre siempre
un amargo recuerdo de desazón, unas veces por una oportunidad
desperdiciada, otras tantas por una compañía desafortunada... y
como no; no hay vez que no pensemos que hubiese sido de nuestro probe
corassón, si en vez allí hubiéramos estado acullá. Quien
sabe, pudiese ser que fuera que nuestro recuerdo en vez de...
- Me cago en los clavos de cristo, ¿en que narices pensaba cuando me convencieron de ir al escenario X? Fuese...
- - Joé bendita mi suerte por escoger ver a The Last Allop in your Mouth en vez de a Leslie Trajano & the Conchabators (no los busquen en Pitchfork porque son ficticios ¿no?)
Desde que
tomé tan afortunada decisión mi vida ha cambiado por completo, no
solo duermo a pata suelta flotando en el recuerdo de tan maravilloso
momento, si no que se lo puedo contar a todos mis amigos porqué
ninguno los vio.
Algo
parecido me pasó el pasado Primavera. Venía yo junto a Lapor de ver
a White Denin y una esquizofrénica actuación de aquellas en las que
no se sabe cuando acababa un tema y cuando empezaba otro, cuando...
(Modo pensamiento propio, con eco y todo):
- Mejor no la arrastro a ver a Thee Oh Sees, no vaya ser que la cague, y lleve cual condena toda su vida estas 2 horas perdidas.
Total que
acabé en el concierto de Beirut, que se parecen a los primeros lo
que un huevo a una castaña.
No es que
los Libaneses estuviesen mal, pero cuando todos tus conocidos te
dicen que Thee Oh Sees dieron un concierto acojonante,
entonces... entonces... Carraspeas mientras maldices para tus
adentros y sueltas:
- Pues anda
que Beirut... fuah!! que rigor, que colorido, que juego de
voces, y no veas lo bien que vocalizaban el Inglés para ser de allí
abajo. En fin, que este año no pasa sin que vea a los Californianos
sobre el escenario, vamos que se podría caer el cielo y sufrir una
indisposición de tres pares, que allí estaré. Aunque sea con una
braga pañal.
Mi primer
encuentro con THEE OH SEES fue en Noviembre del 2011 con su tema
“Carrion Crawler”, que daba nombre al trabajo de aquel
año y con
“Chem-farmer”. Con ese arsenal llegué a ellos, y de rebote como es evidente, al resto
de la obra que había publicado la banda hasta la fecha:
“Castlemania”, “Help”... Wow!! la sorpresa fue
mayúscula porque si bien es cierto que este cuarteto no comenzó a
destacar hasta entonces, a sus espaldas dejaban un reguero de
pildorazos a pico y pala que poco tiene que ver con la flor de
un día, en la que se han visto convertidos algunos antojos de la
escena musical en general.
Efecto por
cierto, a la que se ha visto abocado por la euforia/novedad,
cualquier hijo de madre que se precie, y en el que se incluye el que
aquí suscribe.
Desde el año
en el que John Dwyer, guitarrista y voz de THEE OH irrumpiera en la
escena de clubs de San Francisco, allá por 1997 bajo el pseudónimo
de Orinoka Crash Suite. Este personaje de semblante extasiado,
mirada beoda y una retirá a Alan Tudyk en estado de
alucinación “que pa que”; no se ha detenido ni un
instante en su prolífica adicción por fecundar melodías
desquiciadas, y procrear discos a una velocidad orgásmica conejil.
Su porte de Lux Interior afectado por una insolación en las playas
Californianas y esa hiperactividad creativa, ha hecho de él una
fuente inagotable de proyectos variopintos: Grupos y subgrupos,
colaboraciones, experimentos en solitario... hasta recaer
definitivamente en THEE OH SEES, una banda tal y como la entendemos
los mortales de andar por casa.
En ese
trayecto que comenzó en 2006 con “The Masters Bedroom is worth
spending a Night in”, y que ha llevado al grupo a grabar de
manera compulsiva siete Lp's y nueve Ep's hasta la fecha; la banda de
San Francisco ha conseguido tal identidad, apoyada en en un binomio
acción/efecto, que la poblada camada de cachorros que sale a diario
de las filas Slumberland Records y de Captured Tracks parecen
pasatiempos de carácter lúdico a su lado.
Y lo
realmente destacado del asunto no es que hallan publicado cuatro
discos en dos años y medio, no. Si no que entre todo este tropel de
canciones por así llamarlo; en las que nos hicieron seguir la pista
errónea del Garaje de reverberaciones surferas y espaciales. Si
tenemos narices de echar el freno y pararnos a reflexionar,
descubriremos que John Dwyer y sus cuatro compañeros de viaje (Lars
Finberg, Pete Dammit!, Brigid Dawson, y Mike Shoun), han tenido el
suficiente tiempo para idear una trilogía con su precuela incluida y
llevarnos de paseo a lomos de su Punk-rock pasado de revoluciones por
todo un variopinto mundo de detalles y deferencias, a los géneros
más abominables a los que pueda uno echar mano.
El pasado
año me la colaron y casi se me escapó como un suspiro, uno de sus
trabajos más cómodos y públicos hasta la fecha. Algunos pensaban
(yo incluido), que Thee Oh Sees habían caído en las redes de
la accesibilidad cuando su sonido aminoró la marcha y creció en
arreglos fantasmagóricos, que parecían querer buscar a un público
más amplio. Craso error, ya que aquel Putrifiers 2 con aquella
desconcertante portada del hombre/perro postrado contenía uno de los
inicios más endiablados del pasado año, siendo un disco al que
pocos tuvimos el arresto de dar la importancia que se merecía.
“Wax
Face” es un trallazo de puro Rock rocoso, santo y seña que
conecta directamente con el sonido empleado en Carrion Cawler/2011
(Contraption/Soul desert, The Dream, o Crushed Grass). Pero en
trazos generales, Putrifiers 2 demuestra una vez más que la
inestabilidad e hiperactividad de John Dwyer se traduce en una
incontestable creatividad y curiosidad de amplio espectro, basta con
dejarse llevar y darse un paseo por: “Hang a Picture” o
“So Nice”, donde se cambia ese sonido Lo fi juguetón de
Castlevania/2011 o el Garaje galáctico de Carrion Cawler por otras
ramificaciones a las que algunos llaman Psicodelia.
Aunque no
acabo de estar seguro si es correcto aplicar este adjetivo tan
recurrente actualmente; cuando en realidad la sensación que me queda
cuando repaso sus dos últimos trabajos , es la de estar ante una
banda la cual no entiende del sentido estricto de los géneros como
un concepto, si no que se parecen más a aquellos pioneros que
exploraban nuevos territorios en busca de filones.
Hablar de
Garaje, Surf, Rock primitivo, Punk, Psicodelia, o Pop sesentero
estrecha demasiado el cerco, cuando quizás THEE OH SEES es un poco
de todo, o nada de eso en concreto.
Sería a lo
mejor, más acertado emparentarlos a unos CRAMPS como una banda que
rendía culto sus ancestros del Rock & Roll Americano más oscuro
de los 50/60's, y que sin embargo crearon un sonido tan personal como
escabroso. A unos Ramones que igualmente resucitaron el Surf
Californiano y a las Teddy's más azucaradas convirtiéndolas en Punk
Rocker's. O si me apuras a unos Velvet Underground, por esa visión a
la hora de conciliar el Pop de los 60, el Rock Americano, y la
experimentación, tan cercana al Krautrock como antesala de sonidos
futuristas. Algo que llama bastante la atención de la última
entrega de Thee Oh Sees, “Floatin Coffin/2013” y algunos
de los ritmos secuenciales que salpican todo el disco y que a su vez
también se encontraban en el anterior; determinando una filosofía
bastante abierta y poco encorsetada a la hora de componer, para
marcar un rumbo cáustico y multicolorista.
En algunos
sitios he leído que dicen de éste: “como su disco definitivo”,
vamos el mejor para entendernos. Un disco de aquellos que comienza
también sin tregua, “I come from the Mountain”, remonta colinas
a golpe de baqueta y mástil de cuerda gruesa y avanza implacable
dejándose sazonar con órganos, loops alucinógenos, vocooders,
fuzzs de bajo distorsionado, que zumban como moscardones pegados a
un cristal... y que buscan la salida nerviosamente. Su sonido es una
especie de todo eso, algo inconcreto por la manera compulsiva de
escupir latigazos mecánicos que acaban por agarrarse a tus
intestinos para hacerte vomitar la tensión biliosa que nos oprime.
No sabría
si dar por buena esa afirmación de “lo mejor de...” como su
techo artístico. Demasiado fácil para una banda pagana que disfruta
en la ciénaga como cochinos salvajes al igual que Ty Segall o White
Fence; otros socios que no parecen buscar la excelencia, más bien
ejecutar con oficio una terapia exorcista de mantras tan poco
ortodoxos como liberadores.
Un universo
fascinante lleno de fetiches bizarros que desnudan la esencia del
ser, como un animal que al fin y al cabo debería usar su escaso
raciocinio para justo lo contrario: Escapar de lo manuales de
instrucciones y volver a ser un caos primordial.
FULL LIVE ON PIONEERTOWN/2008 & AND ENCORE "Minotaur/2013 song"
Setlist
The Dream 2:17
Meat Step Lively 8:55
Devil Again 11:40
I Was Denied 15:57
Tidal Wave 19:38
Humans Be Swayed 23:07
Robber Barons 31:04
Block Of Ice 35:33
Destroyed Fortress Reappears 46:03
No Spell 49:28
Minotaur (encore) 55:34
The Dream 2:17
Meat Step Lively 8:55
Devil Again 11:40
I Was Denied 15:57
Tidal Wave 19:38
Humans Be Swayed 23:07
Robber Barons 31:04
Block Of Ice 35:33
Destroyed Fortress Reappears 46:03
No Spell 49:28
Minotaur (encore) 55:34
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