Bodega: Cava Recaredo
Tipo: Vino espumoso
reserva
Uvas: Pinot Noir 90%
Monastrell 10% de Cal Mota
Graduación: 12%
El degüelle se realiza a
mano sin congelación del cuello de la botella.
Envejecido 33 meses en
botella
Precio: 18 Euros aprox.
Las
enseñanzas que me han proporcionado el paso de los años, me han
ayudado de una forma prácticamente rotunda a saber lo que de verdad
no me gusta: No me gustan los políticos en general, y esa incisiva
manera de cargar la culpa al pueblo llano sin tener la decencia de
pagar sus errores. Detesto esa opinión general de juzgar al prójimo,
sin mirarnos a nosotros mismos, y sobre todo repudio la envidia o la
falta de mesura en nuestros criterios. Además de no soportar el
sonido que emiten los perros y a quienes los adquieren como abalorio,
en un entorno que no sea un campo para correr. En cambio y por
suerte, he aprendido a desechar de mi vocabulario el “esto
me gusta!!”; como quien se cerca el campo con miedo a
perderse.
En un tiempo
defendía con rotundidad “el me gusta”. Ahora sin embargo,
son pocas las cosas que me gustan absolutamente. Y prefiero dejarme
sorprender por mi gusto variable: Probar, estimular los sentidos,
observar la relatividad de las cosas y la nuestra propia... No hay
nada más estimulante en esta vida, que derribar convencionalismos y
reeducarse constantemente: Aprender de nuestros horrores, batir en
duelo a nuestro criterio, o proponer un... ¿Haber de lo que somos
capaces?
Es cierto
que todos tenemos nuestras preferencias, y ante la duda, no hay nada
que nos haga sentir más seguros que inclinarnos hacia lo conocido.
Pero... si ya sabemos lo que nos gusta, ¿porqué no disfrutar y
dejarnos sorprender por aquello de lo que dudamos?
Os puedo
asegurar que no hay nada que me excite más, que ponerme en manos del
instinto y de la curiosidad; esos dones que nos ha dado la naturaleza
y que tanto reprimimos.
Y no es que
se deba tratar de un empeño por forzar lo que no es natural. Si no
un dejar que sea nuestro espíritu el que no nos ponga límites, y
fluya cual zorro curiosón: Aprender de las disonancias y de los
contrastes, saber disfrutar de nuestras diferencias, y sobre todo
disfrutar reactivando nuestros sentidos. En la música, en el cine,
en nuestras relaciones, con la comida, con lo desconocido... y claro
está, con el vino también.
Llegados a
este punto y poniéndoos en preaviso; del cual me jacto de no ser en
absoluto un amante empedernido de Cavas, espumosos, Champagnes y
otras bestias pardas. Y teniendo la certeza de que difícilmente
podré (podremos) evitar nuestras preferencias: Esas que hacen de
manera inconsciente, que nos inclinemos por esto o aquello a la hora
de definir nuestro perfil, y en definitiva nuestro carácter.
De un tiempo
acá y en impulso casi parasitario que no controlo, y por el cual me
dejo llevar de la manera más despreocupada posible. No hay encuentro
propio o extraño, en el que no descubra una maravillosa diferencia
con quien comparta mesa, y que me anime a exprimir mis sentidos. En
ese esfuerzo que no es más que en realidad, un viaje sin retorno a
nuestro interior. Y donde el mecanismo natural de nuestro cuerpo, es
el que comanda nuestra nave: Brazos flácidos, piernas relajadas,
ojos en blanco y... caminar, caminar sin disponer resistencia
alguna...
Del Cava y
de su conexión directa vía Champagne, con el vino corpulento y
exigente él. Hay otra raza de espumosos que llevan a hurtadillas y
con discreción esa elegancia, al punto más alto a la vez que
arriesgado. Y en los rosados (tan de moda ellos ahora) el punto de
inflexión entre lo que el público en general se cree que busca, y
los más atrevidos que van más allá de las meras formas.
La bodega
Recaredo siempre lo ha sido de alguna manera. Una que junto a Bertha,
Juvé Camps, o Mestres (y alguna más que en mi neófito
desconocimiento me dejo). Que han acercado a un servidor, otra manera
de disfrutar de un espumoso a un precio más o menos admisible. Y por
supuesto, la oportunidad de hacer del gusto por el cava de amig@s.
Una ocasión para descubrir cosas nuevas ante una mesa, mientras
derribamos mitos y eso sí; nos divertimos a tumba abierta.
Aprovechando
que estamos inmersos de pleno en las liturgias de la Semana Santa. Y
que aquí uno, tiene la condición innata de alentar su paganismo de
la manera más vocacional; desde aquella truculenta comunión de la
infancia. Considero y convengo, que no hay mejor manera de ahuyentar
las zancadillas de la vida. Y de conciliar una semana de padre a
tiempo completo con niños, y de remembranzas hospitalarias. Que
dándonos a la mala vida evocando cenas inolvidables en forma de
caldos, y momentos brillantes por su insignificancia y por su
improvisación. Vamos que si hay áurea divina posible. Que sea la de
los momentos inolvidables porque sí, sin necesidad de celebración
ni conmemoración.
Con esa
conjura como premisa me dispongo a afrontar esta dura semana.
Viajando con la mente a pequeños momentos puntuales y determinantes.
Y abriendo la veda con uno de los mejores Cavas Rosados que he
probado; por lo menos el que más ha despertado mis sentidos. El de
Recaredo: Un cava con tanto terruño como ambición.
Soñando y viajando por el paraiso |
Basta con
contemplar su rubor purpúreo estallando en la copa. Ese brillo de
profundidad incandescente, para sospechar que estamos ante un Cava
Rosado fuera de lo común.
Una
intensidad en color que hipnotiza y embelesa, desde el justo momento
en el que estallan las burbujas. Y se disponen alineadas de forma
ascendente en el centro de la copa; mostrando la finura y delicadeza
de las mismas. Dando todo el sentido posible a su principal
calificativo, INTENS. El acercar la copa a la nariz y embriagarnos
con su oloroso perfume: Rosas, grosellas, piruleta, fresones... con
efluvios verdes del frescor de un jardín recién regado.
En un primer
vistazo puede parecer un cava excesivamente balsámico, que deje
entrever esas familiares reminiscencias al Cuvee Desert de Parxet; un
cava alto en azúcares diseñado para postres. Pero no, el rosado que
han elaborado los Hnos Mata (hijos de Recaredo) es algo que va más
allá de un simple rosado al uso. Ya que el primer ataque en boca
derriba todos los mitos sobre nuestras creencias, en lo que debería
ser un cava rosado; o como mínimo como lo son la mayoría.
En boca se
deshace el carbónico en un grano milimétrico que rompe el probable
empalago, en una frescura sin igual. Notas minerales a hojarasca,
profundidad y persistencia, eucaliptos, mentolados, y una fruta roja
golosa que estalla en la boca invitando a más. Su beber es tan fácil
como versátil, y eso se debe en parte al perfecto cupage de las uvas
y en su terruño presente. Haciendo de INTENS, un cava que aúna la
personalidad e intensidad de una amable uva tinta como el Pinot Noir.
El color y frescor del Monastrell, y el espíritu de la elegancia
desinhibida que atesoran los Cavas del Penedés.
Fuente: Equibru (http://equibru.blogspot.com.es/2011/12/caves-recaredo.html) |
RECAREDO
ROSAT INTENS es el paradigma donde confluye el mimo artesanal y natural a la
hora de mimar un producto: De manera honesta y sin intrusismos, con degüelles manuales sin congelación,
con una elección precisa de la viñas y sus ubicaciones, y unas
cuidadosas crianzas donde la mano del hombre es tan solo un
instrumento de la naturaleza. Y la espontánea y espiritual juventud
de sus dos vástagos.
Dando así
un producto que se acomoda a cualquier momento o comida. Y que mide
su incontestable calidad en cuanto el termómetro lo atempera a un
frescor sutil, sin necesidad de que lo escarchemos; un hábito
erróneo, y por desgracia bastante extendido en blancos y cavas.
Destapando un cava expresivo con toques vínicos, a la vez que su
frescor y tenue acidez hacen de él un Reserva tan amable como
goloso.
¿Maridar?
Marida a la perfección con el simple echo de ver despuntar el sol y
celebrar un nuevo día.
Aquí un
testimonio sonoro de las conversaciones que mantuvieron Orlando
Lumbreras y Ton Mata en placeres mundanos. Un podcast del programa de
radio 3, donde música, tradición y sentimientos, se marida a la
perfección con los espumosos de
Recaredo:http://www.rtve.es/alacarta/audios/placeres-mundanos/placeres-mundanos-recaredo-serenidad-del-cava-09-02-14/2384040/
Web de la Bodega:http://recaredo.es/#es/bienvenida
Joder, macho, vaya entrada más completa; nunca había leído tanta profusión de detalles para describir el cava. Y, oye, me ha encantado la entrada. Yo tengo 23 años, y aún estoy con los calimochos: debo ir madurando para esto, también. Un abrazo.
ResponderEliminarBueno, que sepas 21st Century Schizoid Man que el beber kalimotxos, cubatas y demás combinaciones explosivas, no está peleado con disfrutar de una buena copa de vino o de cava eh? jejeje. De echo yo mismo los he bebido y los bebo si encarta, claro que si te he de ser sincero con 23 años yo tampoco tenía esta afición.
ResponderEliminarPero con ello quiero decir que nunca es pronto y que hay vinos y cavas por 8 y 12 euros estupendos. Así que todo es probar y arrojarse al vacío (en el buen sentido)
SALUDAZOS Y BUENAS FIESTAS!!
Con ese temazo de Van Morrison ya me imagino el buen sabor del protagonista del post.Abrazo.
ResponderEliminarPues sí hermano, yo que reconozco no ser un aférrimo amante de cavas cada día profundizo más y más como los niños curiosos. También he de decir en mi contra (o no), que los que me acaban gustando suelen ser un poco caros (igual por eso bebo poco jejeje); morro fino dicen...
ResponderEliminarLa vida pasa rápido y hay que saborearla con calma y disfrute. No hay mejor oportunidad al juntarse en encuentros casuales con personas diferentes, que absorber las unas de las otras. Y con mi suegro (ahora enfermo) y mi buena amiga Susana (con mi colega Manolo ahí al fondo sobando jejeje), es como le he cogido el gusto al cava.
UN ABRAZO ESPUMOSO SEA!!