País: España
Género: Suspense pasional
Director: Carlos Vermut
Guión: Carlos Vermut
Fotografía: Santiago
Racaj
Productora: Aquí y allí
Films
Reparto: Luís Bermejo, Lucía Pollán,
José Sacristán, Bárbara Lennie, Teresa Soria Ruano, Israel
Elejalde, Elisabeth Gelabert, Miquel Insua, David Pareja, Eva
Llorach, Javier Botet, Lorena Iglesias, Marisol Membrillo, Julio
Arrojo, Alberto Chaves, Julián Génisson, Marina Andruix.
"Hasta la
persona más vil, hasta el peor dictador de la historia, tiene un
punto humano. Me gusta buscar la humanidad incluso en la zona más
oscura del corazón humano. Siempre hay un punto de humanidad. Me
gusta, no justificarlo pero tampoco juzgarlo. Me gusta ver cómo los
seres humanos llegamos a ese punto"
Hoy he
vuelto a asistir, al mismo palco colgado desde la ventana de la 208.
Tanto el tiempo sin dormir en cama ajena lejos de casa; envuelto en
almidonadas, vaporizadas y planchadas sábanas de hotel barato. En
brillante mirador de horizontes de onduladas siluetas rectilíneas.
En noches en duermevela, silencios rotos sólo por coches que pasan
por la N-XXX a toda velocidad. Zumbidos de acalorados cebadores ,
ronroneo de calderas y pasos a media noche en el pasillo.
Semanas en
hoteles de extraradio al sopor de las largas tardes de habitación.
Noches para pensar y recostar en decúbito supino todas las ideas
deshilachadas, o ver aquella peli flotante que se te quedo suspendida
en el subconsciente. Esa ronda que te rondaré morena orbitando
siempre, con la que deseas volver a viajar a lomos del celuloide.
Supliendo
esa señal de wifi insuficiente que se pierde por entre los pasillos
de las plantas, en maceteros y paredes de pladur. Castigando ese
pequeño televisor de la cómoda que reduce a la máxima expresión
el píxel y la resolución. Solo queda darse a la cazalla con agua o
tirar del cordel del lagrimal para que como el hilo de una tripa,
esas pelis que se columpian, vuelvan a deslizarse.
Son los
remedios contra el aburrimiento y el silencio de la nada; buena
medicina esta para contrarestar la estridencia de las urbes.
Y como el
desplazarse hacia otros lugares más básicos y prácticos en el arte
de sobrevivir, nos reduce las rpm al mínimo. El vicio y el morbo
siempre acaba saliendo a flote. Somos animales de la noche y de la
imaginación maldita, que le vamos a hacer.
Y si como
yo, sois de los que la memoria y retención de datos solo permanece
a nuestro lado a base de fórmula y series repetitivas. Nada mejor
que abrir el ventanal, recostarse en la cama como madre nos trajo al
mundo. Y disponiendo el portátil como esas bandejas metálicas del
comedor del acuartelamiento. Atiparnos de ese cine, que de
tanta sustancia que atesora, gana como los buenos guisos; de un día
para otro.
MAGICAL GIRL
es de esas películas, diría las pocas, que el pasado año
ejercieron ese masaje evocador, oscuro y agitador. El que hace que
cada vez que la vuelvo a ver, me aporte un nuevo dato, para arrojar
luz o para abrir nuevos senderos de duda y desazón.
Para muchos,
tan solo juegos snobs que abonan la rareza como algo gaseoso y
sugerente, ambiguo. Una película rara, y como rara, totalmente
desechable para entretener, que es para lo que se supone está hecho
el cine; ¿lo dudan?
A mi por
ejemplo me entretiene comer pipas hasta que los labios se me inflaman
y resquebrajan; que no es lo mismo que distraerse. Pero al cine le
pido le pido algo más. Por lo menos que no se quede tan solo a las
puertas de lo lógico y cabal; ese férreo cerrajón que nos
anestesia y amuralla el trastero de la mente: El de la imaginación
y la curiosidad por escarbar en territorios más oscuros y
animalísticos.
De CARLOS
VERMUT ya hablé por aquí a raíz de ese pequeño fetiche llamado DIAMOND FLASH. Una peli autoproducida de muy bajo presupuesto, que
circuló por la red en circuitos bastante alternativos. Ahí, en esa
primeríssima ópera prima se hallaba en gran medida, el principio
activo de lo que Carlos como (ilustrador, guionista de comics y
productor...), entiende a la hora de plantearnos una historia.
Montajes que
utilizan el papel o el celuloide como soporte, que no como solo como
medio. Para dar pie a las ilusiones e imaginario del espectador. Sin
demasiados datos ni trípticos, solo lo imprescindible. Juega, y
tambalea con la cámara la fuerza de sus personajes, y unos ambientes
tan sórdidos como cotidianos.
Si en
Diamond Flash nos llevaba a un terreno casi metafísico. En Magical
Girl es la realidad la que nos empuja emocionalmente a quebrar con la
cordura, desde el amor más desesperado (el carnal, el fraternal y el
conyugal). Tiene también ese puntito de perverso, cuando deja que la
trama discurra por terrenos pantanosos, nihilistas... E incluso hay
momentos de la película en la que tanto se baja el ralentí, que la
reducen a un punto muerto, ciertamente desconcertante para jugar con
el suspense y lo incierto. Obligando al espectador a crear su propia
entelequia, si la cadencia y el desasosiego te acaba arrastrándote.
Si nos
ceñimos a su argumento:
Tres son los
entes que confluyen en este relato tan dulce y amargo como el cacao
oscuro y puro. Por un lado, un padre atormentado por la inevitable
muerte de su hija a causa de una grave enfermedad, a la que intenta
contentar con un último deseo inalcanzable. Por otro, la de la
felina Bárbara, inmersa en su misma hipérbole de desórdenes
mentales, y que cruzaran sus vidas por accidente.
José
Sacristán aka Damián, el tercero en disputa y quizás el personaje
crucial de la historia. Su aportación, si la contamos por
apariciones, es de las más breves de su carrera. Sin embargo en mi
más humilde opinión, una de las más brillantes por esa imagen de
derrotado y hastiado con la que dota a su personaje en la vejez de su
carrera.
Sus
magnetismos serán tan intensos como peligrosa la dirección que
tomarán sus vidas. Cuando la pasión desate sus instintos más
extremos y pasionales.
Probablemente
para más de uno, estos no sean suficientes argumentos para
adentrarse en este retorcido relato de maldad poética.
Un filme que
explora con cruel sutileza, el lado más oscuro de nuestra naturaleza
sin caer en lo tendencioso, sino en todo lo contrario. Desmigajando
algunas de las frustraciones y lastres más arraigados en nuestra
convivencia emocional: amores que nos ponen al borde de un abismo,
oscuros deseos, insatisfacciones, cuentas pendientes con nuestro
pasado, sumas decisiones que se estrellan con el más común de los
sentidos...
Y si
queremos llevarlas a un contexto onírico, tremendamente sugerente e
inquietante en su forma de llevarlo a cabo.
Carlos
Vermut es un cirujano de esa faceta menos explotada del suspense
psicológico patrio; si hay un género exacto que lo pueda definir.
Arriesgado en cuanto a las formas de moldear escenarios incómodos y
exigentes para el público, y sin embargo totalmente preparado para
cerrar aquellas bocas que lo criticaron y cerraron las puertas con
Diamond Flash. En Magical Girl se consolida como uno de los más
prometedores y jóvenes directores. Y no lo hace recurriendo a
cautivadoras chucherías no, sus propuestas siguen por el camino
espinoso del cine funambulista. Aquel que nos obliga a ser participes
de la intranquilidad de sus películas, a pensar y a imaginar.
Aunque a veces visto el desenlace, las cosas aun pareciendo
retorcidas, están tan dentro nuestro como el hábitat en el que nos
acomodamos cada día.
Magical Girl
puede no ser una película fácil, si la impaciencia nos empuja
clamar al cielo obviedades que solo se dan en el cine de consumo. Su
propuesta no va por ahí, eso está claro. Tampoco recurre a
simbolismos sin sentido, imposibles de descifrar. Pero la pausa, el
tiento y el estilizado sentido con el que trata el drama y la
congoja, puede exasperar a aquellos que no entienden el cine como un
arte a la hora de rodar, manejar los tiempos e invitar a participar
del rompecabezas a quien las ve. Ésta, se construye de una manera
curiosa y extraña, de echo creo son pocas las películas que he
visto que utilicen esa sibilina arquitectura argumental.
Lo cierto es
que su cine impacta, y no lo hace por el camino fácil. Juega con la
psicología del espectador, incluso con la de los actores. Todo un
ejercicio de ingenio visceral que ni la frialdad de Hannibal Lecter
sabría emular.
Se me pasó en su momento. Verla, que no leerte aunque no te comenté. Me apetece muchísimo visualizar la peli de este joven director. Creo que me gustará. Las pelis que no son fáciles me atraen y el suspense psicológico también. Un abrazo, crack.
ResponderEliminarEs una película diferente sin escatimar en talento, tiento y buen gusto. Creo que en los tiempos que corren donde todo se quiere ya y sin demasiado esfuerzo, ya es mucho. Espero que te guste tanto como a mi si la ves.
ResponderEliminarUn abrazo torcío, amigo.