Morrissey
volvió a visitarnos meses después de aquella especie de anunciación
en el Sant Jordi Club. Programarla en una sala de capacidad media,
era como el querer tensar la cuerda y llevar a la prole más fiel a
su terreno: Una sala Razzmatazz que siempre será para los
románticones, Zeleste: Allí donde muchos de los cuarentones
perdimos la virginidad en directo.
No era la
mejor, lo sabíamos. Ni la que tiene la mejor acústica, también.
Una vieja y gran nave maquina de hacer dinero en la que se ha
invertido en estos últimos 20 años, lo mismo que Homer Simpson en
peines. Pero sí la más apropiada para que todo melómano viajase
hasta el mil novecientos ochenta y..., o a los 90 si se precia.
Colas
inéditas que rodeaban la manzana, Morrissianos de pro como se dice,
debutantes y viejos del lugar que se hicieron mayores gorgoriteando
“Well I Wonder”, y un efecto difícil de explicar y fuera
de toda lógica: Por amor despechado e incondicional, o por puro
egoísmo cual amante atacado de infidelidad. El ex líder de The
Smiths siempre genera un efecto dejavú sobre el público, que
renace todo su pretérito repertorio; independientemente de lo que
acabe sonando.
Tomando una
copa de Champagne, concentrado en la sus sensuales emanaciones, el
cosquilleo en cielo de la boca y absorto en la ascensión vertical
de las burbujas. Parecía aquel buzo al que la falta de aire lo
obligaba a ascender a toda prisa a la superficie. Las cosas sucedían
alrededor pero atenuadas por un colchón que las asfixiaba hasta
casi ahogarlas, en una especie de efecto explosivo en los oídos; ¿es
así como se imagina en el cine?. En una cata semanal para digerir
con espumosos, las controvertidas sensaciones que me produce ver a
este hombre.
Habían
pasado casi 24h clavadas cuando entonces, ya desenchufado del efecto
despecho que produce compartir con demasiada gente, tus intimidades
musicales. Pasado el calentón por no escuchar aquello que
imaginabas, no estar ahí, como siempre; en primera fila. Y observar
¿como pueden ser tantos? a los que les gusta aquello que creías
solo tuyo: esos discos contados que desaparecían sin volver a dejar
rastro, aquello que solo oías en tu cuarto: odioso, narcisista y
algo exhibicionista.
Hace gracia
ver prácticamente 30 años después, en una travesía casi desértica
solo alterada por las sucesivas crucifixiones en los tabloides. Como
Morrissey, es capaz de renacer de sus cenizas pese al continuo
descenso cualitativo de sus últimos discos.
Observar la
cola de principio a fin y ver que están los de siempre, que hay
nuevos adeptos; todos tan distintos y parecidos a la vez. No sé,
quizás me equivoque, pero siempre me ha parecido un pequeño club
familiar esto de seguir a The Smiths & Mozz. Porque por más que
ahora se hable, escriba, y recurrente sea para publicar no/noticias,
el de Manchester siempre será por suerte o desgracia un artista
minoritario.
El recinto
tardó en llenarse con todo el gentío, más de la hora anunciada
para su comienzo. Una vez dentro, no cabía ni un alfiler. Como las
grandes noches de antaño, pero con más público de lo que uno allá
por los 90 pudiese imaginar. Desde aquellos años, en los que pocos
eran los que mataban sus pocos ahorros con artistas del extraradio,
todo ha cambiado una barbaridad. Ahora, lo raro es no encontrar a
alguien que no se apunte a un bombardeo, ya sea por afición, gusto o
por fichar en esto llenar de muescas la culata del revolver.
Sonaron los
primeros compases del “Loudmouth” de Ramones y así, hasta
más de media hora de fetiches audiovisuales sin demasiadas
variaciones respecto a su anterior visita. Se coló eso sí, la
afamada “Fade to Grey” de Visage y el difunto Steve
Strange como curiosidad.
A escena con
un pequeño cambio en la formación sin uno de los hermanos Walker al
bajo; lástima, porque es mucho mejor bajista que Mando Lopez. Y ya
en el escenario arrancó la velada directo a la yugular con
“Suedehead”; mira que estuvo años de espaldas a uno de
sus clásicos más atemporales. Ahora, en sus últimas giras, es de
agradecer la inclusión de semejante temazo; puede que el más
significativo de su carrera a grandes rasgos. Le siguió la que ha mi
parecer es, la canción más representativa de su último disco,
donde el binomio POP/VOZ se funden para auparlo como la voz pop más
cualificada en esto del lirismo cantado. Ni Brett Anderson, ni Scott
Walker ni el mismísimo David Bowie igualan en musicalidad a la hora
de cantar historias.
Obligadas
fueron por pura formalidad comercial algunas de su último disco: “
World Peace is None of Your Bussines”
(intento en vano de emular algunas de sus odas melódicas),
“Istambul” y “Kiss
me a Lot”, (que aunque se acerca
tímidamente a alguno de sus mejores singles, naufragan cuando se
comparan). De todas formas son las que mejor aguantan el tipo, y es
de agradecer, su último disco no me gusta en trazos generales, lo
admito. Supongo que es cuestión de haber seguido su trayectoria
desde el principio. Lo mismo que entiendo que sus seguidores más
neófitos abracen sus nuevas composiciones, como quien se agarra al
clavo ardiendo del único portador del glamour popero de la
actualidad. A mi me perdonaran los que me conocen por mi crítica
mordaz. Pero sinceramente, no entiendo la música sin la mínima
capacidad de crítica sana y constructiva; lo demás me parece puro
adoctrinamiento, y no me gusta.
Cuando
suenan canciones del nivel de “I'm Throwing
My Arms around Paris” o “Mama
Lay Softly on the Riverbed” todo se va un
poco a la mierda. Sí, siento ser tan asquerosamente sincero, pero es
así. Y digo desde ya, que Ringlaeder of the Tormentors/2006 y Years
of Refusal/2009 son dos discos que me ha costado mi tiempo acomodar a
su discografía y a la idea que tengo de Morrissey, y sin embargo me
han acabado gustando mucho. Pero dudo que con el paso del tiempo,
este disco acabe de ponerse al mismo nivel; ¿mi edad? Puede que sea
la culpable, no digo que no. Sino, ¿como se entiende meter “Smiler
with Knife”, entre “Speedway”
y “Stop me If You Think You've Heard this
one Before” de The Smiths? Una especie de
coitus interruptus, que se vio perfectamente ilustrado con la nueva
e infame versión en directo de “First Of
The Gang”; juro que no la distinguí hasta
que cantó la primera estrofa.
Y en serio
no lo entiendo, creo que la sencillez era una de las mejores virtudes
de Morrissey en directo, y ahí la prueba del “What
She Said”, que junto a “The
World is Full of Crashing Bones”, fue de
largo lo mejor de la noche. Hubo momentos que se rozó lo bizarro y
el esperpento con la presentación de la banda y las estrofas finales
de “ World Peace is None of Your Bussines”,
la desmesura de “Meat is Murder”
donde recuerdo la primera vez que la oí en el 99 de Coliseo
Lisboeta; sencillamente mucho mejor. O esa estrofa de Frankly
Mrs Shankly en medio de Speedway,
que bajo mi más humilde opinión no encaja ni con cuñas.
Entre medio
se coló una excelente “One of Our Own”,
que aunque con un medio tiempo discreto, gana con las escuchas igual
que aquel “I Not Sorry”
del 2004. Pero creo que para entonces yo ya había perdido la pasión.
Escuchaba “Smiler with Knife”
y “I'm not a Man”,
miraba a mi alrededor y me pregunta que coño hacía yo ahí; mezcla
de decadencia y pura inopia. Vete tu a saber, que igual la distancia
y la mala visibilidad, acostumbrado como estoy de verlo en primera
línea de frente, tiene la culpa. Me hago viejo puede, caprichoso y
exigente, debería dejarme contagiar de la emoción de mi querido
sobrino que lo veía la primera vez,y yo sin embargo, parecía sufrir un
gatillazo que ni con viagra.
“Neal
Cassady Drops Dead” intentó hacia el final
enmendar la deriva de la experiencia. Esta canción es un claro
ejemplo de aquellos temas que no me acaban de entusiasmar en su disco
en lo musical, pero en lirismo interpretativo ganan una barbaridad al
directo. Vuelvo a reincidir en “What She
Said”, sencillamente brutal, seguida de
“The Bullfighter Dies”
que dan esa imagen de frontman Pop vocal, por la cual yo entiendo a
Morrissey.
Meat is
Murder y Suedehead,
canciones que me encantan; no vayáis a pensar. Se me antojan en
ocasiones un poco desgastadas, igual que Speedway. Sobretodo porque
creo que Morrissey en su paso por The Smiths o en solitario, tiene
una cantidad infinita de temas todavía por descubrir y olvidados.
Así de repente me vienen a la cabeza... “Friday Mourning”, “I
Can Have Both”, “Nobody Loves Us”, “Girl Afraid” de The
Smiths, “Found Found Found” o “Driving my Girlfriend Home”
Supongo que
toda esa legión de canciones, que acaban retumbando en días
posteriores tras el malhumor, la digestión y la agitación. Pese a
que su visita a Razzmatazz me parece de las más flojas e irregulares
de las cinco que he visto. Al final siempre acaba quedando el rastro
difuminado, y permanece la esencia.
Soy de los
que ciertas bandas, artistas o canciones que han acabado por formar
mi adn musical, no suelen ser ni de largo, lo que escucho más
asiduamente. Es algo mucho más profundo o intimo que permanece como
banda sonora sin necesidad de ponerlas ya.
Veo a uno de
mis iconos musicales peligrosamente desgastado, agotado y
desorientado, pero aun y así lo seguiría hasta el infierno. Difícil
de explicar supongo, solo sé que desde entonces no puedo dejar de
escucharlo. Lo mismo dan las sensaciones desprendidas de cualquiera
de sus conciertos; si es amor o es odio. Solo sé, que desaparece
todo: músicos, luces, público e instrumentos... y su voz sigue ahí.
La voz que siempre sale a flote, cante lo que cante.
Veo a uno de mis iconos musicales peligrosamente desgastado, agotado y desorientado, pero aun y así lo seguiría hasta el infierno.
ResponderEliminares el resumen perfecto para el desecado de la vida,entre meet is murder y el asesinato de la reina me encuentro con las manos manchadas de sangre, me encuentro sin buscarme. hace tanto que Morrissey no me escupe al cerebro. enhorabuena por la entrada.
Algo parecido me pasa a mi David, con Morrissey y en su defecto con The Smiths y todos esos sonidos ochenteros nacidos de la periferia me une algo más que el propio gusto por un estilo musical. Puede que con los años, el propio criterio se convierta en algo más cercano al cariño familiar y a unas historias que me sucedieron por aquellos años.
EliminarPero es cierto, echo de menos esos escupitajos en el cerebro tan necesarios ahora. Algunos creeran que quien critica constructiva o destructivamente a Morrissey, es que lo odia directamente, y es totalmente falso. A veces el amor necesita de justas reprimendas-
Un abrazo grande y gracias por pasarte por casa. La tardanza en la respuesta es mi estancia laboral en Teruel y la conexión pésima que tengo sorry...
Así que ahí perdiste la virginidad, jejeje. Coincido contigo, el último disco me parece flojísimo, de lo peor de su carrera. Me gusta tu sinceridad, para lo bueno y lo malo, y tu real pasión por este artista. Si lo llego a pensar con tiempo quizás me habría animado y habría ido contigo. Un gran abrazo.
ResponderEliminarSi si amigo Johnny, en lo musical por eso, la sexual me la reservé para más tarde jejeje fue con Siniestro Total en el 85... mucho miedo que pasé rodeado de punks. A parte de ser el último un disco muy flojo y tener sentimientos encontrados pues siempre agradezco que siga en activo, No se, me da la sensación de que ha perdido un poco el rumbo. Esos arreglos tan fronterizos y arrabaleros no le quedan nada bien, entre otras cosas porque las canciones no son buenas y punto. Parece que se ha olvidado de su principal baluarte, una voz POP inigualable y melodías sencillas, yo el pop lo entiendo así.
ResponderEliminarY puede que esté condicionado en mi opinión por algunos factores. Pero si un concierto me parece flojo, no voy a hacerme ningún bien diciendo que fue la bomba porque no lo fue. Lo podría haber sido que es lo triste, y tampoco consiste en tocar un greatest hits, el disco último tiene 5 o 6 canciones bien aprovechables. En fin, tampoco me hago mala sangre, volvería a verlo cada vez que viniera.
Disfrutarlo juntos hubiera sido la rehostia, y solo espero que siga en la brecha para hacerme tragar las palabras con discos como los que tu y yo sabemos.
Un abrazo fuerte desde Teruel!!