Eran las
tres de la tarde.
Sol de
justicia en la plaza.
La Cigarra
está cantando.
Dos viejos
están jugando, al dominó en un banco.
Derriten sus
hojas los árboles, tiñendo de verde las losas.
Se hace el
silencio en la calle, de al medio días esta que arde. Solo se atreve
el borracho, de rockstar iluminado, por un spot de rayo cósmico, que
desde el cielo le cae.
Solo le
faltaría la música, con su métrica y su compás. Y así como si
Gato Perez recién resucitado nos cantara un Pedro Navaja a la sombra
de una morera. Cambiaríamos la luz del proscenio y las farolas, por
la del increíble astro solar. Ese que un día hizo acto de
presencia, para castigar insolentes e insolados. Y de verdad, puede
que este no sea un Verano. Pero es tan ardiente la sensación, que
nadie diría que no es un inoportuno spoiler, de lo que está por
venir.
Son a menudo
esas buenaventuras las que nos remontan a la calidez del pasado. Tan
cercano y remoto como las pasadas del escáner , que ejercitan la
retentiva, el rebobinado y el desempolvado de nuestro desván en el
córtex temporal.
Hoy por
ejemplo, domingo de tambores en paso militar (algo se celebra en la
plaza de mi pueblo y nunca se el qué). He silenciado el estruendo
con un disco de Chet Baker Sextet, concretamente subiendo bien
alto el volumen de “Pent Up Hose”. Con él se cortan mejor
las verduras para la pasta, y Daniel Humair toca infinitamente mejor
los tambores que la casa de Aragón. He dado un sorbo largo a la copa
de vino de un resto de la noche anterior. Y en un deslizar sedoso y
perfumado de vino blanco por el gaznate, se ha levantado de repente,
una leve brisa que ha volado las finas capas de la revoltosa
cebolla.
Corrientes
alternas que suben y bajan como pequeñas vagonetas contenedoras. Las
poleas giran con el púm púm!! y así, de golpe, se activan como
fogonazos los recuerdos. Al principio como evocaciones y después
entre brumosas siluetas, en imágenes casi perfectas: Los jugosos y
rechonchos berberechos al vapor estallando de jugos la boca, otro
trago vino, pero nunca lo suficientemente exacto. He agarrado la
botella vacía como una medium embarazosa, y lo he intentado de
nuevo. Se hace llamar EL DESCEGRUT, EQUILIBRI y hasta que un gitano
acompañado de su órgano, no ha saltado a la palestra cantando por
soleás al medio de la plaza, no he gritado agarrado y arañando con
las uñas negras los barrotes del balcón: “Dame Veneno!!!”
“Dame veneno que quiero morir de placer!!”. Como decía
Teresa Cauntrys – Xarel 10; y lo cierto es que la jodía no se
equivocaba: Los perfumes, elixires y venenos en esencia,
concentrados.
Sucedió y
no fue hace tanto. Meses que se pasan como hojas cuarteadas y
desprovistas de datos certeros y lúcidos. He tenido que empinar otra
botella de Equilibri para buscar esa puñalada trapera al
fondo del paladar. Agarrar las cuerdas tensas de su acidez galopante,
y montarme a pelo cogido a sus crines.
Se presentó
como el trío carabelas una noche ya pasada del mes de Marzo.
Anunciaba muertes como el decapitado Germano. Días de incertidumbre,
noches de dudas, miedos y pistoletazos de salida. Elixires para
sofocar el calor, que ya empezaba a rodearnos con sus brazos.
Apretando y exprimiendo poros. Condensando frentes y lumbares de
sudoripación. Arreando con un triángulo perfecto de Xarel.los
herederos de Cossetanos a nuestro cuerpo, lo que demandan los días
calurosos, el perfume mañanero de Cinamones y las terrazas a
rebentar.
Eduard sabe
lo que me gusta, y debo abrirme en canal y sincerarme: El Xarel.lo
bien hecho me puede.
Esa acidez
vigorosa que se amalgama con pasos por boca glicéricos, sin excesos
ni empalagos, que acaba dando con su exquisitez sabrosa. Esa que tan
bien se entiende con los arroces, los quesos y en definitiva, con la
grasa de algunos alimentos que ingerimos. Todo eso, y muchos más
detalles que se escapan de las descripciones genéricas que acompañan
al contraetiquetado de las botellas. Y que hacen que un vino sea la
compañía perfecta por simple gusto, coincidencia o momento. Son en
gran medida, los que me evocan el tránsito de las estaciones hacia
el calor y la contemplación estival.
Hace ya un buen puñado de años me dejé arrastrar en esto del vino, por los Chardonnay criados en barrica. Eran años de iniciación y en esas tesituras, siempre me dejé aconsejar por mi instinto. Algo que repito hasta la saciedad: “los placeres de la vida siempre deberían surgir de nuestra intuición instintiva, sin importarnos el que dirán, ni si se ciñen a patrones académicos”. Lo bueno es lo que nos gusta, y punto. Luego está hacia donde nos lleve nuestra curiosidad, que es seguramente lo segundo más importante.
Con los años
de probar y descubrir me acabé agotando, dicho desde el cariño; soy
culo de mal asiento, y no entiendo el disfrute sin los hábitos
cambiantes.
Penedés
abanderó hace ya una década los grandes blancos Chardonnay. Vinos
con presencia, muy dóciles a la hora de hacer crianzas perfumadas, y
en aquella época prácticamente imbatibles. Los años han cambiado,
y una nueva generación de jóvenes viticultores por fin se han
aventurado en la difícil tarea de cultivar desde la esencia,
aquellas uvas caprichosas de la zona: Garnachas blancas, Cariñenas
blancas, Pansa Blanca y sí, Xarel.los. Esa uva que antaño solo se
entendía como una parte del cupatge de espumosos. Desde hace un par
de años estoy embelesado con ella y tantas otras, pero sobretodo con
ella. Rubén Parera nos arrojó luz sobre la forma de entender la
vid, las uvas y la tierra, como retrato de un territorio.
Y ahora
mismo, hay un montón de blancos mediterráneos que sería un pecado
capital dejar de probar. Sobretodo de la zona del Penedés, de Alella
y de L'Empordà.
El qué
primordial de enfrentarse a tres vinos, vamos de catarlos. Tres
monovarietales del Penedés, tres Xarel.los tan diferentes entre si y
sin embargo tan elocuentes en su elaboración. Me dan en todo este
tiempo de encuentros vinícolas de los jueves. Unas lecciones tan
magistrales a la hora de intentar entender aquello de lo que
disfrutas. Que uno solo es capaz de postrarse ante el aprendizaje que
da el debate sobre nuestros gustos, sus más secretos intríngulis e
incluso esos pequeños detalles que se escapan al hábito vehemente
de las cosas que nos ofrece la vida.
No es que
sea una cuestión de mero examen, de análisis o de fórmulas
matemáticas por muchos profesores que tenga la escuela. Es algo
mucho más emocional y sensorial, un algo esotérico si de nuestros
sentidos hacemos caso. Y de puro remanso, cuando nos dejamos caer del
lado más fraternal del grupo. Nuestra mecánica es autodidacta, y es
lo más divertido de todo esto. Porque si algo hay grande en
compartir placeres, es hacerlo divirtiéndose y dejándose llevar por
ese niño chico golismero que todos llevamos dentro.
En ocasiones
por pecar con algunos de los vinazos que uno mismo a cara de perro,
no podría costearse. Por descubrir zonas recónditas. Por contagiar
de la pasión personal al que tenemos al lado. Jugar a los trileros
con las catas a ciegas. Diseccionar esos entresijos que hacen mágicos
los vinos, en sus parentescos y en su carácter opuesto. Ya sean de
la misma zona, uva o país. El reto de dar sentido a una cata en
cuanto se parte de un destino, y toda la idiosincrasia que lo
envuelve. O simplemente por dejarnos asombrar de esa inabarcable
cantidad de pequeñas joyas, que se alejan de las masivas estanterías
a precios realmente tentadores.
Esta vez, la
primera creo, sobre la punta de lanza del Penedés actual; sus
asombrosos Xarel.los. Tres blancos opuestos en concepto, y
casualmente con un tocayo de aquella copa que bebí en mi primera
cata.
PARDAS
XAREL.LO 2009
Una bodega
que me tiene como leal siervo, desde el primer instante en el que
probé su Cabernet Franc (uno de esos vinos que nunca falla a muy
buena R.C.P). Esta vez también ostentó el privilegio de ser el
punto de partida.
Viñas
viejas de 35 años en suelos pobres y bajo rendimiento. Elaboración
cuidadísima con extracciones tranquilas. Crianza de 8 meses en
barricas principalmente de roble francés nueva y usada, de castaño
y algo de inox. Bazuqueos cada diez días en la crianza y
clarificación natural.
De color
dorado subido, es el blanco de la casa más franco y accesible. Un
vino fresco, inmediato y como el Cabernet Franc, de esos vinos que se
adaptan a cualquier comida o momento.
Muy buena
nariz a Membrillos, a Turrón con toques ligeramente minerales que
recuerdan a su origen calcáreo (tiza, hueso de calamar, talco).
Aparecen con la oxigenación y ese frescor tan radiante, notas de
cáscar de limón, de hierba fresca e incluso de lavanda. En boca
tiene un ataca delicioso ligeramente untuoso aunque predomina el
frescor de su acidez muy bien integrada. Final con un sutil amargor
que limpia boca.
Un vino
equilibrado y generoso que eleva el listón como siempre, por su
tentador y accesible precio. Sin por ello dejar de rayar el notable
alto para codearse con vinos de precio superior.
NUN
VINYA DELS TAUS 2012 (Cal Raspallet Viticultors)
Fue el
último que probamos, pero por su elevado precio, el que más acusó
la imponente personalidad del más joven debutante: EQUILIBRI 2009.
Un Xarel.lo
de viñas de 55/65 años con crianza de 8/10 meses en barricas de
Borgoña nuevas y de segundo vino. De cultivo biodinámico y con el
respaldo de Ester Nin (Clos Erasmus) Al que le pesa como una losa sus
35 eurazos de precio. Joven seguramente, para ofrecer todo el
potencial que seguramente puede ganar en la botella con más tiempo,
y sin haberlo decantado previamente. Pero es que 35 euros son muchos
euros para un blanco que se mostró realmente discreto y con una
madera demasiado exuberante.
Y que conste
que no soy de los que doy por erróneas las notas a madera. Creo que
entre lo fragante a vainilla de las maderas y el desparpajo de una
uva hay una difícil equidad; con variantes para todos los gustos y
colores claro.
Con alto
contenido de volátiles bien concentrado de maderas nobles; sus 13
grados lo atestiguan. Hace que un principio resulte algo saturado en
nariz con un amalgama de cremas pasteleras, mantequilla, brioche,
gofres... Cuando se va atemperando y acomodando a la copa resalta un
ligero fondo marino. A medida que coge aire adquiere un final
metálico tenue, algo sanguino. Me gusta desde luego más su perfume
cambiante que su entrada en boca, donde para mi gusto sigue
resaltando demasiado la madera sobre la uva. Ahí se balancea más
hacia lo mineral, reminiscencias a ciruelas claudias, secante y una
leve astringencia para acabar.
Creo que es
un vino para trabajarlo más, algo extremo y puede que la falta de
oxigenación jugase en su contra; su precio desde luego. Porque
también hay que admitir que después de enfrentarme al fabuloso
EQUILIBRI, del que juega muy a su favor su inferior precio; sin ser
barato precisamente. Amplía tanto el rango expresivo de cualquier
xarel.lo, que se me antoja invencible. Y eso claro, puede que me haga
ser nada imparcial.
EQUILIBRI
2009 (Descregut Vins Inquiets)
Sin dudarlo
ni un ápice, el triunfador de la noche; por mal que me sepa hacer
ganadores de las catas. Soy más de disfrutar tanto de lo que me
gusta, sorprende, exige o desconcierta; siempre creo que todo te
enseña a conocerte.
Un proyecto
joven jovencísimo que empieza a dar su primeros pasos y balbucea:
paaaapa, maaama!! Con toda su jovialidad, tanto de la pareja
que lo elabora (treitaipocos años de Marc Milà & Arantxa de
Cara), como de sus añadas; esta es la segunda que lanzan al mercado
después de la del 2006. Con todo y eso, la criatura tiene una
verborrea, levas y es de espabiladaaaa... tanto que te recita a Keats
y Yeats a las puertas del cementerio.
Un Xarel.lo
realmente particular que ha reposado tres años en barricas de roble
francés. Y que además se comercializa de manera limitada (1.600
botellas), con cinco años de botella. De ahí sus 20 euros de precio
aprox, que doy fe que los vale eh?
Blanco para
no abusar del frío si no se quiere matar su exquisita expresividad,
y que se bebe como el caramelo cuando se abre cual flor en Mayo. Su
primer envite visual cautiva por su dorado subido y amielado de su
larga crianza. Este vino también tiene una primera entrada en nariz
a madera (nueva esta vez). Aunque como pasa con los Tondonia, su
presencia tan solo aporta ese toque de distinción y elegancia sin
abrumar.
Tras ese
vestíbulo tallado de roble ensortijado, la estancia. Se puede
penetrar a tientas, sin guía ni lazarillo. Los efluvios a miel de
romero, tomillo recuerdan al patio recién regado, a mañana, a
prado. A flores blancas desconchadas de madurez (magnolias,
gardenias). A cama peripuesta de sábanas recién lavadas y
almidonadas y a cómoda de la abuela, te guían.
En boca es
más intenso, marca el carácter del Xarel.lo. Fondo confitado, con
castañas verdes de ratafía, y glicérico su paso por boca. Lechos
de Hierva Luisa y tisana, té blanco, es todo armonía, complejidad y
evocaciones agradables casi de infancia.
Un Xarel.lo
extremo con un abanico de sugerentes recuerdos (todos buenos), casi
indescriptibles. Sin duda uno de los mejores y más personales que he
probado en años.
Ahora solo
hay nublos y vientos, y yo imploro que llegue el calor aunque sea por
el gusto de saciarme.
Por favor...Por favor....que post!! Pa morirse de bueno...uffffff. Gracias por esto
ResponderEliminarJodo Jose, con piropos tan efusivos como los tuyos voy a hacer saltar las gomillas de los calzoncillos, a la mierda la operación tanga!! De verdad, muchas gracias y yo más feliz que un chancho por haceros pasar un buen rato leyéndome.
ResponderEliminarAbrazos caleidoscópicos y psicodélicos!!!