Es un echo
más que contrastado en estos últimos seis años, el ingente
bombardeo que nos llega de la Costa Oeste (Los Ángeles y
alrededores) de bandas deudoras de los 70. Sobretodo ese obsesivo
empeño por resucitar una escena, estilo y espíritu tan concreto
como tentador a la hora de dar juego.
Ahora que
para suerte o desgracia, todo involuciona hacia el pasado. Y que EEUU
parece haberse tomado la revancha con el Reino Unido en lo que se
refiere a bandas alternativas de distinto pelaje. Todos aquellos que
olisqueábamos en los cuartos de hermanos mayores, primos, tíos o
gurús de barrio para alucinar con lo que se cocinaba en 60's y 70's,
estamos de suerte. Ya fuera el Glam, el Punk, el HardRock, Garaje o
Psicodelia varia desde el progresivo, hasta el Krautrock de Can &
Co. o el sinfónico. Creo que no hay estilo o banda que no se haya
resucitado, mancillado en algunos casos u homenajeado en forma de
grupo o tic.
Supongo que
en el contexto cíclico de la música ya es natural. Sobretodo si
tenemos en cuenta que muchos de nosotros peinamos canas y las hemos
visto de muchos colores. Y que cuanto más viejuno es uno, más tiene
con qué comparar lo que ahora se cuece.
Yo dicho sea
de paso, lo llevo bien. Juzgo lo justo, y finalmente me quedo con las
canciones que son las que mandan. Me da un poco lo mismo si me
recuerdan a esta u otra banda, pues acepto que la música y modas van
y vienen. Es más, hasta me congratula que algunos rincones oscuros
de la música se vuelvan a retomar y actualizar; sobretodo si son de
mi gusto.
Cuando les
da por algo (Noise, Shoegaze, Folk, Pop, electrónica o
experimentación carbonatada) pueden llegar al hartazgo, no lo niego.
Pero cohabitar con la industria, perfiles y estándares ya es trigo
de otro costal y un mal vicio de nuestros días, que no tiene porque
impedirnos mirar el dental o ejercitar la intuición más primaria.
En este caso
el trío Californiano que nos ocupa, MID MELD, pueden pagar el peaje
de lo anteriormente dicho. Tener en mente el MANIPULATOR del puñetero
y omnipresente Ty Segall, y creer que es un calco a lo éste hizo.
Por más que el muchacho se empeñe en dar cada vez un salto más
mortal y dejarnos el regusto de... ¿le falta la sal, la pimienta o
el majao?
Pasar de
largo, y obviar un notable debut con más concreción que pose. Y
olvidarnos que pese tener la manía de juzgar por comparar, los
discos son buenos o malos sin más.
Avalados por
el apoyo en directo con FIDLAR, supondrán que aunque los asocien sin
más con la escena angelina sin matizar, su propuesta se acerca más
a Mikal Cronin por sonoridad, y a Black Sabath o a los Cream por
deje. Y huelga decir que su puesta en escena y actitud bebe más de
la escena underground californiana, que de la más mediática.
Arrancando
desde el minuto cero con “The Blizzard”; siendo este el
corte que más recuerda al rubio querubín de mil diabluras. Ha de
ser a fuerza de engranar con el caminar de su disco de debut, cuando
descubriremos un auténtico pepinazo sin tregua alguna. Ese trotar de
cuerdas estiradas, amagos y ramalazo rockero transformista. Esas
guitarras que solo Bernard Butler fue capaz de abrillantar con el
debut de Suede y que tanto echamos de menos. Y un camino medio entre
el HardRock, el Glam más sucio y muchas más cosas que se van
aunando en un puñado de pegajosos perdigonazos de sal.
“The
Viper”, su primer single, me parece una auténtica diablura.
Pero no es hasta la tercera escucha, cuando entran en alza el resto
de temas, que alejándose más de sus referencias más cercanas y
claras, le dan el auténtico mérito a este debut.
“Brain”
o “Lonely” son dos joyas de salvaje inercia, sin
maquillajes y en pelota picada. “Hole”, “The Ego”,
“You're Not Free” o “Mouthbreather” modulan el
disco como algo más que un mero revival. Convirtiéndolo en un sano
ejercicio de concepción clara y directa. Canciones hechas y pensadas
para sonar en vivo, a pelo y con digestión inmediata.
No hay
inventos ni ambages, que vivan más del querer parecer o el empeño
en pretender recrear algo decididamente original. Y sí dar aquello
que en definitiva se quiere.
Ese tipo de
bandas que van al grano sin rodeos y se quedan con la esencia ¿se ha
hecho miles de veces? Y se seguirá haciendo amigos.
El problema
a veces es querer convertir lo clásico en algo moderno cuando no
existe ni una cosa ni otra. Tan solo pensar, actuar y hacer que las
canciones hablen por si solas inmortalizándolas.
Joer, maese-brother, cómo suena esto. Y el post me encanta. Voy a catarlo como es debido. Abrazos.
ResponderEliminarSí la verdad amigo. Ya es sabido para donde tiramos las cabras, nuestras querencias y malos vicios. Pero yo, tan feliz con que sean determinadas épocas o estilos los que inspiren a nuevas bandas. Si no tienen mucho que demostrar, mejor, que ya sabes lo que presiona el entorno y el populacho.
ResponderEliminarSaludos Johnny!!