domingo, 20 de enero de 2019

DENTELLADAS ILEGALES EN TIEMPOS SUMISOS: LUJURIA Y CORAZÓN, o REBELIÓN; TU ELIGES.

 



Es solo a mi al que los arranques de año le son de blanco nácar, igual las carreteras amanecen de escarcha por la mañanas de Enero?
Esas que congelan ideas, blanquean neuronas y bajan al mínimo las revoluciones del motor . Y que con las mismas te pillan casi siempre perdido en la nada más absoluta en un hotelucho de carretera.
Sitios de paso hacia ningún sitio; o a ninguno que tu conozcas.


Es sacarnos de la fortaleza de nuestro hogar y perder la brújula de nuestros pensamientos: Casi siempre dedicados a unos quehaceres, que más o menos como raíles, nos hacen sentir reyes de nuestra despreocupada cotidianidad. Tan solo alterados por la actualidad; maldita actualidad.

El día que me planteé cambiar mi aislamiento de padre por una de mis grandes aficiones, escribir. Me perjuré no hacerlo desde lo personal y dar rienda suelta a mi imaginación, ensoñación y ficción creativa: La música, el estímulo de los sentidos y todo lo que procrea esa interacción nutritiva para el alma.
Pero pasa que se se acaban las lindes del año, y los tontos siguen: Cuanta más información y sensación de que la sociedad se ha vuelto más espabilada y didacta. Es cuando de verdad te das cuenta de que este dictatorial y dominante sistema, ha pasado del sometimiento de los hábitos, directamente a normalizar una serie de actitudes realmente perniciosas, enfermizas y antinaturales.
El odio, la intolerancia, el egoísmo, la represión de las libertades personales y comunes por obra y gracia de leyes; sin ni siquiera evaluar si son justas o no. El maniatamiento de la revolución como cambio lógico; como avance intelectual. Y la vuelta del fascismo y la ultraderecha ideológica o testosterónica como algo cotidiano, me da directamente nauseas. Sobretodo cuando veo que valores antaño transgresores y libertadores, ahora resulta que son delito, se censuran, critican o demonizan. Y hay como una espada de Damocles dogmática que se empeña en acunarnos por obra y gracia de FMI y el bienestar inmoral.


Por eso, no hay nada mejor que despertar una mañana para recapitular y darte una buena ducha caliente con un guante de esparto. Y mandar por el desagüe las pieles muertas y la contaminación anímica que cuatro gilipollas se empeñan en colgarte como un lastre.
La vuelta al estudio de ILEGALES, después de grabar un irregular LUJURIA Y CORAZÓN datado en este pasado 2018. Ni que sea para coger carrerilla tras un resucitador biopic (MI VIDA ENTRE LAS HORMIGAS) y dar una redentora dentellada, que en tiempos de mierda se precisa más fuerte y fiera.
Nos ha cogido a contrapié, cuando su tremebundo REBELIÓN nos has espoleado en plena contemplación y estupefacción sin primperan que te cure.


Cuando justo antes de publicarse el estupendo documental sobre el malditismo de la banda de Gijón y su controvertido líder Jorge Ilegal. Nos llegaba la triste noticia de la muerte de su último bajista, Alejandro Espina; el cuarto de la banda desde 1982.
En plena gira de reunión tras su aventura en Jorge y los Magníficos. Era de justicia, que una de las bandas menos valoradas por su innegable trascendencia fuera de los rediles de La Movida y posterior auge del Rock en nuestro país. Dijera la última palabra, justo cuando no quedan apenas, ni las cenizas de aquella parte menos amable de nuestra historia musical; por lo menos en lo mediático. Rescatando por ejemplo, a su bajista más esencial (Willy Vijande), para volver a la carretera.

Es ahora, justo cuando más suavizados y estilizados están los sonidos y la estética. Cuando la verdadera contracultura, solo sucede bajo nuestros pies; en el subsuelo. Y el rebaño solo le seduce la comodidad ergonómica y las interfaces atontadoras que no le hagan pensar en exceso para cultivar las apariencias más que la actitudes. El nuevo disco de ILEGALES, además de ser una puta maravilla, es directamente LA ACCIÓN:
Ese mazo pilón que todo lo remedia, cuando ni el seis en uno, la técnica o la diplomacia pueden con la corrosión y el engarrote.
Un dejarse caer por la sima de los 80, hacia su sonido más cáustico y rockero. Con una lírica esta vez, más adulta y consecuente, con la privilegiada posición de espectador que da observar como el Rock&roll patrio se va un poco al carajo.
 


Lo mejor de Rebelión es que es un disco espontáneo, inédito en la carrera de Ilegales y sin apenas compromiso con cualquier cosa que hayan publicado hasta la fecha.
Una sincera proclama contra la hipocresía de lírica sin filtros; santo y seña de Jorge Ilegal. Y un trasfondo rockero que desgraciadamente está extinto en nuestro panorama, ya sea por lo mal que llevamos ser consecuentes con nuestro pasado rockero, o sencillamente porque está mal visto y es poco comercial llamar a las cosas por su nombre.

Si no luchas te matas” recupera con destreza el mejor sonido del cuarteto de Gijón, permitiéndose incluso homenajear a la Polla Records. La frenética velocidad de “Mi Amigo Omar”, rascando en la llaga del paripé reinante, o sacudiendo el enjambre de aquellos Siniestro Total con un “No tanta Tonto” que afila las guitarras aplazando para otros menesteres las filigranas guitarrísticas de las que Jorge hizo gala en su época más poética.
En ese sentido ILEGALES involucionan hacia un TODOS ESTÁN MUERTOS/1985, pero infinitamente más ácido y corrosivo.
Tatuaje Invisible” alcanza la exquisitez sonora y escrita emulando impertérritos el Steady Skatalítico tan personal que los hizo únicos entre el 83 y el 86; toda una gema. El Blues macarra de “Suicida” apocalíptico y decadente; como es de esperar. O la magnífica “Mi Copa y Yo”, donde Jorge Ilegal vuelve a golpear como uno de los letristas más lúcidos de nuestro panorama junto a Josele Santiago. Con la diferencia de que él, es incapaz de renunciar a esa prosa ilustrada de macarra vengador. Antiheéroe sin ánimo de hacer amigos, caer bien o se políticamente correcto cuando se trata de ilustrar los bajos fondos dignos de cine negro.
Remata con “El Bosque Fragante y Sombrío”, donde demuestra que Jorge Ilegal podría haber sido infinidad de cosas:
Desde un Germán Coppini mordaz, hasta un Bumbury agradecido a la fama. Sin embargo es lo que es: Posiblemente el único espécimen digno de mitificación o leyenda, capaz de operar al margen de las directrices de la industria con una miscelánea que va desde el pasodoble, reggae, rock’roll, blues, pop, boleros, rocksteady, psychobilly o algo parecido al New Wave ochentero, sin ser nada de eso concretamente y todo a la vez.
En realidad son tan solo ILEGALES, una de las pocas bandas sin deudas musicales. Con un sonido y un directo tan sólido como inigualables son sus letras.
Una rara avis cotidiana y de casa, pero a la vez aun por descubrir cuando muchos todavía la buscan al otro lado del charco, en reductos o altares de Nueva Orleans.

2 comentarios:

  1. Nada me excita tanto como la "prosa ilustrada de macarra vengador". Apuntado queda este retorno de Los Ilegales.

    Saludos.

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    1. Hola Gonzalo!! un placer tenerte por aquí y sí. Si algo es inherente a la música y a la lírica, es que SIEMPRE debería generarnos sentimientos y emociones; sean cuales sean. Y siempre necesarias bandas como los ILEGALES.
      UN SALUDO Y ABRAZO GRAAAANDE!!

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