Con
el hallazgo a día de hoy, de algunas víctimas desfarriadas por el
Fórum; tras la resaca del mastodóntico Primavera Sound.
Barcelona
amaneció igual que en el Mecanóscrit del Segon Origen, vacía
de pasión y riesgo.
Y
es lo que tiene darlo todo como si no hubiese un amanecer, cuando
insaciables festivales como el Primavera pasan por una ciudad como
Barcelona, achacada ya de por si, por los males del postmodernismo:
Que engullen como en un remolino, a todo aquel que precisa de la
comodidad del pack para darse en tres días. Un atracón con lo que
se supone “es todo aquello que uno necesita para estar al
día”.
Pero
claro. Hay una especie de suerte con todo esto de la música:
Que
por muchos medios donde hacer escala para descubrir, ¿informarse? O
imaginar que estás al día, que haya. Siempre y digo suerte
hay infinidad de interesantísimas propuestas, que ya por estar al
margen del barullo, dan una garantía de emociones muy por encima de
la media.
Es
el caso por ejemplo, de THE INTELLIGENCE:
Una
banda con campo base en Seattle
desde 1999 y nueve álbumes + su reciente vuelta, de nombre
“Un-Psychedelic in
Peoveycity/2019) Juno
Records. Es parecido y
medio hermano de los todavía en boca de todos (Ty Segall, Thee Oh
Sees o Mike Cronin), y sin embargo increíblemente desconocidos para
las masas enfervorecidas.
Bandas
que todo el mundo de intachable modernidad conoce. Pero que en
realidad pocos son capaces de seguirles la pista, o por lo menos el
ritmo de pedalada y mensaje sin condicionantes que reparten de manera
compulsiva cada añada (el último fenómeno son los King
Gizzard & The Lizard Wizard).
Digamos
que dentro de la escena alternativa psicogarajerapunk americana, son
en realidad, los que avanzan sin frenos ni contrapartidas para con el
business entertainment. Y por lo tanto, de los pocos que realmente
transmiten lo más parecido a lo que se cocía a finales de los
70/primeros 80 en el mal llamando indie Británico.
Experimentación
con sonidos, regresos al principio de la New Wave Americana, Punk
pasado por la batidora del Garaje y los Nuggets más ácidos. Pocas
manías para de un salto embarrarse con el Pop, el Glan o el
Krautrock lisérgico o mecánico…
Eso
podría decirse que son THE INTELLIGUENCE: Un todo o nada de diversos
sonidos, pero una reconocible manera de construir su música. Que los
hace únicos en su especie, pese a emparentarlos con cosas como:
Magazine, Clinic, Monochrome Set o vete tu a saber, así,de oídas.
Y
por excusar a la marabunta. El inconveniente para quien quiere
acomodar su sesera y oídos, en algo más afable, predecible o
popular; nada nuevo en el horizonte.
Así
pues, cuando Lars Fingerg
subió al escenario y se encontró con 30 escasas personas de
público, entre risas no pudo más que saludar con un “good
morning”. Como si la
banda se presentara a dar un set en una terraza mañanera a modo de
aperitivo.
No
tuvimos las cuatro cabras descarriadas, la
suerte de ver a las
guitarras y voces acompañándolo, ese
guitarra de The Shins Dave
Hernández; quien sí a vuelto a tocar en su nuevo álbum. Aunque
quien lo suplió, dio la talla sobradamente.
El
enésimo desaguisado de otro de tantos festivales; en este caso el
SON GALICIA: Quien se ha apropiado del concierto cambiado su
ubicación inicial del céntrico Rocksound, al inóspito Upload en el
anacrónico Pueblo Español de las afueras de la ciudad.
No
logró que la profesionalidad de la banda, y un público dispuesto a
levantar la noche a base vítores. Nos regalara una especie de live
dedicado y a medida, la mar de chulo, entretenido e igualmente
revelador.
En
el fondo, los que venimos de épocas heroicas
donde lo alternativo: ni era
tan mediático, ni movía
a miles de personas. Acabamos satisfechos incluso, de confirmar que
las modas y las masas, en realidad siempre han ido tarde cuando de lo
que se trata es de mojarse para pescar.
El
sonido cacofónico de la sala se suplió con la contundencia de un
Kaanan Tupper a la batería, y el onduloso bajo de Drew Church.
Quienes ejercieron su capacidad de metrónomos, para acompañar los
salmos de Finberg a lomos
de esas guitarras taaaan!! trepanadoras.
Destriparon
parte de su último disco, quien camina bajo una atmósfera menos
cáustica que su anteriores entregas. Pero que en cambio contiene una
parte lisérgica tan hipnótica la de aquellos “Going Up” o
Porcupine de los Echo & The Bunnymen, insolados de surf
matropolitano.
Más
como una sensación o ambiente, que como un estilo que se asemeje
estrictamente.
Pero
realmente, el chipotle de la noche lo pusieron el basto ingente de
agujetas que como canciones tienen: Empezando con “I’m
Closed”; que arrancó la velada. Siguiendo con “Janitors”,
“Thank you God for Fixing the Tape Machine”, “We
Refuse”, “The Galaxy”, “The
Entertainer” y la psicótica “Like x7” .
Y acabando con un vacilón “Dim Limelighs, dentro de
otro de los discos que más protagonizaron la noche: Su demoledor
“Everybody’s Got it Easy But Me/2012”.
Tanto,
que incluso demandó de un bis por la locura desatada en la platea, y
el alumnado desbocado.
Nos
señalaron y enumeraron en fila de a uno, con la licencia incluso de
pedirles canciones dedicadas; que es lo que tiene no poder
mimetizarse con el gentío. Y pensar incluso que esa canción, ¡esa
canción! Te la estaban cantando a ti!!
No
había sentido jamás nada parecido lo juro.
Pude
hacer amigos y todo (que es lo que tiene llegar una hora antes por el
porsiaca). Amigos desconocidos, pero todos de la familia de
las treinta criaturas con más luces que la feria de Abril, a la
redonda.
Que
no harán estos ajustadores y alicatadores del alma con más gente
que en una boda gitana. Y no digo con cien más, pero con el doble?
Igual
nos dejaban por dentro mejor dispuestos que un parque acuático, para
que las neuronas, células, ocurrencias y glóbulos se tiraran desde
oídos y cerebro, como en un tobogán.
Por
lo menos.
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