martes, 21 de mayo de 2019

MILAGRITOS DEL NIÑO JESÚS!! CELLER MASSÍS_ BLANCO 2011

 



En busca de lo anómalo, del salirse de los márgenes y huir del fast pleasure. Tengo un vicio incorregible de buhonero reciclado por investigar, no solo en el pasado propio, sino en el ajeno.
Y es curioso desde luego, como al hacernos mayores tenemos una indecente obsesión por rehacer el camino andado.

Por allí y por aquí nos dejamos un montón de cosas perdidas en nuestra desmemoriada capacidad por retener solo recuerdos. Sin llegar a cerciorarnos del como ha afectado el paso del tiempo, a nosotros mismos y como la erosionada química del paso del tiempo cambia radicalmente nuestro criterio.
Cambiamos y evolucionamos. Lo cual no quiere decir que seamos más sabios, ni el resultado de la fórmula sea de matemática exactitud.

Pasa con la música: Esos ritmos que te contorsionaban bajo la luz ultravioleta y espasmódicos flashes que ralentizaban nuestras noches sin fin a ritmo del House ochentero ahora mal reciclado, o el Chicagosound discotequero embadurnado de Soul Neoyorkino made in Mancuso.
Todo emerge como modas de éxtasis juvenil, aleluya!! rebeldes con baberos, rodilleras y chichoneras. Y nuevos e irracionales fascistas que autodenominan liberadores; aunque aquí sea lo rancio, igual que quien te vende un made in China por vintage.
En el trabajo de campo hay que estar bien atento para que no te la den con queso. Ya sabes que en esto de ser exclusivo, diferente y molón hay más trampa que cartón. Y que la auténtica modernidad está en descender a la sima de nuestro pasado/origen, sin arneses, líneas de vida ni que el iluminao nos lleve de la mano. Joder!! que sin riesgo no aventura que valga!!

En los vinos por ejemplo. Cuando la tendencia de querer bebernos a toda costa un Vega Sicília, nos olvidamos de un básico con identidad y tiro porque me toca. Nos quedamos ojipláticos con los precios de los Priorat sin tener idea del proceso, la dificultad ni que hace que ese vino valga un pastizal y a coro: Oooooh!! que maravilloso, complejo y mineral; sí eso, mineral y balsámico!!
El… me mola más la etiqueta que el líquido elemento, un poquito de Paco Rabanne en este floral blanco, vainillazo al tinto… Y a tragar!! Hazme una foto corre!! Con la copa de vino, que viste mazo.
Sería un no acabar con la tontería humana animada por el barullo, oigan. Al final lo que no busque uno, tropezón y los dientes al aire, no hay quien lo cure salvo el alpargatazo de una madre. Que que razón tenía, pero por lo bajini.

Yo ya he optado por fin por guiarme por la intuición/instinto. Que hay que cultivar y entrenar muchachos, siiiiiii ¿que no saben que el ser humano es el único bicho viviente que nace con el único instinto que te dan las hostias?
Pues eso, no esperen a que se lo cuenten o sigan a la manada por la inercia.
Investiguen, no teman a la cagada que de allí nacieron los inventos. No desconfíen de los viejos; o sí…? Y sobretodo, ensúciense. Y hagan su propio ensayo y error, no para encontrar la solución sino estimular su perdida inconsciencia.



La mía por ejemplo. Al abalanzarme como un poseso, como la lerda de Remedios Cervantes en Atrapa un millón. Y jugármela con una botella de vino de 9 euretes rebajaos,  que se moría de pena en mi tienda de confianza del barrio; El Solanet. Desde hacía seis años mínimo.
Un blanco de horripilante etiqueta que ya compré en su día y, o no entendí o no me sorprendió en absoluto.


Celler Massís es una bodega en la costera zona del Garraf, que Benjamín Romero (Bodegas Contador, La Rioja). Adquirió para elaborar blancos en esta curiosa e incipiente microterritorio, donde dentro de Penedés, se dan unos blancos mediterráneos con singulares propiedades minerales, salinas y complejidades; siempre que estén en buenas manos claro.
En este caso dudo que fuera una intención, pues este es uno de sus vinos básicos que desgraciadamente fracasó; seguramente por la desacertada etiqueta y el poco interés a la hora de comercializarlos.

Pero hete aquí, que por cosas de la fortuna, este blanco de Garnatxa y Xarel.lo de ocho meses de crianza en barricas de Roble Francés: mitad nuevas y de un solo vino la otra mitad. Ha evolucionado en estos siete años aprox. fabulosamente en vez de irse a pique; pese a su tapón de silicona que presentía una vida juvenil y corta.
Con un precioso color ámbar parecido al de los Amontillados o a los jereces de viejas soleras, este heroico resistente haría las delicias de todos aquellos amantes de las bondades oxidativas de Xerez, Còtes de Jura, Vins Rancis o Fondillones de Alicante.

Con el fresco justo, en nariz todas aquellas flores blancas se han marchitado, y aparecen secas pero increíblemente envolventes cuanto más se atempera y se acomoda a la copa.
Hay un toque a caramelo de miel y hierbas, que predomina sobre lo que era en su día la fruta; ahora madura o en compota: Orejones, manzanas al horno, algo de frutos secos, salinidad persistente, o será el toque mineral que da esta zona a merced del mar?
En boca es suave y licoroso, pero de final contundente y largo. Con una acidez todavía vivaz, perfecta para no hacerlo pesado e ideal para maridar; muy gastronómico. Largo, con toque amargo final. Tiene una retirada amontillada pero desde luego muy particular y distinta, más agreste. Y la verdad es que cuanto menos frío y menos prisa se tiene, más adictivo y disfrutable es.
Maravilloso!! una lujuria de complejidad, texturas y recuerdos que te dislocan, y de las que agradezco tener a mano la virtuosidad de unas Zalto para capturar todos esos aromas; aquí es donde disipa cualquier duda pese a su precio.
Sino, hagan la prueba con un simple cava con larga crianza; otro mundo.

Solo por este tipo de sorpresas vale la pena huir de donde todo el mundo va.

 

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