Que
bien, pasar el tedio hacia mi liberador permiso vacacional entre
semejante disfrute visual, plástico y lírico, amig@s!!
Mirar
p’allá, pal fondo. Admirando el ocaso de fritura térmica
amordazados todo el día como andamos. Y esperar la noche de virtual
inversión térmica para merendarte entre pecho espalda, esta
estimulante serie de animación. Con más chicha que un potaje, y
refrescante como un baso de gazpacho.
Es
casi lo mismo que cuando con 14 o 15 años me subía al terrado cada
noche de verano, allí, en el pueblo. Y devoraba capítulos del
Totem, libros de bolsillo de Marvel, Cimocs, o el 1984 a la fresca;
cualquier cómic que caía en mis manos era bueno.
O
los Víboras completos que guardaba mi cuñado en una bolsa de
basura, correlativos. Y que junto con sus discos, eran la trampilla
para asomar las narices a otros mundos, los míos.
Lo
que pasara de puertas para fuera, o un metro a mi alrededor.
Sinceramente, me importaba un carajo.
Pues
el lenguaje visual e intuitivo que usan Raphael Bob-Waksberg (BoJack
Horseman), Kate Purdy y Hisko Hulsing; sin olvidarnos de todo el
equipo de animadores y algún guionista más que se suma a este
precioso proyecto polimulticultural. Y la forma que el receptor lo
recibe y traduce en estímulos: placer, inspiradoras reflexiones, y
esas cosas que te cosquillean el cuerpo y te recuerdan a aquello que
impulsaba tu juventud como un carburante.
Es
sin duda muy parecido al de las historias gráficas, y a como
percibiamos los lectores de cómics sobre el papel, sin posibilidad
alguna que se igualase en la pantalla.
Salvando
contadas excepciones como esta, claro. Que suerte!!
Es
una apreciación personal, claro está. Pero ocurre a veces, que uno
está cansado de ver las historias contadas sieeeeeempre con los
mismos códigos y clichés. Esperando desenlaces y resultados con el
manual en el regazo y consultándolo de reojo (para no perdernos).
Aquí,
ALMA (la protagonista): Con un carácter ya de por si
quebrantador o rebelde, en el seno de una familia huérfana de origen
latino de San Diego, y fuertes convicciones religiosas. Se encarga de
poner un poco patas arriba la forma de contarnos su vida, como la
percibe, y hacia donde va la arrastra.
Pues
es el ama (o alma) y dueña en todo momento, de como va a suceder
todo desde el primer capítulo, hasta el octavo que es el último. De
apenas media horita y sin excusas esclavas que valgan: - Que si
las manijas del reloj me echan una carrera. - Que el niño
sale de clase, o esa vigilia hipnótica del sueño que te canta…
-
Mírame fijamente!! y dueeeeeerme.
De
narrativa contorsionista pero deliciosamente digerible mientras juega
entre el drama, la comedia o lo fantástico. La técnica visual
rotoscópica y su hipnótica belleza visual, acaba por hechizarte
prácticamente a los dos capítulos.
Pero
sobretodo, su encanto para mi gusto, más llamativo. Es su curiosa
manera de jugar con lo fantástico a veces, otra con lo
extraordinariamente terrenal, los dilemas morales y los traumas que
acaso pudieran condenar nuestra vida. E incluso someterte a un examen
intrigante donde siempre pende la duda: Se balancea. Te ríes, te
extrañas y desconciertas… Pero te encuentras tremendamente a gusto
en su angustiosa psicodelia.
Y
mientras tanto, siempre te quedas con ese esbozo de sonrisa. Que es
un síntoma indiscutible de que estás disfrutando. No?
Ante
ese veredicto (el mío propio y personal) el de la sonrisa digo. Voy
a obviar muchos más datos de qué ocurre en la serie, el porqué
deberías verla. O a chafártela con el tenedor y echarle un chorreón
de aceite explicándote lo que vas a ver.
Faltaría
más!!
Solo
voy a ponerte una canción, y un vinito porque… Ya sabes.
Yo,
no hay placer que no asocie a una canción; aunque no haya manera de
ver, y escuchar una canción a la vez. Estamos?
Pero
tras verla, poner un disco para musicarla. Y beberte una copita
mientras la ves?
Si
no le ves a eso la utilidad. Apaga y vámonos!!
Que
disfruten y salud!! Mucha salud
El
Mentider 100% Trepat de D.O Conca Barberà:
Un
vino ligerito y de poca extracción, tremendamente frutal, que se
puede beber ligeramente fresco, y que acompaña a cualquier comida o
aperitivo de manera jugetona y adictiva.
Un
gusto para no dejar de beber tinto en tiempos de calor, y además
muscular las papilas gustativas con complejidad, sapidez y sin la
necesidad de comer si así se da el caso. Recordando un poco al Pinot
Noir o a la Bobal, en sensaciones refrescantes. 14/15 Euretes
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