Es
muy posible que ésta, sea la única manera de avanzar con la certeza de llegar:
“Con
pequeños objetivos y humildes propósitos”
Qué,
al fin y al cabo. Son de los pocos a los que me puedo comprometer dada mi
escasa ambición. Si es así por lo menos, cómo al final del año, uno quiere irse
a dormir con el alivio de dejar constancia de lo verdaderamente remarcable.
Asociar
vinos y música, es hasta la presente, de las pocas satisfacciones que me
colman. Y perpetuarlos escribiendo sobre ellos, la única manera que conozco
para intentar entenderlos; si en caso de futura demencia senil hubiera
posibilidad alguna de rehabilitarme.
En
la mayoría de casos son encontronazos casuales: Como el de aquella banda
Californiana que se me cruzó de sopetón, con rasguños, traumatismos y
cicatrices; dejando constancia por escrito. Y que justo ahora -diez años
después- se te presentan en casa con hijos nuevos de chapetas rosadas y brillante
mirada.
Un
Shoegaze con hechuras de suspense, parecido al de mis adorados Pale Saints. Y
donde las brumas sonoras se entremezclaban con ecos, marañas de guitarras, y
unos cánticos que me remitían como angelicales plegarias de auxilio, no exentas
de poesía etérea. Y esa parte que hace de la música, algo que va más allá de
simples ritmos y melodías.
Donde
se puede prácticamente visualizar con tan solo su ambiente sonoro: Un paisaje, su
cromatismo. E incluso una sensación que obedece más a algo tan abstracto como
personal.
Confieso
que desde no hace demasiado, he descubierto el porqué de mi extraña forma de
asociar gustos y encontrar el placer del disfrute.
Y
no es por lo típico de: - ¿Y a ti que te gusta? – Pues a mi me esto,
aquello, o lo otro.
No.
A mi me gustan las cosas por las sensaciones que me provocan o generan, más que
por aquello que estrictamente me las provoca.
Amo
el sentir de los sentidos, imaginar, evocar… Amo SOÑAR DESPIERTO. Y creo que
así paladeo la vida, recreándome en lo corta que se me hace, y es.
Sentir
la mano sobre mi hombro de Jonathan Zeitlin en boca de John Sinclair,
susurrándome al oído:
Me
levanté
Vendí
mi mierda
Le
dije a mi jefe que me iba
Besé
a mi familia
Dejé
a mis amigos.
Vivo
mi vida antes de que termine
Me
escapé
Me
levanté
Me
fui,
Me
escapé
A
lomos del trotón ritmo de “I Got Up”, contagioso, meciéndote, y
dejándote llevar por el impulso de la Tramuntana costa arriba.
¿Lo
pensaría así también Jordi Esteve, cuando siguió el canto mayestático de su
corazón?
No
hay escritos que lo confirmen, ciertamente. Pero en la facultad de dudar, está
la virtud de imaginar.
No
solo por lo que supone abandonar la gran urbe y lanzarse a la sentimental
aventura de recuperar el legado del fronterizo Rabós, y dar presencia al legado
de la “la gent gran” que se eslomó vendimiando y mimando las
pocas viñas que resistieron al primer envite de la filoxera en nuestra tierra.
Sino
por convertir la mal supuesta austeridad de sus Cariñenas, en una agilidad
digna de la mismísima Anna Pávlova.
De
color y tintura frutal, su penetrante y vínica nariz nos descubre por sorpresa
todo aquello que uno ama de un vino cercano, y despojado del hermetismo que se
le atribuye a los terrenos pizarrosos y la centenaria edad de sus viñas:
Deslizante
y preciso como el ojo de Gillermo Tell. JAN se deshace en caricias de grano
fino y una sedosidad curiosa que no prescinde en recordarte su sabiduría.
No
tirando de solemnidad, sino una complejidad exquisita que se basa más en la
generosidad, que en los condicionantes: Fruta negra muy madura y golosa,
destellos herbáceos que ¡¡plis plas!! Aparecen y desaparecen, envueltos en
toques de café sin azúcar, sotobosque húmedo, y pizarra tamizada. Y una acidez
sápida que convierte la presencia del tanino, el algo tan sumamente integrado y
que equilibra todo el conjunto, haciendo del beber, un deslice agradable.
JAN es de esos vinos que no necesita recordarte que los atributos no siempre se han de mostrar voluptuosos, ceremoniosos y a veces aturdidores. No, él es directo.
Y
en su rápido viaje, desde la nariz pasando por el paladar, hasta el final de la
boca: Donde el cielo retiene el recuerdo
como la visión de una noche estrellada, y los extremos de la lengua lloran
fugaces.
Un
giro más de tuerca. Un cuarto de giro más al potenciómetro.
Donde
el volumen se torna en el clamor pop de “Get Out of the Way”: - Liberando
en el mar, un océano de estrellas. ¡Lávame!
Dejando
un rastro veloz de, tantas sensaciones y evocadoras delicias.
Que
solo podrían resolverse y desentrañarse bebiendo y volviendo a beber, como peces en el rio.
Esto
no garantiza al 100% que acabes descifrando sus misterios. Pero te prometo que
el viaje y el vértigo, detendrá por unos segundos el tiempo, y a ti se te
antojará una eternidad.
Yo lo hago (o lo intento). Aquí, sentado en el balcón con los pies sobre la baranda. Una transfusión de elixir vínico sobre el alfeizar. Y la bocanada de música que escapa por la ventana abierta de mi cuarto de fetiches.
La
entrada en mi vida de nuevo de ALPINE DECLINE, se ha fundido ideal sofocando
esa extraña sensación de que todo nos sabe igual y nos conformamos, ¡maldita
sea!
Siento
(o necesito) un cambio que a veces no es tal; ellos estaban aquí desde hace ya
mucho tiempo. Sólo que tú no los notabas.
El
cambio estilístico con el que he recibido en horcajadas al dúo
chino/californiano. No es más que la perspectiva adecuada para valorar con
justicia y placer, el extraordinario bagaje experimental, creativo, y
multidisciplinar. De dos personas sin ningún tipo de compromiso con los
condicionantes vaivenes de la industria del entretenimiento.
Entre
“Action Moves Away from the Center/2018”, “Visualizations/2011”,
y su actual “Fort he Bettermen of Well People”. Hay tres universos tan
distantes y a la vez paralelos, que hacen del conjunto algo excepcionalmente
maravilloso y emocionante.
El
metrónomo acompasa los latidos, y tras el jolgorio de “I Got Up”. Es el turno
del mantra de “Trough Waterfalls”, donde podrías estirar el brazo y
acariciar el teclado de Euros Childs. Mirar fijamente los escuálidos rasgos de
Ian Masters, y hasta ver a través de sus inanimados ojos hundidos.
“No
Turning Around” continúa por esa tónica que nos arrulla y hunde hacia los
paraísos la psicodelia folkie de Gorky’s Zygotic Mynci. Un maravilloso arranque
de disco que flota delicado, sugerente y fantasmagóricamente pop.
FOR
THE BETTERMENT OF WELL PEOPLE, es un trabajo que ahonda con certeza en esos
límites difusos del Pop, la psicodelia, el folk sui generis, y una impronta
espacial y ensoñadora supersugerente.
Y
el ejemplo más claro lo tenemos en “Flight Instructions”, “Losing
Control”, y “Get Out of the Way”. Donde se solapan entremezclándose,
algo que resulta de primeras tremendamente Pop con reminiscencias al C86 o el
Sarah Records Sound. Pero que zizagea entre la placidez contemplativa de la
California setentera, y la bucólica época de Mercury Rev, o incluso un cierto
regusto a las ambientaciones hippies; en el sentido más inexacto.
En
cualquier caso, un despatarrante trabajo que se aplica con mucha intención en
esos detalles a la hora de dar cuerpo, alma y textura al sonido; y que ahora
tanto echo de menos, la verdad.
Puede
que mi abnegada adicción a los extremos, me lleve a mediar entre el desastre y
la armonía. Con obstinación, y un batiburrillo musical poco defendible.
Pero
por más que lo explicase. Poco o nada atiende más que a la variedad, y al punto
por donde se observe la vida dependiendo de las coordenadas sieeeeempre
cambiantes. ¿O acaso se busca la seguridad con la penitencia y el inmovilismo?
Siempre atado a la pata de la cama, con la mantita y la comodidad.
“Inside
in me Head”, pruébalo, despliega velas y agarra el zurrón con lo
imprescindible. Flota de puntillas sobre las teclas del xilófono y siente en
vértigo. Aquí a mí, Pale Saints se me hacen tan presentes, que me eriza el
bello: Mágicos, astrales, ingrávidos y etéreos. ¿podría ser shoegaze? – Pues
también!!
Aparece
“Cowards” ¿y a mí? A mi me viene de golpe aquella oda perdida de los
canadienses The Electrosonics, llamada “Back on the Light” del 98.
“Gems”
revuelve en la inocencia del Pop pálido, y abre brecha entre los densos inicios
de Alpine Decline, y su actual propuesta. Da igual, la desprejuiciada forma de
entender los arranques de creatividad de esta pareja, son puro oro ahora mismo.
Y “The Remedy” otra más.
La
botella se tambalea a mi espalda y echo mano de la copa para hundir mi
prominente nariz romana en la copa. Allí hallo el extracto del azúcar residual,
el rastro de la fruta y las especias exóticas.
Y
tanto me adentro, que el eco en sus abovedadas paredes. Que “Too Long Away”
me coloca por arte de magia. En aquella mañana de 1997, cuando conduciendo a
trabajar por entre los huertos de Gavá con el penetrante perfume de alcachofas,
acelgas, espinacas y zanahorias. Escuché por primera vez el Barafundle de
Gorky’s Zygotic Mynci, en un esplendoroso salvamento britpopero.
Albadas
sean las cuerdas invisibles que nos unen y sustentan!!
Pedazo de descubrimiento que has hechos amigo, con estos Alpine Decline. No los conocía, que bien que suenan. Como me flipa esta maridaje perfecto que haces con los comentarios sobre el caldo Jan. Vino y buena música, que más se puede pedir. Los sábados y domingos cuando acabo de comer y recogo la cocina, el último vaso de vino que acompaña el fin de la comida, siempre lo acompaño con la escucha semanal que empieza los sabados. Se unen las ondas musicales con los tonos de sabor en la boca. Abro la puerta de la terraza y me dejo llevar por el aire que entra, por la satisfación de este perfecto binomio. Gran artículo
ResponderEliminarPues me das un alegrazo que las cosas chulas se extiendan como la marea. A estos los descubrí con su disco de debut y hasta se pasaron por aquí para agradecer; y sabes lo que eso significa para un humilde bloguero. Así que les tengo un cariño especial, además de que me sigue encantando su música con lo mucho que ha ido cambiando.
EliminarAl final, con los años y la tendencia al desánimo, solo nos queda estimular los sentidos a base de sentirse un poco veinteañero: El vino, la compañía, el compartir gustos y sensaciones, las risas,el cariño, y el disfrute... Poco más hay que engrandezca el vivir.
Un saludo y fuerte abrazo, y gracias por el comentario.
Ahora entiendo como esta el mundo del
ResponderEliminarVino con esta clase de conocedores.....patetico...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarDe conocedor lo justo,simple aficionado. Pero ojo, si crees que por ser aficionado no tengo derecho a compartir mis experiencias y disfrutes... Mil perdones si lo he ofendido.
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