Érase una noche de una vez de mediados de enero, todavía resacosos nosotros de la brillantor del 2015 y cegados por el resplandeciente 2016.
Nos
acompañó de la mano Robert Forster desde la Koska,
con un plato de boquerones en vinagre en la mano y en la otra rematado con un
Palo Cortado.
Y
con una reverencia a lo Joe Turkel en el resplandor. Nos dio paso:
Sonaba
como un salmo antiguo de pana, franela y forro de licra, “Reach You”.
Y
en la vieja 2 del Apolo se formó de repente, una cúpula capilla con Bid y
Lawrence cantándonos al unísono.
Mágico.
Así
de fácil.
De
eso ya hace (echo cuentas)… Seis años y.
Aunque
suene como un sueño tenue, vago, y lacrimógeno. “Elgin Baylor” me recorre
como un escalofrío de sudor forzado, que por el espinazo intenta disipar los 37
grados bajo el tostadero. Mientras Salva estira las notas de su Telemaster casera hasta el ocaso, como
en el juego del elástico de las amigas de mi hermana.
Me
reconcompongo, cierro los ojos, y me atraviesa Max Décharné con sus Flaming
Stars; en un suma y sigue de nostalgia.
Esa
cosa extraña que siempre siempre te rumorea como una condena a cuestas,
mientras caminas y lanzas un vistazo atrás.
Aclaro:
(Si
hay algo verdaderamente emocionante de hacerse viejo. Esa es la de rememorar
los tiempos míticos con una simple cadencia, hechura, o gesto).
A
veces aparecen sin tan siquiera buscarlas; es lo bonito.
Te
asaltan como una corriente de aire fresco en plena canícula.
Y
por su brevedad.
Son
idóneas, precisas, y preciosas.
Por
eso Carles Ribas nos dice rasgando su Gretsch: “Seremos Imperfectos”
-
-
“quiero
pasar los días contigo, sentado al sol. Y hacer de nuestras vidas, algo más
soportable”
-
- Seremos,
imperfectos, esclavos de los deseos, que nunca pedimos, nunca fueron nuestros”
Llamándonos a la revolución de la contemplación, con una mueca entre lo glamuroso y
lo demodé. En ese mundo ideal, donde los tímidos dictarán las pautas del éxito.
En
el nuevo y esperado regreso de ISLANDIA NUNCA QUEMA vociferando cánticos de art
pop. Hay, sin ser evitable ni quiera uno. Esa esencia que tanto cuesta
encontrar en las bandas de ahora, que como si fuera una reestructuración de
plantilla.
Parecen estar empeñadas en no dejar rastro de ese pop que deambulaba entre
la New Wave, los sonidos dunedin, el de los clubs de los suburbios, o esa
imprecisión de sonidos que huyen del código de barras o la estantería
estipulada para bobos. Para ajustarlo todo, al estándar del refrito; ahora que
ya no hay escena que enderece el panorama.
Pero
¡hey amigos! Siempre hay un esperanzador asidero donde agarrarse ante el
zarandeo de la vida, que acelera a toda velocidad, sin avisar a los que no nos
queremos subir a bordo.
-
Espera.
Que
todavía estoy olisqueando el perfume a rosas de la copa y descifrando mi
destino en el rastro que deja la silueta de la cafeína en mi taza.
Subo
el volumen de la rueda hasta que hace “clic”
el final de carrera, y suena “La Por” ¿el miedo? Creo haber
hallado mi evangelio; de veras. Con esas guitarras elásticas que saben a sol y
huida, y una estrofa final demoledora.
“UTC”
me da la puntilla y el descabello, desangrando pop del que ya hace lustros se
le olvidó a Jarvis ¡cha cha chá!
¡Dale Carles!
Yo
también prefiero bailar a los libros de autoayuda.
Y
si estamos tan bien, para que vamos a cambiar.
“Camisa
de cuello Mao” alcanza una velocidad de crucero de vértigo pop en plena
garbinada.
¿Qué
puede salir mal entonces?
En
este caso concreto, nada.
“Elgin
Baylor” es el mejor ejemplo de la enseñanza de los errores y las
derrotas en forma de canción de amor. La templanza del vigía sin más premio que
la gloria del esfuerzo y la clase, en pleno tiro suspendido e infalible.
“Como Elgin Baylor yo te amé, te perdí una y
otra vez, y hoy me vuelvo a levantar”
El
paradigma de un jugador que lo ganó todo a título personal, y que cayó
derrotado una y otra vez con los Boston Celtics. Retirándose de manera trágica,
y ganando Lakers su primer título por fin, con él sentado en la grada.
La
mala suerte, la desdicha, y la frustración. Pero con el pundonor del elegante
luchador/perdedor más tenaz que ha dado la NBA.
La
elegancia como mantra de bajo y percusión. Que “Pornografía Amateur”
rabiosamente hipnótica y adictiva, nos asalta en vuelo rasante: “con tu indiferencia mátalos sin más” - Písale
fuerte Jordi & Marc!!
Es
otra de esas joyas que puebla la vuelta de ISLANDIA
NUNCA QUEMA, en pleno clear CMOS post pandémico.
Un
regreso necesario para florar ese paisaje yermo solo en apariencia.
Lo
clama “Vanitas Vanitatis”
“No es tan fácil recorrer el mundo, que
separa la cama y el mueble bar, intentando mantener la vertical”
“el secreto está en aparentar”
Como
si su elegancia arrogante e irónica como adn de actitud a la hora de firmar
canciones. Nos encomendara esa excursión planificada hace meses por nuestra
ilustre historiadora reusense Anna, para visitar el Museu del Vermut en su Reus
natal.
Que
digo yo que deben ser cosas de los astros, de esa aproximación superlunar, o de
su lírica y guarnición musical. Que, a buen seguro, busca que saciemos de notas
frugales y nutrientes este verano secante de agitador el avispero. A golpe de
vinos macerados en hiervas, de copiosas comidas en el Pil Pil, y de conexiones
invisibles hacia Porrera y Torroja del Priorat.
O
es la alineación de los astros. O de esa llamada muda e inaudible que como
cantos de sirena. Nos buscó, nos encontró.
Y
veinte años después de mi entrevista con David Carabén en un bar de Vía
Laietana.
Los
sube este mismo sábado sobre un escenario de Tarragona, a Mishima y a Islandia
Nunca Quema. Para cantarnos la buena nueva, mientras recorremos el mundo que
separa la cama del mueble bar.
En
serio, no es por aparentar.
Pero
a veces, creo en el libre albedrío.
O
el magnetismo que hace que cuerpo y alma, se atraigan sin remisión.
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