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viernes, 7 de agosto de 2015

LA VIDA POR UNA CANCIÓN_LET'S PLAY, LET'S SWEAT!!





Cuqui Savigné tardó demasiado tiempo en salir de su agujero. Y lo hizo de noche, justo cuando el sol irradiado fuese tan potente, y el contraste térmico con la profundidades tan brutal, que hiciera estallar los acuíferos como géiseres en aspersión. Escarbó con uñas y dientes los terrones resecos. Empujó con el anverso de su alma, hacha o azadón. Y trepó por acometidas, bajantes y tendederos llenos a rebosar de impolutas prendas perfumadas de higiene. Ni rastro de menstruaciones carmesí ni rodales de salitre sudorosos estampados como síndomes.
Se agarró al alfeizar y trepó hasta la azotea buscando un espacio despejado. La luna ahí arriba colgada de un fondo estelar. Y abajo los aullidos de quienes en el silencio de la noche, demandan palabra para cuando el tronío del día los ignora -despedidas a pie de portal, tocan las palmas contenedores de metal, rugen camiones al cargar- Y allí arriba, en el terrado, Cuqui Savigné tapiza de aluminio todo el terrado: Busca señales arriba, en el cielo oscuro o en la claridad de la mañana. Mensajes errantes que desatasquen meses de sordera, años de letargo, días de sueño profundo y mortificados entierros. Baños de luna cerrando los ojos, y esperando otra vez que el incandescente astro vuelva a catalizar los arrullos de las Tórtolas, el trinar de los gorriones o el chirrío de Urracas traviesas, reclamando melodías de soda.

A la mañana siguiente, despuntando la claridad yacía dormida bajo la sombra de cien alambres. Las sábanas del terrado se mecían con esa brisa que solo tu sabes lo poco que duran. Y sobre esos cien alambres, se habían posado de alas negras y picos anaranjados, miles de Estorninos que no traían hambre solo de sesos, sino de música. Canciones aladas de mil razas y especies que atraídas por la radiación del argentado metal, se la comieron viva mientras tarareaba, y ellos, trinaban.
Ahora mismo se han hecho dueñas de la azotea y desde aquí abajo, desde el patio de luces y su acústica cacofónica, se oye el festín allí arriba. Es música celestial. Y aunque lo trágico de la fábula y el chascar de los huesos os erice el bello, a mi, se me antojan marimbas vespertinas.

Aullaba a la luna, a los escotes, y el vacío de mis tripas era el que despertaba cada mañana. Un sometimiento a la abstracción musical fruto del ayuno cognitivo sin remedio a corto plazo #seis meses. Que me ha tenido tan en otro mundo, como al de un seso sorbido y laminado en una bandeja de plata. Hasta que una heroína diera su vida por un montón de salvadoras canciones.
Dicen que después de una experiencia traumática, muchos meses después, el orden de prioridades varía como las estancias de Cube; y quizá sea cierto. Por más que a punto de arrojar la toalla; un poco desesperanzado por la falta de sustancia, de tuétano con la que armar el corazón. Cuqui Savigné se ha encaramado para sacarme de la ciénaga haciendo reclamo de canciones#con sus discos. Cuarenta lo menos, que publicaré a lo largo de estas semanas, antes de que haga las maletas en veinte días en busca de fondos de escritorio con los que expandirme.
En ellas además de buenas canciones, que es un poco de lo que se trata, habrá también miguitas de pan de esas para seguirlas y ahogarse en frondosos discos. No creáis que el ahogo por así decirlo, es de los que sofoca y angustia, no. Dan placer y mucho, aunque sea poco y tarde. Dan para sonorizar un viaje, la asquerosa realidad de nuestro día a día o como yo, para tirarme al monte y soñar.
Que soy muy mucho de sueños, sesteos que no sextetos, y de contemplar panza arriba.
Tomen papel y lápiz...

EZRA FURMAN_PERPETUAL MOTION PEOPLE

A este pendón desorejao le debo parte de mi existencia bloguera. Con su disco de debut junto a The Harpoons “Inside The Human Body”, di mis primeros gateos hace seis años casi en este muro de las lamentaciones. Eran tiempos en los que mi única intención era hablar de música; que cosas ¿no? con lo que se me ha llegado a ir de las manos.
Su cabecera no es casual no, y un detalle superfluo éste, que se resume en tres aspectos vitales: Es el disco que mejor ilustra mi estado de ánimo actual, y por otra... Me encanta retomarlo tras unos cuantos años de olvido, porque es un poco la idea que tengo de la música que acaba calándome (imaginación, desparrame y sustancia con la que deleitarme con el paso de los años). Algo que además comparten ambos discos por muy distintos que sean;y no voy a entrar en pormenorizar del porqué he pasado por alto el resto de su discografía.
Escucho música a borbotones, pero poca es la que aguanta el paso del tiempo. En el caso de Ezra Furman al igual que sería el disco de debut de Violent Femmes, el señero de LA's y otros tantos, su forma inigualable de escupir canciones como gestos naturales, solo se da un ocasiones. Algo que no es ni bueno ni malo, es así, mágico.


Trece canciones malditas como su numero, que coquetean con el Vodevil, el glam y hasta con ciertas reminiscencias del R&B de Nueva Orleans más callejero. Todo ello sazonado con el estilo inconfundible del señor Ezra, donde todo parece improvisado, compulsivo y poco hecho.
Imposible no escuchar “Haunted Head”, y no imaginarse a David Bowie desplegando turbantes en un club nocturno de un crucero de lujo. Recostarse en “Hour of Deepest Need” y no visualizar a un Beck lampiño sobrado de talento. Saltar y volver a saltar en la cama elástica de sus composiciones sin nadar antes en un océano de bolas, de toboganes inflables, y querer repetir hasta vomitar. Perpetual Motion People es un poco así. Como un juego de niños engachoso y viciante: Arranca cacharreando con las pianolas hawaianas de “Restless Year”, y todo parece querer girar entorno a una broma de mal gusto hasta que suena el bajo distorsionado. Pero para cuando se llega al corte 9 -“Body Was Made”-, la sensación de que tras ese torbellino de matasuegras, confeti y collares hawaianos surge algo bastante más serio y salvaje, es evidente.
Como bufan los saxofones madre!! Por el camino fakires e ilusionistas nos atraviesan con espadas y puñales: “Wobbly” tiene ese nudo herbáceo a modo bisagra, donde brotan tanto Punk como Folkrock de raíz. Más de un sesudo se ha quebrado intentando situar a Ezra en un contexto estilístico concreto; recurrir a Gordon Gano es de lo más socorrido. Pero la verdad es que el muchacho, para sus 28 añitos, goza más de la libertad de crear, que de estar por monsergas con las que acuñarse y cercarse.
Tip of a Match” tira campo a través, recurre al Rock cuando le place. O se alimenta de los vientos para crear un ambiente cabaretero o de Mardi Gras, para que exploten de colores “Lousy Connection” o “Can I Sleep in Your Brain”. Cantos a la libertad expresiva totales, capaces de amancillarse con “One Day I will Sin no More” o la preciosa “Watch you go By”, y no sonrojarse con las citas a Bob Dylan, Jonathan Richman o Lou Reed cuando es la idea más que la etiqueta, lo que les conecta. A Ezra Furman desde luego, la sin vergüenza de mostrarse tal y como uno entiende la música y lo teatral; todo junto y sin visillos.
Discos estos como los de Courtney Barnett, Joanna Gruesome, Speedy Ortiz o Rolo Tomassi, encabezados por féminas ellos cuatro. Y que desde primeros de este año, han sido los que han agitado mis días. Son algunos pocos que crujen la monotonía de escuchar cosas que me parecen -y perdonen mi arrogancia- aburridos, estandarizados, y tan bonitos, guapos e indefensos ellos, que me mortifican; sin citar necesariamente.
Que a veces no se trata de estilos, géneros musicales o movidas de actualidad. Solo es que todo parece tan pulido y diseñado para contentar a todo el mundo, que yo, que me considero pelín raro, me aburro como un preadolescente en una reunión familiar y sin móvil.
Cierto es que estos cuatro están conectados por una querencia a la guitarra emborronada, caustica y desaliñada. Aunque a mi sin embargo, me parecen cánticos de avanzadilla, angelicales y hasta de pura ambrosía. Ni tampoco es que se trate de ser un melomaníaco de los 90; como si esto fuera ahora una nueva estirpe. Solo pienso yo, que entre tanto bombardeo y corre que te pillo para no perder la vez. ¿porque no un chup chup a fuego lento y un buen potaje? Con guitarras, con botones o con bemoles.

Bocados a manzanas verdes como los de la banda Galesa Joanna Gruesome. Que se andan descalzos por la inocencia vocal del Pop, y chapotean sin complejos en los cuatro buenos consejos que los viejos nos daban sobre el Punk y el Power Pop. Por allí arriba siempre fueron un poco sinvergüenzas, algo asilvestraos y hechaos pa'lante.
Con una nueva solista (Alanna Mcardle), este quinteto de Cardiff se ponen por montera diez concisas y precisas mojadas. De no más de dos minutos escasos, ahí cumplen con creces con el tiempo necesario de una perfecta melodía de PopPunk, que entre veloz, y duela. No hace falta más, para qué. Es así, ni alargar, experimentar con polvos ni envoltorios de deslumbrante celofán. Que además dan pie a indagar en su anterior disco (Weird Sister/2013); toda una ricura. A mi lo que más me gusta de ellos es ese envoltorio poppy tan frágil y a la vez rasposo que tanto me recuerda a los Boyracer de Sarah Records. Pop a fin de cuentas, con mucho espíritu Punk pero sin esconder su ternura y militancia.

De COURNEY BARNETT se ha escrito largo y tendido; yo no. Pero sí lo hizo mi amigo Johnny, y la verdad es que lo resumió a la perfección aquí. Un disco de una madurez y desparpajo que alivia cualquier congestión de estilos que se repiten, sin aportar mucho más que un tono de móvil. Ella no necesita inventar nada, porque no se trata de eso. Pero sí relee algunos pasajes gloriosos del rock de guitarras americano, para darle otros enfoques y enriquecerlo. Vamos, lo que se debería hacer con cualquier estilo posible, en vez de publicar sin ton ni son para alimentar el hambre consumista de festivales, medios y niños caprichosos.
De todas formas, si me dan a elegir sobre esta hornada de nuevas agitadoras. Yo, que tengo una extraña querencia por las disonancias sonoras; ya saben: Aquellos surrealismos musicales que algunos llaman experimentación, y que para mi son tan solo notas desordenadas que cada uno teje a su manera y en su cabeza, a su antojo. De eso SPEEDY ORTIZ sabe lo suyo, o por lo menos lo lleva a buen puerto en su tercer álbum, “Foil Deer”. Sonoridades que hacen de puente entre el grunge más conceptual y bandas como las Throwing Muses de House Tornado/1988 o los primeros Bettie Serveert. O un paseo equilibrista por un alambre de espino, donde la que abre “Raising State” seduce, a la vez que ya avisa con su aperitivo “Good Neck”. El Lp se retuerce, contorsiona y se oscurece como una amenazante tempestad a medida que avanza. Despuntan a veces refulgentes rayos de luz que se abren paso como “The Graduates” o “My Dead Girl”, entre relampagueantes “Homonovus” o “Swell Content”. U otras más oscuras como “Puffer”; negra y penetrante como los sonidos de Bristol, pero más chirriante e inquietante incluso que sus anteriores trabajos.
Es un disco astilloso hasta herirte ¿difícil de escuchar? En absoluto, si te amamantaste con Sonic Youth, o esos primeros y malavaristas Pavement. 


Eso sí, para cosas pétreas como el calicanto, los Británicos ROLO TOMASSI. De Shefield concretamente, como Pulp ahora... bastante más fieros y Hardcore: This is Hardcore, de verdad de la buena.
El tema escogido para esta compilación es un poco trampantojo; suave parece, duro no es; lo que le acompaña mucho más.
Un disco -Grievances- tremebundo como un megalítico infierno de afonías llevadas al extremo. Y de sangrante noise vocal en dosis pautadas para resistir el envite. Pero sin embargo, con una melodía ciertamente épica que amansa; sí, curioso y extraño. De esas cosas que dan canguelo hasta que asomas la nariz y abres las orejas. Todos esos detalles son los que me han llamado la atención hasta engancharme a su propuesta. Y los que hacen que después de cuatro Lp's hayan alcanzado cierto equilibrio en su sonido: más profundo y calculado. Además tienen una vocalista que tira por tierra cualquier estereotipo del gremio de los compañeros del metal, o de aquellos que se prostituyen con Evanescence #risas(jajaja).
Si esto no va con vosotros también hay curas onirísticas con la vuelta de Carlos Foster (For Stars) tras 11 años de silencio. Un segundo trabajo -Disasters- tejido entre colaboraciones con M. Ward, She & Him o Cake, que roza la divinidad. Referencias al Folk ambiental o espacial de auténtica banda sonora donde Grandaddy, Dakota Suite o Sigur Ros, podrían repartir cartas en el asunto y quedarse tan anchos. Discos como digo yo, que más que un adjetivo estilístico o referencial podrían catalogarse como un estado propiamente dicho.



Para acabar el subrayado de esta primera tangada del verano. No pienso largarme, sin detenerme en los dos últimos discos recomendados en el tablón de destacados del blog. El primero, el de viejos conocidos de la escena de Seattle, reunidos entorno al recurrente nombre de: UNLIKELY FRIENDS (amigos inverosímiles)
Fue a principios de Marzo cuando cayó en mis manos “Golden Telephone”: Una resplandeciente pieza de PowerPop de toda la vida, de aquellas que no tienen fecha. Un mes después publicaban en Jigsaw records, SOLID GOLD COWBOYS; un esperado disco de debut, sin más pretensión que el divertimento.
Desde entonces no he dejado de alucinar con este disco, in crescendo. Desde la primera escucha y ese aire neófito que le dan a sus canciones de exoesqueleto tradicional (estrofa, riff, estribillo, coros). Hasta la mecánica inmediatez con la que dan cuerda a esta especie de juguete, que tanto me recuerda al diabólico tambor electrónico que le regalaron a mi hijo de dos años: Un engendro del diablo al que jamás se le acabaron las pilas ni la energía para escupir melodías infecciosas y pegadizas, a cada golpe nervioso del pequeñajo.

Unlikely Friends son algo así: Básicos, parcos y con un sentido de la practicidad tan estupendamente profano, que ruboriza. Pero sobradamente iluminados para confeccionar en escasos dos minutos, Pop infalible de aquel que todo el mundo cree saber la fórmula pero pocos los sembrados que la llevan a buen puerto. Todos hablan del PowerPop como el remedio a la incapacidad de quien no da más de si. Nadie capaz de admitir la dependencia a los cuatro acordes perfectos de Woody Holly, Ramones en la alta alcurnia de la filigrana. Pero... aunque todo se engalane y se travista con el relevo generacional y el paso de las décadas; hay algo que nunca cambiará: El Pop, no cualquiera, el que brilla como metal precioso. Ese nunca nos dejará en la estacada.
Pegar la oreja a las vías y escuchar el columpiarse, el balanceo de las cuerdas en “Satellite Station”. Uff, me vienen tantas cosas a la cabeza... The Smiths, Teenage Fanclub, They Might be Giants. Tienen esa impronta de Daniel Johnston, por lo menos su idea de cantar lo que sienten de verdad. “Please Lorraine” te echa a volar, las guitarras marchan en escuadra, del brazo. Sucede que cuando hincan estandarte en lo alto de la loma con “Soft Reputation” se encienden las bombillas de la noria, huele a algodón de azúcar, a manzana de caramelo y a sirope. Es tan alarmantemente optimista, que podría ser el starter de todos mis madrugones y el telón de cualquier fin de función.
Para eso “Sunken Eyes” o “Gold Coat Marauders”, en estas todo acaba bien y te besa siempre la chica.


DICK DIVER_ MELBOURNE FLORIDA

Tirando del hilo de la inocencia aquella, donde primaba la idea y no los medios. El mensaje sin distorsiones que lo ahogaran o cambiaran la impresión primera; la que vale.
Eras verdaderas a fin de cuentas, de Pop arponero, desarrapado, de jersey de pico y de fenefa. Si hombre!! donde habitaban enjundiosos más bien tímidos como Go Betweens, The Church o The Bats.
Allí abajo en el pretextato, donde yacientes los recuerdos se entierran en salmuera. Solo se desperezan cuando la edad en un alarde de azar, acude al rescate y se juega a los chinos los mejores y más memorables. Los que van adjuntos a años benditos, noches inolvidables, incluso los que se preservan de manera egoísta por concubinato puro y duro.
Es así la memoria del melómano: interesada y autocomplaciente. Acudir a la trastienda de nuestro cerebro, es como voltear el globo terráqueo y huir despavorido a mundos donde los mandamientos del mercado se los llevó el oleaje. Territorios soñados, inventados e incluso cartografiados a capricho. En los que el paganismo musical rige el día a día de sus pobladores. Hablar de las antípodas es ponerle nombre al exotismo arcano y a la distancia que no se mide, se imagina.

Allí meciéndose en una hamaca que cuelga de dos Nuytsias, se las apañan los Australianos Dick Diver para marcarse un tanto con Melbourne Florida; su tercer disco hasta la fecha. Ni mejor ni peor que los anteriores (Calendar Days ya era la rehostia), pero sí donde afinan mejor la puntería.
Y si lo que antes parecía un Pop escuálido donde se marcaban huesos, vasos sanguíneos y vértebras. Ahora, sin por ello tener que engordar sus castizas cinturas, parecen haber desplegado su colorido collar como los Lagartos King, y ampliado dominios. Eso, o es mi nostalgia la que juega al escondite con sus cadencias tan familiares. La asociación con The Go Betweens no es casual. Ellos elevaron la inferioridad de condiciones a algo brillante, sin tener que vender su alma al orden pretoriano de las tendencias; Dick Diver tampoco.
Si tiramos unas líneas y conectamos algunas de las bandas llegadas de allí, de Australia. Las que en los últimos años me han renovado la sabia: Twerps, Lower Plenty, Popstrangers, The Drones... la mayoría comparten unas ideas que se escapan del mero estilo. Refugios subterráneos que recorren la misma ciudad pero desde otra perspectiva. Pop que busca los pliegues que no el terso bronceado de mantequilla, las cabañas de la playa en vez de las terrazas, y que huye de los paseos comerciales como alma que el diablo lleva a perderse por callejuelas. Una simple presión en el Play y suena “Wastle de Alphabet”, me encanta esta estrofa -
When we makeup, in your makeup
I start to laugh, I'm mister natural
I fluff your TV at night,
You got a hard, hard bed,
say their names, say their names,
waste the alphabet
Un despegue que juega al despiste, a maquillaje y rimel corrido. Melbourne Florida tiene trucos por doquier, fruto de los años de aprendizaje. Filtran por las rendijas del Dunedin ochentero, un temario Pop accidentado. Cuando alcanzas “Year in Pictures”, te derrites: Aquí, igual que con “Blue Time” y “Private Number” no son casuales las remembranzas a la banda de Robert Foster y Grant McLennan. No se trata de parecidos razonables, solo de pulso.
Se pasea por salón, fantasmal, translúcido, el tío Lou. Suena “Boomer Class”, rebobinas y vuelves a deleitarte con esa guitarra cristalina de “Private”, las notas como gotas del piano y el rugoso saxo tapizando el fondo.
En primeras escuchas puede parecer terriblemente Pop, en ocasiones frágil; esa voz de Stephanie lo consigue. Los sintes de corte retro de “Competition”, o ese caminar patoso y en ocasiones tranquilo, dan una impresión que no luce los atractivos de las top model. Insistiendo crece, se ramifica.
El último disco de este cuarteto de Victoria se brota peligrosamente según se riega; le pasa algo parecido como al de Happyness: No es cuestión de dificultad, sino de dejar que vaya creciendo, es peligroso, lo aseguro. Pequeños himnos como “Tearing the Posters Down” lo son, porque como esos minúsculos pioneros de la New Wave: La melodía, armonías y las cadencias se esconden y aparecen de repente sin forzarlas. Naturales como el viento que baja de la montaña y se empapa con el sudor de los árboles.
BUEN VERANO, MEJOR MÚSICA.

A lot of movies, and television

Changing the life, things at a time

More than the haircuts, more than the style

Hey empty wet streets, hey all that stuff



Eleanor walks across the set

Says why this part, why this part, why this part of anywhere?



Blue time



If I was China, if I was Spain

All their monuments, and slang that's not slang

All of the weather, all of the time

Cars in the rivers, and the rivers in the cars



Waiting at the lights, I'm laughing in my head

You can go your own way, they never did

Why this body, why this time?

Why this part, why this part, why this part



2008, with what's her name

Keys forgotten in the lock

We become our fans, ruined to it

You become your voicemail voice



Blue time



You're fucked probably

Now we're totally zone or no zone

Go or don't go

Take it from me, take it from me

Zone or no zone
Blue Time


01_CARLOS FOSTER_Outdoor Miner
02_TORUL_All
03_DRESSMAKER_Love
04_JOANNA GRUESSOME_Last Year
05_SHEER MAG_What You Want
06_ALPHATRA_La Fuite
07_Mc McCAUGHAN_Barely There
08_PORCELAIN RAFT_All in my Head
09_WILD PARTY_Outright
10_SPEEDY ORTIZ_Raising the Skate
11_OWN BOO_Without A trace
12_UNLIKELY FRIENDS_Satellite Station
13_SHINES_Spent Youth
14_GIRL BAND_Lawman
15_BRONCHO_I Don't really want to be soccial
16_DICK DIVER_Tearing the posters down
17_PINKSHINYULTRABLAST_Metamorphosis
18_DRESSMAKER_Another Love
19_ROLO TOMASSI_Opalescent
20_EZRA FURMAN_Hour of deepest need

lunes, 30 de marzo de 2015

MAS VALE PLAY EN LA MANO QUE PARÁBOLAS VOLANDO!!




Todo a su debido tiempo, respondió mi subconsciente. A la interpelación de las manillas del reloj esputó un aplazamiento, un dejarse llevar por la corriente un: - “One moment please, que me acicalo”. Mas por ayuno voluntario o simpático reflejo que por propio propósito. Seis días recostado en la cama: apolillada, mohosa y hasta maloliente. Y el solo rugido de sus tripas, que fueron las capaces de tocar diana en el batallón y lograr, un sollozo.
En todo ese tiempo tuvo sueños húmedos surcando piscinas olímpicas. Se vio en romerías calle arriba de rodillas hacia la ermita en promesa, virgensita mía que me quede como estoy!! Quieto, inmóvil... parao. Dejando pasar el tiempo con un goteo incesante de segundos, minutos, horas y días. Días que se hicieron semanas y que iban camino de ser ya meses. Tiempo para desangrarse, vaciando con silencios el jolgorio de la calle (el camión de la basura que irrumpía en la noche, los niños al colegio los padres a los bares, los vendedores de tarifas al ataque, y mi vecino hombre-lobo aullando saetas). Él en cambio, se daba la vuelta, pegaba fuertemente la oreja sobre la almohada y seguía el ritmo de sus latidos; acolchados entre los sesos de su cráneo. A veces tan tenues y acompasados que parecían querer detenerse. Otras se aceleraban como el traqueteo del batidor de un telar, pero nunca lo suficiente para despertar el mínimo solivianto.

La sincronización de su mismo ser fue tan profunda y polirítmica; como la de esas viejas máquinas de vapor. Que abriendo y cerrando válvulas con forma de ventrículos y aurículas a ritmo tribal, generaron una sinfonía parecida a la de Zun Zun Egui o Skylar Espence: La sangre bombeaba a velocidad de vértigo, los poros de su piel se abrieron como esporas en ebullición y una convulsión recorrió su cuerpo, dando con una especie de baile de san vito sobre el lecho.
Levantose y corriera hacia el baño en un gesto instintivo por aliviarse de lo pospuesto por tantos días de encamamiento. Y agarrándose como un poseso en jarras a la taza del water; con la cara desencajada, las vasos dilatados y un ritmo cardíaco, tal cual estuviese poseído en cuerpo y alma por Keith Moon. Defecó una gloriosa Playlist; como se suele decir en el argot de los melomaníacos, una buena mierda.


Vamos camino de ventilarnos el primer trimestre del año, y por fin el parto de la burra a dado a luz un fardo de canciones generoso y capaz de producir la resurrección. Visto desde lo alto del techo, cualquiera diría que no habría dios capaz de atizarme como una descarga eléctrica, para ponerme manos a la obra.
Pero es que, ya sea por vagancia, por simple distracción o porque todavía no he encontrado suficientes motivos para seguir con el ritmo de otras veces. La cosa es que después de un 2014 enfermizo y obsesivo a partes iguales. Llegué a cumplir el objetivo marcado -volver a recuperar la normalidad del trabajo/familia y estado de forma- eso sí; aunque solo sea en forma de placebo. Y como quien llega a la meta exhausto, me temo que he acabado desfondado y disfrutando de ver pasar el tiempo sin la más mínima presión por cumplir ningún objetivo.
Salí del lavabo pálido, descompuesto, con el pijama por las rodillas y con las canillas temblorosas. Me afiancé a una gran taza de Cola Cao, y mojando galletas hasta los nudillos. Recobré algo de compostura entre las cacofonías de mis tripas y bombeo percutivo de mi corazón. Y con el nuevo trabajo de la policultural banda de Bristol sonando a toda castaña en el salón, auné suficientes fuerzas para volver al trabajo: Más de treinta canciones, repartidas entre restos del pleamar de 2014, y esas cosas chulas que me motivan a la hora de compartir (buenas nuevas, prometedores hallazgos y discos con chicha) entre novedades y descubrimientos... ahí, ahí van.. Tres reseñas que no más, para dar el empujoncito y el resto lo dejo ahí, a disposición de vuestras ociosas manos. Que sé que tenéis el arresto necesario para hurgar, descubrir y disfrutar.


ZUN ZUN EGUI_SHACKLES GIFT (Bella Union)

Son una banda de cromatismos culturales variados y variopintos procedente de Bristol; como no podía ser de otra forma. Ahí, entre estibadores, suburbios bulliciosos y ese cruce multicultural que se da en la ciudad portuaria del sudoeste del Reino Unido. Fue donde el guitarrista de origen Mauritano Kushal Gaya, y la Japonesa Yushino Shigihara se conocieron y empezaron a tocar juntos en el 2008 hasta formar la banda por la que se les conoce ahora. El nombre viene inspirado por un viaje al país vasco del segundo. Y aunque en ocasiones su polifónico sonido puede tener ciertas reminiscencias al folklore vascuence, su sonido tiene un espectro bastante más amplio y global; en lo que a la sonoridad puramente tribal se refiere.
Hay quien habla sobre sus influencias de la exótica, el free jazz y los africanismos. Pero posiblemente como es mi caso, se conecte mejor a su sonido vía Talking Heads, al new wave o al esoterismo de Peter Gabriel. Por sonoridad vocal puede, o porque el destino final de su temario se entrevé incierto, experimental y altamente psicótico.

Lo cierto es que si uno decide asomar la nariz a su último disco: El que más amplio espectro abarca; de los dos que han publicado. Puede que como yo, acabe dando gracias a dios por la existencia de bandas como esta. Y no es que hayan descubierto ahora la sopa de ajo de la fusión, que no es eso que no. Ni que sea yo ahora y desde siempre un fan incondicional de los mestizajes sonoros; más bien al contrario: fusiones las justas y si las hay, que sean con sustancia y química natural. Ahora, lo que si es seguro, es que cuando cayó en mis manos “African Tree”, me vinieron sin remisión los efluvios de David Byrne and Co. Remembranzas indiscutibles de una de mis bandas vigías de juventud; tanto de su lado experimental como la deriva hacia la world music.

Zun Zun Egui suenan desde el minuto cero a eso: a puro amalgama noventero, por concepto, por formas y fusión bien entendida. Aunque al final la solera que resulta de su escucha sea puro rock musculoso, elástico y maleable. Y su irresistible despegue a lomos de “Rigid Man”, “African Tree”, “Rubi”, o “I want to you know” sea puro vendaval. El cómputo global de este necesario y apasionado producto musical, acierta de pleno con esa furia desbocada, en la diana de lo instintivo, primitivo y visceral.
Nos prepara el terreno y la sala de despiece con percusiones dislocadas, guitarras chirriantes y ejercicios vocales malditos pero contagiosos (directos). Y una vez maniatados y en pleno espasmo, nos empuja en caída libre hacia piruetas elípticas, hipnóticas, audaces a la hora construir y entretejer auténticas terapias sonoras. Que parecen querer desdemoniar algún tipo de maleficio espiritual. Y que aterrizan en algunos de sus más suculentos platos en la segunda mitad del disco, pese a requerir una escucha más exigente y desinhibida:
City Thunder”, “The Sweetest Part of Life” o “Late Bloomer”, son auténticos viajes desde lo más profundo de la esencia musical primaria y hasta el multiverso. De lo mejor de este exfoliante y tremendo ejercicio de plasticidad sonora. Y apuntando alto en este inicio del 2015.


Pues bien, si continuamos descolgándonos por la liana hasta lo más profundo. Al epicentro de la vianda más primigenia de la música, o por así llamarlo al rovell de l'ou: ese magma delicioso que corona una suculenta yema de huevo frito con sus dos chorizos escoltándolo. Posiblemente nos encontremos con el nuevo y flamante regreso de
JD MCPHERSON_LET THE GOOD TIMES ROLL

El diablillo de Oklahoma que nos dejó con la miel en los labios, y esa huella dulce en los resquicios del paladar hace tres añacos; tan laaargos como huérfanos. Ese mismo que nos atizó un cachete para que despertásemos hace unas semanas del hipersueño con dos aperitivos: “Bossy”, y la misma que titula el disco (Let The Good Times Roll); algo así como “conserva el buen rollo de las épocas”. Un tema que así, con chulería, es un calco al que echaba a rodar su anterior y glorioso disco en “North Side Gal”, pero con una primera impronta más contemporánea si se quiere.
Esa misma que se paladea en cada uno de los surcos, bits o pistas de su nueva entrega, y que hace que todo él suene como a más de ahora ¿me explico? Seguro que no.

Si era ese perfume a añejo y autenticidad el que inundaba las estancias de aquel “Sings and Signifiers/2012”. Con Let The Good Times Roll Jonathan David McP. insufla de un frescor mentolado cada uno de sus cortes.
Debates aparte sobre si este nuevo trabajo repite fórmulas sin apenas modificar la estructura esencial. Si éstas suenan más dóciles y acordes con unos tiempos, donde se echa mano de manera socorrida al pasado (por estética, moda pasajera o pura impostura). O si el revival a décadas postrimeras se agradece más por simpatía que por estar a la altura de sus progenitores; en fin, el buscarle tres pies al gato a algo que funciona sin más.
El caso es que desteorizando sobre cualquier aspecto funcional del temario del señor McPherson, y tratándose de Rock&Roll como fórmula magistral de nuestra actual música moderna. Yo en lo personal, me quedo la esencia de su música. Que no es otra que la osadía de recoger el testigo del malogrado Nick Curran, y dotar de vigencia en pleno siglo XXI algo tan indispensable como el Rock&roll, el R&B, el rockabilly y otras muchas cosas que se agregan de manera inteligente y sutil, a una inalterable perfecta receta. Todo eso es lo que hace de su música, un ungüento curativo y medicinal para grandes y pequeños ¿se puede sonar abigarrado al pasado sin caer en el revival fácil y ramplón? ¿sacarle brillo al legado de Leiber & Stoller o Eddie Cochran, y hacer que suenen imperecederos y a la vez totalmente actuales?; está claro que sí. Basta enchufar el equipo, darle chicha al ampli y dejar que “Its All Over but the Shouting”, “Head Over Heels”, “You Must Have Met Little Caroline” o “Mother of Lies” hagan su trabajo.
Guitarras que se te tiran al cuello, te magullan y despellejan. Metales que invocan ciento y mil bailes satánicos. Contrabajos que que zumban como abejorros repicando por baterías magnéticas, y pianolas a punto de incendiarse. Si hermanos, el Rock&roll es esa enfermedad medicinal sin cura que una vez inoculada te eleva como la Ayahuasca. Sin acabar de averiguar si es peor el remedio, o la enfermedad.



Y acabando, que el bronceador sol empieza a colarse por las rendijas. Y parece ser tal que así. Que iluminados por el señor en días de santerío y ganas de pecar, el bicho que descarriló el tren ya se me ha metido. Me voy a despedir con una última recomendación así, de carrerilla. El disco del mes de Marzo que se marcha. Una sugerencia que hago cada mes en la cabecera del recibidor del blog, y de la que nunca hablo.
Esta vez sí, creo que la vuelta a casa de la que fuese una de mis bandas de cabecera se lo merece. DOVES, o lo que es lo mismo, el 75% de la banda Mancuniana, ya que están todos salvo Jimi Goodwin (vocalista); está hasta el teclista Martin Rebelski. Por lo tanto podríamos decir que tras el decepcionante disco de Jimi del pasado año , el debut de-:
BLACK RIVERS_DE TÍTULO HOMÓNIMO

podría ser perfectamente la continuidad lógica de la banda, con los gemelos Jez Williams y Andy Willians al mando de la nave.
Ya que si bien el primer tema que se adelantó de manera gratuita en el 2015 -The Ship- me dejó totalmente intrigado con esos aires tan a lo Third de Portishead (mecánico, amargo e incluso narcótico). Tanto, que parecía esconder tras los gruesos cortinajes la susurrante voz de Beth Gibbons.

Han pasado los largos meses de invierno, y hace prácticamente un mes pudimos ver por fin el estreno de su nuevo disco: de entrada bastante más coherente que el de su líder y sin embargo totalmente despojado de los clichés de su pasado.
Black Rivers como banda y disco, todos a una, han conseguido algo bastante complicado a día de hoy. Que es continuar una carrera sin someterse al sonido de Doves y la hegemonía de Jimmi Godwin, y en cambio conservar lo mejor de aquella banda: los discos con cuerpo y alma. Discos que tras escucharlos y saborearlos con tranquilidad, pues no suelen destacar por estridencias. Acaban ganando en presencia; ese algo etéreo que hace que un puñado de canciones cobre ente y personalidad. Si se analizan una por una veremos que son la mayoría distintas entre si. Sin embargo unidas todas ellas por pequeños filamentos que las hacen comunes. Igual que su anterior banda, Black Rivers saben como nadie tejer un colchón de armonías escapistas, y dejar que crujan los muelles del somier cuando deben.
Pese a que la voz de Jez Williams no es para lanzar confetti (tampoco lo era la de Jimi), la firmeza del disco es admirable; por producción o porque a lo mejor eran ellos los artífices de esa genialidad.


Ponen el contador a cero con “Diamond Days”, una dulzura de canción bastante más pop que cualquier cosa que hubieran hecho en el pasado. “The Forest” recuerda una barbaridad a la austera psicodelia, y ya no digo la instrumental “Harbour Lights”: Uno de esos sueños brumosos extraídos de Lost Souls/2000 junto a “Voyager 1”; la joyaza del disco. Unos primeros 25 minutos sembrados, que alcanzan el ecuador del disco con “Benyond the Pines” como un pequeño suspiro. Hacia el final “Coral Sea” y “Age of Innocence” se erigen como dos de las grandes canciones de este fabuloso trabajo; sobretodo Coral Sea de belleza y melancolía infinitas.
No es un disco de gancho inmediato, aquí no hay singles rutilantes o canciones rompepistas como tampoco lo había en la discografía de Doves. Probablemente fuese esa, una de las razones por las que pese a ser respetados en la escena como un trío de repertorio envidiable, jamás llegaron a tener demasiado éxito. Sus discos acabaron por ser más un estado, que un propio estilo o género. Se entraba a trompicones y con desconfianza, y al cabo de las escuchas emergían como obras más próximas a estados anímicos o materiales.
Lentos a la hora de publicar, con una idiosincrasia y método de trabajo casi hogareño. Conformaron un catálogo musical al lado de Elbow o I Am Kloot en el sello Heavenly (garantía de calidad). Y de este disco una vez interiorizado, escuchado y escudriñado hasta la hegemonización, me parece sinceramente único en su especie; si lo comparamos más que nada con lo que se publica en UK ahora, y bajo el concepto y peso de álbum como palabra definitoria. Lleno de pequeños detalles, inmaterial en la estructura, libre, sin complejos ni intención de formar parte de los candiles del establishment alternativo.


En fin, que a resultas de este manojo de canciones con las que pasar una mañana bien provechosa. Y con la encontrar esa excusa casi imprescindible por nuestra innata afición por descubrir y sorprendernos. Al final de ese vacío existencial con el que comencé el año; ahí, pensando yo en mis cosas, con la mente vaciada y en plena desfragmentación.
El despertar al cabo de los tres meses con las extremidades medio entumecidas y dormidas, el reguero de baba cayendo en cascada desde la almohada, y las tripas mordisqueando cualquier órgano que les pille a mano. Dan por lo menos para agudizar los sentidos en busca de discos distintos, de esos que nos dan otro ángulo visual sobre lo que ocurre a nuestro alrededor, y que no siempre es lo mejor para una dieta musical equilibrada.
Aparte de estos tres artefactos sonoros escogidos por vete tu a saber la razón o (sin)razón. Hay entre esta treintena de tonadillas recuerdos todavía presentes del pasado año, de su invernales y brumosas reminiscencias: El disco de HAPPYNESS y su nueva edición deluxe que no me canso de reivindicar; de las pocas cosas que salvaría de un naufragio preventivo. BLUSH RESPONSE, SOUNDS OF SPUTNIK. SLOWNESS o LVL UP; todos ellos tremendos y cada vez más maravillosos cuando se les dedica el tiempo a toro pasado. Y es que amigos míos, cada vez descreo más de los acotamientos anuales que nos presionan, asfixian y delimitan como a Truman Burbank.
Ya sabréis por mi escasa fidelidad con las publicaciones, de mi mal administrado tiempo libre. Los discos los escucho cuando el cuerpo me lo pide, que es tarde, harto de guardar la tanda para coger la delantera. Que mis criaturicas piden de comer oigan!! de lo sólido y de lo etéreo (amor de padre). Eso sí, antes de desaparecer por un tiempo, no voy a perder la oportunidad de dejarles tareas; las mismas que yo me impongo.
No pierdan de vista a estos nombres que les voy a relatar, porque lo que he oído de ellos (o ellas) promete. Y si no al tiempo:
METZ y su próximo disco (espero que menos machacón), HINDS, MITSKI, SPRING KIG, COURTNEY BARNETT, ANDREW COMBS, o PITY SEX. Entre toda la fanega y ½ de buenos discos con los que soportar la eclosión floral que nos espera... El de DECEMBERISTS que oigan me gusta, por más que renegara de su flojo comienzo. Del pétreo trabajo de WAVE PICTURES; no los pude ver en directo y pude sin embargo salvarme de la excomulgación. El de ya de una vez por todas aireada discografía de los Australianos TWERPS; ya hablamos de sus bondades en el 2011 y me apunto un tanto. O el de LA BIEN QUERIDA, más discreto y conceptual que el anterior pero igual de bueno. Hay, y tomo aire que hiperventilo, mucha música buena.
Solo una cosa más, no se cierren puertas y ventanas con juicios intuitivos. Déjense hacer, aflojen piernas y brazos y denle al PLAY(list). Que hay poco que perder y mucho que ganar, en la vida, a veces, no hay mejor remedio para el alma que dejarse llevar por la presunción de querencia que por el miedo a lo desconocido.

TRACKS:
00- HAPPYNESS_Montreal Rock Band Somewhere
01-MATTHEW E. WHITE_Take Came My Baby
02-LA BIEN QUERIDA - Alta Tensión
03-SKYLAR SPENCE - Fiona Coyne
04-BLUSH RESPONSE - Telltale
05-BLACK RIVERS - Voyager 1
06-TITTLE FIGHT - Liars Love
07-MY MORNING JACKET - Big Decissions
08-GEOGRAPHER - The Guest
09-THE DECEMBERISTS - Mistral
10-COURTNEY BARNETT - Pedestrian At Best
11-METZ - Acetate
12-HINDS - Bamboo
13-SPRING KING - City
14-MITSKI - Townie
15-ZUN ZUN EGUI - African Tree
16-DENGUE FEVER - Still Waters Run Deep
17-PITY SEX - Acid Reflex
18-THE WAVE PICTURES - Fake Fox Fur Pillowcase
19-UNLIKELY FRIENDS - Golden Telephone
20-JD MCPHERSON - Head Over Heels
21-TWERPS - Shoulders
22-SOAK - Sea Creatures
23-ST. LENOX - I Still Dream of the 90's
24-SOUNDS OF SPUTNIK - New Born (Malcolm Holmes & OMD Rmx)
25-SLOWNESS - Anon (Part 2)
26-VIETCONG - Bunker Buster
27-DESPERATE JOURNALIST - Happening
28- ANDREW COMBS - Foolin'
29-LVL UP - I Feel Ok