domingo, 13 de agosto de 2017

LAS ROSAS_EVERYONE GETS EXACTLY WHAT THEY WANT_2017: AIRE FRESCO PARA LA TROPA




Todo se afloja y mis piernas; como si un bajón de tensión tras cuatro caladas mal dadas se apoderase de mi. Hace la misma mella que la lupa del malparido sobre mi cabeza.
Ya no hace falta que sean esas doce del medio día en punto, para que el niño cabrón del ático se dedique a prendernos fuego, como a hormigas; ¿le habremos hecho algo? Nosotros, correteando en busca de una sombra, el atisbo de las vacaciones o un mal trago para condensar, evaporar y... claro, para sudar.

Cuando miro hacia arriba, mientras puedo, solo pienso en montarme en mi auto y correr carretera abajo, serpenteando con los chichones de la montaña de Montserrat de fondo. Lo fue cuando arremetía la primavera en Marzo, y la lupa del bribón atacaba de costado; pero con la misma intensidad.
Y ahora casi cinco meses después, son las mismas canciones y melodías las que me empujan a pisar fuerte el acelerador.
La misma sensación, el mismo territorio y prácticamente las mismas carreteras: Quiebra y esquiva bordeando La Rovirola fuerte como si quisieras lanzarte desde el tobogán de un parque acuático. Silva a la vez que observas los restos quemados de la carretera de Sant Feliu Saserra hacia Avinyó, fuma sus restos incandescentes y el sabor de tierra seca. No llueve desde hace días, y si lo hace, nos lanza barro desde arriba.
Será para apagarnos o para sofocarnos?
Y suena más fuerte todavía “Mr. Wrong”.
Es gracioso. Los autos de ahora traen un invento parte ingeniosa y cuarto diabólica, que sube el volumen del reproductor según pisas el acelerador y se eleva el rumor del motor. Sin tan siquiera calcular que la urgencia por plegar y el disco acertado, puede producir una combinación un tanto peligrosa.
De todas formas, mi gusto por conducir y escuchar música, siempre me ha hecho descubrir álbumes que de otra manera jamás me hubieran calado del mismo modo.
Es esa extraña alquimia que produce la música, la carretera y los paisajes: Una fórmula sin matemática exacta. Y que hace que un disco tan aparentemente inofensivo como el debut de LAS ROSAS, se convierta en una medicina tonificante.

Un disco que además contiene con garbo y soltura, las guitarras más divertidas del otro lado del charco. Alimenticias en divertimento, y taaan poca posición forzada, que los amo desde la primera escucha precisamente por eso: Porque últimamente aunque agradezco enormemente el rescate de aquellos sonidos de los 70's (garaje, psicodelia, psycho, R&B etc). En ocasiones me dan la sensación de querer parecer algo, para lo que a lo mejor no estaban predestinados en pleno dos mil y largos.
La banda de Jose Boyer sin embargo y pese a su omnipresente guitarra surfera, dan a cada canción lo que se merece: Un soplo de menta, playa y salitre en plena urbe.

Del rock psicodélico vacilón, hasta su cara más tierna y melancólica; que es precisamente la más rica y suculenta. Saben, y eso me parece quizás el recurso más entretenido del disco, proponer el énfasis adecuado a cada una de sus canciones. Sin sacrificar el hipotético gancho de una canción en detrimento de su personalidad.
Bad Universe”, “Mexi” o “Rose” hacen puro caramelo de sus influencias ramplonas menos sangrantes aunque perfectamente válidas a Stiv Bator y esa generación de punks deudores del glamour más araposo. Esa forma ingeniosa y casi de juguete de quitarle importancia a la inspiración a la hora de confeccionar canciones eficaces. Y llevarse hacia un terreno en el que The Growlers o Allah-las acaban fallando por quizás aparentar de más. Convirtiendo canciones como “Red Zone” en pequeños clásicos de blues tropical, o tibiezas como “Secret” en juguetes que por su simpleza enaltecen el arte de crear música en pos del entretenimiento.
LAS ROSAS me gustan porque hacen fácil aquello que otros desdibujan a base de manosear. Sus guitarras son puro arte aún temiendo excederme en piropos.
Acaso se necesita más para que un disco suene con la golosería que lo hace “Moody”? Ese tipo de tonadillas donde la mala sangre se apiada de ti y de repente, sale de tus espaldas el típico fulgor áureo como aéreas alas.
Dicen que la felicidad y el atontamiento se dan la mano y hacen volar, y es cierto; el amor también, como la baba licorosa.
Apostar de firme por un lenguaje tan obvio y juguetear igual que un niño con la arena; predecible y pura. Para que toda esa broma resulte un trabajo lleno de huecos donde olisquear, arquear las cejas o dejarte llevar cuando te topas con “Boys” o “Ms America”. Dos cortes que realzan la sencillez al trote de unas guitarras elásticas donde se pespuntea el surf con el R&B y el Pop de influjo psicowestern arrabalero. No tienen nada que envidiar a otros que por trascendencia, envestida o fanfarria, vienen a llevarse el vellocino de oro. Como si se necesitase un carnet de socio por referencias para entrar en el olimpo; de echo creo que tampoco lo pretenden.
Y descubrir que hay mucho más a parte de tus prejuicios: Rock, Blues, Glam, Garaje, Pop y chulería de esa en la que el tontorrón de la clase acababa quedándose con el personal: Matones, guapos, listillos y esa profesora que siempre te señalaba.

LAS ROSAS son: Jose Boyer, Christopher Lauderdale y Jose Aybar. Originarios de Brooklyn y con un disco la mar de chulo y jugoso bajo el brazo.

lunes, 31 de julio de 2017

MAS IGNEUS (FA104) BLANC 2013_VINOS QUE NOS VIERON CRECER




D.O: Priorat (Gratallops)
Vi de Finca
Crianza de 4 meses en roble Francés de grano fino
Uva: Garnacha blanca
14% volumen alcoh.


Como en la mayoría de placeres que nos concedemos en la vida, con los vinos pasa a veces igual que con las personas. Que en el gusto de conocerlos y descubrirlos no es tan solo la empatía: con sus cambios de humor, complejidad, mirada o perfume afable.
Conocer y convivir nos cohesiona, pero cada cierto tiempo;más del que nos imaginamos. Hay una llegada con su encuentro que sobre todo aquello que creíamos vital y enriquecedor, nos marca de por vida como una dentellada y su cicatriz.

Lo mejor de todo no es el echo de la efeméride; que las esquivo con maestría simple y llanamente por no perpetuar el pasado más que lo justo. Sino qué nos convirtió, enseñó el camino o significó tal y como somos en el presente exacto. Inconscientemente, sin apenas notar que lo mejor es lo que no trasciende, y es más espiritual que terrenal.
Intentas poner en orden tu vida: eso que solo se hace a partir de cierta edad, viendo donde estamos y sin forzar la dirección de nuestros pasos. Recapitulas, recuerdas y más recuerdas:

Puedo situar con exactitud el lugar y el momento que bebí primera botella de vino. No el día ni el año, pero sí que era un clarete de Navarra. Cuando convertí en un hábito su sano consumo y estas primeras añadas de MAS IGNEUS a principio del cambio milenario; apenas con la treintena por montera y sin saber definirte como joven o adulto. E incluso puedo disponer con precisión quirúrgica, la magnífica ignorancia que bombeaba esos impulsos por abalanzarte con vehemencia hacia lo excitante desconocido.

Pues son esas cosas que pasan ya como la luz del día y la penumbra de la noche; las costumbres. Y que te encuentran en un callejón, a solas, cara a cara. Las que vienen a decirte: - Ves? Tal y como ahora eres, todo, al capricho de las casualidades.
Mirando a través de la copa de dorado pajizo. Entre la condensación y esas gotas que se deslizan vidrio abajo de irisación verdosa. Puedes incluso ver pasar suspirando los casi diez años que te ha llevado a entender AHORA este delicioso y resplandeciente elixir. Incluso darle más importancia que la que creemos darle, después de llegar a Álvaro Palacios y su Ermita tras pasar por Scala Dei, Marinent, Erasmus, Obac o Mogador e interpretar la significancia de la avanzadilla mediática y el anonimato más secular.

MAS IGNEUS pertenece a estos segundos: Pequeñas bodegas que han nacido de la colaboración entre cooperativas (La de Poboleda) y quienes han creído en el potencial de sus viñas, resistiendo no solo a la incomunicación, sino al canibalismo de la exitosa fama. Puede incluso que en ellos resida ese misterioso y silencioso secreto. Y apostaría que si no es así, por lo menos, sí el mensaje cifrado que nos debería enseñar paso a paso la grandeza de sus vinos/gentes.
Ahora y tras soltarse de la mano de ALTA ALELLA y emprender solos un camino incierto y heróico más si cabe. Veo (me veo) como en esa minúscula crisálida de ámbar resinoso, a mi mismo y la tierra que le da cobijo confitada. Una mezcla de mineral pedregoso y esencias que van desde las cáscaras de los cítricos apagadas y fulgurantes; según la hora del día. O las hiervas que crecen entre las gargantas y caídas libres de su orografía.
Su acidez es tan explosiva que te hace salivar, y tan deliciosa que es capaz de romper la volátil untuosidad, en algo muy distinto: la adicción cósmica. Ese adjetivo que es incapaz de describir la turbadora sensación que conecta directamente el paladar y el olfato con la excitación sexual. La que nunca acaba de saciarte o de descubrirte sus indescifrables misterios; se le dice complejidad?
Bueno, yo apostaría a que no siempre, y en contadas ocasiones. Encajan todas las piezas cuando se trabajas en entornos y con uvas tan exigentes. Seguramente que igual que dicen algunos, la magia ya está en esas uvas. Solo hay que darles el trabajo cuidadoso, y que la climatología sea benevolente.
Esta añada no tiene el peso ni la corpulencia de las primeras: vinos que no disimulaban su graduación, corpulencia o incluso una crianza más larga. 2013 parece ligero y punzante, pero en el fondo tiene el carisma de la Garnacha intacto. No sabría ni siquiera si es el cambio de barricas de Alier por otras de Castaño y Acacia, pues ya no me fio de las fichas técnicas o las etiqueta si no lo complementa con una nota de cata anual. Pero tiene un carácter único que ante la duda, solo me queda descubrirme por sorpresa. Más todavía cuando se trata de un viejo conocido, un compañero de viaje.


MAS IGNEUS FA104 no enseña sus dientes con su pálido pajizo. De echo no abusa en absoluto de la crianza con el objetivo de preservar la franqueza de las viejas Garnatxas blancas del Priorat. En ese trance podríamos entrever un vino indomable y astringente. Sin embargo, y con cuatro años de botella bien llevado, su perfume eleva a pura lujuria algo tan próximo y siempre subestimado como la tierra, el campo y las hierbas que lo decoran.
Creen de veras que las piedras no hablan? Que solo son las flores y el exotismo tropical? Pues quizás deberían perderle el miedo a ese lenguaje de la tierra con su paisaje de murallas graníticas custodiando laderas imposibles. Allí y en su entorno se entiende mejor el lenguaje centenario de Mas Igneus y su sorprendente conexión con la sabiduría de Tondonia.

La de esta Garnatxa es bastante más arrogante y directa. Evoluciona y cambia, aparece la retama, la flor del tomillo y el limón escarchado. Tiene la longitud de los rápidos montaraces, acaricia y sacude su acidez mezcla de pizarras y caliza. Un vino expresivo y hermético si eso pudiese combinarse en un término. Explosivo cuando amanece de sol mediterráneo perdido entre hondonadas y trialeras imposibles. Un Maquis.


viernes, 21 de julio de 2017

SLOWCOACHES_NOTHING GIVES_2016: TODO LO QUE ESCUECE CURA



Que los planos se tuerzan justo cuando queremos trazar líneas nítidas y rectas en este laberinto veraniego, es un hecho contrastado. Más si cabe cuando con los brazos al cielo el lerenda (en este caso quien firma), ve como en cuestión de cinco días cancelan dos de esos conciertos salvadores a los que uno se aferra a las puertas del infierno.

No son los protagonistas, los motivos circunstanciales ni aquel abuelo que te tangó la última botella de 3 lustros en un acto de humanidad lleno de pedantería; que eso también pasó, pero es de otra fanega.
Que caigan llamas del guardarropía de Sidecar y el repeinado líder de Orwells ponga pies en polvorosa a la cuarta de canción, puede ser un accidente; sí eso, un accidente. Que se nos venda como la reencarnación de Daniel el travieso con la melena cardada, y se presente con el look de Brett Anderson y se nos raje, eso... Yo a eso lo llamo vendernos praliné tres colores por nocilla. Sí sí, mmedá lo mismo que me digan inconsciente y rencoroso.

O se es punky, o un domador de pulgas del circo cric. Ahora eso sí, los que triunfaron fueron los organizadores y la sala Sidecar, de los que aun estoy esperando una disculpa formal pública o por email.
Y que te agarres como ángel salvador al bolo de Ron Gallo tres días después, para que venga y diga que el zagal cancela por imposibilidad de cuadrar fechas a un día de tocar el el FIB. Eso... yo a eso lo llamo ser cenizo diplomado.

Menos mal que mi socio Xavi, y quien aquí caza el mal de ojo al vuelo , nos emperramos en dar el sentido real a las soluciones por encima de los problemas. Y de lo que pudo ser un viernes desconsolado se hizo tornasol:

Son la gente, los líquidos por los que nos deslizamos, o el optimismo por encima de la penumbra; que es relativa. La gente sobre los motivos: Jackie, Georgia, Xavi, la amiga o la vedette. Pues no acostumbro a maldecir el nivel de desgracia que debería hacer que me compadeciese. Y prefiero pensar que hasta la vida es un accidente en si misma, y nosotros la guerrilla que busca la contraofensiva; si es con el estómago lleno mejor.
Porque tampoco vamos a negar la complicidad del CELLER CAL MARINO con sus platillos, vinos y jereces. Y la compañía y la oratoria que ayudó. O la hierva camino de Singapur rematando de cabeza en fuegos artificiales, con THE MEETUP y LOS BENGALAS untando de brillantina y vainilla la noche.

De vuelta a casa en virajes ortopédicos y luces que se traducían como mensajería morse, atronaban SLAVES. Ese tipo de latigazos que rubrican y ensalzan una noche como tal; singular.
Esos mismos aguijonazos que suenan igual que las trompetas del apocalipsis, pero más al estilo de Radio Prague. Confirmando de forma apoteósica el objetivo, sea cual sea: El final de la jornada, el nuevo día o el regate con grácil soltura de la enésima trampa del dios Xólotl.
Por eso, cuando arrancó por primera vez “Living Out” al rebufo del 2016, algo prendió la mecha. Algunos dirán que como tantas veces a pasado, hay una generación en descomposición sin marcha atrás que siempre se aferra al pasado: Fueron los 60, los 70 u ochentas, no se si los 90 van camino de convertirse en un mito para infectados. Pero igual es el tiempo necesario para concluir con certeza lo grande que fue algo. Hablamos de añadas, que igual son décadas.
Los muchachos de Leeds, SLOWCOACHES así pues, podrían ser ese eslabón perdido capaz de aunar la rabia inocente de RAMONES y el vigor prematuro de ASH: Punk con el miedo que da por pura actitud y esencia por encima de la canción.
Un conjunto de dentelladas con el revés de Serena Williams y el natural atrevimiento de Kilian Jornet; magia y mala hostia.


NOTHING GIVES le dio la extremaunción al 2016, como si las rebajas de navidad nos obligaran a soltar lastre. Sólo que a veces, los que como yo, saldan su deuda con las manillas del reloj a golpe de timón, sucede. Y necesitamos el pescozón de los doce demoledores cortes que dan cuerpo a este vigorizante disco.
Un debut de largo el de este trío, que no da tregua de principio a fin. Con el mérito incluido de defender como gato panza arriba lo que muchos ya reniegan como Punk, Popunk o el fuzz que ahora prefieren etiquetar. Sin saber del todo, si es que ya nadie esta preparado para el sentido etimológico de la música o prefiere echar a correr cuando oye hablar de las esencias más puras y virginales.

El caso es que entrando a desbrozar. Nothing Gives tiene la ventaja sobre otros elixires que brotan bajo la espesura. Que carece totalmente de pretensión o de impostura con ánimos de caer en gracia. Suenan tal y como lo haría cualquier banda lejos de la City, amamantados entre Pubs, bancos de parque y depresión laboral. Música como arma arrojadiza tal y como se escupe la creatividad por simple supervivencia.
Quizás esa sea la razón más evidente de la complexión de sus canciones: La rabia, pero sin renunciar en absoluto a un sonido que hace especial hincapié en el armazón y una sección rítmica martilleante. Esa descarga que te destensa y afloja cada uno de los pernos que nos atan a las obligaciones y esa maestría de driblar aguafiestas, compañeros de trabajo impertinentes y obligaciones penitentes. Y que concluye a la salida con refregón con sangre y todo de “Ex Head”, impetuoso y hardcoriano. O “We're so Heavy”, como bien dice su nombre le debe al inicio la oscuridad más propia del black metal pero acaba inclinándose hacia al sonido americano.
No es un simple disco confeccionado a golpe de guitarrazo y saturaciones; sería lo fácil y predecible. Nothing Gives tiene la intención clara de jugar con tics muy variados pero sin el más mínimo titubeo. De la dureza a la melodía, y de la velocidad a una esencia muy rockera, pero tan fresca como un chapoteo en aguas alpinas. Se la juegan a una carta, y se nota cuando suenan temazos del calibre de “Raw Dealings” o “Drag”; un torbellino oigan.
Esa manera de atacar las canciones por la vía directa incluye el kit de supervivencia y un botiquín para lamernos las heridas. Gusta el escozor y la obligación de subir el volumen, porque este disco lo precisa. No valen tentaciones al desconsuelo ni lloriqueos.
Sus canciones brotan con ímpetu bestial, y atornillan donde ya nadie quiere apretar: Gimnásticas de pectorales y bíceps poderosos sin aparentar más de lo que empuja la juventud de suburbio.
Thinkers” es ramoniana pata negra al más puro estilo Dee Dee. “Norms & Values” se precipita igual que Mark E. Smith bañado en espuma malteada, y salpica como su guitarra final; bestia, muy bestia. Es una gozada para liberar tensiones, gritar y berrear, golpear como baquetas el cambio de marchas y darle gas. Emociona ver como la huida hacia sonidos placenteros solo tiene de cobardía y comodidad lo que no de atrevimiento a la hora de enriquecer himnos míticos. Basta con echarse a cuestas “54” con ese golpe Made in Ramone puro e inmortal.
Tirarse cuesta abajo con las cajas de plástico del pollero y hacerse mistos los pantalones que tu madre te compró en “el barato” anteayer cuando retumba “Levity”. Y sucumbir al desenlace Punk fuera de toda norma, más que nada porque odio que no se llame por su nombre a las cosas que en verdad no tienen nombre, pues son parte de la semilla originaria. Hace falta envolver para regalo unos tejanos raídos y una camiseta carcomida? No. Pues con la música pasa igual.

Necesitamos sangre, perder el pudor de parecer humanos defectuosos y maravillosamente reales. Porque todo lo demás son inventos nos hacen parecer productos prefabricados, en lo fiero, y en lo dulce.