Recostado
sobre la baranda de un balcón de dimensiones liliputienses; con el
oído puesto en el silencio tan solo perturbado por un degenerado, la
mirada fija en esa majestuosa luna que se bate en retirada, y la
mente... La mente perdida en el recuerdo aun palpitante del
pre-solsticio. Parece que tras la hecatombe de artificios, de ese
olor a pólvora que impregna dedos y membrana pituitaria, y la
ruidosa (aunque menos) procesión nocturna; uno tenga que hacer un
alto en el camino para marcar con una raya de tiza, un lado y otro
del año: Como si lo que nos ha sucedido meses atrás debiera ser por
fuerza diferente a lo hasta ahora acontecido, y archivado para
acometer el resto del año con algo más de felicidad.
Echando las
cuentas de la vieja resulta que va ya casi más de un mes desde la
última entrada vitivinícola en esta morada de mil demonios: Las
camas desechas, un dedo de polvo sobre los links que ni la
tramuntana solivianta, y un puñado de hojas secas de mi
Menta azotada por los parásitos, que se amontonan en un rincón del
salón.
Por suerte
para mi imaginaria inventiva, la intensa semana de sucesos varios que
ha decorado los días previos a la salvaje Verbena de San Juan;
(aquel santo que la imaginación más depravada de paganos varios,
quemaba los refajos de su madre al menor descuido). Va a dar de
bruces con un encuentro de aquellos que hacen época; una reunión de
adoradores al sanguino elemento que resbala desde nuestros gaznates,
para acabar convirtiendo a éste en el fluido que bombea nuestro
corazón y que nos conecta directamente a la tierra. Y desde luego el
que nos emparenta por pura sinapsis como hermanos consanguíneos.
Así fue
como nos conocimos hace ya de esto y si mi memoria acierta, un año
ya casi. Una botella de vino con nombre Singular tuvo la
culpa; crucemos miradas, entablamos conversación, y desde entonces
ya todo dejó de ser igual.
Desde que
pusieran ante mi pareja y yo a un mediador con el nombre de Montevannos allá por el año mil novecientos y pico, son
muchos los vinos que he probado: De buenos, de regulares y de
deleznables. Sin embargo todos ellos con una secreta historia tras de
si, con la que fui cogiendo el gusanillo a la betusta bebida
del vino hasta que en nuestros días halla llegado a convertirse en
una especie de moda y si me apuran, un síntoma de cultura y
elegancia sin parangón, (aunque eso solo sea lo que se rumorea, sin
argumento posible).
Pero no ha
sido hasta hace unos años cuando he descubierto cual es en realidad
la mayor virtud de este líquido elemento en cuestión: La singular
reacción que suscita entre los comunes venidos de cualquier entorno,
para sellar amistades perdurables, buscar aspectos compartidos, y
derribar barreras que adolecen de desencuentros sin fundamento. Algo
que lo asocia directamente a la música, o a cualquier expresión
cultural que se precie y que nos acerca a la relación humana como
herramienta de conocimiento y enriquecimiento mutuo.
Con esta
sarta de erpiritualidades tan solo quiero expresar algo que se resume
con mayor brevedad: Desde que me integré en este grupo de amigos,
muchas cosas son las que han cambiado a la hora de acometer un vino.
Y no me refiero al conocimiento sacrosanto del vino que parece ante
todos algo inaccesible para los mortales, no; me refiero al
acercamiento desde la sencillez, al terruño, la esencia o como rayos
quieran llamarle. A eso que hace que un vino o cualquier otra cosa
que nos despierta los sentidos, nos acerque al origen y magia
primigenia que los/nos crea. A la pura naturaleza que nos hace a
todos del mismo modo, elementos y creadores de un mismo disfrute.
Algo que,
permitidme la licencia; nos otorgó la naturaleza y que con el ritmo
de vida que llevamos, intentamos dominar de tal manera que lo
dejamos en manos de los impulsos y los placebos. Cuando en realidad
lo deberíamos utilizar como vehículo para conectarnos a nuestro
ser, eso que nos otorgaron de niños para orientarnos y que ahora
ignoramos, ¿instinto?.
El día
previo a San Juan, nos citemos en mejor sitio posible para llevar a
cabo una celebración nacida de la más pura improvisación: Tal día,
el porqué, y el donde sin ningún tipo de motivo planificado, tan
solo por la magia del momento. Y es ahí donde entra en escena el
artífice de la locura, Xavi; aquel que me tentó diabólicamente al
sabio arte de entender los placeres en grupo, desde nuestra
disparidad y confluyendo en un mismo punto, el disfrute común.
La cita
matinal fue el mercado del pueblo, ¿que mejor sitio si no? Con el
frescor matinal, la plaza atestada de previsores, y con Juliá de la Peixatería Puig i Mariscalejerciendo de manijero visionario ante
los brillantes ojos de cuatro niños emocionados; debatimos cual
debía ser la sabia elección para alimentar a veintitantos
comensales hambrientos de momentos únicos: Llobarros, gambas rojas,
mejillones, Coca, Pan de leña, pasta para la “canalla”,
Mozzarella, y Pomodoro fue parte del botín de aquí, allá y acullá.
Los vinos y Cavas que humedecerían tal encuentro correrían a cargo
de la imaginación de los ocho aventureros; tirando así de
inspiración y personal elección, como es habitual en los encuentros
donde nos cruzamos.
Un botella
por cabeza que acabó por irse de madre con la emoción de hacer
cortos: Dos viñas Tondonia 81/91, Un Tocat de L'ala, una de
Terramoll Primus del 2006, un atípico VMalcorta de nuestro Sumelier
predilecto, una joya de las profundidades del Solanet con nombre de
Pomerol del 94, Terra Romana, un delicioso Araucano Carmenere, una de
Bertha Pinot Noir descatalogado, un Sole Chardonnay, un Cinclus 08,
un Granangular Mazoni, dos Muga blancos gentileza de Puig i
Mariscal, y para rematar el fin de fiesta un Juve Camps Milesimé y
un Glaç.
El menú
para acompañar tal batallón de grandes vinos eran cuatro Lubinas
que se debatieron entre el horno y las brasas, cuatro Pizzas caseras
de multi colores, un regimiento de gambas rojas que tomaban el sol
sobre un manto de sal gorda, mejillones haciendo croll sobre
el vino, y dos deliciosas sorpresas para rematar la noche: Unos
cubiletes de Dry Martini, Ginebra, y oliva incorporada concentrados
en gelatina junto a una tarta Tatín de Manzanas salida de las
mágicas manos de nuestros mejores directores de cocina, la familia
Fontanet; verdaderos animadores de la maestría entre fogones y
enseres. Todo esto por el módico precio de 20 euros por cabeza,
aunque por si no lo saben, tal condensación de bienestar y felicidad
probablemente no tenga moneda en curso que lo sufrague suficiente
equidad.
Y habrá
quién diga y con toda la razón: - ¿Que carajo es esto? ¿una
entrada sobre vinos, o sobre disfrutes personales?... Lo cierto es
que para que engañaros, lo mio debería ser más un diario personal
por capítulos, que una bitácora donde contar cosas que sean
mínimamente interesantes para alguien. Hablemos de vinos pues, por
amor de dios!!
Para ser
sinceros la tarea no es del todo fácil pues a pesar de que la cosa
fue principalmente de pescado, fueron variados y distintas las
botellas que desfilaron. Lo que si está definitivamente claro es que
pocos vinos de los allí presentes podrían competir como mínimo en
nivel de embrujo al de los dos VIÑA TONDONIA 91 vs 81, y al
profanado POMEROL del 91. Tres vinos que por respeto a la veteranía
pocos pudieron igualar en una noche mística y levitante, donde
pudimos testiguar de primera mano la manera tan distinta como
envejecen tres vinos con buena guarda.
Los dos VIÑA
TONDONIA fueron sencillamente brutales, tanto por expresivos como por
diametralmente opuestos. Dos vinos por no decir esencias, que
compitieron espectacularmente con un maridaje de gambas jugosas a la
par que hermosas en una combinación por así decirlo, celestial: La
botella del 91 con un color profundo similar al de la miel, y una
nariz indescriptible: Queso, frutos secos y maderas frescas que
recuerdan ligeramente a un Jerez; sin embargo el ataque en boca está
dotado de una voluptuosidad y suavidad envidiable, muy fresco y de
una acidez casi exacta. La verdad es que puede que sea uno de las
mejores concordancias que halla tenido el gusto de disfrutar, en
contraste con la intensidad de la gambas.
Teniendo en
cuenta que la personalidad tan marcada de los blancos de esta
legendaria bodega suele tener tantos adeptos como detractores..
El paso
siguiente fue su hermano mayor, una botella guardada a cal y canto
por Carlos quien no tuvo mejor gesto que compartir con todos
nosotros, en una ocasión tan especial como la de aquella noche; una
botella de Viña Tondonia Blanco de 1981 son palabras mayores.
Inevitablemente
te vienen a la memoria todas aquellas cosas que has vivido durante
esos 32 años; son tantas, que cuesta imaginar como un envase tan
franco como es el vidrio puede conservar tal extensión de la
naturaleza. No solo porque allí se han conservado durante largos
años una parte de la tierra, si no porque además esa parte viva de
la naturaleza sigue creciendo y transformándose allí dentro; es ahí
en ese momento concreto cuando empiezas a comprender el significado
de la llamada complejidad; esas contradicciones donde difícilmente
se encuentran adjetivos que definan esa sensación tan indefinible:
Las flores que aparecen al acercar la nariz al borde abismal de la
copa, la pastelería recién hecha, los toques de madera exótica que
confunden la ambrosía con el carácter secante de sus rasgos
antiguos y reposados.
Esa manera
tan única de elaborar un blanco de tanto recorrido que tiene Viña
Tondonia, unido a esa paciencia casi oriental que nos exigen cuando
elaboran un blanco que de momento no tiene parangón que ni siquiera
lo imite; y sobre todo ese riesgo que asumen cuando deciden envejecer
blancos sabiendo que la ligereza es lo que mayormente busca el
público en general.
A su lado
los variopintos CINCLUS 08 y el Verdejo atípico de JAVIER SANZ
quedaron en meras anécdotas. Con unas particularidades tan
arriesgadas que merecerían sendas entradas para desvelar los
entresijos que hacen de ellos, dos blancos revolucionarios en su
personal forma de reinventar los mono varietales y los cupatges. Pero
sería tan cruel como sacado de contexto enfrentar a cada vino,
cuando sabemos que a veces lo realmente complicado es saber disfrutar
en cada momento de aquellas cosas de las cuales desconocíamos; un
lema que siempre intento aplicarme como antídoto ante el miedo: “Lo
que me gusta ya lo conozco, lo excitante es descubrir aquello que
creía que no me gustaba”.
Los Viñas
Tondonia he de reconocer que siempre han sido vinos difíciles para
mi, pero lo de aquella noche fue realmente revelador: Encontrar sobre
la misma mesa a dos hermanos separados por diez años, y tener la
satisfacción de reconocer sus ancestrales diferencias. Créanme que
esas son oportunidades que abren muchas puertas y ventanas que uno se
cerró; nos descubren puntos de vista jamás antes imaginados, y se
acercan muchas posturas equidistantes al amparo del embrujo de un
grupo emocionado.
Y al final
ahí, en el otro extremo y en la recta final de la noche: Esos dos
tintos especiados y minerales a los que parecían haberles impregnado
de piedra, la imponente presencia de ese caramelo oscuro y profundo
en el que se rompe magistralmente la esclavitud de un vino tinto ante
el alimento acertado. Son aquellos tintos que no necesitan comida
alguna para disfrutarlos, de echo casi que la rechazan con total
arrogancia. Un ARAUCANO CARMENERE Chileno de anticipo, y el príncipe
de las tinieblas que salía de su sarcófago, de allí abajo del
subsuelo de SOLANET, POMEROL Chateau La Fleur-Pétrus del 94; su
consorcio con la Tarta Tatín casi seguro que fue ideado por una
mente perversa.
Se fundían
ambos en total armonía las manzanas maduras y ese carácter
glicérico que emerge de esos aromas torrefactos que confunden el
azúcar concentrado con las especias (vainillas, clavo, canela,
cardamomo, bergamota); la mayoría evocaciones oscuras que hacen de
estos dos vinos de amplia boca y de esencia embriagadora dos joyas.
La primera
porque su precio es tan tentador para todo lo que nos ofrece, que es
imposible no hacer una pausa en los vinos Chilenos y descubrir que
fue lo que llevó a la uva Francesa Carmenere de la Borgoña a
desaparecer, para aparecer milagrosamente en esta zona de Chile.
El segundo,
sencillamente porque destapar aquello que se guardó con mimo bajo
las tripas de la Masía Solanet, tan solo merece convocar los poderes
esotéricos para separar espacio de tiempo y detenerlos
indefinidamente; el POMEROL así parecía haberlo hecho, por lo menos
así lo hizo con nuestra memoria: La aisló, la envasó, y la guardó
en confitura para que permanezca imborrable de nuestras mentes.
Aun sin
saberlo a ciencia cierta y con tres días de adelanto, como aquel que
retando en duelo al destino: Chulea, vacila, y se la juega a una
carta... total, ¿que más me puede pasar?
Primero
porque los pocos ratos en soledad de que dispongo no los sé invertir
en algo que no sea escribir; sobre cualquier cosa, que más da, si un
viaje en automóvil con los pensamientos como único copiloto no dan
mucho más que para analizar el paisaje, observar fijamente a otros
conductores, escuchar música, o dejar que las locuras solitarias
tomen las riendas de la incompostura. Por el camino entre locura y
lucidez intento ordenar mis pensamientos (joder, que cinco horas
de viaje dan para mucho!!). Lo que pasa es que generalmente al
cabo de las horas se evaporan esas introducciones y exposiciones
perfectas para una próxima entrada, disperso que es uno.
En
cualquiera de los casos ponerme a escribir sobre un concierto al que
ni tan siquiera se con certeza si voy a acudir, además de ser una
soberana estupidez, para que negarlo, también tiene algo de
inventiva porque... al margen de los detalles del evento de los que
uno cree que tan solo florecerán todavía en caliente o al cabo de
un día, me parece tan inútil o más soltar aquello de: Y ahí
estábamos absortos todos nosotros, el público jadeante, la velada
perfecta y... como moló el concierto. Tocaron tal y pascual, mi
favorita, se le escacharró el ampli y nos dedicó unas
hermosas palabras de agradecimiento para cerrar con dos bises
que incluso tuvo que improvisar por el fervor de la gente:
Que
sepáis que tan solo vengo de gira a España porque se come de
cojones, bueno también por mi sufrido público
Y una
mieeeeerda!!
Bueno oye,
si a estas alturas del funeral tenemos el gusto de disfrutar de un
sexagenario Robyn Hitchcock en plena forma, que narices!!; que sea
por nuestra gastronomía. Que no todo van ha ser primas de riesgo e
incompetencia lo que nos de la fama allende las fronteras.
Y otra cosa
quiero decir yo antes de nada: No hay placer más churrigueresco
que acudir a uno de esos conciertos de los que todo el mundo habla,
pero que en realidad a pocos importan. De echo para que negarlo,
Robyn Hitchcock como muchos otros artistas de esa escena imaginativa;
lleva tantos lustros ejerciendo de intelectual imperceptible, que
poco importa sufrirlo en solitario o en la justa compañía de hombre
solos, parejas de novela, o abandonados.
Pensaba
acudir para mi sorpresa con mi pareja al concierto, pero a última
hora me ha hecho el salto de cama. Así que sin tener mayor
importancia, ya que son muchos los conciertos a los que acudo solo
por lo personal de mis últimas elecciones. Aquí me hallo recién
llegado de tierras Alicantinas a donde mis razones laborales me han
enviado; tres días después de inaugurar esta entrada por actos a la
que pondré fin cualquier día antes del solsticio de Verano.
Sala Dos de
Apolo contigua a su hermana mayor, y donde en los últimos tiempos he
tenido el placer de descubrir aparte de su singular distribución y
su acogedor tamaño, algunos buenos conciertos: New Model Army,
Megafaun, Chuck Prophet y lo que el destino disponga; el precio
intimidatorio de las cervezas (5 euros o lo que se pagaba hace unos
meses por un Cuba libre), lo dejamos al margen, para no enturbiar el
recuerdo.
Como suele
ser habitual en este tipo de conciertos domésticos, la cantidad de
público selecto que se dio cita cabía en dos palmas de mano
abiertas. Y la suerte de encontrar aparcamiento a escasos metros de
la sala me proporcionó la provechosa media hora para: Comerme una
Pizza enrollada en las inmediaciones, concretamente en el 48 de Vilá
i Vilá; una diminuta pizzería descubierta recientemente donde se
puede saborear la mejor Mozzarella de Barcelona, una estupenda Modelo
de barril y una buena conversación.
Como tengo
la suerte de hablar con las paredes y hasta con aquellos que no
respiran, también me dio tiempo de entablar cuatro apuntes con una
pareja que repartía flyers a la entrada, sobre??.. Sobre la
extrañeza de la música actual y el placer de acogernos a conciertos
de viejos y aun por descubrir, músicos del pasado inexistente.
Repartían flyers de la visita el próximo Otoño de Mr.
LLOYD COLE en el Music Hall de Barcelona, lo cual me congratula por
lo aventurero de estos jóvenes promotores (APE Music). Cita
ineludible donde las halla.
Ya dentro
del recinto y con Peter Buck (guitarra de los desaparecidos REM),
acompañado por VENUS 3 sobre el escenario. Pudimos disfrutar del
Rock Americano de tintes cabernosos, con el divertimento como
perspectiva que practican estos cuatro veteranos.
No es que
Peter Buck tenga unas dotes brillantes en lo que a la voz se refiere
(mezcla de Alien Sex Fiend, estrella ebria, y voz cazallera según el
tema); pero la verdad es que es encomiable la pasión que aun
conservan estos músicos curtidos en mil batallas: Bill Rieflin,
Steve McCaughey, Kurt Bloch; miembros de acompañamiento en las
últimas giras de REM. Se lo pasan a su edad teta sobre el escenario,
y eso es lo realmente meritorio del asunto, puesto que zambullirse en
sus desvaríos garajeros, fronterizos, mestizos y Rockeros de baja
alcurnia, tras años girando en escenarios gigantescos... Tiene en
cierta manera, una curiosa reflexión sobre el mundo del Rock
Establihment y el destino de los músicos de vocación.
Un set
improvisado, barriobajero y relativamente corto; con Robyn Hitchcock
apostado a la derecha del acceso a bastidores, entre las sombras de
los focos. Que nos mostró la fantástica virtud de este grupo de
amigos antes que socios, en el que convierten sus salidas de gira en
desenfadados festines sobre el tablao. Cuando estas cosas se
departen en comunión perfecta, la verdad es que todo lo demás poco
importa: La inperfección de los acordes, la solemnidad del
estrellato, lo inalcanzable de tus mitos, y cualquier cosa que a uno
le pase por la cabeza cuando nos autoimponemos una barrera
imaginaria entre el espectador y el artista. En este tipo de
conciertos todo eso desaparece, y al final solo queda la sensación
de una reunión entre viejos compañeros de viaje; músicos y
seguidores.
Tal fue el
desaguisado, que la aparición de Robyn Hitchcock sobre el escenario
al cabo de unos quince minutos, se dotó de todavía más solemnidad
y elegancia; (un dandy con cara de diablillo) al que los años
parecen haber conservado en alcanfor. Lo suyo no es un saber llevar
bien la vejez, como se suele decir de manera displicente, si no que
ha ganado asombrosamente a lo largo de los años como los buenos
vinos.
Desde que a
finales de los 70 puso a cero el cuenta kilómetros con SOFT BOYS,
hasta su posterior carrera en solitario del que guardo como oro en
paño aquel primer Groovy Decoy/1982 con el que lo descubrí. A dado
para que este Londinense establecido en el ámbito undrground
Americano hiciera de brújula en listas Univesitarias, aquel
hervidero de jóvenes bandas en la incipiente escena alternativa de
aquellos años. También para aislarse de la tumultuosa escena
Británica de la que tan solo tomaba prestadas, sus miserias y un
ácido sentido del humor de puro costumbrismo.
Se ha
permitido el capricho de revisar una infinidad de facetas de sus
ídolos: Bob Dylan, Roxy Music, Lou Red, The Byrds, Syd Barret, y
otros muchos más; todo ello sin dejar de construirse un universo tan
personal y pragmático, que ahora con sus sesenta años recién
cumplidos parece imposible concebir la música actual sin su
presencia, y a pesar de que su existencia ha sido casi siempre
sibilina.
En esta
presente gira que lo ha llevado por cuatro o cinco ciudades de
nuestro país, se intuía la puesta de largo de su sintético LOVE
FROM LONDON. Sin embargo la compañía de VENUS 3 en perfecto
concubinaje hacía presagiar otra suerte de destino; en un repertorio
tan extenso el suyo, que reconozco en parte ese atractivo como el
apetitoso cebo que me llevó hasta allí. Lo cierto es que con una
banda eléctrica arropándole y su bagaje musical tan distinto,
dejaba entrever por una rendija una noche tremendamente tentadora.
Ataviado con
una de sus personales camisas entre lo excéntrico y lo elegante,
armado con una armónica y las cálidas cuerdas de su guitarra
compartió ese Español fronterizo que lo caracteriza; se despachó
con una especie de aperitivo de desnudez tan exquisito, que de
repente nos hizo olvidar el ruidoso y devenzijado set de Venus 3: La
armónica saco humo y se despachó tres temas de las que supongo
sonaron alguna de las incluidas en su personal homenaje a Bob Dylan,
Robyn Sings/1996. Seguro sonó la reconocible “Visons of Johanna”,
y “It's all over now, baby blue” creo, pues sinceramente no
controlo esa parte de su repertorio, además “Sometimes a Blonde”
de cosecha propia.
ROBYN SINGS/1999 (Bob Dylan live covers)
Se enchufó
a los amplificadores con la banda de acompañamiento ya sobre el
escenario, con una “Goodnight Oslo” en la que un magnífico y
atemperado Steve McCaughey acariciaba el bajo haciendo a su vez del
coro femenino que lo arropa en los últimos discos.
El excelente
sonido de una banda tan bien engrasada hacía presagiar un noche
repleta de caramelos venenosos, y así fue. El repertorio podría
haber sido escogido al azar y aun seguiría siendo una apuesta
singular y segura: La sincronía en los arpegios de guitarra de Peter
Buck y Robyn Hitchcock bañados en un Rioja del que dieron buena
cuenta a lo largo de la noche, la versatilidad con las baquetas en
las manos de Bill Rieflin, y la magnífica personal voz con la que
Robyn Hitchcock aúlla a la Luna, en la actualidad. Todo ese conjunto
hizo de la noche un memorable viaje tripulado, a un lugar de la
música donde la Psicodelia tan solo aduce a un estado de profunda
imaginación, al margen de estilos, fechas, y posturas.
Sus
canciones pueden sonar a ratos, hermosamente Pop como la reluciente
“Sally was a Legend”; una de mis preferidas de la noche.
Melancólicas y apaciguadoras como lo es la preciosa “NY Doll”,
furiosas y primitivas como la vieja “City of Shime” o “Somewhere
Apart”; donde se pueden palpar de mejor manera, su innegable
influencia sobre otra serie de bandas. O cargadas de mestizaje
fronterizo en clásicos de nuevo cuño como lo es esa “Ole
Tarántula”, incluida en uno de los discos fruto de la asociación
con Peter Buck & Co. hace siete años.
De su más
reciente trabajo tan solo sonó “Be Still” con lo que se confirmó
que su visita no revestía afán alguno por reivindicar su nuevo
material. En realidad tampoco lo necesita, si bien es cierto que sus
nuevos discos nos presentan a un autor sin freno a la hora de seguir
redecorando su universo propio. Lo que es evidente sin ningún tipo
de discusión al respecto, es que Robyn Hitchcock no ha parado de
reformular una tabla de elementos que hacen del arte como síntoma
expresivo, una manera de mezclar creatividad con vida. Lo mismo da que en
ese camino se recreen elementos del pasado, se subraye el ROCK como
el ingrediente primario desde donde salen todas las músicas modernas, o
asuma con total naturalidad la abstracción de una modernez
empeñada en dar nombre a todo aquello que no lo necesita, cuando su
perpetuo anonimato así lo defiende.
En la
desembocadura final de tal tobogán de placenteras sensaciones, de
aquellas en las que es inevitable cruzar miradas entre los asistentes
para confirmar tus sensaciones. Donde nunca llegarás a entender el
porqué del nimio interés que despiertan estas importantes facetas
de la música contemporánea, en gente que se llena la boca de
apuntes, referencias, y respetos dejándolas olvidadas sin más. Se
aduce a las faltas de presupuesto y a los precios, pero todos sabemos
que no es así: Que a menudo nos empachamos en la trascendencia de la
vanguardia olvidando lo esencial, la grandeza de las raíces.
Pero en fin,
corramos un tupido velo y que esto no parezca una pataleta de caduco
carcamal.
Retomando el
hilo y poniendo fin a esta demasiado larga crónica, la noche acabó
tal y como debía ser: Con la brevedad de algo que entusiasma en la
delicadeza semiacústica de un “Up to our necks” de su Goodnight
Oslo/2009, la mítica “King of Love” de aquellos primeros Soft
Boys. Y claro como no podía ser menos con dos de sus habituales
versiones, rememorando aquello con lo que predica ¿que sería de
nosotros sin la simbología de nuestros antepasados? “Heroin” y
“I'm waiting for the Man” de los eternos Velvet Undergound, junto
a una olvidada “She said, she said” de The Beatles.
A las
puertas del Apolo 2, aun sin querer marcharme de la escena del
crimen, todavía me dio tiempo de compartir tabaco de liar y
emociones con un compañero venido del Sur. Allí a las puertas del
infierno coincidimos en la grandeza de Robyn Hitchcock, de aquellas
conversaciones entre canción y canción, de lo nítido que sonaba el
bajo de Steve McCaughey, la simpatía de jovenzuelo irreverente de
Kurt Bloch, y de las diabluras que era capaz de hacer Peter Buck con
una Rickembacker en sus manos.
En
definitiva, que Robyn Hitchcock es un tipo que se hace querer por esa
juventud latente y perenne que desprende sobre el escenario. Parece
estar todavía presente en mi retina; con esos tics de niño inquieto
aparentemente nerviosos de quien vive la música al instante,
girándose e intentado comunicar con la mirada con los compañeros de
viaje.
Parece
mentira que sobre el escenario esté una persona de 60 años que ha
permanecido la mayoría de su vida olvidado en el tiempo, y todavía
sea capaz de transmitir esa emoción por tocar y observar los
aspectos más imaginativos de nuestra existencia; más aun cuando
reconoce que disfruta empapándose de la multiculturalidad del
universo y... sobretodo de sus sabores.
Es por eso
que aquello que nos alimenta el alma, también nos enriquece el
organismo; tanto si son las notas musicales, su presencia y el
instante del momento, como si aquella tortilla de patatas, el Queso
Manchego, el vino y que se yo, nos mantiene conectados por vía
sanguínea o sensorial. Alabado sea!!
El pasado
fin de semana murió apuñalado un Marroquí dos manzanas más
arriba. Tan cercano el suceso, que mientras escuchaba estupefacto el
asesinato en las noticias, parecía estar oyendo los lamentos y los
gritos tras la puerta de mi casa.
Podía
visualizar aterrorizado el frío metal hundirse en la carne de la
víctima, mientras la vida del desdichado iba desvaneciéndose en
una huida agónica. Como aquellos sueños de adolescencia que me
despertaban entre sudores por una fuerte convulsión, y que siempre
tenían el mismo desenlace: Persecución, forcejeo, y puñalada
certera como la de Pedro Navaja. Esa fobia por el metal afilado y
sanguinario me acompañaron sin saber porqué durante largos años,
sustituyendo las caídas al vacío de mi infancia. Sin acabar por
acertar jamás si mis pesadillas eran fruto de un miedo irracional o
una simple escenificación teatral de mis miedos y de mi inseguridad.
Desde aquel
entonces no puedo evitar estremecerme al sentir penetrar la aguja en
mi brazo, cuando imagino un intervención y el bisturí afilado me
aterrorizo; O cuando me corto en el trabajo, se me pone el vello de
punta al visualizar la secuencia en cámara lenta. Pequeñeces si se
comparan con la indefensión e impotencia que uno siente cuando la
realidad da una patada a la puerta y se planta de golpe ante tus
narices. Aquellas cosas que ves día si, día también frente al
televisor y contra las que te has inmunizado a fuerza de verlas,
escucharlas, o leerlas constantemente.
Tan
banalizado está en la actualidad el asesinato, como lo estaba la
muerte en boca de aquel cobrador de seguros de mi madre: “- los
muertos!!, gritaba a la vez que picaba en el timbre de casa”
quitando hierro a un asunto tan incómodo como es el de la muerte.
Pero por más que silbemos distraídamente cuando la muerte de otros
congéneres tiñe de rojo los píxeles de nuestras pantallas, ella
sigue allí; impregnado de cotidianidad nuestra vida salpicada de
excrementos decorativos.
Se comenta a
la entrada del trabajo, se debate en los bancos del parque e incluso
disecciona en la plaza mientras el carnicero decapita pollos y el
pescatero disecciona Sardinas: La señora Fulanita declara ante el
señor Menganito, mientras éste pesa la mercancía: - Creo que
alguna vez lo vi pasear por el barrio cogido de la mano de su señora,
era Española – Apostilla la señora con los ojos boquiabiertos.
La verdad es
que a ella no se la veía afectada, porque vaya cruz casarse con un
“moro”!! Relata buscando y encontrando inmediatamente la
causa/efecto del altercado. Se sabe a ciencia cierta hasta el porqué
de la reyerta, la nacionalidad de los ejecutores, y el origen de la
disputa. Tan sumarísima es la resolución, que la sentencia de los
allí presentes es bien sabida por todos: La inmigración y esa
espeluznante importación de sus hábitos nativos.
A nuestras
espaldas quedaron los barrios de la periferia a medio construir, las
bandas de los Correas a los que nadie había visto pero a los que
todo el mundo temía. Pellizco o pinchazo te susurraban al oído
cuando te desplumaban en un callejón oscuro, los billetes de veinte
duros con Manuel de Falla impreso y desdibujado en ese trozo de papel
que escondíamos en el calcetín, y nuestra madre en los sostenes.
Los timos de la estampita, los coches desvencijados y en llamas sobre
los descampados perdidos de la mano de dios. Los correctivos que
mantenían a raya la jerarquía del barrio; el tonto del mismo y el
matón protector de pelotas o rastreros. En resumidas cuentas la
jungla salvaje y primitiva con la que crecieron los barrios satélites
de los 80; mi infancia a la que en ocasiones veo tan bien
representada en la miseria hacia la que caminamos, y de la que nos
quisimos escapar años atrás.
En realidad
el paisaje no ha cambiado tanto como creemos y por mucho que nos
separen a viejos y jóvenes, décadas y generaciones. Los barrios han
mutado increíblemente, pero las vidas anónimas siguen ahí ocultas
entre cuatro paredes.
Las
decoramos con calles peatonales, columpios y plazoletas, pero los
suburbios no nos han cambiado demasiado. Ahora que a todos nos toca
de cerca el efecto supervivencia al que tan saludablemente nos ha
invitado la crisis, parecen hasta cobrar sentido los más diabólicos
de mis pensamientos: Imaginar un mundo ruinoso y desolado en el que
los afortunados empleados saldrán a la calle escoltados por las
fuerzas de seguridad. Acosados por los desprovistos de todo bien
(trabajo, recursos, vivienda y dignidad); un mundo a lo Mad Max en el
que el equilibrio natural de la economía global se cobra sus
convenientes bajas.
Así que de
manera premeditada o inconsciente la playlist ésta que me ocupa ha
salido así, tan poco primaveral y soleada, más bien fría y
decrépita. Como mi morbosa pasión juvenil por comprar El Caso
o escuchar las historias de difuntos aparecidos que contaban las
abuelas en el pueblo de mis padres, como ficciones imposibles.
No se si
también afectado por una de la últimas películas con las que he
satisfecho mi gusto por el desasosiego, EMERGO; quien transmite esa
misma sensación de inquietud, aunque esté apoyada sobre el sobado
método de filmación del found footage y plagada de clichés
del género.
Y aunque en
el alzado del telón de esta retahíla asome la cabeza DEVENDRA
BANHART con esos pétalos en la boca: “ Mi amor no tiene
vengansa, aunque te matará. Este viejo no se cansa, siempre te
persigará”. O aunque los Escoceses CAMERA OBSCURA quieran
teñir proporcionalmente en tiempo y calidad con melodías de Femme
Fatal despeinada nuestros días de... ¡¡Por fin llega en
Verano, Fermín!!
Al apretar
el play de Excavation; puesta en largo del debut de BOBBY KRLIC aka.
THE HAXAM CLOAK, se aviva de nuevo el fulgor de la auto aflicción.
No es una postura forzada de placer masoquista por lo horrendo de las
realidades mundanas o por regodearnos en la introspección más
deprimente, si no un clic clac de contrastes que a mi modo de ver
preciso para notarme aquí.
Electrónica
Sexagesimal: The Haxam Cloak & Disclosure
Bobby Krlic
ha diseñado un universo personal que inquieta y aterroriza; mis
hijos cuando lo escuchan tiemblan de pavor. Y yo que soy un cabrón
enfermizo, gozo desenterrando esos sentimientos que van del susto a
lo desconocido, a la risa histérica y contagiosa; bofetadas tan
parecidas a una ducha gélida tras un baño Turco. Como acometer las
realidades, sin perder de vista la frivolidad de los placebos a los
que llamamos necesidades.
El disco de
este Británico es más parecido a una marea submarina que te
arrastra sin aparente resistencia, que a un concepto electrónico
experimental. De verdad que lo parece, puede que incluso vuestro
primer cara a cara os exaspere por impaciencia o por la excesiva
tensión que se palpa en su caminar. Pero desde luego, me parece tan
temerario y desobediente como combinarlo con la frivolidad de
“Stimulation”, debut de DISCLOSURE.
Un artefacto
sonoro que desencadena un estertor compulsivo en nuestro tórax tan
acorde con el Soul Train de las cadenas Americanas de los 60, o como
los pantalones acampanados al peinado Afro. Un disco infeccioso de
Funk electrónico que deja el esperadísimo trabajo de Daft Punk en
un simulacro pseudoconceptual que se evapora conforme avanza,
mientras uno se pregunta... ¿cuando demonios despega?
Este dúo
de "niñatos" emigrado desde Sudoeste Inglés de Reigate han comprimido en
su esperado album de debut, 18 cortes que van desde House más
ochentero procedente de Chicago, al Funk sintético. O serios
ramalazos que van en dirección a la pista de baile.
Lo
increíblemente lúcido del asunto, es que no se andan con tapujos
cuando dejan de lado esa despreocupada impresión de parecer
comerciales; siendo su disco algo muy apetecible que da la espalda
directamente a lo que piense la gente; para ser prácticos y honestos
en su discurso.
Sin embargo
y al margen de esta peculiaridad tan mía de combinar pasajes oscuros
con sonidos etéreos, o destellos de Pop y Punk. Estas listas de
canciones que se suceden espaciadas a lo largo del año, no son más
que señuelos. Dejo a propósito de lado novedades y otros asuntos,
que a mi modo de ver los tenemos demasiado a mano, así que no
tendría mucho sentido volver a machacar con la misma cantinela o
repetirme con algunos grandes discos que de sobras acabarán
repicando en nuestros oídos.
Si hay algo
realmente emocionante de escudriñar la red en busca de tesoros, es
descubrir como las casualidades y coincidencias me llevan a topar con
discos que tienen forma de libro; con sus paisajes imaginarios, su
fórmulas inverosímiles, o su entrada lenta y pausada. No es
cuestión de comercialidad en absoluto, tan solo un sano ejercicio de
tonificación sensorial y neuronal.
Al
Brokowitz/A Long Hereafter, Nothing Beyond_2013
Así más o
menos es como llegué a AL BROKOWITZ. Y es que a veces uno no puede
figurarse donde puede encontrar de repente esos brotes tan
apetitosos; a mi por ejemplo me vale casi todo: Enlaces que te llevan
a otros enlaces, intuiciones... en fin cualquier cosa es buena si lo
que se quiere es aprender. Con ellos creo recordar, porque la memoria
me falla últimamente una barbaridad, que fue al descubrirlos como
seguidores del grupo de facebook de ésta bitácora. Y no es que
tenga una malsana afición de voyeur, pero la verdad es que no
deja de sorprenderme encontrar nuevos seguidores; teniendo en cuenta
que cuando empecé ésto, no ambicioné ni lo más mínimo que
alguien me siguiera.
Pues su
disco familia, en este caso el segundo de estos veteranos Madrileños;
es de aquellos de los que te absorben a los cuatro compases. El
tempo y la variedad de su bestiario parece ser un auténtico libro
de viajes repleto de caminos escondidos; de aquellos a los que la
curiosidad ha impedido quedarse con tan solo una parte de la música.
Con lo cual, etiquetarlos bajo el paraguas de un solo género musical
me parece una fórmula tan corta de miras que me la ahorro, mejor
escúchenla. Sobre todo porque recoge casi todos los fundamentos de
la música para pilotos intrépidos: Tiene un magnetismo peligroso y
embaucador para curiosos como yo, de aquellos en los que una sola
canción se descompone en tres más. Donde los metrajes largos y
sinuosos invitan a esperar pacientemente el desarrollo del monstruo,
y donde cambia el panorama de una forma tan excitante como el de sus
cambiantes palos, totalmente interconectados por un sibilino mensaje
de profundidad.
Puede que no
sea un disco fácil de escuchar según que expectativas, pero desde
luego si es un memorandun para los que como yo tienen buena boca,
cercano al Post Rock tal y como se desarrolla, antes que a un
concepto propiamente dicho.
Pero no son
éstos precisamente, los trabajos que más me han enganchado en este
caluroso meridiano del año, aun siendo tres magníficas referencias
con las que disfrutar de muy distinta forma.
Hace ya unos
meses tras volver a recuperar un interés por sonidos lóbregos y
asfixiantes a los que me encomendaron The KVB o Featureless Ghost,
caí en un viaje mental no tanto de sensaciones como de recuerdo.
Tanto, que he regresado sin billete de vuelta por pura inercia, a
ese estado con el que descubrí el placer por esa música en mi
tierna juventud. En ese plano existencial puede haber una clara
conexión entre el sonido sintético de Hexam Cloak y lo que vengo
ahora a referiros, los Franceses BLACKMAIL: Una triada de inconformes
en busca de algo más que un mero sonido y que se cobijan en el
selecto sello Yunk-Fü, su descubrimiento es del todo accidental;
algo que los aun todavía más enigmáticos. Sobretodo si somos
capaces de dilucidar donde acaban los géneros matrices, y donde
empiezan sus ramificaciones (dilapidando toda la simbología que
abrevia la música)
Blackmail/Bones
_ Yunk-Fü Records
Encontrar
sobre el terreno una referencia clara y creíble de este proyecto
surgido en tierras Galas por miembros de diferentes bandas, puede ser
una tarea realmente complicada; sobretodo si tenemos en cuenta que
también hay una banda Germana que se hace llamar Blackmail.
Por suerte
sus estilos son tan contrastados que no hay margen de error a la hora
de dilucidar quien es quien.
Blackmail
podrían de esta manera pasar por una banda de cualquier punto de
Europa. Su sonido con claras referencias a la electrónica Industrial
sin embargo, tiene otros interesantes aspectos que la hacen personal:
A parte de contener una colección de canciones de gran nivel,
consiguen sonar personales manejándose en un género trillado hasta
la saciedad, el Post Punk apocalíptico si no alguno más.
Claros
referentes a la electrónica de principios de los 80, atmósferas
tensas y herméticas, y lo que más me atrae de ellos: Navegan entre
lo sintético y lo Rockero de su pasado, sin acabar de ser ni una ni
otra cosa. Quizás porque pese a que los estilos musicales se acaban
extenuando por la repetición de fórmulas, afortunadamente siempre
hay un pequeño atisbo de genialidad en grupos, que sin importarles
ese inconveniente apuestan por trabajarse a fondo la presencia a la
hora de confeccionar un disco.
Una
particularidad que hace de Blackmail un proyecto surgido de las
tripas de la electrónica pero que camina por sendas tan subterráneas
como lo hipnótico de esos ambientes que recrean sus canciones.
En el fondo
esa forma de irradiación o de tratamiento sonoro no es que sea un
invento de nuestros días. Ya lo hicieron los mecenas del Krautrock,
lo puso en práctica Martin Hannet en sus producciones con Joy
Division (principalmente en Closer/1980), y también sirvió de punto
de partida a la primera oleada electrónica de finales de los 70. Una
de las técnicas de sonido que mejor expresan la decadencia post
industrial y que mejor transmite ese debate interior del ser humano
respecto al progreso y a la deshumanización de nuestros días.
Quien sabe
si eso que comento es una paja mental mía, pero lo que es evidente
es que siempre ha sido un de los aspectos de la música que más me
ha atraído: Esa manera que tienen algunos de transmitir los sonidos,
sensaciones visuales, e incluso contextos sociales, que ya se
impartían a mediados de los 60 con la Psicodelia y el Progresivo.
Y se que en
la actualidad cuesta pensar en las tendencias como un motor
contracultural, sobretodo porque detrás de la música no hay un
público verdaderamente combativo. Pero si que me satisface observar
como todavía existen pequeños sellos como Yunk-Fü, a los que le
sigue importando esa filosofía artística que hermana electrónica y
Rock, tradición y vanguardia.
Bones
es un disco reptante que atrapa como un remolino que surge de las
profundidades. En él se pueden escuchar los sonidos de la
desesperación como cánticos de sirenas, te atrapan sin evitar
sucumbir a una especia de rito mecánico e industrial, su estética
es electrónica pero sin embargo suena tan subterráneo y Rockero que
el desconcierto se acaba por convertir en una adicción.
Son discos
de paso lento pero profundo, absorventes por sugestión con un
comportamiento parecido al DELTA MACHINE de DEPECHE MODE.
Depeche
Mode/ Delta Machine
Nunca he
sido un seguidor confeso de la banda de Essex, viví de manera
bastante distante la eclosión a finales de los 80 del 101, pese a
estar rodeado de buenos amigos a los encantaba esa especie de nuevo
florecimiento del Electro Pop. Pero hay algo que es incontestable,
independientemente de si eres un fiel seguidor de la banda o como yo,
un mero observador al que le atraen aspectos muy concretos de su
carrera: Pocos son los pasos en falso que han dado, pudiendo tirar
por el camino fácil (teniendo en cuenta su popularidad y ventas) y
mucho mérito tiene saberse certero y abstraerse de las corrientes
actuales para seguir construyendo su obra.
Es así
cuando en la actualidad uno se decide ha escuchar al completo su
último trabajo de forma escéptica, ya saben: Dejando a un lado toda
la serie de prejuicios que uno pueda tener respecto a una banda que
edita cada 4 años (como si estuviera en un constante regreso), el
creer que lo suyo es tan y tan previsible, o que se yo; sinceramente
pienso que Depeche Mode hace tiempo que dejó de atraer a la
nueva hornada de adictos al ElectroPop de tintes épicos, quienes
prefieren un SynthPop más desenfadado y menos críptico.
Puede que
incluso yo me encuentre entre ellos, lo cual hace que mi satisfacción
sea doble al comprobar que Delta Machine (por feo que sea el
título y diseño, como siempre) Me halla acabado por dejar rendido a
su atractivo. Sobre todo porque mi primera experiencia con él fue
demasiado pretenciosa, lo que hace que me trague mis manías y
talibanismos reconociéndolo como un disco que colocaría al
mismo nivel que Music For the Mases/1987 o Speak & Spell/1981,
dos de mis preferidos; algo que para algunos se puede antojar como
una notable herejía, no lo dudo.
Pero también
he de reconocer que me complace comprobar como bandas endiosadas
hasta límites insospechados son fruto de un enjuiciamento cruel, y
sin embargo siguen rindiendo culto a su sonido con empeño y cordura.
Así que puede que sea eso, que me siento más cómodo en el orden
opuesto del de la mayoría.
DELTA
MACHINE es un disco que vuelve a recuperar el erotismo de Depeche
Mode, aquello que más me gusta de ellos sin que me afecte ya el
contoneo de David Gahan, al igual que me pasaba con Bernard Summer.
Se que puede parecer una idiotez pero es así, no puedo verlos sobre
un escenario. Por suerte los timones de la nave vuelven a estar en
las manos de Martin Gore, el verdadero idealista de Depeche Mode; un
personaje que en su humildad nos hizo olvidar al disciplinado de
Vincent Clarke.
Y puede que
el secreto de este disco esté en la elegancia de su sonido, un
sonido electrónico purista que abandona hits llena pistas y se
concentra mucho más en las texturas. Aquellas que lo convierten en
un disco que se balancea con maestría entre el electro, el Soul, el
Blues, incluso es capaz de impregnar de una sensación melodramática
cada una de las canciones sin por ello perder la esencia de su
personalidad. “Heaven” con los desgarradores coros de Martin
Gore, la retórica industrial de “Secret to the End”o “Soft
Touch/Raw Nerve” donde resuenan en los inicios unos efluvios de
Nitzzereb, el paso arrastrado de “Slow”, o el minimalismo de “My
Little Universe” que acaba emergiendo en un torbellino final.
Un disco que
posiblemente no será aclamado por aquellos que los ensalzaron como
una banda que supo animar las fiestas. Quizás sea éste, un disco de
final de fiesta. Un perfecto escenario de regreso a casa de
madrugada, de ambientes más profundos , de desencantos, o un disco
que rompe con brillantez cualquier conexión aparente con sus últimos
discos. Un disco que gana increíblemente con cada escucha y del que
presiento largas, muy largas escuchas.
(Los rastros más evidentes del sonido más clásico de Depeche en su último album están aquí, en Broken, una joya)
Son éstos
los paisajes mono-cromáticos que principalmente han teñido de
ritmos oscuros esta Playlist de Verano disonante y alocado al que nos
asomamos cual niño curioso en un balcón. El vértigo del desenlace
al que nos abrazamos como desesperados cuando la realidad nos engulle
sin ni tan siquiera digerir los sucesos del día a día. O quien sabe
si mi tendencia por acotar con tecnicismos geocientíficos me
regurgite irremediablemente a los orígenes de la música con la que
crecí.
Nosotros,
quien aquí escribe. Y esas otras voces que se enfrentan en la
dualidad de quien se debate con la duda de ser un correcto
samaritano, o dar rienda suelta a los tormentos de la vejez. Solo
pueden argumentar en su defensa que lo que aquí se plasma, es tan
solo fruto de purgar mi circuito interno tal y como lo haría un
compresor. No quiero ni imaginar que sería de mi si mis allegados
tuviesen que soportar mis devaneos de juventud transitoria; si ya
asienten con cara de resignación, cuando emocionado les suelto una
reflexión parabólica.
La ventaja
de tener un blog es que uno nunca llega a saber a ciencia
cierta si hay un interlocutor al otro lado de la pantalla del
ordenador: Sueltas tus retahílas sin pensar demasiado en el efecto o
el que pensaran y al final son solo eso, opiniones personales con las
que nadie debería estar de acuerdo. Es por eso que el puñado de
reseñas, el hilo conductor con el que enlazar la playlist, o la
dirección que acaba tomando tal desvarío, no son desde luego
vinculantes al contenido.
Este tercer
trimestre del 2013 que nos acontece tiene como siempre cosas bien
distintas y dispares como mi culo inquieto me dicta: Cosas realmente
oscuras y tenebrosas de esas que abundan, moderneces presuntuosas y
frívolas, y algún que otro viaje a las aguas profundas del Rock
abigarrado.
En el fondo
canciones que hablan por si solas mucho mejor de lo que yo lo pudiera
hacer en deserciones infinitas plagadas de metáforas. Con esto solo
quiero decir por enésima vez que una compilación jamás puede
atender a explicaciones ni argumentos posibles, tan solo depende de
la curiosidad que cada uno pueda tener por perder unos minutos de su
vida y escarbar con los horizontes bien expandidos. Pero claro, eso
sí; todos o algunos de ellos merecen cuanto menos unos apuntes a la
carrera, ni que solo sea porque su presencia no se limite tan solo a
un nombre/título en una tracklist de tantas que pululan por la
intrared blogeril (esa donde siempre nos sentimos espiados).
Por ejemplo:
no podría pasar por alto por nada en esta vida el regreso de los
Hnos. Kadane (Bedhead, The New Year) junto a David Bazan (Pedro the
Lion, Headphones) y Will Johnson (Centro-Matic, South Sant Gabriel),
los cuatro juntos de la mano con un proyecto tan excitante como
viperino; OVERSEAS como una cura de almas tras la muerte de Vic
Chesnutt (gran amigo de ellos cuatro).
Así es que
este disco tiene sin posiblemente llegar a apreciarlo un halo
especial cercano a lo divino; baja fidelidad, con alto grado de
intensidad emocional. Como ya pasara con aquellos primeros proyectos
de Bubba & Matt de crujidos y susurros, Overseas podría decirse
que es la suma de eso con un plus de músculo y rugosidad, la que les
dan sus otros dos socios. Una de mis mejores noticias de este año, y
es que tanto Bedhead como The New Year me hicieron pasar hace 17
años, algunos de mis momentos más íntimos y recogidos; ¿se
imaginan lo que supone tener noticias de ellos tras cinco años de
silencio?
De las dos
últimas obras insoslayables de The Drones y Thee Oh Sees ya di
cuenta con cuatro apuntes sobre mi hipotético PS/2013. Con lo que me
gustaría subrayar algunos hallazgos como los que nos llegan desde
tierras Californianas de la mano de Aquariun Dunkard; filólogos de
la lengua cantada en pos de la Psicodelia más subyacente: THE NON
TRAVELLIN' BAND o KING KHAN son solo un ejemplo del mucho que daño
que hicieron los nuggets cargados de PsychFolk, en los
aburridos jóvenes de la Costa Oeste; algo que aunque no aporte
demasiadas luces a determinada porción del pasado, por lo menos da
un toque de color a un panorama que a ratos, apesta a monocronía.
The
Blackwater Fever/ The Dephs
En otro
bando están THE MEN o THE BLACKWATER FEVER, entre ellos no parece
haber relación alguna; pero ambos desprenden un tufo a ciénaga que
tira de espaldas. Sendas esquirlas que parecen estar salidas del
mismo tronco podrido y pestilente aunque los separen miles de
kilómetros de distancia.
Los primeros
Australianos ellos; podrían ubicarse en la Chinchinagua: Un
paraje imaginario situado en cualquier antro recóndito de los
páramos del Valle de Hunter, o establecerlos adyacentes a las
escenas de aquel antropófagista film, “Van Diemen's Land”. Y su
trabajo más reciente “The Dephs” a su manera, cabalga de
manera pérfida por un Rock metálico y plomizo con estructura
descaradamente Bluesera. Un disco perversamente oscuro que nos
sugiere de manera inevitable los sonidos heredados de bandas como
Morphine, Soundgarden, Days of the New, The Doors... etc etc; son
tantas las bandas que nos pueden venir a la cabeza. Que más que
buscarles una manada o un sonido concreto; deberíamos asociarlos a
un efecto, o a una sensación de cadencia oscura que acaba sugiriendo
aquello que deseamos de forma instintiva, pendenciera y viciosa pero
que jamás nos hemos atrevido a vivir: El atractivo del Rock y la
vida al límite que tanto nos hechiza de él, y de sus personajes. En
efecto, nuestra vida suele ser tan asépticamente razonable, que
siempre hemos tenido todos (o casi todos) esa curiosa debilidad por
lo prohibido.
En cualquier
caso lo mejor de todo es que el disco es sublime, así de sencillo y
taxativo. Y aunque su sonido nos recuerde a tantas y tantas cosas e
incluso nos esboce una sonrisa al refrescarnos la memoria. Lo que
acaba quedando es la imponente presencia del conjunto de sus
canciones; uno de los discos más nutritivos que he tenido el gusto
de echarme a la boca.
The
Men/ New Moon
Para acabar
semejante memorándum , no me perdonaría por nada en el mundo dejar
cuatro rasgos característicos de otro disco la mar de interesante.
Los Neoyorquinos THE MEN han regresado por la vía de la discreción
con un extraño compendio de disparidades en su cuarto disco hasta la
fecha.
Esta banda
asentada en Brooklyn de la que parece desprenderse una doble
personalidad indudablemente singular, reúne en este conjunto de doce
canciones; momentos de Rock dócil e incluso cotidiano “Bird Song”,
“Open the Door”, o “Half Angel half life”. Con otros de un
caos descontrolado más propio de una banda de
Punk/Hardcore/Psicodélico/Lofi, ciertamente desconcertante:
“Supermoon”, “Seeds”, “Elecrtic”... En efecto puede que
nos quedemos con una sola dimensión y no seamos capaces de separar
tal contraste; o con ambas por criterios diametralmente opuestos.
Pero lo cierto es que en todo ese viaje de excesos también puede
pasar que disfrutemos como enanos con ese juego mal intencionado de
la cosquilla y el pellizco; cuestión de desajustes personales
recíprocos supongo, y... STOP. El disco rayado saltó.
Solo os pido
por último que no perdáis la ocasión de indagar en cada uno de los
proyectos que completan esta tracklist: Podrían haber entrado
tantas más cosas... Pero no os penséis que me caí en un pozo del
que no puedo salir; son muchas otras cosas las que me interesan, pero
éstas las que lo componen.
Sean felices
contra viento y marea, pero no se dejen abstraer por las cortinas de
humo que difunden. Disfruten de la imaginación y de la realidad más
asquerosa por partes iguales, el Ying y el Yang como se suele decir.
01_ DEVENDRA BANHART - Mi negrita 02_ CAMERA OBSCURA - Do it again 03_ MOON DUO - Trails (White Raibow RMX) 04_ THE HAXAM CLOAK - The mirror reflecting (part2) 05_ DISCLOSURE - When a fire starts to burn 06_ BLACKMAIL - Ol' shitty music 07_ DEPECHE MODE - My little universe 08_ SAVAGES - I am here 09_ SHEARWATER & SHARON VAN ETTEN - Stop draggin' my heart 10_ THE MEN - Bird song 11_ THE NON TRAVELLIN' BAND - Two hands full of fingers 12_ THE KVB - Human 13_ THE BLACKWATER FEVER - Don't fuck with Joe 14_ OVERSEAS - Hellp 15_ SEAN ROWE - To leave something behind 16_ PANTHA DU PRICE & THE BELL LABORATORY - Photon 17_ DIRTY BEACHES - Casino Lisboa 18_ MERCHANDISE - Anxiety's door 19_ FOALS - My Number 20_ BEACHES - The good comet returns 21_ SEPTEMBERGIRLS - Some for me 22_ SHONWALD - Mercurial 23_ THE HERE AND NOW - Keep me in your heart 24_ THE KNIFE - Wrap your armas around me 25_ OMD - Helen of troy (Demo version) 26_ AL BERKOWITZ - Sensitive, not dramatic 27_ THE DRONES - Nine eyes 28_ THEE OH SEES - Minotaur 29_ KING KHAN - It's a lie 30_ BONGLEY DEAD - Big Waltz (Demo version) 31_ YOUTH LAGOON - Third Dystopia 32_ RED CALVARY - At winter's end 33_ LOCAL CHANNEL - Paths 34_ ENTERTAINMENT FOR THE BRAINDEAD - Collision