jueves, 6 de noviembre de 2014

ESE DÍA QUE CHUCK PROPHET... IMPARTIÓ FÓRMULAS MAGISTRALES PARA SURFEAR EN LA NOCHE BARCELONESA_ Sala Sidecar 03/11/2014










Arreciaban vientos borrascosos e intimidatorios sobre la cálida noche Barcelonesa del pasado Lunes. Pero antes de que entrásemos de cabeza al Otoño en pleno estado de shock. La ahora decorosa y “bonita” Plaça Reial, nos tenía preparado un último siroco cálido y taquicárdico, con Chuck Prophet y su Mission Express montados a lomos de un Nimbostrato, surfeando de nuevo la noche Barcelonesa.


 Dos años y pico después de que nos evangelizara con la inverosímil “I Did You” a golpe de “rama lama ding dong”, en esa tarde balompédica primaveral. El hombre de la sonrisa perpetua Chuck Prophet, regresaba con un recién publicado y aún humeante Night Surfer: Más reflexivo, reparador y cálido, pero igual de efectivo que su exitoso Temple Beautiful del 2012. Uno de esos discos a los que a un servidor se le antoja como un oportuno masaje en las sienes, tras una noche de excesos fraternales alcohólicos.
Justa y precisamente como acabó la noche de este pasado Lunes. Y ahora me vais a decir que no hay mejor forma de empezar una semana ¿verdad?, cierto. Sí señores, la cosa apuntaba a hito coyuntural con la experiencia que le da a uno haber certificado años atrás el fenómeno que supone disfrutar del Californiano. Bregado y trillado en mil y cientos proyectos aventureros, cargaditas las alforjas de guiños (todos ellos de buen terroir), y montado sobre la mula. Como si así de buenas a primeras se nos apareciera por la aldea Melquiades, y nos viniese a traer lo mejor de cada género con estilo propio inigualable.


El menda que aquí firma, que con los años ya se ha vuelto una pizca más previsor y organizaico. Convenció a otra alma descarriada, en este caso un compañero del trabajo (Angel by my Angel); al que no hay que insistir o sobornar para que se apunte a un bombardeo, pues es con el único que comparto gusto, música y lamentos. Y allí que nos fuimos al galope con la furgoneta del curro, con dos bocatas de jamón del güeno, dos copas del Ikea, y una botella de Les Crestes del Priorat para amenizar y calefactar el alma; y si eso no es ser ya previsor, que venga mi madre y me abofetee la cara. Llegamos justos como el Ave a Campo Grande a las 21:00 en punto. Cierto que nos perdimos la birra preconcertil, pero con los bocatas y la botella de vino, la verdad es que no nos supo mal el pormenor. El personal dispuesto a enfilar a las tripas de la sala Sidecar (garito para los amigos), y nosotros apurando el último pitillo para meterle mecha al calderín.
Y perdonar que me extienda en detalles, pero no concibo un concierto sin los prolegómenos ceremoniosos. Esa sala Sidecar que tantas historias me ha proporcionado, abovedada,subterránea, y pendenciera. El primer y único garito donde escuché una canción del Taste de The Telescopes allá por el 89, que ya es mucho. Que puede que ese detalle os parezca una pollada, pero para mi significaba mucho encontrar un sitio por entonces donde se ofrecieran guitarrazos a cambio de golosinas para indiekids.
Cierto es que con los años ya no es lo que era, pero el sitio es el mismo. Ese escenario de medio metro de altura, esa portañuela de acceso al escenario desde su pseudocamerino donde el primero que sale siempre se aporrea la cabeza. Ese sentir el aliento del artista y el salpicar de su sudor en tu cara... en fin, ese tipo de cosas que te hace sentir partícipe del momento. Además y para más inri, sonó primorosa como los propios ángeles bajados del cielo. Pero al lío que me disperso.


Bajamos las escaleras que nos sumergen en la subterránea sala. Y tal que así, nos encontramos a Chuck charlando con la mesa de sonido tipo camping que se encuentra ubicada a la izquierda según entra: Foto de rigor modo fan activado con el menda (la foto salió borrosa, vaya por dios), simpatía a raudales, su particulares pintas de Billy el niño a la Californiana; esta vez sin sus botines Chelsea. Total que como alma que lleva el diablo, tiramos sin dilaciones hacia los urinarios para aliviar carga y acomodarnos. Y allí no quedamos, al fondo a la derecha, de espaldas a una barra y con el escenario a escasos dos metros.
Empezó JONAH TOLCHIN sobre las nueve y media: Un muchacho de fragilidad aparente y visible bondad, con solo mirar su tierno semblante. Que con el simple gesto de subirse al escenario y colgarse su guitarra, se transforma en un mago salvaje de las seis cuerdas.
Nos tocó seis temillas de su último trabajo “Clover Lane”, y nos dejó alucinados, así de buenas a primeras. Sin instrumentación que le acompañase, salvo la versión electrificada de “Midnight Rain” que se calzó hacia el final con la Mission Express. Verlo versionar a los Rollig y tocarnos algunos temas de su último disco (Mockingbird, Diamond Mind, o Low Life, creo); y perdonen mi ignorancia. Fue puro vendaval con el instrumento en sus manos (en el buen sentido), una gozada escucharlo a pelo y mucho más si se cata el disco en cuestión.
Ahora fíjate que me arrepiento horrores no haberlo comprado, ay!!



Lo que si ilustró y con creces, fue el vinilo y el saquito que me compré del profeta; por cierto, pese a que Nickochán me sopló la M, la L se adapta con gusto y gracia a mi apretao torso.
Noche donde se dieron todos o casi todos los requisitos para que la velada fuese grande entre las grandes: Predisposición a gozar como cerdos con el barro, compañía inmejorable la que se alineó cual equipo en formación (Nikochan & Bros, Mr. Guzz, mi compi Angel...) y lecciones genéricas desde la A a la Z.
Y es que Chuck Prohet tiene el arte y el birlibirloque de conjugar en infinitos parafraseos, las 20 madres musicales de las que ha mamado: Rock & Roll, Garaje Rock, Blues, Soul, Folk y hasta Pop. Y todo lo hace desde su idiosincrasia personal, estilo único vamos. No es que te recuerde a tal o a pascual, es que le da todos los palos; como Manolo Caracol.
Y lo hace con tal soltura, pasión y poder contagioso, que bien podría tratarse de un mitad Beetlejuice, mitad Arsenio Hall emulando al predicador del príncipe Zamunda. Es por eso que cuando el menda alucinó pepinillos con Temple Beautiful/2012, y se disposo a escarbar en su repertorio discográfico. Descubre que en los 24 años de carrera en solitario, y si se quiere en su antigua banda Green on Red, hay mucha y distinta chicha en la que indagar:
Discos tremendamente comerciales y rasurados como The Hurting Bussines/1999. Otros más enraizados como Brother Aldo/1990, bluseros como el No other Love/2002, o incluso algunos donde todo se mezcla; Age of Miracles/2004 y Soap and Water/2007. Aunque hay que meter los hocicos en ¡Let Freedon Ring!/2009 y Dreaming Babylon Dreams/2007 para descubrir al nuevo Chuck Prophet. Dos discos tanto o más buenos que los últimos con los que se ha abierto paso a un público más amplio, y más acordes con el Chuck Prophet que conocemos ahora.

Pero en directo, ay en directo!! en las distancias cortas Chuck Prophet transmuta en una bestia parda sobre el escenario. Versátil con la sola ayuda de astillada Telecaster, y con una banda que sonó en Sidecar mejor que nunca: El bajo ondulante y sedoso de Kevin White, el complemento perfecto en la piel de James Deprato que suplió la falta de protagonismo que tuvo dos años atrás en Apolo. No sé si por estar justo en frente de nosotros, o simplemente porque Sidecar sonó más empacado que Apolo (de mayor tamaño).
Pero si hasta se agradeció la incorporación del nuevo batería Prairie Prince; para mi gusto mucho más polivalente que Todd Roper. Tanto que creo que nadie notó la ausencia de los teclados y los coros de Stephie Finch; dando por consiguiente un áurea mucho más Rockera y directa al concierto.
El perfecto pisotón de acelerador despegó con la vacilona versión de L. Reed “Rock & Roll Heart”, satanás lo tenga en su gloria. Toda una sincera declaración de intenciones, ya que la noche sería de Rock frontal en cada una de sus modalidades: Guiños a John Fogerty y la Credence, o por ejemplo a Alex Chilton y una reescritura de “Bagkok” del 79 que originó un Rock & Roll garajero y cavernoso digno de los propios Cramps. Y el “I'm not Talking” de Yardbirds que también sonara en su otra visita, y con la que cerró la noche con J. Tolchin unido a la fiesta.
Aunque menos que en su anterior visita, las dos horas largas de concierto dieron para rescatar algunos olvidados temas de su discografía: La casi imprescindible “Sonny Liston's Blue” con la que arrancara aquel 2012, “Summertime Thing” del imperdible Let Freedon Ring!; donde la guitarra de cuerdas trenzadas de James Deprato hizo las delicias de un servidor. También hubo ocasión de bajar cuatro escalones más hasta “Automatic Blues”, para los más puristas y “I Bow Down and Pray to Every Woman I See”; otra de esas canciones menores reconvertidas en puro swing. Pero lo cierto es que Temple Beautiful sigue sustentando los pilares de sus conciertos, con los momentos más memorables. Y es que el disco es jodidamente bueno.
Tiene esa virtud de aunar la raíz de Rock&roll y Folk con el Punk Nuevaolero que tanto ha mamado Chuck en su juventud. Suena perdurable en el tiempo, y ese creo yo, es buena parte de su éxito en general y el de sus directos en particular.

Y para lo que son las cosas, si hace dos años las canciones de Temple en directo me dejaron un poco pse!!; si las he de comparar con las antiguas, a excepción de “White Night, Big City”, infalible con ese rollo Neoyorkino que transpira. En esta ocasión me han elevado al cielo, sin acabar de acertar si el secreto ha estado en el protagonismo de la banda en esta sala más reducida. O es que el repertorio más melódico se ha ajustado mejor a las dotes con el slide de Depranto.
Castro Halloween” muchachos, como sonó Castro Halloween... Ver tocar a un palmo a Deprato ese Slide armónico, es casi orgásmico; para mí, la mejor de la noche. “Willie Mays is up at Bat” y Deprato venga!!, sin dar tregua con sus notas infinitamente alargadas mientras Chuck incendiaba al personal. “Who Shot John”, “The Left Hand and the Right Hand” o la ultracoreable que da título al disco en cuestión. Otras tres que se alternaron con temas de su nuevo Night Surfer/2014. Un disco con más oxígeno, que se complementa a la perfección con el ovacionado Temple.
Si alguien pensaba que estas canciones nuevas perderían fuelle con la ausencia de S. Finch emulando las maravillosas secciones de cuerda que tiene el disco, es que subestimaba los recursos de la solvente Mission Express:

Tell me Anything (Turn to gold)” sencillamente sublime. “Countrified Inner City Technological Man” detonante, dándose la mano con una de esas primeras canciones redentoras de su última entrega: “Wish Me Luck”, de aquellas que se te enganchan al corazón y te desangran.
Ford Econoline” muy por encima de sus posibilidades. Y con “Guilty is a Saint” que sinceramente es una de mis preferidas, bajó el pie, acústica en mano y haciendo pareja con “Tell me Anything”. De los pocos momentos lánguidos y más relajados del concierto; necesarios.

Sin tregua desde el minuto cero y pese a que las dimensiones del escenario no daban para muchos desmadres. Bajó guitarra en ristre a la platea, volvió a ser ese colega que proclama el Rock libertario a los cuatro vientos, y triunfó, así:
Chuck Prophet es un animal de escenario, carretera y manta. Un auténtico Road Artist capaz de transmitir en escena y con unas dotes para reinventar su cancionero inverosímiles. Por eso seguramente, aunque nos prometíamos a todas luces un cierre a lomos de la sempiterna “Shake Some Action” de Flamin'. Los allí presentes, acabamos con una sonrisa de oreja a oreja. Sí amigos, el profeta sabe hacer feliz a la gente, y eso no tiene precio ni unidad de medida que lo valore.

Una noche para enmarcar, sabiendo a ciencia cierta que esos acordes solo se los volverás a escuchar sobre un escenario. Fotografía en familia bloguera con Nikochan, su hermano, el señor Guzz, mi amigo y Chuck, cargaditos de tesoros: Camisetas, algún vinilito, y a dormir como niño con zapatos nuevos. Eso es terapia y medicina contra la mediocridad, todo lo demás inventos insustanciales.

lunes, 3 de noviembre de 2014

EL DORADO: DÖNNHOFF, DR. BÜRKLIN & GRANS-FASSIAN




Las catas nuestras de cada jueves dánoslo hoy, amén. Van camino de convertirse en una continua celebración non-stop. Un arranque tan fulgurante y trepidante la de este curso, que si no fuese porque yo ya cumplí con mi cometido, aprovechando un paseo estival por Porrera. Entendería a la perfección la duda y el desasosiego de Dimi (Dimitchell, compañero Puertorriqueño del grupo), cuando nos encontramos la tarde de todos los santos camino de nuestra compra vinícola de rigor. Y con la suya en mente para dentro de dos semanas.
Algo además que me obliga a taquigrafiar cada uno de los hechos, para que no te olvides, ni siquiera un momento. Y no es que sea solo el motivo de celebración: El cumpleaños de uno de nuestros principales guías de caldos allende los mares CarlosVadebacus Vdb Man”; Barolos, Champagnes y Rieslings varios. Sino que cuando el mismo que viste y calza (por los pies siempre), dice que será una cata especial. Es la llamada selvática más salvaje y primigenia la que nos reclama, como esos cánticos de la Calíope y Musa que nos hechizan por curiosones y golismeros.


Con las puertas del infierno abiertas ya a las ocho y cuarto tocadas, y esa noche que se nos engulle con las luces del carro perdiéndose entre sincrotrones desvalidos y autostopistas de dudosa reputación. Y como si un mitómano George A. Romero empujase a practicantes adictos al footing a perseguirme cual almas que lleva dios, tras la estela de mi coche. Por aquellas circunvalaciones que cada dos jueves me llevan al municipio colindante; Modo flipao On. En fin que no hay intriga que no genere pajas mentales cuando suena en la cafetera el último disco de Comet Gain; Amilanado, plácido y reconciliante.
Y es que lo siento, pero no hay cata y trayecto de ida y vuelta que no genere el deseo de escuchar una banda sonora y el poder asociativo para con la cata. Lo inicié el pasado Domingo (el disco), cuando fui a hacerme la segunda resonancia de mi rodilla. Y cuatro días más tarde lo acabo de consumar de vuelta a casa, con el vapor del alcohol flotando todavía en mis ojos y relamiéndome lo licoroso del GRAND FASSIAN; la segunda botella que pruebo en mi vida, y la confirmación del idilio.
Últimamente apenas si cojo el coche, salvo mis escapadas para liberar presión en un concierto, o de camino hacia las catas. Escasos minutos que sin embargo me encantan: Escoger una música al azar, y regresar de vuelta mientras las sensaciones aun presentes se mezclan concordantes con esos discos que vuelves a descubrir, gracias a la magia del momento. Y que el disco por cierto, acabe siendo también una auténtica delicia.


Suena hacia el final, conforme me acerco a casa “Confessions of a Daydream”. Una de esas canciones; la más larga y diferente del último y más Poppi de los discos de Comet Again. La más rematadamente Velvetiana, sinuosa y sin embargo como un pase largo de BÜRKLIN-WOLF: pase al hueco en el área, remate, y gol. Una especie de vigilia, sueño despierto, que al cabo del rato todavía mantiene la tensión entre la acidez y la golosería de los GRANDES Riesling Alemanes (Nahe, Mosel, Pfalz).
De vinos Alemanes creo que ya he escrito en otra ocasión. Más que por experiencia, que la mía es bastante escasa y limitada, por una simple transmisión testimonial. La que Carlos activó con un simple gesto - ¿gustas? Esas primeras botellas que encargué tiempo más tarde de probar un primer Geltz-Zilliken Saarburger. Ese primer pulso con los Dönnhoff Tonschieffer, los Emrich Scönleber en sus tres vertientes más económicas, y el ascenso a los cielos en brazos del divino Grand Fassian del 97.
Esos primeros y clarividentes encuentros, si de algo me sirvieron, fue para certificar y evidenciar que es muy posible que te enamores de los Riesling a primera vista; puro flechazo vamos. Que tras semejante primera cita y con el corazón todavía palpitante y resquebrajado, intentes tener otra cita. Que no obtengas respuesta, y tras mover cielo y tierra, admitas que por muchas botellas de Riesling Alemán que veas a precios tentadores y no tanto: Kerpen, Barzen, Dr. Lossen, básicos de 10/12Euros, y lindezas varias que puedas encontrar en alguna gran superficie. Incluso si te da por buscar aquellas sensaciones en Alsacianos o en nuestro territorio. Te desengañes y jamás vuelvas a tener oportunidad de revivir ese momento; entre sollozos y suspiros.


Es cierto que aunque de forma limitada y on line, se puedan adquirir algunos Rieslig de productores de confianza como Kühling-Gillot, Dönnhoff... etc. Sabes a ciencia cierta que como en todo o casi todo, hay dos mundos paralelos que se rozan y casi se tocan pero que no son iguales. Te puedes conformar y resignar, no digo que no, pero sabes que son inalcanzables y aun así, imposible de eludir la tentación y no caer en ella.
Pues bien, la especialidad a la que se refería Mr. Vadebacus Vdb Man era esa. Y me consta que con el cariño con el que guarda en sus dos vinotecas de 100 bot. cada una, lo infructuoso de conseguir además esas que por excelencia y contactos son imposibles de ver mas que veces contadas en la vida. Y la inversión medida y cuidadosa que tiene por buen gusto y exigencia.
El echo de que tenga el detallazo y generosidad de compartir con los cómplices que allí bajamos, obedece; y esto lo suscribo y confirmo por semejanza. Que no hay mejor forma de disfrutar de lo que a uno le gusta, que expandiendo, contagiando y compartiendo con los demás, eso que a uno le llena.



Los que por aquí me leen desde que decidiera hace cinco años escribir mi primera entrada sobre otra de mis pasiones, el vino. Sabrán que en mi torpeza, curiosidad y aprendizaje suponía una especie de prueba escribir sobre algo que aunque me gusta y llevo años disfrutando de el; como la música, o sea lo que sea. Considero que es imposible no reescribir esos primeros años cuando vuelves la vista atrás.
Todo cambia, pero más cambiamos nosotros a lo largo de los años en la percepción de las cosas y la opinión que nos merecen. Y no se trata simplemente de perder de vista la intención que aun conservo y tengo por indispensable: La de saber aprender a disfrutar tanto de lo básico como de lo excelente.


DÖNNHOFF HERMANNSHÖHLE GG del 2007


En este caso no hay baremo posible ni posibilidad de comparar. Sabíamos que esos tres vinos tardaríamos en volver a tener la oportunidad de medirlos, por más que pareciese un agravio comparativo; incomparables entre si.
Un primer DÖNNHOFF HERMANNSHÖHLE GG del 2007. O lo que vendría a ser un Grand Cru o un Pago excepcional, dentro de las complicadas y enrevesadas categorías en que se dividen y subdividen los Riesling de Nahe. Y con ese recuerdo pasado grabado a buril sobre el hipotálamo todavía presente de aquellos Tonschiefer del 2010: Blancos impúberes para un bebedor más impúber todavía, juventud desatada para vinos aun por domar... y al cabo del año, encontrarte con el padre y tener que rendir cuentas. Un semental con siete años de botella; los correctos para consumirlo sin morir en el intento. Y comprobar un cuerpo fibrado y estilizado sin perder de vista la increíble mala hostia que gastan los Dönnhoff en su más alta expresión:
Vinos como el Dönnhoff que demandan paciencia más que nadie, podrías estarte horas encantado mirando su color infusionado; pocos vinos con ese color tan sugerente como el de los buenos Riesling. Te acercas con timidez, agitas, olfateas... Flores blancas secas, madera húmeda, bajel, puerto y trasiego. Te lames el antebrazo y notas la sal del mar en la piel. El perfume sugiere, ¿dulzor quizás? Vuelves a agitar, desaparece el volátil y por fin ahí los hidrocarburos (gasolina, gases subterráneos, grisú). Pero esta vez al estallar en deflagración con esos años que da la botella, se dan más evidentes los albaricoques, la cáscara de mandarina de cítricos, verdor a hinojo, algo de mantequilla... la untuosidad.
En boca la acidez característica de los vinos de Hermann cobra todo el sentido, sin ella sería vinos pesados y empalagosos. Sin embargo estos Riesling son vigorosos y resueltos, te empujan a beber más. Su incipiente acidez se agarra a las foliáceas y te hace salivar, es allí donde se descubre el mineral, la pizarra gris de su cuna. Notas la terrosidad que te deja a lo largo de la lengua y de repente, entra en perfecta armonía con la untuosidad del paso por boca. Es como un vals, como ver al endiablado Wolfgang Amadeus componer hiperactivamente; recital, público en pie y ovación final.




DR BÜRKLIN-WOLF FORSTER PECHSTEIN 'R' AUSLESE DE 1990 (PFALZ)


Dicen aquellos pocos que fueron testigos y sobrevivieron a aquellas añoradas jornadas de Vinalia, con Michael Wöhr al frente y bien escoltado por los paladines P. Roca & Lluis Pablo. Que una vez se cae por el vórtice que te arrastra hasta las tripas de Pfalz (Pechstein y Kirchenstück más concretamente), difícilmente vuelves a ser el mismo. Es mentarles Bürklin, y de inmediato les invade la melancolía, les brillan los ojos; balbucean algo aunque no se les acaba de entender. Y al fin, una sola lágrima se precipita por su párpado inferior (el izquierdo en concreto).
La situación privilegiada de los pagos de esta bodega, confieren una personalidad única a sus elixires: El basalto de origen volcánico, la situación e inclinación de sus parcelas, la edad de la viñas que allí cohabitan... En fin, una serie de particularidades que hacen de Bürklin algo especial, y de este Riesling en concreto un inigualable hallazgo. Con 24 años a cuestas, que se dice pronto. La particularidad de ser una añada que resultó de una especie de milagroso descubrimiento, perdido en el fondo de una bodega, olvidado y aquí, en extinción total. No perdáis el tiempo en buscarlo porque Golum lo lleva haciendo décadas, vamos, como el anillo del poder; el que lo posea se puede dar por afortunado.

Con ese brillante color amielado de irisación verdosa que te ciega e hipnotiza. Explosivo en nariz, y aquí no hay cerrajón ni hermetismo que valga. El Bürklin es todo amabilidad, mucho más accesible y generoso de sensaciones en un primer contacto que los Dönnhoff. Los años que le han dado la botella y ese reposo en el tiempo parece que exploten al liberarlo de su encierro: Fragancia herbácea, que se mezclan con el basalto y en segundo plano los Orejones que te azotan.
Al cabo del rato según se va abriendo emerge la fruta, las notas minerales pasan a quedar detrás, ahora es más claramente Albaricoque, melocotones paraguayos.
Se pueden ordenar por capas o estratos la forma con la que se combinan las sensaciones: Ahora son hierbas aromáticas, eucalipto, Marialuisa, tisana, plátano. El ataque en boca refrescante con el eucalipto y melocotón ya maduro más perceptible. Untuoso y glicérico pero en realidad es un vino seco, por más que queramos buscar la dulzura que da ese paso tan sedoso.

Este tipo de Rieslings tienen esa particular personalidad que les da su baja graduación, pero en realidad no son vinos estrictamente dulces. Lo parecen pero no, son de echo como dice Carlos, apetecibles, deliciosos y reconstituyentes. Y lo verdaderamente milagroso es que pese a que son complejos por la multitud de sensaciones, a veces desconcertantes, por esa intriga que siempre dejan al final del paladar en su longitud. Todas ellas te llevan a la misma conclusión: Son terriblemente adictivos, y siempre dejan una duda final que despejar. La de que hay algo indescifrable en ellos, y que nunca te ha hecho sentir cualquier blanco que hallas probado.



GRANS-FASSIAN APOTHEKE AUSLESSE 1998


Para el final y en una conclusión de argumentos que se definen en este magnánimo vino, el GRANS-FASSIAN. La celebración no tuvo más narices que desembocar en aquel que debería ser de obligada toma, por prescripción médica, EL VINO. La que aporta esta rara avis de los vinos generosos; en realidad, una especie de híbrido de los vinos dulces.
Por lógica plausible y en una escala natural, la que da el orden de cata por diferencias entre ellos. Para poder apreciar el potencial de estos vinos con años de botella, en el momento óptimo de consumo, debidamente decantados y con sus 12 o más horas de apertura. Y claro, con las indicaciones precisas del homenajeado. Quien pese a poder darse por licenciado en los misterios de los Riesling Alemanes por horas de rodaje. Sigue dejándose sorprender, y trasmitiendo esa misma pasión de quien demuestra que no hay tope en el aprendizaje: Se hace al absorber, sintetizar, compartir... y vuelta a empezar; al menos yo lo veo así.


Fue como una especie de reencuentro. Había pasado un año más o menos desde aquella primera cita, y se me antojaba una eternidad; y supongo que huelga decir quien me lo recomendó, e intercedió para que nos conociésemos. Nunca estaré lo suficientemente agradecido por su contagiosa y pasional forma de visualizar las peculiaridades de los vinos. Y ese otro aspecto más arriesgado de uniformidad que se necesita para escarbar y entenderlos. Pero halagos y flores al margen, vayamos al vino en concreto; que si tanto me ha costado escribir sobre las catas, es porque conozco mi incontinencia verbal.
Que contar sobre Grans-Fassian que no pudiese contar en esa primera entrada, ¿que lo he encontrado distinto?
Lo cierto es que repasando el historial creo que al final no le dediqué unas líneas. Pero vaya que aquí estamos para resarcirnos de semejante extravío. Imposible entender su jerarquía dentro de la exquisitez de los vinos que actúan como colofón, redoble de tambores y triple salto mortal. De color luminiscente y prometedor como aquel El DORADO de el Muisca: prometido y deseado, hacedor de locuras incomprensibles y de comportamientos irracionales. Como el amor que te atraviesa con daga el corazón, y al que no te puedes resistir echando mano al raciocinio.

Descorchado y decantado durante todo un día para que se expanda, retoce y se desperece de tan largo sueño. Todavía es capaz de perfumar toda una estancia con la fragancia a ceras, miel y farmacopea que posee.
Impresionante en nariz con ese toque sutil a ahumado que queda atrás cuando los que cobran el protagonismo son los higos, la miel licuada, los hervidos... Grans Fassian es un vino imponente para nada empalagoso; que es una de las grandes virtudes de los Rielsing dulces (Auslesse). La entrada en boca difiere sensiblemente de lo que uno puede esperar por color y nariz ¿quizás un típico vino dulce para aperitivo y ya está? ¿imposible de maridar por su exceso de azúcar 93 gr/l? Y tantas y tantas ideas que nos pueden asaltar en ese momento. No, y digo no en voz alta, subrayado y en mayúsculas.
Grans Fassian del 98 es bestial en boca; quizás me atrevería a decir que más complejo y expresivo que el 97 que probé. Sedoso y licoroso, de entrada aterciopelada pero en consonancia con su acidez, que la hay cuando cae en cascada. Equilibrio perfecto de acidez y azúcar (totalmente natural en estos vinos y moldeable con el paso de los años). Es esa su verdadera magia, la sensación de que aciertas con las evocaciones (olores, sabores, recuerdos), pero siempre con una incógnita que te descoloca, noquea y aturde. Quizás esa amplitud enorme que llena el alma, boca y paladar, tiene una longitud de corredor de fondo alucinante; de echo llegas a casa tarareando la canción y relamiéndote.
Con toda esa licorosidad tan rica y ligeramente yogurosa sería impensable imaginar ahí el mineral, pero lo está. No pierde identidad pese a ser un vino dulce y excepcional. Al cabo del rato unos ligeros toques oxidativos muy tenues, aparecen en el retrogusto, las pasas, la pastelería, las flores blancas siempre secas, las cáscaras de limón que olvidaste en el cajón de tu escritorio... va mutando, se cantonea, y se pueden apreciar claramente esas capas de las que hablamos. En efecto, los grandes Riesling tienen eso, se multiplican en perfumes y paladares como los Gremlins. Igual de juguetones y malvados sí, pero donde va a parar, mucho mucho más seductores y peligrosos.

Grübe!! 
Enlaces inspiradores:
DR BÜRKLIN-WOLF
DÖNNHOFF
GRANS FASSIAN
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martes, 28 de octubre de 2014

J.C.SATAN + TY SEGALL_ Sala Apolo 23/10/2014_* VENDIENDO ALMAS AL DIABLO.






















Tim_oh!!Ty era un pequeñajo orondo, de chapetas rojas y rizos dorados, aplicado a la vez que hiperactivo. Criatura de culo inquieto, que pese a esa energía innata que le subía desde los pies hasta las puntas de los dedos, y que le explosionaba allí arriba; en su pequeña cabezota. No le impedía por otro lado, aplicarse en aquello que sus progenitores le decían: Labrarse un futuro a base de hincar los codos.
Una de aquellas tardes en las que el sol se quiebra por entre copas de los árboles que coronan las colinas de Santa Ana, y de regreso a casa. Una anunciación de rasgos invisibles y presencia azufrosa, salió a su paso por entre las calles de Orange County. Se contaron por miles las veces que contó emocionado aquel extraño encuentro; sin llegar a trascender si hubo un pacto satánico de por medio o cuanto de eso fue cierto. Como supondrán nadie dio crédito la historia del chiquillo. Pero lo que si es cierto es que decidió concentrar desde entonces, sus 5 sentidos en exprimir las cualidades de esa Fender Stratocaster que dicen, le regaló su abuela.


Quince años más tarde, como si de la misma Santísima Trinidad premonitoria se tratase, y ya reconvertido en Ty Segall; evangelizador de ovejas descarriadas y demás almas en pena. Nos vuelve a visitar con otro más de sus imprescindibles creaciones; dicen y puede, que el más ambicioso, meticuloso y cuidado de sus trabajos. Una oportunidad definitiva para que el que aquí firma, pudiera limpiar de pecados su alma, y saldar la deuda pendiente que junto a Thee Sees (a estos elementos ya los vi por fin en 2013), dejé escapar aquel PS de 2011 y 2012; todos tenemos pecados que expiar.
Si a todo este cúmulo de sospechosas circunstancias les unen la presencia de los Franceses J.C.SATAN, y tras ver danzar al público como posesos enardecidos. Me van a decir que no hay motivos para que uno no vea la mano negra de Satán tras la coincidencia: ¿Sería cierto el pacto que dicen hizo de niño? ¿O eran quizás los 4 jinetes del Apocalipsis los que nos poseyeron bajo el escenario? No lo sé, pero desde el pasado Viernes no hago más que contar las cuentas del rosario de la Chacha Beringüela, temeroso de la presencia de Belcebú entre nosotros.


*J.C.SATAN:

Dicen los pocos testigos que en la lejanía eludieron los sortilegios de los ángeles negros, que a las 9:30 picadas aparecieron sobre el escenario: Arthur Satan, la Italiana Paula H., Dorian, Ali y Romain; o lo que son J.C.SATAN. Algo que ya puestos aprovecho para reivindicar: No entiendo en mi escaso intelecto, como la gente desembolsa el precio de un concierto y pasa olímpicamente de los teloneros. Vaya, que parece que algunos vayan a fichar y hala, ya puedo decir que he visto a Ty Segall y tengo tema de conversación el los círculos más selectos. En fin, ellos se lo perdieron. Ya que el joven quinteto de Bordeaux desplegaron un set de diez temas, resumiendo su discografía de Ep's y longplays cargados de salvaje actitud sobre el escenario.

Un sonido sobre las tablas de la sala Barcelonesa que dista una eternidad en contundencia y abrasiva, con lo que se extrae de la escucha de sus recientes trabajos en estudio. Sobre el escenario J.C.SATAN son verdaderas bestias pardas, y aquello que de entrada parece una garaje bronceado de surf popero, se transmuta en puro Hardcore (¿o lo llaman post hardcore?, cachis!!). Con esas imagen de niña grande con camisa y canesú de Paula, desbordante en dulzura e inocencia salida de Psicosis. Esa de la que uno ya presiente la trampa tras esa imagen de fragilidad que puede entreverse al ver a dos féminas secundar al pequeñajo bigotudo de Satàn.

Voilà!! J.C.Satan arrancaron con la brutalidad de se redundante “Satan” del primer Lp, aunque se apoyaran sobretodo en un buen puñado de temas nuevos: “I could have died”, “Dialogue with Mars”, o “The Greatest Man”; con la que cerraron. Un directo el suyo tremendo, con una esencia de liturgia maquiavélica oscura por momentos, esmiriladores por constancia, y de ritual nihilista en gran medida. Entre trago y trago de Jack Daniels botella en mano, con el que su líder Satàn parecía bendecirse cual agua bendita, dejaron el listón realmente alto.
Tras esa primera sacudida de punkera, entraron en plena catarsis por la puerta de detrás. Sonaría acto seguido “Dragons” de su último Faraway Land/2012, del que también cayó la que le da título a su último largo. “Hell Death Samba”, y “There's no godness in her World” de su Ep conjunto con los Belgas REGAL: Oscuros, de salmos hipnóticos, ondulantes y explosivos en cada desenlace de las canciones. Estos salvajes hacen crecer las canciones en directo cual espuma de poliuretano comprimida y efervescente. Sus canciones son pequeños perdigonazos que buscan cualquier grieta para escapar y crecer con una solvencia primitiva a la vez que abrasadora.

Hacia el final una brutal “Crystal Snake”, que en la cercanía del escenario salpicaba bilis a los que allí poseídos permanecíamos estupefactos, ante semejante y brutal interpretación. Esa misma proximidad que tras el set no impidió cruzar miradas y suspirar: menudo aperitivo se marcaron los gachones. La botella de Bourbon evaporada y el áspero resquemor todavía candente en nuestros gaznates.


 *TY SEGALL:

Hacia las nueve y media ya pasadas, y con la banda Francesa aun recogiendo bártulos, enseres y monitores en autodidacta desmontaje. Como deben funcionar las cosas, cuando son estos colectivos suficientes los que salpican de talento y puesta en escena, directa del manantial. La sala ya llena y expectante, los madrugadores allí en primera línea del frente, aferrados a la alambrada de las trincheras y preparados con el cuerpo caliente a que el pogo desembocara en lo más parecido a una danza satánica.

Ty Segall junto al resto de la banda salieron guitarras y baquetas en mano: Calibrando, conectando, mirando de reojo a la platea con una serenidad extraña e inquietante, como quien se prepara para el gran salto de su vida.

Un Speaker que saltó a la palestra ataviado con un traje tejano ajustado, por el que le asomaba la pelambrera; más digno de una trasnochada Las Vegas, que de cualquier otra instantánea posible. Nos azuzó aun más con un discurso de boca torcida. El sudor se ponía en punto de ebullición, y comenzaban con esa especie de intro “Manipulator” con el menda a los mandos del casiotone. Con “It's Over” todo acabaría saltando por los aires: Modales, buenas formas, compostura, y la madre que los matriculó.





Los conciertos de este chaval de 26 años al que la vida a maltratado con esa dosis de realidad, de la que todos somos parte del reparto. Injiere como quien no sabe si habrá otro amanecer. Sintetiza y vomita de una forma tan sintomática y natural, como los gestos reflejos que su propia música provoca. Llegados a ese punto de inflexión y de forma inequívoca, da ya lo mismo el camino que emprendió allá por 2008 con ese garaje primario del que hizo gala. Son 7 discos de factura propia, sin contar otros tantos artilugios (hasta 11), la infinidad de colaboraciones y proyectos paralelos... Vamos, que se apunta a un bombardeo y lo mejor, lo hace con una inspiración tal, que todo lo que conecta cabeza y manos destila una naturalidad y libertad de la que pocos pueden presumir.

Recuerda en actitud a ese primerizo Beck permeable a mil y un estilos, con una personalidad tan amplia como genuina. Su último trabajo deja atrás un “Sleeper/2013” de folk redentor y esquelético grabado a pelo y con la muerte aun presente de su padre. Un “Twins/2013”, rocoso y cortante; que deja en un las referencias al Punk, Garaje, Rock subterráneo, Glan, a los 70's o cualquier comparación posible. Ty Segall tritura y digiere según el momento y todas sus afinidades, como la de sus colegas Thee Oh Sees, son ricas y con mucha chicha. De echo su último doble aún caliente, Manipulator/2014; afinado y pulido con más mimo que cualquiera de sus anteriores trabajos, es de una elevación Glan y Rockera de pitiminí metálico y cortante. Marc Bolan, Mick Ronson, y Neil Young, del que lleva tatuado en uno de sus brazos, están ahí, de cuerpo presente.


Con la sala puesta patas arriba, salpicados en sudor y perfecta armonía de flujos corporales, despendolamiento colectivo, y la peña saltando desde el escenario. Se sucedieron una tras otra las andanadas. Su forma de interpretarlas sobre el escenario y la química con la que hace partícipes al público, son pura reacción espontánea. “Tall Man Skinny Lady” insuflando al D.Bowie más andrógino, la musculosa “Feel” en la que el humeante bajo de Mikal Cronin parece injertar The Jam y Kinks en un experimento híbrido lleno de fuzzs y grooves (y ojito con la carrera en solitario paralela de este larguilucho).
Y es que su último trabajo se coja por donde se coja, de atrás hacia adelante o a la inversa, está repleto de una calidad e inmediatez incontestable: Tremenda “Green Belly”, mi canción predilecta del disco con diferencia; todo un clásico. “The Faker” puro himno, “The Singer” aunque sea una de las flojillas, “Don't want to Know (Sue)” con la que bajo ligeramente el pie del acelerador; sino, creo que alguno/a hubiese perecido entre la marea que se produjo en las postrimerías del escenario. Sucumbimos al Blues Rock de “The Feels”, una de las que mejor sonaron esa noche, o a “Susie Thumb”; y es que Manipulator tiene mucho y muy bueno.
Vuelta al garajerock de sus primeros y más desconocidos discos con “Imaginary Person”, “You Make the Sun Fry”. Y dos certeros apuntes a su anterior Twins, con “Tank good for Sinners” y “You're the Doctor”; con la que enloquecimos por completo. Para rematar la noche y con un sonido más nítido, engrasado y certero que en el inicio. Dos detalles de aquellos que nos presentan a un Ty Segall, no solo alocado, anárquico y suicida. Sino que también a un autor comprometido con unos ideales que lo llevan a exprimir sus creencias a límites extremos y extenuantes. Dos temas para envolver el regalo de celofán venenoso de aquella conceptual y libertaria Ty Segall Band de 2012: “Slaughter House” y “I Bought my Eyes”, con el catecismo de “White light/White Heat” bajo el brazo y unos ramalazos Jimmy Hendrixianos más que evidentes, llevado al extremo noise y experimentaciión.


Las melenas rubias del apretado Ty Segall enfundado en un mono industrial acabaron, como era de prever, sobre el público en volandas guitarra al ristre. El Speaker disfrazado de Batman también. El público empujado por una catarsis colectiva, subido al escenario y lanzándose para flotar en éxtasis popular.
Solo reprochar el excesivo protagonismo de más de un desatado que subió en el último tema, triunfal al escenario; cuando ya sabemos quien es verdadero mago de la noche. Aunque teniendo en cuenta como acabó su última visita en esta misma sala el pasado Primavera, no es de extrañar la reacción del público; y es que a Ty & Co. se les ve como pez en el agua en esa provocación de pogo colectivo que generan.

Con la distorsión quebrada sobre un público llevado al punto más alto del salvajismo estertórico. Tras una ligera pausa para lamer heridas, recomponerse y enjugarse el sudor; la debacle: “I Wear Black” y “Gilfriend” fueron las encargadas de cerrar una noche para recordar. Tiempos pasados en los que un concierto no era tan solo una puesta en escena meticulosa, exacta y perfeccionista. Y donde la acústica de la sala, el control del sonido, o lo desmedido del mismo, no eran inconvenientes para que la complicidad de músicos/público provocara tales efectos. Sobretodo cuando la rabia que genera el actual panorama, solo te deja la opción de descargar la ira.


El Californiano emana en cada gesto y acorde, ese salvajismo innato de quien vive y exterioriza la música desde la más pura euforia. Tiene ese instinto natural tan falto hoy en día, acierta de pleno yendo al grano del meollo, melodía/cultura musical/ejecución fresca: Sin posturas, aditivos, colorantes, ni producciones innecesarias que lastren ese talento nativo que posee.
Ojala dure y siga disfrutando de lo que hace sin objetivos comerciales aparentes. Mientras eso pase, aquí estaremos, ojo avizor, atentos... Mientras bandas como Black Keys, Kasabian entre otros, siguen deslumbrados por el efectivismo de los neones y las pistas de baile, los hay que siguen arando con yunta de Bueyes el legado de la mejor música; por suerte para nosotros, de momento.