viernes, 6 de enero de 2017

40 DEL 2016... OTROS DIEZ DISCOS QUE SON REGALOS





30_THE CORAL_DISTANCE INBETWEEN


A veces no alcanzo a entender los fenómenos musicales o corrijo, los cambiantes hábitos de la demanda musical. Supongo que mi edad me impide seguir el paso de estos caprichosos giros de las modas; por buscar una razón más tópica que cierta.
Seguramente que necesitamos una constante novedad o primicia para no caer en el olvido. Y The Coral, esta banda del norte del Reino Unido, tras sus primeros y más prometedores álbumes con el mítico Ian Brudie al frente parece haber caído en ese limbo impreciso. La marcha de Bill-Ryder Jones, el no pertenecer a una corriente exacta, o los largos periodos sin publicar serían otro pretexto. Pero prefiero pensar que es solo cuestión de estar o no estar en el candelero, o simplemente el mismo hecho por el que un montón de bandas caen el olvido pese a publicar buenos o notables discos.

Distance Inbetween, quizás por ser un disco que rinde tributo al parafraseo más clásico del Poprock Británico, me cautivó desde la primera escucha. No inventa nada, cierto, pero se limita a recrearse con gusto en aspectos que ya no se llevan y de los que me confieso adepto, salvo si las hace un lumbreras con la flor en el culo. No es el caso de ellos, que poniéndose en una tesitura melodramática y de espirtualidad épica, les hubiese quedado mejor irse a lo socorrido del moderneo.
Su octavo disco de estudio tira por el mismo misticismo que sus coetáneos los Bunnymen exprimieron a finales de los 80. Y no solo porque recuerden a ellos y a sus querencias Jimorrisianas. Sino que pese a ser crucificados en su día, los años han demostrado que son temarios dignísimos.
Reptante e inquietante, Distance and Between transita por atmósferas tensas y oscuras. La psicodelia barnizada marca de la casa persiste, pero canciones como “Chasing the Tail of a Dream” o “Fear Machine” cortan como filos astillados. Además, es uno de esos discos con entidad de principio a fin que tanto escasean a día de hoy. Doce cortes que siguen una línea argumental coherente, que se refuerzan los unos con los otros y que dotan de mucha fuerza el conjunto de un disco radicalmente distinto a anteriores. Fácil sería afirmar que se limitan a machacar estilos caducos, pero me quedo con el resultado en conjunto: un disco redondo y valiente.
Miss Fortune”, “It's You”, “White Bird” o la que da título al Lp “Distance in Between” son tres temas de altura que ilustran perfectamente una época perdida entre tendencia de ida y vuelta. Quizás esa música que no acabó de entrar en el juego de las modas. O que ahora, hay facetas tan puramente británicas que levantan el prurito al respetable. En cualquier caso, yo no reniego de esas épocas que algunos se empeñan en caducar. Más si cabe, cuando de lo que se trata es de medir la calidad de las canciones por encima de prejuicios.



29_WOODS_CITY SUN EATER IN THE RIVER OF THE LIGHT

Con la banda de Brooklyn liderada por el poliédrico Jeremy Earl tengo un problema congénito: Necesito el mismo tiempo, que en mi veintena precisaba para hacerlo mio. Épocas en los que el cambio de año no era inconveniente para que un disco triunfase (vease Nevermind o Pablo's Honey). La música no es que no entendiese de añadas, es que estaba hecha para madurar en botella igual que un Barolo de Gaja. La velocidad era tan relativa, que los años parecían décadas y las noches bolsas de vacío que taquigrafiaban las conversaciones. Hasta ese roce furtivo tumbado en la playa de noche mientras los escuchabas, conservaba el rubor.

Con su anterior disco al que le debo una adoración casi absoluta y turbadora, he necesitado casi dos años. Esa sensación de que pasado el año y la obligación de disfrutarlo a la misma velocidad que los mortales, todo se saborea con la poca urgencia de un sexagenario. Creanme que tuve hasta cierto remordimiento de conciencia por no incluirlo en aquel Top, y con este no piensen que no iba por el mismo camino.

Woods seguramente sean de las pocas bandas que en cada disco abren otra vía, sin por ello tener que renunciar a su pasado. Capaces de reforzar su universo, y a la vez crear otro tan distinto y colorido como el de un tapiz que va pasando de abuelo a padres, y de estos a los hijos. Los discos no es que sean complejos pero necesitan atención; ese bien ahora tan despreciado.
Imperturbables en una de esas filosofías artísticas fuera de toda moda, y sin compromiso por justificar acuse de recibo alguno. Vuelven a recrearse en las composiciones como quien hace un cesto de mimbre, vientos y muelles en desuso.
No solo eso, además de uno a otro hay una conexión intangible, pero tan palpable... Los ritmos tropicales de este mismo, se funden con la misma psicodelia que el anterior; es cierto. Pero digamos hay otro giro de tuerca sutil y taan natural, que engrana automáticamente. Son los vientos que ululan al tiempo que el falsete ya tan reconocible de Jeremy cabalga a pelo y cogido a las crines del equipo. Golpea “Sun City Creeps”, y lo que creemos es una oda al Rastaman Revolution del 76 es un reverso que gira y se enreda con la misma frescura con la que ellos se entienden. Esa misma que nos mima a ratos con “Creature Confort” o “Hollow Home”; así que lo normal conforme avanza la criatura es dejarse llevar.
Pasar del Reggea satinado al folk o a la psicodelia, si al quiebro de cadera se le quiere denominar así, es tan fácil para ellos como una filigrana del Gaucho Ronaldinho. Ya dejamos de intentar ahondar en estilos, parecidos musicales o cagaderos con asideros. Lo de ellos es hacerlo en medio del campo, de espaldas y cuesta abajo. Y ya sabemos lo que nos gusta el tacto de las piedras y la yerba en nuestro trasero; nunca es el mismo.



28_JEFF PARKER_THE NEW BREED

Enredarse y volverse a enredar en la madeja. El sonido de la calle, y tú pelando una naranja a mordiscos. Saltan a tu cara con gusto el jugo de los oleosos limonenos; pero da igual. Esa parecida sensación al devorar sin miedo ni condiciones, el nuevo y por fin en solitario artefacto del Tortoise Jeff Parker; su guitarrista más hipercreativo.
Una obra que expele fragancias, humo y alcaloides por los cuatro costados. Jazz el suyo como el de Björn Svensson Trío: maleable y alucinógeno, fundente con la urbe de Chicago, asfixiante a veces; pero siempre generador de químicas excitantes. Eran posiblemente las mismas sensaciones que nos abrieron como heridas, sus amigos Tortoise aquel Agosto del 98 en la carpa de Benicassin.
Corría TNT y todo era abrir la mente, estómago y oídos. Dieciocho años después, esas lecciones nos han servido a muchos para abrazar un Jazz experimental según se quiera, y visualizar su música igual que flashes. Expresiva, ritual y en ocasiones lunática. La música de este excepcional y orfebre guitarrista, ha creado un pequeño universo donde lo extraño e inconexo se convierte en paisaje sonoros. Jazz de bisturí hecho con alma y conciencia contemporánea que no deja de ser un clásico pese a saber como nadie reconvertirlo en una untura fresca y sedosa.
Pasos negros de Semana Santa como “Visions”, o ritualistas de lo cotidiano en “Here comes Ezra” o “Get Dressed”. Viajes a lo hondo de los patios traseros e historias mudas de la ciudad cuando golpea en puro swim “Executive Life” o “Jrifted” en el reverso de la moneda. Y un cálido y marítimo cierre a pie de playa cuando se pliega en un reverencial cierre “Cliche”; con Ruby Parker, su hija, a las voces. Un disco para soñar e imaginar despierto cualquier caníbal ciudad.



27_JONATHAN RICHMAN_ISHKODE ISHKODE!!


Hay dos tipos de artistas: Los que comprenden la música como un conjunto inquebrantable, con su guión y cada uno de los elementos clásicos pensando que no hay manera eficiente de transmitir al gran público una idea.
Otros sin embargo, nacieron y crecieron creyendo en si mismos y lo que les rodea como única vía para autonocerse y así expresarse. Estos últimos -y hay unos cuantos- hacen del poco mucho. Tienen, seguramente, ese don innato para buscarnos el botón secreto (como los menús escondidos de los aparatos electrónicos), por el cual se activa una sensual y erótica glándula donde el ritmo, lo plástico y asincopado aparecen de la nada: Un traqueteo, el gallo que cacarea, el sonido de fondo de las cintas, y hasta el crepitar de las paredes en plena, silenciosa y oscura noche. Están ellos mismos con su naturaleza y su entorno en perfecta sincronía.
Solo así se entiende a un Jonathan Richman con la genialidad, ingenio e inspiración intacta tras seis años de silencio, y casi medio siglo de carrera. Y saborear su nuevo disco como quien se come un multicolor helado colajet.

Un viaje continental por las mil tierras del planeta en forma de canción. Su forma de escribirlas, representarlas y cantarlas con un todo en uno, y cuatro instrumentos. Y tener la sensación de que no solo te las cante a TÍ, sino CONTIGO. Supongo que todos no estamos dispuestos a poner tanto de nuestra parte como para formar parte viva de sus canciones, pero las suyas se/las sienten así. Si para entenderlas necesitas la bullofa de nata de bote para darle sentido al flan casero, olvídalo, tienes a Arcade Fire y LCD Soundsystem para esos menesteres.
Te diría “A Nnammurata mia” , “Wait! Wait!”, “Let Me do this Right” o “Outside O'Duffy's” pero va a ser que no. A Jonathan se le abraza con la misma desnudez o valentía con la que compone o nada.



26_THE WYTCHES_ALL YOUR HAPPY LIFE

Diría siendo benevolente, que hay un buen puñado de bandas de guitarras dispuestas a ocupar el vacío dejado por Jesus & Mary Chain, Pixies o Black Rebel Motorcycle Club; por citar algún nombre. Pero lo cierto es que os engañaría como a perracos; no las hay!! Ep!! y si las hay están en un submundo tan profundo que hay que dejarse las uñas escarbando. Ojo, hablo de UK, y dispuestas a hacerlo en grande; cuidado.
Se que doy montón de rabia y habrá un puñado dispuestos a apedrearme. Pero joder, es que parece pecaminoso arañar a gusto y con posibilidades de llegar a un público más o menos amplio (que de raros como yo algunos haylos).

Sin parecer que lo que estás escuchando es algo: o mu bonico, o mu blandico. Bandas que como los chicles de a peseta, en cinco minutos tengan el mismo sabor que la goma del pelo de tu hermana. Tampoco voy a decir que THE WYTCHES acaben siendo la quinta esencia. Pero por lo menos además de seguir su camino sin que les tiemble el pulso, dan la sensación de nadar entre dos aguas y estar dispuestos a tocar cualquier cosa, y bien.

All Your Happy Life araña con el gusto del que le pica la espalda y también tiene sus ramalazos de saber de estar. De poderlos invitar a casa a cenar y no temer por la cubertería.
Ahora. Os voy a ser sincero. A mi lo que me encanta de ellos es la mala hostia con la que lo explican. Tanto si van de interesantes y algo lisérgicos con: “A Feeling We Get”, “Bone. Weary”, “Dumb Fill” o “A Dead night Again”, pareciendo hasta elegantes. Como si se muestran sin tapujos como una banda puramente Noise cuando arremeten con fiereza en “C-side”, “Ghost House” y “Can't Face It”. Porque tampoco lo son estrictamente, balanceándose entre el PostRock, el Harcore e incluso la Psicodelia de basto empaque.
Lo hermoso de ellos es que todo lo llevan al límite en tiempos de medianías. Y su evolución desde sus primeras grabaciones, que ya apuntaban alto, no es que tenga mérito, es que va creciendo en matices e interés.


25_EMMA POLLOCK_IN SEARCH OF HARPERFIELD


Creo con pena, que hemos pasado una barrera temporal y conceptual de la música y su consumo, donde algunos tendremos ya que asumir los daños colaterales del indómito avance.
Imposible entre tanta andanada de novedades y ritmos mansos, poder explicarle con éxito a un joven, quienes fueron THE DELGADOS en en el cambio de milenio. Como también nos costó a nosotros igualar la década de los 70 con el indie de los 90; al final todo es cuestión de tiempo y de depositar esperanza. Pues si de los Escoceses The Delgados tan poco se sabe... ¿sabe alguien de las andaduras de su colíder Emma Pollock?

Tres espléndidos álbumes en 9 años y no solo es una perfecta desconocida, sino que ha acabado engullida por el anonimato. Seguramente si su nombre fuera otro (Pj Harvey, H. Sandoval o Lana del Rey) hablarían más de ella, aunque solo fuera para crucificarla; pero ni por esas. In Search of Harperfield puede que sea uno de sus mejores discos en solitario tras su debut “Watch the Fireworks/2007”, e incluso que esté muchos quilates por encima de la mayoría de discos de su exbanda. Pero ha quedado reducida a esa escala en desuso donde no hay corriente, adjetivo ni camada donde ubicarla.
Intentar describir lo que os podréis encontrar entre sus surcos, difícil de explicar. Para mi Emma tras verla en La Capsa, una artista capaz de emocionar tan con un par de guitarras y a pelo, como rodeada de una banda. En este disco es lo más parecido al lado más agitado y rocoso de su antigua banda, opero un grado de sensibilidad por igual o más alto. Cercana a los patrones más poperos de Kirteen Hersch, Liz Pahir o a los de Heather Nova, Emma Pollock marca una diferencia grande en cuanto a personalidad propia. Dura cuando lo necesita, y pura caricia cuando menos lo esperas.

El disco no solo está plagado de canciones perfectas y sin fisuras, sino que se permite el lujo de acercarse a más de un single infalible: “Don't make me Wait”, “Park and Recreation” o su precioso cierre “Old Ghosts”. Un trabajo publicado en el más perfecto anonimato bajo el sello Escocés Chemikal Underground.

24_LAISH_PENDULUM SWING

Al igual que el perfecto arponazo con el que nos varó hace unos años Cherry Ghost hace 6 años. El cantautor Daniel Green aka. Laish ha hecho lo propio en los últimos coletazos del 2016.
Los dos lobos solitarios con banda de guarnición, pero igual de reconocibles como padres únicos de las canciones. Incluso sus referencias a primera escucha son primas hermanas; de entrada Divine Comedy revolotea como un angelote en muchas de sus canciones. Conforme avanza el temario nos damos cuenta que ese halo va diluyéndose poco a poco. No solo eso, sino que aflora el sello personal y la magia de las canciones; que es en el fondo lo que pesa de un disco.

Yo lo de Neil Hannon lo asocio más a al tono vocal y esa especie de barroquismo que destaca en su Pop; porque es un disco Pop 100%. Pero injustamente cuando pasa eso, nos olvidamos de la importancia de la canción en si, del cuerpo y forma del disco, o de el conjunto del disco y su sentido.
Pendulum Swing tiene tres o cuatro canciones que asoman la cabeza e hipnotizan: “The Last Time” (la cual de repente me evocó a Prayer Boat y me mató), “Pendulum Swing”, “Gambling” y “Learning to Love the Bomb”. Pero en realidad todo él es una delicia que echo mucho a faltar en el Pop blandito y delicado de ahora: O me duerme directamente, o lo encuentro tan vacío y estandar, que pierdo el interés.




23_PAPERNUT CAMBRIDGE_LOVES THE THINGS YOUR LOVER LOVES

Estamos todavía desenvolviendo regalos de reyes, el sol entra por la ventana y las motas de polvo se entremezclan con el humo del incienso. Acaba la navidad y nosotros con faenas todavía pendientes, mientras tanto... Suena en el equipo “Chartreuse”; una canción con aroma festivo y navideño, evocando aquel licor verde de hierbas que nos alegró los 80.
El exDeath In Vegas Ian Button va ya por su cuarto largo, contando rarezas, material de deshecho y fetiches. Un proyecto con tan solo tres años de vida y un no parar compulsivo a la hora de facturar auténticas joyas rugosas, brillantes y melómanas. Hasta 22 personas las que se han ido implicando de manera anónima (la más conocida Darren Hayman), porque el concepto banda es inexistente. Es un objetivo, un fin, un homenaje al Glam, al folk psicodélico de los 70, a la beatlemania, a la ELO también podría ser o incluso a los Beach Boys, y en definitiva a toda una época y su filosofía libertaria.

Digamos que entre todo lo que ha editado, sesiones improvisadas incluidas, este es su segundo Lp propiamente dicho. Un disco que he mantenido en tela de juicio y casi siempre con agravio comparativo respecto a aquel maravilloso There`s no Underground del 2014. Un disco que entraba directo por vena y contenía himnos más contemporáneos quizás.
Love the Things Your Lover Loves es como podréis imaginar, una declaración al amor y a la felicidad. Un disco con luces y sombras, y un sonido que no se limita tan solo a coger el camino fácil de revival. Repleto con doce bombones trufados en forma de canciones, este probablemente sea su trabajo más sabroso e inspirado. No conecta directamente por la vía actual, eso es cierto, porque nos propone un viaje temporal más emocionante. Pero las canciones tienen una vida tras varias escuchas, inmensa:
Mirology”, “The Lady Who Told a Lie” o “Radio”, todas ellas verdaderas obras maestras; sí, así, con lo poco que me gustan estas afirmaciones tan rotundas. El resto del disco le sigue a la zaga, desde los temas más pastorales y campestres, como a los sucios y luminosos de noches regadas. Todas transmiten una idea muy brillante, y lo hacen con su vida más propia. Revitalizando con fidelidad, pero con mucha vida propia y unas armonías dignas de genios.



22_NAP EYES_THOUGHT ROCK FISH SCALE

Nuestro primer encuentro fue una de aquellas citas donde todo acaba encajando. Cada pieza entra en su sitio, no hay risas forzadas ni compromisos... eso, compromisos. Eran buenas sensaciones, todo medio deconstruído, las camas sin hacer e incluso ese vestir, ademanes y formas que eran tan casuales y desgarbadas que molaban y mucho.
No hubo apenas tiempo para meditar o contemplar un futuro más o menos incierto, y ya teníamos a primeros de año otro disco. Un disco en el que esta vez, parecían dispuestos a demostrar que una cosa: Es la imagen que uno pueda crearse ante ciertos estilos, hechuras o formas de llevarlos a cabo, y quedar lastrados y marcados de por vida. Y otra bien distinta, ponerse manos a la obra y parir un discazo de principio a fin. Unos medios tiempos que aunque a algunos nos lleven al huerto por su deje tan a Lou Reed o a Galaxy 500. Todos sabemos o deberíamos, lo que es la actitud, y otra, las incorruptibles canciones que nos rompen el corazón por pura calidad. Autenticidad 100% sin obligación alguna por justificarse y pedir perdón por su osadía.
Ocho cortes dulces y sangrantes de los que el escozor pica como un aguijón. Gusta “Lion in Chains”. En “Mixer” diría que nos están seduciendo con brillantina y traje de satén. Cada punteo y rasgado de guitarra es preciso como un corte Sasagaki. Es un juego de niños que sale así, fácil y como el salto a la cuerda, pica las manos, cuenta hasta dien y pim pom fuera, sale la rima.
Su disco rima y encaja perfecto de una manera tan sencilla, que abruma.

Son ese tipo de cosas a las que tantas vueltas le damos y normalmente no tienen solución, solo un efecto: Aceptarlo, dejarse llevar y caer en el embrujo. Si su primer disco era una promesa, este es una confirmación; una gran banda.



21_M. ROSS PERKINS_M. ROSS PERKINS

Me hace gracia por reaccionar de alguna forma, el consenso general de este año 2016: RARO. Un año atípico en el que el género humano me da la sensación de que está intentado constantemente superar una prueba.
Nos gusta acomodarnos, buscamos la seguridad y la estabilidad y con ella, el pan mascado. No todo es tan malo. Es cierto que vivimos en un mundo de mierda y que somos los principales responsables. Queremos llegar a todos sitios con los deberes hechos, llegar a la meta y cumplir un objetivo ficticio que no se quien se lo inventa la verdad.

Por otro lado, dejar que sean los hechos los que te hacen releer la vida. No hablamos de improvisar, pero si de adaptarnos y vivir el momento según llega. Ni lo malo es tan malo, ni lo delicioso un premio. M. Ross Perkins por ejemplo, llegó de repente y a traición. Echó a un lado a KVB, un disco/banda que ha firmado el Lp de su vida. No se si el mejor o el más comercial, pero chulo chulo.
M Ross Perkins sin embargo, un tipo con cara de bondad y apañamiento total. Ese yerno que toda madre quisiera tener. Tu vecino de arriba por ejemplo, ese tan majo que te encuentras en el ascensor, huele tan bien y es tan educado, que acojona; pero mola.
Se ha sacado bajo la solapa de la americana un disco, que además de ser bonito a rabiar, es la confortabilidad hecha canción. No solo con amor ha raudales en cada nota, corchea y redoble. También en la esencia de ese Cautryfolk pasado, que él lo hace tan de ahora que piensas...: -Coño!! me estaré haciendo viejo? La moda me supera? Y no!! Es que cuando las cosas son chulas, da igual que sea Camarón, Pavarotti o Frank Sinatra.
Lo hace bien, tirando de raíz pero sin saturar y todo fluye. Su lado más pop y luminoso, el de cantautor infalible, el más rockero y el de terruño. Son esas cosas auténticas y sin artificios que consensúan. Daría un poco igual que canción elegir: “No Good Sons of Galveston”, “Of Gun”, “My Poor Daughter”, “Ever Ever Ever”... difícil. Al chaval le ha salido un disco que ha tenido la desgracia de publicarse a finales de año que si no... estaría muy muy arriba. Una conexión casi imprevisible e inaudita entre Clientele, la Americana, versionando a los Beatles de Lennon, Big Star, y Kentucky; el estado de su Dayton natal.
Un disco PRECIOSO, así, con mayúsculas y farolillos, que concluyen los diez años que lleva agazapado este hombre haciendo lo escaso grande. Ya sea bajo su nombre o con el seudónimo de The Esther Caufield Orchestra.

sábado, 31 de diciembre de 2016

40 DEL 2016... Y ESAS COSAS QUE NO TE HACEN OLVIDAR___ PARTE/1



Llamaron a la evacuación, gritos a ranchi y megáfono en mano. Como aquel lotero de las ferias de la bóbila, que proclamaba sus muñecas chochonas con fervor.
Corrías a paso ligero mirando sobre tu hombro y a espaldas, cada minuto, hora y día que se iban desgranando como terrones de tierra seca uno a uno. Un 2016 que se va por el sumidero como un vórtice de cabello, espumarajos oscuros y sedimentos. Dejando un cerco en la bañera al que cada uno dé su sentido.
Mierda sí, atrás se queda mucha mierda. Acantilados a tus espaldas por los que el pasado y las mierdas caen, llevando solo lo bueno de equipaje. Cuando pase otra década más, esas pústulas en tu recuerdo ya ni existirán, y las que lo hagan que sean para darte fuerzas.
Tuvieron que entrar los antidisturbios para desalojar y todo. Siempre o casi, hay alguno que se aferra al pasado como el niño a su chupete; normal. El futuro puede o no, dar más miedo que el hombre de saco, pero los hay que estarían quietos en la vida; como una estatua de cera. Ahí, viéndolas venir: -tranquilo que todo pasa cariño. El inmovilismo y que todo siga igual, no vaya a ser... Esos mismos que se aferran a sus poltronas fusta en mano. Que hacen de la costra, abalorios y frisos en el techo.

                                                               **********

El oso ha estado hibernando todo el 2016 ¿excusas? Pues pocas la verdad; para que andar con cuentos del tío pachín. Eso sí, aunque no voy a negar que la desidia me hizo mella en algún momento. Y llegué a plantearme el sentido de continuar imponiéndome la obligación de publicar -cuando siempre lo he hecho por puro placer- Será mi carácter de superviviente el que me ha resucitado a última hora con los albores desfibrilantes de la Navidad.
 
Que iba a ser pobre de mi sin una miserable lista. Ya sabemos que a la vuelta del zaguán dará ya todo un poco lo mismo. El orden de las cosas cambia igual que la intensidad de nuestras arrugas; un día aquí y otro allá. Que nada es eterno y nuestros gustos y miras fluctúan; como si no. El orden de estos cuarenta compañeros variará como la química de nuestro ser. Sin ser yo de entrada nadie, capacitado ni autorizado para determinar lo bueno y lo malo. 
Solo una cosa más: rasquen donde pica la curiosidad, y no se priven de ser golismeros; aunque solo sea para fracasar. Benditos fracasos que por el intento llegan. 
Hete aquí, 40 discos que le han dado de comer a mi probe corasson. Podían haber sido más (he escuchado más, no creáis que no); suficientes 40. Otros han quedado fuera -muy chulos también- New Raemon con su tenista, Hope Sandoval y su troupe, New Model Army, Kyle Craft, Univers, Marching Church, Savages, The Drones, Junior Rocket Sciencist, Temper Trap, Como Vivir en el Campo, Book Group... más, y otros que simplemente no he escuchado; que también vivo.
Muchos conciertos eso sí este año. Cantidad de vinos, cine, comer para sobrevivir y para conocer gente. Muchos momentos para tatuarnos en el cortex, de malos a la mierda!! y por el sumidero. Sean felices y ya!! 

FELIZ ENTRADA al 2017



40_ WHYTE HORSES_ POP OR NOT

Los venía escuchando la pasada mañana de navidad según traía a mi madre de 88 años.Esos momentos de luz solar que nos traen del más allá, al más acá.
Y no os voy a engañar. Esta banda Mancuniana encabezada por fémina, no es que hayan descubierto el santo grial de la música pop. Pero a su favor tienen, y es mucho, 17 canciones que no bajan del aprobado alto. No solo no aburren, ni suenan al enésimo refrito pop de influencias sixties. Sino que además hacen del frenchsound de aquella época muy a lo Nico, de las pinceladas psicodélicas y los sonidos soleados. Algo tan fresco, entretenido, destensante y poco pretencioso. Que se escucha solo de cabo a rabo como un caída libre.
Un disco sin parábolas alucinógenas, genialmente arreglado, y con un groove que se engancha como los chicles a la suela de las zapatillas y.... A mi, me gustan. Porque no todo tiene porque ser tan complicado.


39_WINTERSLEEP_THE GREAT DETACHMENT

He de admitir que hace un par de años, había perdido toda esperanza de volver a recuperar las sensaciones de “Welcome to night Sky/2007” y “New Inheritors/2010”. También es cierto que con aquellos discos de sonidos más hondos y pesados no se comieron un colín, y que su gira con Editors tampoco ayudó.
Wintersleep, esta banda Canadiense con 13 años de vida, ya no son los mismos, es cierto. Pero ha sido con The Great Detachment con el que han conseguido plasmar la misma intensidad que lograron en aquel temazo llamado “Archaelogist/2007”. Todo eso y más, sin caer en la pérdida de integridad de “Hello Hum/2012”.
Su nuevo álbum no baja el acelerador desde el minuto cero. “Amerika” aprieta las tuercas de la crítica social americana. Y con “Santa Fe”, “Lifting Cure” o “More Than” consiguen abrirse a nuevos públicos sin caer en la banalidad. Es cierto que inicios me siguen pareciendo inigualables, pero su último disco resucita a un muerto. Seguramente si no fuera por lo mucho que lo he machacado en mis instantes más efusivos de este 2016. Y por juzgarlo injustamente por su glorioso pasado. Ahora sería un disco que apuntaría puestos mucho más altos.


38_XAVI MOYANO_EL DISCO DEL BUEN AMOR

Han sido cuatro años los que hemos esperado con intriga, la nueva entrada en estudios de este Valenciano afincado en Barcelona. Largo tiempo sin saber si las dificultades de autoedición y el alargado tiempo nos iba a privar de nuevos textos cantados.
La funambulista forma de escribir ya la conocíamos: directa, afable y común en nuestra existencia. Pero los deliciosos y expresivos arreglos sobre los que se han recostado sus nuevas letras de amor contorsonista, nos han pillado placenteramente desprovisto de defensa. Que en su conjunto con el precioso diseño de su envoltorio de Chini, y la colaboración de Yves Roussel, Marco Morgione, Mario Vélez y Dani Andrés, lo completa en redondez.
Ante semejante aguijonazo que les voy a decir yo: Me encantan esos pianos decapitantes, los arrumacos de su lírica en ocasiones dolorosa y en otras renacedora, ese lienzo de pop electrónico donde se dibujas mil formas de amar y desaRmar. Y una sensación que no épica sino creciente, como las posibilidad que dan estas 9 canciones para sobrevolar momentos muy álgidos e íntimos sin caer en la insustancia: “Cuatro horas”, “Canción para despedir a Bibi”, “La camiseta de Morrisssey” o “Guerra fría”.
Un sinmiedo de canciones que nos presenta a un Xavi Moyano que nos acompaña de la mano, en este supuesto viaje de cuatro años. Con ganas de hacer con las mellas y cascotes de la vida., un collage lleno de pasadizos, luz y escondites, y que se escucha como un tiro. De verdad, felicidades


37_HOLIDAY CROWD_THE HOLIDAY CROWD

Otros que nos han tenido en ascuas durante cuatro años. Los que han necesitado este cuarteto Canadiense para por fin, ver publicado su debut en largo; con shelfifle claro.
Aquel fogonazo para teletransportarnos al pop más saltarín de mis años mozos con “Never Speak of it Again”, parecía perdernos la fe según pasaba el tiempo. Un frankestein hecho de tonos morrissianos, tics a Gene, de Blueboy y hasta de halo a Sarah Records reconfortante. La cosa prometía, para que mentir. Porque puedo parecer a veces un muerdechapas, pero mi corazoncito popero adolescente me puede y la sangre tira, rediez.
Su debut me encanta, entre otras cosas porque huye un poco de lo obvio y dista bastante de aquel Ep.; sin perder la esencia claro. Es más oscuro incluso más directo. A veces retorcido cuando las guitarras se balancean entre lo básico de ritmos bossanova, los recuerdos a Pale Fountains y esa remembranza más victoriana sin llegar a ser asquerosamente inocentes: Que hacer pop frágil no tiene porque empalagar y hasta dar arcadas de tanto tufo a oso amoroso; digo yo, vamos.
Diría incluso que “Cheer Up”, su single de adelanto, es hasta el más flojo de los diez. Tampoco se han matado vamos, pero creo sinceramente que apenas ha habido este año discos Pop de esta índole, que hayan estado a la altura. Y los diez temas se defiende alegremente sin caer en la repetición; bien por ser un debut. Su parecido a Devon Williams es lo único que me desconcierta. Pero vamos a darles una oportunidad como a platanito a la espera de su evolución.


36_SEÑOR CHINARRO_EL PROGRESO


Hay artistas que formando parte de la familia, y siendo por esto culpables de ser lo que somos a día de hoy; musicalmente hablando, obviamente. Podríamos perdonarles todo o casi todo: Pasarles por alto algún que otro desliz, cantar por peteneras y en el camino hacia su búsqueda empujarnos despeñadero abajo y todo.
Lo de Antonio Luque no ha sido como para eso, aunque sus tres anteriores discos me hayan dejado un poco la sensación de... ah, pues vale!! El efecto sorpresa de Presidente/2011 estuvo chulo, aun siendo yo más de Ronroneando o El Mundo según. No reniego ni del pasado ni me asusta el futuro, pero a mis artistas preferidos les pido riesgo y letras que nos aventuren a nuevos escenarios; cosa que he encontrado con cuentagotas en sus últimos discos.
EL PROGRESO sin embargo -que igual es por capricho mío, no digo que no- me ha devuelto sensaciones pasadas. No solo por nostalgia como podrán pensar. Sino porque las canciones suenan a rabiar, su nuevo acompañamiento musical las dota de un brillo inusitado; en directo sobre todo. Y nos lleva a parajes familiares pero distintos y nuevos.
El echo de haberlo visto en la estupenda Jazz Cava de Terrassa supongo que tendrá que ver, y a lo mejor este detalle no sea lo suficientemente imparcial. Pero opino que tanto en formato físico como en vivo, la cosa suma o resta según momento. El caso es que aparte de la producción de J de Planetas y ese brío nuevo nuevo y más estructurado que le ha dado. Letras, los arreglos musicales de Pájaro Jack (la banda que le acompaña ahora), y por supuesto las canciones con bastante más lírica que pasados discos.
Al final supongo que las razones son lo de menos, pues los discos gustan o no. Pero El Regreso tiene más chicha, hilo argumental y vida que ganar con sucesivas escuchas. Uno de sus discos más ambiciosos y con mejores letras desde Progreso.


35_LVL UP_RETURN TO LOVE

Si alguno de vosotros oísteis el anterior disco de esta joven banda de Neoyorkina (el tercero desde el 2011). Apuesto a que tendríais la misma impaciencia por saber hacia donde iría su evolución: Más de lo mismo?, desastre?, cambio radical de estilo? (que eso ahora se lleva tanto como los formatos de Danone)
Aquel disco a mi ya me pareció de lo mejor de las nuevas hornadas. La esperanza guitarrera con aires frescos que no nos recordasen a bandas pasadas. Y efectivamente Return to Love, no vuelve a machacar el mismo clavo del Lofi resultón, ni han mandado al carajo su frescura.

Un disco más maduro si se puede decir así, sin apenas hits destacables, pero con muchas capas donde rascar. Desde luego no es de aquellos trabajos que te arrastran a la primera; quizás porque las canciones de peso plomizo requieren ponerse a ello; con lo vagos que nos hemos vuelto. Pero lo que de verdad es admirable, es escuchar un sonido tan puramente 90 y en cada escucha tener un buen motivo para volverlo a poner.
No solo no agota, sino que se me antoja un disco fondista con un preciosismo bruto encantador. Desgarbado pero con una melancolía que desarma y agita al mismo tiempo. Eso mismo que tan bien hacen Dinosaur Jr. de toda la vida, que no es otra cosa que dar hostias de amor.


34_TEENAGE FANCLUB_HERE

A fuego tengo grabado un directo de ellos años mil ha en el FIB del 98. Los arpegios vocales de estos Escoceses ya eran entonces toda una anomalía en el Pop de guitarras de aquellos años. Cuando lo Americano en el indie de los 90 era sinónimo de rudeza.
Que nadie se espere por eso el mítico sonido de “Thirteen/1993” o “Gran Prix/1995”. Que igual es por eso que a algunos les ha acabado por decepcionar, igual que otros lo han entronado al olimpo. Sinceramente creo que ni una cosa ni otra; válgame el señor si 20 años más tarde estuviésemos esperando el elixir de la eterna juventud!! Otra cosa es la equidad a la hora de disfrutar de un nuevo trabajo, de una banda como los Teenage Fanclub, en los tiempos que nos toca vivir.
Un disco que como un suave masaje en la sienes, no persevera en el pasado ni en viejas rutinas sino que encima suma. Y que justo me ha dado lo que no han logrado Jayhawks o Wilco con dos obras que para mi gusto, no solo se repiten sino que además les falta un poco de alma. Vamos, que a mi no me convencen por más que no sean tan malos discos.
Ese aire a los primeros Bee Gees o, salvando las distancias ese puntito smoothie de respaldo que enriquece, al ya de por si original y luminiscente Pop; esta vez más a la americana. Son ese tipo de cosas que mejoran lo presente según con lo que se las compare. Aunque en este caso: “The First Sight”, “Live in the moment”, “It's a Sign” o “Hold On” ya de por si valen su peso en oro como para amoldarse a ellos, y dar por atrevida su discreción y sutileza entre tanto bocero.



33_TERRY MALTS_LOST AT THE PARTY

Si me tuviera que ceñir al lema de “la primera impresión es la que cuenta”, y lanzar por la ventana dilemas, análisis y autopsias varias de qué hace grande o mediocre la música. Los Californianos Terry Malts estarían ahí arribita, aunque solo fuese por el 100% de efectividad de sus once canciones.
Las once tan disfrutables tanto si se oyen del derecho o del revés. Si que es cierto que no han inventado nada que no se haya hecho infinidad de veces pero... Ah!! Si es así, cuantos (ahora), hay capaces de recoger este ramillete de joyitas Pop ¿Frank & Walters acaso en sus buenos tiempos? No muchos (que yo recuerde) lo juro, ahora bastante menos incluso. Terry Malts han cogido el Pop y Powerpop más efectivista de los 80/90's, sin magrearlo demasiado, y se han dedicado exclusivamente a la melodía. Y les ha salido bien? Vaaaya si les ha salido bien.
Tanto incluso, que yo hasta creo que nos apura tanto valorarlo en su medida justa por el que dirán, o porque lo fácil bueno parece que no tiene mérito. Hay que hacerlo adulto, retorcido y pelín solemne para que nos tengan en cuenta y piropeen al pasar. Queguapoesminiiiiño, leche!!


32_ANDREW BIRD_ARE YOU SERIOUS

Andrew ay me Andrew!!, que disgusto me dio en su última visita a la sala BARTS este pasado Otoño. Mira que salir borracho al escenario y liarse a contar chistes de Eugenio, cuando todo el mundo sabe que el único capacitado es el mismo Eugenio que en paz descanse.
No, ahora en serio, que es que todavía me dura el cachondeo. El primer disco que publica, en el que la grandeza de las canciones sobresale de manera magistral por encima del virtuosismo multinstrumentista del autor. Y el tío vuelve por quincuagésima vez a demostrar lo bueno que es. Lo siento, pero sinceramente no tengo nada en contra de él (de echo me encantó su anterior visita con la banda). Eso sí, creo que cuando uno hace discos tan buenos hay que estar a la altura de las circunstancias, ser humilde, y ponerse al mismo nivel de las canciones. Que son tan importantes como el que las compone, de echo, son las inmortales realmente.

Lo siento, pero eso no se lo perdono. El álbum es un discazo de cabo a rabo pero...
Canciones tremendas, no se obceca con el folk, y esa insana manía de hacerlas enormes. Con riqueza, porque puede que sea su disco más rockero, más democrático instrumentalmente hablando y con un montón de buenas canciones, pero.. Lo siento, para mi suma mucho el directo, y creo que has perdido una oportunidad inmejorable de defender el cancionero; que es lo que da de comer.


31_SHEARWATER_JET PLANE AND OXBOW

Estos Tejanos anómalos y autodidactas siguen como sin nada al margen de toda moda. Se habla un montón de bandas como Band of Horses o The National; los que ya están en los más altos niveles de idolatración.
Pero de Jonathan Meiburg y sus acólitos, los cuales llevan publicando durante quince años una colección envidiable de álbumes, nada de nada. Con Jet Plane and Oxbow esta vez, han conseguido sintetizar en once cortes, poco menos que una península, continente o universo si me apuran, digna de explorar. Un trabajo con tanto peso argumental y espiritual, que da para lanzarse a esas naturalezas olvidadas a las que hacen mención, igual que Alexander Supertramp en Hacia Rutas Salvajes. Abandonarse tal cual nos trajo nuestra madre al mundo, y dejarse engullir por esas épica quirúrgica que se extiende de principio a fin como las planicies argentinas en su temario.
Quiet Americans” quien arranca como una crítica feroz a sus paisanos. Y que prosigue en fabulosas odas de oscuridad luminiscente: “Backchannels” bárbara, “Filaments” como un viaje trepidante a la velocidad suicida de nuestras vidas, “Pale Kings”, “Glass Bones” o “Wild Life in America”. Un folk que deja paso a un rock con pinceladas tecnológicas, y que amplía de forma tremenda con su espectral profundidad, a sensibilidades insólitas. Y que aunque no tiene ese reclamo plausible que se le suele reclamar a los discos de tronío. Tiene una colección de canciones no solo tremendas, sino con conciencia de obra; algo que dicho sea de paso, no encuentro en la mayoría de discos fáciles de escuchar.
Este confirma la regla, pero necesita escucharse con interés.

sábado, 24 de diciembre de 2016

NÚMEROS: ESAS ÚLTIMAS PLAY_LIST



Igor se despertó desvelado a las 3 de la madrugada.
Dio 4 vueltas ¼ en la cama. Se colocó del derecho y del revés. Mirando a la profunda oscuridad del techo y por fin boca abajo, hasta que el mismo vapor de sus exhalaciones lo sofocó lo suficiente para medio asfixiarse.
Abrió por fin los ojos, y miró los desenfocados dígitos del radio despertador hasta confirmar las 03:15... y 16, y 17, 18... Así en perpetuo goteo como la profunda respiración de su vecino: 3 2 1, pausa, 3 2 1, pausa... Los jadeos de su vecina, la puta, al llegar a la guarida del ogro tras una noche correcta, y la posterior discusión de cada “puta” noche.
Sucesión de actos que como siempre, se repetían en perpetuo y mecánico compás. Y los volvía a cerrar. Se tocaba. Y con esa sensación cálida y blanda entre sus manos, se volvía a dormir. Contando las campanadas de la iglesia en puntas, cuartos, medias, y otra vez. Tenía esos mismos sonidos noctámbulos contados, ordenados y relacionados igual que los de una factoría encapsulada en los mecanismos de un reloj de pared con su péndulo. Y él, aquel taquígrafo con las mismas pulsaciones que su taquicárdico corazón: Pom pom, pom pom


El relinche desbocado del despertador tocaba Daiana a la 5 clavadas; ni uno mas, ni uno menos. Oía en su reloj interno como salido de la nada un aullido de gloria. Y con el abrir de los párpados súbito, se daba los 10 minutos de rigor a modo de recompensa que le hacían sentir por un instante el puto amo. Para estirazarse hasta que las vértebras le chascaban como monederos de pellizco, levantándolo al alba igual que los matarifes.

Era ese caos tan suyo y personal en el que se sumía fregona y paño en mano, cuando hordas de hormigitas se apelotonaban en la sala de convenciones. Las que le obligaban a enumerar y contar.
Esa ducha de agua bien caliente cual terma romana, hasta que le quedaba el pecho de un vermellón radiante como el de un petirojo. Contar los bostezos, las cucharadas de azúcar y los gramos de café en vena. Las pocas cosas lógicas con las que contaba para no ser arrastrado por el remolino del sumidero.
  • Ves Juan? Siempre entra ella a la misma hora, siempre por las escaleras y con el mismo esbozo de asentimiento y casi, casi sonrisa. Pero nunca lo acaba de hacer, en realidad no sonríe. Te esperanza, pero no, casi!!
Así, cada día. Contaba los días con melodías silbadas. Distraído y disimulando un hipotético encontronazo con el que masticar el perfume natural de su piel. Entraba siempre a esas mismas 7, y ya hasta las 5 de la tarde salvo alguna contada excepción con el sol puesto de ocres violáceos.
Desde entonces ponía cada una de las canciones que le emocionaban, junto a las que se imaginaba, en un arrebato de dejar constancia del momento sempiterno. Nos mueven, manejan y dan sentido a la vida nuestros números en un orden de prioridades, de espacio/tiempo, de vida e incluso de edad para tal o cual locura. Nos limitan y nos contraen los días cuando dejamos pendiente aquella obligación y si me apuran, la cuota de efectividad en nuestros quehaceres y obligaciones, o el orden de nuestras preferencias. Lo enumeramos todo: La cantidad de amigos -la de mejores, peores e incluso los archienemigos- la compra en retahila, las cuentas de fin de mes, y la cantidad de hijos de puta que nos quieren aguar la fiesta.
Pero esa matemática que tan enredada en nuestras fibras musculares, células y sustancias grisaceas... Solo son eso al fin al cabo, números. Igual que esas 365 estacas que nos cercan el año que se va, y otro que esta por venir.

01_JONATAHAN RICHMAN_Wait! wait!
02_CHRIS FORSYTH & KOEN HOLTKAMP_Long beach idyll
03_RODRIGO LEAO & SCOTT MATTHEW_Unnatural disaster
04_CASS MCCOMBS_Low flyin' bird
05_DAMIEN JURADO & RICHARD SWIFT_Radioactivity
06_TEENAGE FANCLUB_The first sight
07_EXONVALDES_Horizon
08_UNIVERS_Mecànica moderna
09_COSMONAUTS_Be-bop-a-loser
10_ROOSEVELT_Fever
11_CÓMO VIVIR EN EL CAMPO_Solo es para ti
12_THE MONKEES_Young bring the summer
13_TERRY MALTS_Playtime
14_FLOWERS_Russian roll
15_FUTURE UNLIMITED_Come back
16_THE TEMPER TRAP_Alive
17_TROUBLE IN THE WIND_The good stuff
18_EZRA FURMAN_Teddy i'm ready
19_THE MONOCHROME SET_Put it on the altar
20_DINOSAUR JR_I walk for miles
21_LVL UP_Five men on the ridge
22_SCOTT & CHARLENE'S WEDDING_End of the story
23_HISS GOLDEN MESSENGER_Like a mirrir loves a hammer
24_CHOOK RACE_At your door
25_LITHICS_Shees
26_THE WYTCHES_Can't face it
27_WOODS_Hollow home
28_THE CORAL_Distance inbetween
29_KESTRELS_No alternative
30_HOLA A TODO EL MUNDO_Goodbye
31_NEW TODAY_Butterflies
32_THE HOLIDAY CROWD_Of all places
33_THE KILLS_Hum for your buzz
34_THE NEW RAEMON_MCENROE_Gracia
35_SPAIN_For you
36_THEE OH SEES_Crawl out from the fall out

domingo, 18 de diciembre de 2016

THE NEW RAEMON Y MCENROE, MANO A MANO CON LLUVIA Y TRUENO Razzmatazz 2_ 09/12/2016




Debía estar escrito en los pergaminos de Melquiades, que New Raemon y McEnroe acabarían cruzando sus caminos. Viendo el resultado de la unión y la fuerza con la que pusieron en escena hace dos semanas, Lluvia y Trueno/2016.
Un trabajo llevado a cabo con la distancia que separa Cabrils de Noviales (Soria), donde se recluyó Ricardo Lezón con sus 28 habitantes y los ciervos, los omnipresentes Ciervos.

Un disco cooperativista del que tuve noticias a raíz de una entrevista en Radio 3. Esa emisora otrora agitadora de aquellos que queríamos escuchar música verdadera, y sus contiguas microhistorias.
Lo que se dice cultura musical, y que ahora tanto cuesta de escarbar en la especie radio fórmula en la que se ha ido convirtiendo.
Por suerte, de tanto en tarde hay todavía inquietudes que abrillantar. Pocas, eso sí, pero las hay #no esta todo perdido.
Lo curioso es que ni he seguido a McEnroe, ni a New Raemon intensamente. Y precisamente en las minucias es donde acaba uno encontrando el interés en esos pequeños destellos de diferenciada personalidad.

Lluvia y Trueno nace de una amistad y paralelismo en la distancia, pero tiene tanto o más corazón y mensaje, que algunos discos que han parido artistas con extensa vida conyugal. Los textos y músicas de ambos se enredan igual que el propio adn de un solo ente. Y claro, cuando esa comunicación fluye, suelen nacer cosas preciosas; como ese niño que adquiere los mejores atributos del padre y la madre por feos que sean; que no es el caso. Son más majos ellos...
Sobre el escenario además, todo se magnifica o crece dicho. Porque pese a los pocos ensayos, el nerviosismo patente fruto de la emoción de ese naciente amor, y el no presuponer la masiva respuesta del público... Al final resultó una sala 2 de Zeleste -para mi siempre será eso, Zeleste- Dando un lleno casi total a la sala mediana de Razzmatazz; que celebra aniversario.
Después de escuchar todo el álbum al completo, más alguna sorpresa, para rellenar la hora y media aproximada (Campos Magnéticos, Rugieron las flores, o La Palma y lo Bello y lo Bestia). La sensación es de que ese puñado de canciones al 50%, son solo la semilla o el boceto de algo que da para mucho más.

Canciones que congregaron hasta 8 músicos sobre el escenario: Los dos anfitriones como es normal, y la banda que suele acompañar a The New Raemon; con mención especial al percusionista y vibráfonista Marc Clos, que pintó de color cada una de las canciones. Y que levantaron el vuelo como el Albatros dispuesto a surcar:
Inmensas en sonoridad, emocionales en sincronía metronómica sobre el escenario, y tan orgánicas como lo puede ser una relación translúcida en el momento de compartir y llevar a cabo el amor #en lo que se cree.
Esa “Lluvia y Truenos” con la que arrancó a lomos de esa nebulosa saltarina y tintineante de Marc, nos sumió de golpe en una especie de bruma especial. Un Viernes que merecía mecerse al son de tan escueta premisa: Los amantes a oscuras y entre árboles que hace de sus tan solo dos minutos y escasos, un medio beso de terciopelo. Pudiera haberse prolongado hasta la eternidad, da igual, aunque sus versos se repitieran al infinito. Remontaron “Montañas” con apariencia de himno a la debilidad, a la discreción de la que hace tanta gala el tímido Ricardo Lezón. Y a la exultante felicidad de Ramón, que no se cansaba de agradecer la presencia de tanta fidelidad. Los “Barcos” dieron con nuestros corazones a la zozobra: una de las canciones más íntimas y delicadas, y que apuntilló la grandeza de esta colaboración.
La importancia poética de Ricardo es primordial. Porque de alguna forma, ha empujado a Ramón a componer de otra manera bien distinta; más sincera, desnuda y verdadera.
Hay química, y ésta, está a raudales. Las canciones crecen y es normal que lo hicieran el Sevillano Raúl Pérez tan solo los ha puesto en el buen camino. Hubo momentos incluso que en su vaivén, en la ambivalencia del caminar de las canciones, y esa manera de captar las imágenes que te generan su evocadora interpretación, me vinieron a la mente Migala:
Una de esas primeras bandas que elevaron a cotas inverosímiles, la interpretación en directo con detallistas texturas. Y que ahora, quince años después, ya no sorprende el índice de calidad que tiene el Pop nacional. Ya nos tocaba apuntar alto Santo Tomás!!

Sobresalieron “Malasombra”, “Cuadratura del Círculo”, igual porque son esa cara misteriosa y oscura que más me gusta de Ramón, o cuando se le une a las voces Ricardo tembloroso. Firmeza y fragilidad que se enredan como una sola, dando con “Gracia”. Esa canción que irremediablemente nos transporta a nuestra juventud. O por lo menos a esos instantes de corazón en un puñado, tripas anudadas y erizados confortables que nos da el amor, casi siempre recordado en pasado y no en presente. “Fantasias Heróicas” que nos hicieron estrellas por un momento sexagesimal ínfimo, pero casi eterno.
Las fantasías tienen eso de verdadero que cada uno queramos darle, cuando el placer de volar que tienen las canciones nos elevan. O por lo menos el saber plasmar en un texto, cantarlo y revestirlo con sonidos, aquello que hace de la emoción del autor un flechazo de reciprocidad con el oyente. O cómo pudimos ver también aquella noche de Viernes, a “Los Ciervos”. Porque los vimos y hasta el olor a musgo y mañana nos invadió la pituitaria.

Igual que Ricardo salimos en su búsqueda con la total certeza de que deseábamos los imposible. Puede que hasta lo prohibido. Pero seguros en nuestro deseo de fundirnos con ellos.
Bueno. Pues esa noche de Viernes, fue casi lo mismo.
¿O fue lo mismo?

sábado, 10 de diciembre de 2016

RYLEY WALKER_SIDECAR CLUB_20/11/2016_ O EL CÓMO DE LA MUTACIÓN CONNATURAL





Uno de esos otoñales domingos que amanecen silenciosos y que a toda costa queremos estirar. Igual que aquellos chicles boomer que enredábamos entre nuestros dedos como los rizos de nuestras novias, y que guardabas en la nevera esperando que recobrasen su primer sabor a fresa ácida.
Creo en los domingos acolchados como la felpa. En ese batiburrillo a churros y diario perfumado en tinta fresca con cercos de café con leche. En ese querer detener el minutero y maniatarlo justo en las 12, para postergar el vermuth. Y definitivamente en solo querer hacer cosas desde el sofá y con nuestro mando a modo espada láser jedai.

Ver un concierto en tal día se antoja heróico, pero tiene su qué de revertir el engranaje de las rutinas como los palos en los radios de la bici. Sobretodo cuando se lleva toda la semana entre el “me quiere no me quiere”, y al final de forma salomónica te dejas llevar por el instinto animal.
Eran PIXIES y esa nueva reflotación en busca del cetro medio escacharrado: Masajear con condescendencia nuestra nostalgia por los noventa. O guiarnos por ese olfato canino hacia los moribundos cánticos de Ryley Walker con 40 a 15 de por medio.
Y no es que sea el dinero finalmente el que decante la balanza. Pero hay algo ahora, que me mueve a perderme por las sumideros de la música en vez de tirar por camino fácil de los destellantes bulevares.


Admito que a menudo amedrenta enredarse en laberintos y raíces que revientan la tierra y van por libre. Pero cuando escuché en Marzo del pasado año por primera vez PRIMROSE GREEN, no pude evitar caer rendido en ese afelpado manto jazzero que decora sus composiciones. El mismo que mi madre pone en su juego invernal de cama, y que te acaricia las mejillas mientras sesteas.
Ese misma sensación de confort hace del viejo y cañí Club Sidecar, una especie de salón de casa al que solo le falta el brasero y las historias de muertos y aparecidos que te contaban en el pueblo. Sentí esa fuerte sensación de compartir mi mismas sensaciones con alguien. Y al final fue con mi hermana la misma con la que comparto aficiones, y hasta vacaciones; se lo debía.
Todo es cuestión como quien se aventura en una necropsia, a abrir la mente por el tórax. Y este caso al joven veiteañero Ryley Walker, saldando la deuda pendiente del BAM de hace dos años. Allí me rilé; lo admito. Pero el siguiente envite de canciones en formato más conciso y acústico que contiene GOLDEN SINGS THAT HAVE BEEN SUNG/2016, merecía eso y algo más.


El Canadian de rigor que barniza de ámbar la espera. Una amena charla para ver que esta vez, de colas nada. Y 50 o 60 almas en pena que decidieron mandar al carajo la batamanta, el tronar del Sant Jordi Club, o igual la digestión pesada del pollo A l'ast con all i Oli del Domingo. Para ver a un sobrado de talento, socarronería y humildad Ryley Walker, despacharse con su tan aplicada banda de acompañamiento.

Media hora antes con la sala semi vacía, pudimos ver a una delicada y solitaria ITASCA aka Kaila Cohen, desgranar su cancionero de deshuesado Countryfolk. Un set in crescendo de media hora y pico, que presentaba su último álbum “Open to Chance”.
Tímida y tan delicada como sus canciones, le faltaron seguramente sus recientes compañeros de andanzas para dotar de una perspectiva más mimbrada, lo que al fin y al cabo pareció: otro de tantos conciertos acústicos fríos y algo carentes de sustancia. Sus discos, eso sí, son otra cosa; mucho más disfrutables y evocadores. Esas quietudes barnizadas de paisajes campestres y cotidianos que prácticamente detienen el tiempo como lo hacían por ejemplo, los Hnos Kadane hace tres lustros.

Pero sería el joven Ryley el que alrededor de las diez de la noche, sin espero, pecar de vehemente. El que probablemente me acabara dando la mejor quizás, hora y media en vivo del presente año. Exagero?
No sé si por la propia sorpresa del improvisado plan del domingo. Por la compañía y lo familiar del encuentro. O seguramente eso sí, porque por formas, repertorio e inventiva al ejecutarlas: una cosa es escuchar sus discos y otra bien distinta que le sigas en su aventura del directo.
De ahí nace algo que reduce la impresión en el acetato, a una mera circunstancia en el tiempo: La música tal cual se grabó y que sientes al escucharla que ahí no se acaba.

Las composiciones entendidas como un ente vivo que no dejan de transformarse. Que incluso se reproducen y mutan en otras nuevas canciones; como las de su último álbum: Las ocho nacidas del periodo de tiempo en el que iba tocando en vivo su anterior disco.
En el set que nos presentó en Sidecar Club, sin embargo, todo se argumentó de muy distinta forma. Sonó prácticamente ese disco del 2015 y alguna que se coló por las rendijas. La electrificación que en su totalidad ejerció de eje; sin aparecer la omnipresente acústica hasta el último bis, fue la que transformó de entrada cada una de las canciones: Arranque fuerte y potente en clave rockera, con un tema que no sabría ubicar en ninguno de sus últimos discos (nueva o mutada). Un volumen realmente alto que apuntaba a la estridencia y progresivamente se fue modulando.
Y aunque uno pueda creer al escuchar sus discos, que estamos ante un músico solemne y medio ermitaño, nada más lejos. Ryley Walker es un tipo simpático que se resta importancia de tal manera, que parece hacerte sentir que andas cogido de su mano. Más que protagonista real como solista que es, podría definirse como un perfecto maestro de ceremonias que da pie a una triangular comunicación liberadora, entre solista/banda/público.

Con un Gin Tonic a sus pies de los que iba tomando tragos en clave de “fiesta!!”, diluía de un plumazo cualquier sensación de parábola psicodélica sesuda a la que te puedan invitar sus pasajes de hasta 15 minutos.
Esa frescura secreta de sus canciones, que evita el bucle tendencioso y soporífero. Y que en realidad recrea, como quien procrea o se expande igual que una madreselva o liana en la espesura amazónica. Sonidos que nos teletransportaban al Rock progresivo, al jazz caleidoscópico o incluso al lejano Punyab totalmente tonificado por su inquieta eléctrica.
Alucinamos en colores con la paleta que ostenta de los mismos, su batería; si así lo pudiésemos describir: Descalzo y usando sus botas como posavasos, contorsonista y McGiver de los tambores y derrochador en texturas. El onduloso contrabajo de Hanton Hatwich desdoblándose en viola y hasta en percusión. Y el resto de la banda que parece actuar en la retaguardia como el contrapunto detallista en el crisol de pespuntes, bordados y brocados en los que acaba convirtiéndose su interpretación.

La hora y pico larga sin las prisas que otorgan a día de hoy los sets económicos en salas pequeñas. Con ese apaga y vámonos que el tiempo apremia de algunos sets. O esa sensación reinante de que todo sucede escrupulosamente sobre un guión. No ocurrió allí ni mucho menos.
Todo lo contrario, porque al cabo de los minutos, la sensación era como la de un manto. No era el estado de flotación, la atención que te absorbe, o simplemente que todo discurre... No como lo previsto sino por la magia del momento.

La voz onda como la de un acantilado de Ryley que gana porcentualmente en vivo. La franqueza y naturalidad con la que teje ese punto de partida en la ejecuciones y como invita a sumarse. Y el no importarte lo que toquen sino como lo toquen.
Primrose Green”, “Sullen Wind”, “Funny Thing She Said”, “Love Can be Cruel” y otras tantas que acabaron convirtiendo la noche en una sinfonía.
La de un tipo que inició sus andanzas musicales con una banda Punk, y que a sus 27 años (teniendo en cuenta su carácter hiperactivo) ya nos ha dado tres joyas de discos. Interesante y fascinante a partes iguales por su forma de pasar del folk a la psicodelia salpimentando con jazz, guitarra clásica y hasta blues, sin apenas resentirse su toque personal. Capacitado para tocarlo como o de la manera que le de la gana y no dar la sensación de que pierde la esencia de la canción. Y pese a su juventud, que recalco por lo despreocupado de su carácter, dar la sensación de que que es un veterano músico capaz de subirte como un mantra a la espiral más hipnótica. Y de repente acariciarte con una versión eléctrica del Fair Play de Van Morrison, sin ocultar esas referencias tan simbólicas como lo son las del Lobo de Belfast, Ben Jarsch o Nick Drake; a las que yo añadiría otras tantas bastante más alejadas de esa heterodoxia.
En cualquier caso, uno de los directos más disfrutados de este año junto a los de Wedding Present y Kevin Morby. Que también los valieron claro. Pero es que lo de Ryley Walker estimo, que es otra cosa bien distinta por más que nos cueste y amedrente entrar en sus discos.

>