Noche entrada, aúllan las
sirenas y rebotan sus luces contra pared, techo... en una carambola
mecánica repetitiva, es noche de licantropía.
Sus
padres estarán fuera todo el mes de Octubre en unas vacaciones
prometidas de bodas de plata, así que el piso sera todo suyo para
que la salida de los Viernes sea por fin su momento de liturgia,
íntimo y ceremonial que se merece: El equipo a todo volumen sonando
BEAT JUNKIES al compás de las luces, una barra de incienso que se
consume a sus espaldas llenando pulmones y pituitaria del perfume de
Benjuí, gestos y poses ante el espejo, y una botella de vino que
bebe mientras sigue un rito del cual solo se siente atrevido cuando
nadie lo mira:
Esta
noche volveré a caminar a oscuras buscando mi pequeño momento de
gloria, aquel por el que pasamos de nuestro anodino anonimato a uno,
más brillante y trascendente. La trascendencia de sentirse alguien
influyente e imprescindible para las almas cándidas que son
incapaces de encontrar la brújula de sus vidas. Yo en cambio decidí
a temprana edad que debía transgredir a mi propio ser, fuera como
fuese.
Cada
noche acudíamos el grupo al mismo Club de la zona vieja de la
ciudad, ideando una ruta parecida a la del laberinto del Minotauro
por entre la callejuelas adoquinadas de la Judería, de los
curtidores, y herreros. Hacia un repecho, girando tres veces a la
izquierda y dos hacia la derecha se alzaba al fondo de una calle sin
salida, una enorme casona de estilo modernista y adobes desconchados.
En la puerta un enorme Puertorriqueño de ojos azules y espaldas
musculadas vigilaba que todos aquellos que tenían la suerte de ser
invitados entrasen en perfecto y sigiloso orden. Desde dentro no se
oía ni el más mínimo atisbo de música alguna, una serie de
puertas, baldas, y contrapuertas evitaban que saliese al exterior el
más mínimo sonido, y todos íbamos entrando religiosamente como si
aquello fuese un club clandestino.
En
realidad así era, una sala regentada por tipo espigado que se
apoyaba como cada noche en la barra del final y consumía a pequeños
sorbos Dry Martini, uno tras otro sin aparentes signos de embriaguez;
que escogía cuidadosamente aquel que podía ostentar el privilegio
de codearse con lo más actual de la noche cosmopolita, o
familiarizar con la camada que más le convenía: Tribus urbanas
recluidas en guetos, desvirgados ligeros de cascos, adictos
compulsivos a las sustancias, melómanos emocionalmente frágiles,
velludos motards de cruzadas desgarradas, intelectuales varios,
madres sin pareja conocida, jubilados recompuestos por la tecnología
cibernética, niños que se quedaron milagrosamente en los 14 años,
hermosas chicas lanzadas al estrellato, coreógrafos de la noche. Y
yo.
Permanecía
unos minutos observando de forma panorámica la enorme sala antes de
bajar el primer escalón hacia lo que era el en teoría Hall de la
sala: Miraba de izquierda a derecha y recomponía una hipotética
noche al frente de los mandos de la tan codiciada mesa de mezclas.
Allí, en un plano superior y tras una especie de púlpito desde
donde predicar las salmas a las almas perdidas, estaba Deejay MÁS.
Un veterano y déspota residente que cada noche daba y quitaba
aquello que el porcentaje más alto demandaba, desde las manadas
numerosas, hasta el último y solitario invitado. Todo dependía en
gran parte de la cantidad de sustancia que habían abonado
voluntariamente los consumidores: Según los guiños, muecas y
movimientos de cabeza que el cliente estuviera dispuesto pagar al
Barman, tantas eran las gotas que añadía a la consumición.
Hubo
una noche una de mis primeras noches que me animé a
comprobar los milagrosos efectos del cuentagotas y que todo el mundo
se peleaba por contarte; tantos efectos y sensaciones como la
adicción del narrador tuviera. Fue la única vez y jamás volví a
caer en la tentación tras comprobar que no era dueño de mi lengua
vivaz, ni de mis movimientos reflejos. Desde entonces me mantuve por
largos periodos abstraído de lo que en el centro de la pista
sucedía.
Tan
solo irrumpía en ella cuando el alcohol en sangre era superior al
70%. Entonces, mis piernas y el grupo de nostálgicos saltábamos a
la pista y balanceábamos nuestros cuerpos al ritmo de alguna vieja
pieza que Dj MÁS tuviera el generoso gusto de brindarnos. Es curioso
porque aunque siempre tuvo una manera poco democrática de pinchar,
sabía como conformar a todos sin que se notara el menor signo de que
descendía el flujo de público en la pista; era inteligente.
Los
bombos y los ritmos se sincronizaban magistralmente proyectando un
aura divina sobre él, cual bola de neón. Jamás podías acceder a
suplicarle una petición por lo inaccesible de la cabina, pero sin
embargo era tal el acierto en sus mezclas que parecía que las
melodías estuvieran sospechosamente compuestas para su lucimiento
personal. Nadie dudaba por un momento que todo dejara de transcurrir
según el guión, ni mucho menos que fuera otro el que dictara, qué
nos convenía o no escuchar y bailar durante el resto de nuestras
vidas. Una relación de semi esclavitud y de devota sumisión que se
apoyaba en la creencia general de que el magnánimo indicaría por
siempre el camino de sus siervos.
Tuvieron
que pasar largos años hasta que alguna voz se alzara contra el
mesías. Aparecieron los primeros clanes liderados por gente a la que
las sustancias ya no le seducían, pandilleros que blandían
canciones de afilado acero cortante que amenazaban con rebanar con
una certera elipse cuello y manos del laureado dictador. Algo sacudía
por fin el cómodo conformismo de fiel clientela, sin acabar de
dilucidar qué fue lo que todo ese tiempo nos deslumbró y lo que
progresivamente fue generando el cambio, para que se despertara en
mi interior un rumor de protagonismo.
Yo
emocionado sostenía que no era necesario tener dos manos para
cuadrar los temas, porque el Rock jamás se mezclaba, ¡sacrilegio!,
bramaba yo con mi brazo mutilado. Apoyando mi teoría un emocionado
al que le faltaba la oreja y todo su pabellón auditivo: - No se
necesita, no!!, porque aquí jamás se va a volver a escuchar una
guitarra, sentenció.
En
la pista seguían bailando como malditos, resonando en las paredes
chirriantes los alaridos de James Murphy mientras sonaba la
Crass-version de Yeah!! Algunos se habían abalanzado batiéndose en
duelo como si representaran una escena de West Side History en piel
de Sharks y Jets: Los que exigían por un lado una pista anárquica
donde imperaran las cajas y los bombos sin orden alguno, encarnaban
a un Juan arítmico de sordera profunda. Y yo aupado por románticos
Condes de Montecristo, metido en el papel de un Tony lastimero,
enarbolando en la única mano que me quedaba y gritaba: - El
poder de la canción autobiográfica supera con creces el arte
impuesto de la danza!!
Al
cabo de una hora había desaparecido cualquier vestigio de
romanticismo, y lo que antes era una discusión pasional se había
revelado como un ajuste de cuentas sanguinolento que se parecía más
a lo que Bill Cutting abonó en el New York de 1850. Y lo que creiste licor pegajoso en la planta de tus pies, ahora es un líquido oscuro parecido al tuétano: LA VIDA SE NOS VA, GUÁRDALA EN BOTES.
Este
fin de semana vuelve a recordarnos, que nuestras vidas: Las vividas,
consumidas y editadas según el caprichoso y parpadeante ritmo de
nuestra memoria. No son más que un tenue ecualizador con luces, que
baja y sube al ritmo de nuestro estado de ánimo.
Las
canciones me han vuelto a atar desde los bajos de la cama y con los
pies al aire:
Me
han mordisqueado el dedo gordo y han ido subiendo por la pernera.
Pensado que el radio despertador se había revelado en un día de
fiesta arbitrario, lo he aporreado hasta despertar al vecino del
tabique contiguo: - Muereduérmete hijoputa!! Aporreando
cabezal con cabezal al compás de Walk This Way RunDeeMecero.
Sin
olvidar que las canciones me siguen consumiendo y tengo que subir el
volumen apunto de que la exorcización o muerte sean la cura definitiva.
2nd_2020_PLAYLIST
SOUNDTRACK CREDITS:
00_SILVIA PÉREZ CRUZ-FUTURAS MADRES DEL MUNDO 01_KHRUANGBIN-TIME (YOU AND I) 02_SHE PAST AWAY-RITUEL (THE SOFT MOON RMX) 03_CANNIBALE-SPECK OF DUST 04_YUMI ZOUMA-RIGHT TRACK WRONG MAN 05_KMFDM-KMF DUB 06_DMA'S-NEVER BEFORE 07_TOOT_ARD-MOONLIGHT 08_JOHN FOXX & THE MATHS-THE DANCE 09_MUERAN HUMANOS-EL LAGO 10_LAND OF TALK-LOOK TO YOU 11_LUKE HEINES & PETE BUCK-BEAT POETRY FOR THE SURVIVALIST 12_FONDA-THE WAY OUT 13_PREFECT-HELP! 14_KESTRELS-GREY AND BLUE (ft J Mascis) 15_SHE PAST AWAY- DEAR DEER RUH 16_FUTURE ISLANDS-FOR SURE 17_THE BLACK WATCH-TWISTED THINKING 18_CORIKY-SHIDILEEBOP 19_RVG-I USED TO LOVE YOU 20_THE NUDE PARTY-THIRSTY DRINKING BLUES 21_BLACK LIPS-HOLDING YOU 22_MR BEN & THE BENS-WATERING CAN 23_DEHD-FLYING 24_CHUCHO-AGENTE SEBSO 25_BEST COAST-EVERYTHING HAS CHANGED 26_WAXAHATCHEE-HELL 27_GARY OLSON-GIOVANNA PLEASE 28_THE ORIELLES-WHILST THE FLOWERS LOOK 29_DEVON WILLIAMS-OUT OF TIME 30_OTHER LIVES-HEY HEY I 31_ISOBELL CAMPBELL-THE HEART OF IT ALL 32_THROWING MUSES-UPSTAIRS DAN
Que
la fuga del mundanal ruido de la incertidumbre te lleve de un tirón
de brazo. Al júbilo silencioso y emocionante, de un paraíso digamos
que… ¿desconocido?; si es así como con la mirada puesta en la
playa, pudiésemos ilustrar el olvido de lo que se sacude a nuestras
espaldas.
Sería
con más que menos fidelidad, el resumen de mi semana en el Alt
Empordà a un mes vista: Entre el Paraje Natural de L’Albera y Els
Penya-Segasts de la Muga.
Uniendo
con un hilo invisible: Cada pueblo, bodega, vino, y particular suelo
que el nacimiento de la cordillera pirenaica otorgó a este singular
paraje. A merced de la Tramuntana y el Mestral del Canigó, y una de
las D.O’s más prometedoras, cohesionadas y diversas del territorio
Catalán.
Por
ende y no en vano, es de las pocas denominaciones de origen catalanas
que centra la mayor parte de su producción en la venta local.
Difícil
de encontrar los nuevos y más excitantes proyectos en las tiendas de
Barcelona, on line. Y sin embargo, con una manera de entender su
diversidad y diálogo entre el pasado, presente y futuro, tan
envidiable como lo es la unión entre productores independientes,
familiares, jóvenes venidos de fuera, y extraordinario diálogo con
el sur del país vecino.
Un
lujo perfecto, para sacudirnos estereotipos, falsas creencias. Y
dejarnos llevar por nuestra naturaleza instintiva.
Aquí
no voy ni a daros una turra de mi viaje, ni disertar con todo lujo de
detalles lo que allí se puede encontrar. Y ni mucho menos pretender
dar lecciones de absolutamente nada.
Fui
como un ignorante, y volví como un niño con las experiencias en
blanco y apenas tres páginas. Del diario que ni siquiera pretendo
acabar; siempre un continuará.
Sintetizado
en unos cuantos vinos ligados a un paisaje, a unas gentes, y a la
historia que siguen escribiendo. Tal cual.
Y
con el deseo de animaros a ir, no solo aquí, sino a todos los
territorios interiores a los que hacemos oídos sordos, embadurnados
en bronceador, atufando a sangría y cerveza de lata.
T’ESTIMI
(sin D.O hasta el momento)
Blanco
de Lladoner Roig y Blanc (o como se le conocé a la Garnatxa en el
Empordà).
Un
vino de dos exdeportistas profesionales, que dando un giro a sus
vidas, están dedicados estos últimos años a elaborar vinos de alma
incontestable.
Vanesa
Martin (ahora enóloga), y Jordi Simón llevan escasos años
produciendo este extraordinario blanco con carácter de Blanc de
Noirs y crianza en barricas usadas de Xarel.lo, provenientes del
Penedés y con leyenda a sus espaldas.
Un
blanco curioso cuanto menos, porque a mí personalmente, me rompió
de entrada los esquemas que tenía en blancos Apurdaneses; bastante
menesteroso yo, he de admitir.
De
nariz generosa en matices y evocaciones de gran Borgoña pese a su
juventud, y que ya le augura una prometedora evolución futura. Su
entrada en boca consta de diferentes fases; a cual más rica:
Ligera
untuosidad con notas salinas y algo de mineralidad oxidativa. Y un
final con una acidez rompedora con ligeras notas de piel de cítricos.
Que limpia, y deja un largo postgusto que inunda y pide más. Es
cambiante conforme se abre en copa y sube la temperatura.
Tiene
carácter, pero a la vez, volumen y amabilidad; la justa para que no
peque de pesado ni de excesivamente estructurado.
Y
eso es un lujo, creo yo. Primero porque es joven todavía, y después
porque pese a esa juventud y nervio, es complejo pero de una
complejidad que cautiva por la cantidad de matices y lo fácilmente
bebible que es a la vez.
Habla
del paisaje y expresa fantásticamente su terroir. Es
espectacularmente equilibrado, sin perder ese ápice de locura
asilvestrada. Elegante y desenfadado. Diferente, y como bien dice su
nombre: Adorablemente cautivador, y con un prolijo trabajo
magnífico, al embotellar historia, identidad, y singularidad.
Esta
botella la compre prácticamente sobre la marcha. Según aparcaba a
las afueras de Capmany, y salía del coche oteando el cartel luminoso
de EL PARRAL a las seis y pico de la tarde.
O
lo que es el edificio de la vieja Cooperativa de Capmany.
No
fuera a quedarme sin vino un domingo de vacaciones. Previsor que es
uno.
Allí,
ya pude ver la artillería variada de elaboradores que Miquel Llosa
tenía a bien disponerme: Más del triple de lo que imaginaba y todo
un lujo en el municipio.
Como
posadero: dio de beber al desamparado, al sediento… Y como si fuera
un peregrino. Me ilustró desde dentro hacia fuera, de la cantidad de
contorsionismos – igual que su orografía – tiene L’Empordà,
desde sus escarpada costa hasta su interior.
Fui
a la diminuta y escondida Colera, siguiendo la pista de otros (amigos
íntimos) que estuvieran semanas antes. Como si el tiempo largo sin
vernos, ejerciera de rastro a seguir en busca del fantasmagórico
abrazo desaparecido.
Los
pude oler, percibir su presencia, y hasta visualizar sus estampas en
las calas más coquetas de la Costa Brava. Y allí, en Tots Som Pop
(todos somos pulpo). Encantado por las viñas colgadas de los
desniveles y encaramadas al mar, de Edu Hugas & Co. Aka Celler
Hugas de Batlle. No pude más que visualizar un prometedor Rosado
(por más que el gran público los subestime). Perfecto para
acompañar unas Ortiguillas o un estupendo Arroz en pie de terraza.
CAMÍ
D’EN POCA SANG 2019
Un
Rosado de espectacular e intenso color proveniente de las Garnatxas
Negras más antiguas de la Bodega, en la parcela de La Coma Fredosa y
Coma de Vaixell. Que toma nombre del camino de acceso desde Colera,
a escasos 3 kms, y de maduración excepcional puesto que hacen de
mirador al mar, y ven despuntar el alba cada día.
Influencia
clarísima mediterránea: Salinidad, Intensidad y ese punto de
asilvestramiento que ejerce la Tramuntana; donde allí es
especialmente intensa (200 días al año).
De
intensa entrada olfativa a frutillos rojos silvestres y hierbas de
montaraces, se presiente más extracción de lo normal en un rosado,
dando: Una entrada con impronta de tinto, a la par de una juventud
punk y desenfadada.
No
hay rastro del empalague típico de un rosado. Goloso pero sin
excesos, y estupendo equilibrio entre la untuosidad, excelente
acidez, y matices de salinidad y mineral.
Que
los Arañones, el Pomelo y la Grosella interactúen tan bien en boca,
a la par de su complejidad y largo postgusto. Lo hacen ideal y
versátil ante cualquier alimento por potente que pueda parecer.
Hasta se le puede intuir una evolución interesante con algún año
más.
Pero
sobretodo, es un vino muy veraniego sin prescindir de la chicha que
se le puede exigir a un vino con personalidad, carácter aunque
también juguetón. Que ilustra a la perfección, la ubicación de
sus viñas y magnífico paisaje que las ve crecer.
Un
Rosado de 10, accesible, diferente y superempurdanès.
De
las extremas facciones costeras de Colera y Port de la Selva, o las
impresionantes vistas de la Serra de Rodes; casi en línea recta. Nos
fuimos en busca del lado más extremo de los Acantilados de la Muga.
Allí,
a un paso del Embalse de Boadella, está Sant Llorenç de la Muga:
Una diminuta villa de origen medieval que bien vale su encuentro por
el magnífico viaje entre Alcornoques, y su escasa media hora desde
Capmany. Y evidentemente, por la belleza y tranquilidad de sus
callejuelas y alrededores; claro está.
Desvelar
lo que allí podéis encontrar sería por así decirlo... Como
deglutiros el mínimo interés por la aventura que cada uno/a pueda
tener.
Y
así, prácticamente de casualidad, pues no planifico apenas la
dirección que toman mis pasos. Acabamos en EL HOSTAL DE L’AIGUA,
donde la funcionalidad y mínima intervención es un valor en alza;
para quien la apreciamos, claro está.
Por
la misma casualidad y practicidad que hace que me suba en marcha por
intuición. Fue allí donde descubrí los vinos que 30Kms más abajo
hace el bueno de Jordi Esteve alias RIM (diminutivo de Raïm o Uva en
Catalán).
Para
entender sus vinos, es imprescindible conocer a su elaborador y lo
que le movió en 2013, a perderse en minúsculo pueblo por donde
entró la Filoxera hace 140 años.
Sus
siete años de trabajo titánicos recuperando la viña centenaria
abandonada a su suerte, en pleno yacimiento pirenáico repleto de
terrenos pizarrosos y pasos fronterizos clandestinos. Ha invetariado
viejas bodegas desaparecidas, ha impulsado ferias fronterizas con la
Sierra de La Albera como estandarte, y lo que nos rondará morena.
Yo,
de momento. Todavía ando descifrando la vitalidad embotellada, de
aquel cupatge imposible entre Garnatxa (Lladoner) y Muscat.
Un
Rosado, o tinto mestizo. Que exprime toda la licorosa fruta de la
mineral y concentrada Garnatxa, junto esa parte más floral del
Muscat, de ambas partes de la frontera. De ahí su nombre:
CONTRA-BAN
Ese
homenaje de líquido elixir a las zonas de nadie. Que si en
disposición de hablar estuvieran, bien podrían llenar de anónimas
historias la estantería de nuestra biblioteca:
Desde
los exilios de la guerra civil, al contrabando. Que hace de esas
zonas, territorios que poco o nada tengan que ver con el empeño
humano por poner límites a lo ilimitado. Como la manera en la que
Jordi Esteve ha descontextualizado su pasional juventud, con los
viejos viticultores de Rabós. Para elaborar vinos que quiebran esas
mismas facciones de los defensores y detractores de lo Natural,
Ecológico, Biodinámico, Tradicional o ¿correcto? A la hora de
juzgar un vino.
Así
como los vinos más tradicionales necesitan exhalar el volátil
concentrado, para mostrar su virtudes. Los vinos con mínima
intervención, también muestran ese rastro de fermentación, bodega,
o Sidra; como dice mi mujer. Antes de eclosionar la plenitud de sus
atributos.
A
ti te encanta ese volátil a resina y epoxi de los vinos
concentrados? Pues a mi me pasa lo propio con ese rastro que deja la
fruta, sin colorete, maquillaje y rímel que los disfrace.
CONTRA-BAN
es como una tisana de paisaje y territorio. Una golosina de fruta,
fruta y más fruta que inunda de gosellas e Higos secos la boca, y la
liga magistralmente con el lejano perfume de Magnolias, Hinojos y
Retama. Con un fondo apenas inaudible del pedernal, la pizarra y el
grafito; también. Convirtiéndolo en un vino mestizo de cien razas y
hechuras, u otro rosado que en realidad tampoco lo es. Viviendo
salvaje en las zonas más oscuras de la costa sudorosa y playera, y
domado lo justo para darte un lametón, una caricia y si se tercia y
hay predisposición, contarte una fábula.
Vinos
felinos si señor!!
Siguiendo
esa fina frontera, saltando como las cabras aquí y allá. Tampoco
voy a andarme con remilgos y prescindir de esos sitios que me dan la
vida cuando las circunstancias te la sustraen, o lo intentan; que ya
quisieran.
La
vida es un instante, un chasquido de dedos; yo que no se hacerlos
sonar. No es ni siquiera un recuerdo, pues los recuerdos solo se
deberían grabar por sensaciones momentáneas ya que la memoria la
vamos a perder en cuatro días. Y esto no es un blog sino un diario
de navegante, pues cualquier día la perderé y también.
Así
que a falta de tocadiscos, soundsystem en la casa rural y el tiempo
justo al volante para mi ducha estival musical. No iba a ir yo al
VINILO?
Más todavía si Nico
Maytea te dice: - Ves,
corre!!
No
así exactamente, pero en síntesis SÍ.
La
gente va buscando los típicos restaurantes de L’Escala con aire de
peli de Alfredo Landa o Juanjo Menendez; a sus pies siempre, aclaro.
Pero VINILO no es eso. Que podría ser un bar musical y una terraza
de tomar Aperoles
y eso… Y tampoco… o sí
Vinilo
es lo que tu quieras, pero sobretodo: Un sitio para confiar tu mejor
coche, la novia o tus hijos; lo que más quieres. A
Alfredo y su pareja (ni Landa, ni es Sueca).
Que
bien sería como cerrar los ojos y dejarte llevar a tientas a la
Borgoña reína de Pinot Noirs. A
su pequeño huerto familiar de colorido arco iris. A
Pals y su extraordinario arroz. O
a una barca en medio del Mar en busca de cualquier alimento marino
con el que poner la bengala a una comida.
Para
mi, suficiente un Arroz semi meloso de cangrejo y erizo. Con un
Borgoña fonambulista de Chapuis de Coteaux du Bourguignons:
Pinot
Noir y Gamay de zonas frías que hacen de visor de lontananza, donde
casi se pueden tocar con la mano los verdes de Pommard, a
apenas 200kms de la frontera Suiza.
Que
maravilla!! Fluido y de fondo profundo, de zancada larga y saltarín
de cross entre matas de fresas, grosellas y arándanos. Nariz para
que tu cuñado te haga ahogadillas como antaño en la playa, pero en
vez de llorar de berrinche, sucumbir en plena aromaterapia. - Esa si
que es aromaterapia y no la de las cosméticas!!
No
hay a día de hoy ningún lumbreras al que se le ocurra capturar y
sintetizar el aroma de una copa de vino vacía con su perfume
residual? Debería, y yo, me pediría una suscripción anual.
Inútiles!!
En
boca a la par de adictivo y pellizcante
¿se dice así? Su combinación exótica de Pimientas Negras y
voluptuosas Violetas, lo hace un extraordinario todoterreno. Según
mi hijo de 13 años que por
primera vez pidió probar un vino, en palabras textuales fue así:
- “Este vino me ha impactado”
Así, tal cual. Casi lloro de emoción
Que
pena que esta asquerosa pandémia no permita abrazarnos. Con lo bien
que éstos exorcizan las penas e ilustran las alegrías joder!!
Los
siete días pasaron volando, como si el amago de Otoño del 28 de
Agosto nos fuera a cortar la cocción. O los vientos pirenaicos nos
enviaran de nuevo a nuestras malditas urbes plagadas de psicóticos
congénitos.
En
esa semana he/hemos intentado conciliar cada una de las facetas de
está magnífica zona: Lo moderno y más exquisito, las terrazas de
pueblo, el consejo del pagés orgulloso, el restaurante de menú
supervivencia y alegría intrínseca como el divertido Can Batlle de
Garriguella. Los desayunos/cenas el la Plaça de la Torre, bálsamo
de tranquilidad con sus frescas noches y esa tranquilidad que se
refleja en las expresiones de sus comensales. La tradición cuidada
hasta el mimo de Ca La Marìa. O la única visita a Bodega el
Olivardots teniendo en cuenta el trasiego de la vendimia.
Para
quedarse a vivir, o pedirle faena Salvador Batlle en el Cósmic de
Agullana, vamos!! Trabajaría sin remuneración. Por el simple lujo
de tocar el cielo estrellado de puntillas.
El
broche intentando detener el tiempo entre piscina, sol y
contemplación, lo pusimos en manos de Ca La María y el Celler La
Vinyeta; a 15 minutos de Can Llobet. En pleno centro de Mollet de
Perelada, un antigua bodega ejerce de pequeño templo de la tradición
familiar desde hace más de 50 años.
Solo
por probar sus Sardinas escabechadas con el vinagre de solera que
ellos mismos elaboran, ya vale la pena acercarse.
Una
comida final familiar, en familia. Que pusimos en manos de un MIG
MIG que un poco intenta concentrar en una botella todo
eso: El pasado, el presente y el futuro, pero siempre desde una
perspectiva heterogénea y con conciencia de territorio.
Un
tinto con mitad y mitad de Garnatxa Roja de viñas viejas,
típicamente Ampurdanés, y una uva de origen Francés como el
Marselan. Que aunque no está incluida por la D.O, ya se están
elaborando bastantes vinos en la zona de Penedés con una adaptación
prodigiosa y magníficos resultados.
En
copa tenemos un vino versátil y de contrastes juguetones; otra
vuelta de tuerca más de este joven proyecto entre Josep Serra y
Marta Pedra (Vins de Pedra/Conca de Barberà).
De
olfativa licorosa y profunda, rica en disfrute y complejidades. Su
ataque en boca es fresco y consigue lo que se propone: Preservar esas
notas de fruta roja ligeramente compotada sin renunciar a la
sabiduría de sus viejas viñas con detalles minerales, de bosque
húmedo y tostados de cacao y cómoda de la iaia. Y redondear con
paso firme pero fino, con muy buen volumen y unos taninos ligeritos y
salivantes.
Con
la comida se comporta de forma estupenda, ya sea con las sardinas
escabechadas, el pollo con gambas, los quesos del final, o el confit
de pato. Algo que ya sabemos del Marselan, como variedad de potencial
gastronómico envidiable.
La
Vinyeta, es una bodega con escasos 14 años, que se estableció en
Mollet de Perelada como un proyecto tan pasional como loco. Teniendo
en cuenta que los viejos del lugar no confiaban en aquellas tierras
según ellos: poco fértiles.
Pero
tras estos casi 20 años, Josep y Marta han postulado como una de las
agrobodegas más inquietas y renovadoras.
No
solo elaboran vinos con una R.C.P imbatible y franqueza sin rodeos.
Sino que además, han recuperado fauna, olivos, una granja con sus
propios productos y la apicultura, con la sostenibilidad como bandera
y un agroturismo autodidacta e imaginativo; basta con ver sus
recientes premios al enoturismo y trabajo en Celler, otorgados hace
un par de años. Mención aparte tienen los vinos que Marta elabora
en la Conca, con un Trepat espectacular. O sus vinos especiales de
parcela (microvins), los de Sol i Serena, su Mistela experimental, o
su vino de aguja con levaduras de cerveza.
Un
pequeño milagro, que junto con los innumerables que se dan por este
curioso paisaje a merced de la Tramuntana.
Hace
que el Empordà sea posiblemente la zona más inquieta y prometedora,
por varios factores importantes: Su juventud, su escaso
encorsetamiento fruto de su diálogo fronterizo y mestizo, la
variedad y riqueza de sus suelos, y sobretodo, por su estupendo
diálogo y concordia que hay entre los jóvenes y viejos
viticultores.
Hay
más, desde luego. Pero tendrás que ir tú a descubrirlo.
Yo
lo hice con las rugosas texturas del SUN RACKET de Kristin Hersch y
sus THROWING MUSES.
Un
disco que recoge la evolución mucho más arisca y abrasiva de la
banda de Boston y su autora. Un camino que al igual que el Empordà:
Se retuerce entre las secundarias costeras, a pie de mar o subiendo a
las cimas para asombrarte por las caprichosas formas de su litoral. Y
que indudablemente modula el carácter de su gente, como parte más;
que somos. Del paisaje y singular ritmo que nos marca la naturaleza,
si estamos dispuestos a ponernos en sus manos.
Alabada
sea la diosa naturaleza y nosotros, minúsculas circunstancias en el
tiempo y en el universo.
Debería
– y he contado hasta tres – hablar sobre las virtudes
gastronómicas, malabares y demás coletillas que ahora tanto inundan
las instantáneas mediáticas de nuestro celular; pero no.
Mi
relación últimamente con el placer dispensado por algo tan
elemental como el comer y el beber. Que ahora, de alguna manera se ha
convertido en una especie de experiencia casi tan reveladora como la
aparición de una virgen. Para este menda, es más como el sexo y
todo eso a lo que nos empujaría esa pareja recién conocida en una
noche loca:
Elemental,
primario y si se quiere: perverso. Cuando lejos de los Tripavisores
miopes, estamos los que buscamos la verdad de la vida lejos de los
testamentos dogmáticos, y un poco esa pose sensacionalista del
espejismo deslumbrante.
Que
igual el rastro del vino distorsiona y condiciona mi forma de ver las
cosas últimamente. Pero siempre y cuando uno/a utilice sus placeres
egoístas, para regenerar y estimular sus sentidos digo yo… Que
leches importa si la verdad pertenece a alguien o importa un carajo
la unanimidad?
Que
sean los feligreses y la papilas las que hablen o sean el botón rojo
de la deflagración orgásmica quien nos coja de improviso.
Yo
hace un montón de tiempo que no planeo.
En
el hospital pensé que las voces y pasos en el pasillo eran fruto de
la morfina. Pero con el paso de los meses, he llegado a la conclusión
que no son voces sino latidos: Te llaman, bien sea por instinto o
impulso.
Nico
Montaner me llamó; creo. O quizás fue siguiendo las migajas de pan
que Lluis Pablo Herr Commander, Juancho Asenjo o mi amigo Jordi Ferrer fueron dejando; como
personas a las que creo más que a cualquier predicador. Y no es
criterio, sino ventanales de aire fresco y perspectivas distintas lo
que me aportan.
Así
que Nico, su hermano, y todo aquel que se siente parte del legado
familiar Donostiarra de su madre Maite Anechina; con malavar
etimológico incluido (Cariño = Maitea en Euskera) . Para mi, son
como una pequeña familia que te hace partícipe de esa química
invisible entre el vino, la comida y el punkrock puramente hedonista.
Por
suerte en Barna hay unos cuantos, los mejores. Solo hay que
buscarlos.
Personas
que como Nico y su equipo. Hacen que la comida y el arte de nutrirse
no solo te sacie la tripa, sino te insufle un montón de felicidad.
Platos
honestos y funambulistas que hacen equilibrios entre la alta cousine
y la esencialidad con terruño. De una manera tan simple y funcional
como el Rock&roll, sin prescindir del virtuosismo pero utilizando
elementos reconocibles, familiares y comprometidos con nuestro
pasado; igual que una Fender o una Rickenbacker. Infalibles y
eternas.
Lo
que allí te puedes encontrar a parte de una carta de vinos
imaginativa, reconstituyente y diversa. Es una comida sustentada en
parte en la tradición culinaria de familia, el respeto por el
producto de temporada y proximidad, y esa impronta que habla
directamente y sin ambages de aquello que vas a dar cuenta.
Por
lo tanto, el resultado como podéis imaginar, es de un divertimento
asegurado sin mentar los postres, que son el colofón perfecto.
Ineludibles todos ellos.
La
Txistorra de Arbizu con papas y huevos fritos a grito de The
Sonics, la tortilla de bacalao que en realidad The Neatbeats
proclamaban. El Ajoarriero, los garbanzos con tripa de bacalao
Motörhead, las tiras de pollo con esa salsa de miel los
hermanos Reid susurraban en el “Just like Honey” con
mostaza, que quitan el sentido, los calamares con rebozuelos y
butifarra de perol de Cal Rovira a lo Octopussy Seamonsters
Weddingpresentero, el nidito de foie a la brasa recostado en
huevos que mi hijo mayor podría recitarle en clave amorosa como RVG
en “ the Eggshell world”, o las carrilleras
a la Riojana de reverencia grupal “Thunderstruck” ACEDECERO;
por poner algunos de mis preferidos.
Una
alineación de pinchos desde el más básico y elemental, hasta los
bocados de sus platos en versión de bolsillo, mejor que cualquier
selección del más reputado de los Dj’s.
El
Txuletón James Brown no podía faltar, está claro, igual que
los pescados clásicos. Pero yo la verdad es que me lo paso más bien
con los platillos y novedades de temporada como la Corvina lacada con
teriyaki y los maravillosos Jereces a copas inigualables en toda
Barcelona.
No
en vano, no es casualidad que el historiador jerezano Álvaro Girón
aparezca por allí cada vez que visita Barcelona. Es entonces cuando
Nico dispensa esa colección de Jereces viejísimos, de coleccionista
e inmortales que atesora en su bodega. Igual que los Brandys de los 60 desaparecidos, que recupera como un mecenas humanitario para las almas
descarriadas como nosotros, para el menester que se precie: Acompañar
un café cortito y bajar la comida para recobrar la agilidad y la
lucidez, o por simple labor humanitaria.
Dejarte
aconsejar y llevarte en brazos a descubrir verdaderos tesoros de
pequeños productores, es otro bien escaso en esta ciudad grade que
es Barcelona. Y descubrir los vignerones más punkis y
gamberros de Francia, Italia o nuestro territorio, lejos de las
encorsetadoras D.O’s. Nunca falla, os lo aseguro.
Hay
que tener la mente abierta, los sentidos preparados y ganas de
aventura para desentumecerlos y ganar años perdidos ya en la
juventud desinhibida. Perder el miedo a descubrir. Que lo que nos
mola ya lo tenemos ahí, eso no se pierde, pero a veces se enmohece.
Y ejercitar ese equilibrio entre la sabia joven, y las tradiciones
más ancestrales.
Resumiendo:
Un
sitio singular en si mismo al que me desplazo cuando quiero darme un
homenaje, egoísta si se quiere, y donde llevaría a mi amigo del
alma también.
Donde
no hay solemnidad ni paripé cuando son los manjares que te tutean, y
los mejores vinos posibles para acompañarlos; desde el más
preciado, al más gamberro. Y donde una carta para todos los
bolsillos da el juego imprescindible para montártelo a tu manera.
Un
parque de atracciones para jugar, disfrutar, y amarse.
Que
el amor, que queréis que os diga, está muy falto hoy en día.
Dos
mil veinte; este año raro e incómodo que está poniendo a prueba
nuestra sensibilidad y aplomo. Me ha otorgado la tregua y segunda
oportunidad suficiente. Para digerir y degustar la vuelta de Jesse
Tabish tras varias intermitencias, y el abandono propio de quien se
olvida del camino a casa.
Un
disco de un empeño sonoro y delicadeza tan extasiante. Que merece
mínimo, tres escuchas y un examen oral para que el mantra cure.
Medicina natural y honestidad a borbotones.
Hace
nueve años, descubrí a esta banda de Stillwater (Oklahoma). Y me
quedé encantado con esa especie aura que me ubicaba en un recuerdo
más o menos lejano e incierto, pero totalmente placentero del Tamer
Animals (TBD Records):
Las
primeras referencias de Dead Can Dance, Days of the New, Lorena
McKennitt, Sigur Ros, Shearwater, Tommigun o sobretodo Lorien; de
quien algún día os hablaré. Y un sinfín de sonoridades que, lejos
de relacionarlas con un estilo concreto o un parecido relativo. Yo,
personalmente asoció por emociones, o por texturas que me sugieren:
Naturaleza, paisajes y si se quiere, una pizca de espiritualidad.
Un
disco – resumiendo – Soberbio de principio a fin, y que además.
No me me decepcionó lo más mínimo en su puesta en escena sobre el
escenario del mismo Primavera Sound:
Sonido
envolvente, rico, meticuloso y delicadamente enriquecido con esos
mismo arreglos que se ensalzan en su disco. Y que solo buscaba la
intimidad y el recogimiento, cuando quieres ligar el folk, con algo
que se puede emparentar perfectamente con la épica y misticismo
acogedor de la música tradicional anglosajona y centroeuropea.
Su
trabajo por aquel entonces, me impactó y tanto necesité junto al
también curativo NEW INHERITORS de WINTERSLEEP. Que de ambas bandas,
necesité tiempo, sugestión y desconexión. Para volver a asimilar y
retomar con la suficiente higiene y disfrutar de nuevo de su música.
Dos
mil veinte; este año raro e incómodo que está poniendo a prueba
nuestra sensibilidad y aplomo. Me ha otorgado la tregua y segunda
oportunidad suficiente. Para digerir y degustar la vuelta de Jesse
Tabish tras varias intermitencias, y el abandono propio de quien se
olvida del camino a casa.
Un
disco de un empeño sonoro y delicadeza tan extasiante. Que merece
mínimo, tres escuchas y un examen oral para que el mantra cure.
Medicina natural y honestidad.
A
veces pienso que soy yo; y quizás no me equivoque. Aunque le echemos
la culpa a la calidad de los discos, nuestra falta de concentración,
o al equilibrio que todo melómano de buena boca busca, en la
variedad.
El
caso es que, pese haberlo escuchado el día de su publicación. Y
advertir su calidad, y no ser capaz de asumirla como quien está con
la mente dispersa como un mal cronificado en pleno confinamiento.
A
las puertas del fallido intento de convertir tus 50 años (27 de
Abril hora zulú), en el evento apoteósico necesario para remontar.
Jesse Tabish intentando salvarte a grito pelao, y tú. Ahí bailando,
grabándote y diluyéndote en alcohol vínico, como un jalipollas.
He
necesitado (ahí es na), casi cuatro meses y un trayecto en coche.
Para reconocer al instante, el esfuerzo que ha dedicado la banda para
retomar su sonido y discurso lírico. En un disco que, cuanto menos,
rebosa coherencia, estructura y claro – lo más importante – diez
magníficas canciones.
Pese
a que su arranque titubeante en “Sound of Violence”,
recuerde en sus primeros acordes a más de lo mismo. Hay un halo
flotante fruto de sus estupendas orquestaciones, que lo convierte en
una especie de testimonio de crooner marchito. Muy a lo Neil Hammon,
Cherry Ghost o Get Well Soon.
Pero
en realidad y pese a la dureza de sus letras a la hora de asumir las
miserias personales o el estado mismo del mundo actual.
Canciones
como “Lost Day” o “Cops”, alzan
el vuelo y acaban devolviéndonos la mágica esperanza de su música.
Como si su reclusión en la cabaña que preside su portada, fuera
toda una declaración de intenciones para soltar lastre e ilustrarlo
en una colección de canciones que se escapan de la desmesura un
tanto barroca de su anterior obra.
“All
Eyes/For Their Love” roza la utopía escénica; pues parece
salida de una filosofía sinfónica parecida a la de John Cale en
Paris 1979; un disco imprescindible, dicho sea de paso. E imposible, quizás, de
llevar a cabo en una hipotética gira.
Con
sus seis minutos necesarios, donde se despliega un verdadero paraíso
orquestal, juegos jazzísticos, y unos envolventes coros que llevan
en volandas un canto al amor demoledor.
La
sentida “Dead Lenguage”: mínima, desnuda y precisa
en sus textos. Como uno de los valores de peso para otorgar el
verdadero aprecio a este gran regreso. Y que aunque muchos hayan
elogiado con la boca pequeña, debería ser sin duda uno de los
discos de este deslucido 2020, salvador en este caso.
La
solemne y oscura “Nites Out”, que
afila el tremendismo amoroso hasta límites góticos. Hace de Jessi
Tabish y su banda, unos de los pocos valientes fieles a su sonido y
titánicos defensores de un/su universo personalísimo.
Si
Ennio Morricone en un repentino estertor alzara la cabeza. Igual
podría esbozar una sonrisa de placer al escuchar “We Wait” y seguir durmiendo tan tranquilo:
Un tributo encantador a la forma de entender la música, las
orquestaciones y su indistinto uso sea la disciplina que sea.
Tarda
en llegar, pero es en el corte 8 donde “Hey Hey!!”
aparece como el hit definitivo: Coros sublimes, soulazo de
altos vuelos, ganas de bailar; pues FROM THEIR LOVE también se baila
arrapado, suelto o desnudo por el monte. De la mano de la tribal
“Who’s Gonna Love Us”, con ese talento especial
que Jesse Tabish, su esposa Kim, Jonathon Mooney, Josh Onsttot, y
Danny Reisch saben desplegar en la soledad de su nueva casa en Cooper
Mountain, muy lejos de Portland. FROM THEIR LOVE se erige lejos de
ser ese disco pomposo que le atribuye a las orquestaciones y
sensibilidad reflexiva de sus textos, como una obra honesta, sincera
y poética.
Basta
con escudriñar la moraleja y mensaje que se extrae de “Sideways”;
que cierra el disco. Con un lema tan útil y necesario en estos
tiempos tan deshumanizados y egoístas, como determinante en el
objetivo y destino que esta banda ha emprendido aquí.