miércoles, 20 de julio de 2022

ISLANDIA NUNCA QUEMA_ 2022: LA AUDAZ CONQUISTA POP, SERÁ LA FUTURA HEGEMONÍA DE LOS TÍMIDOS

 

Érase una noche de una vez de mediados de enero, todavía resacosos nosotros de la brillantor del 2015 y cegados por el resplandeciente 2016.

Nos acompañó de la mano Robert Forster desde la Koska, con un plato de boquerones en vinagre en la mano y en la otra rematado con un Palo Cortado.
Y con una reverencia a lo Joe Turkel en el resplandor. Nos dio paso:
Sonaba como un salmo antiguo de pana, franela y forro de licra, “Reach You”.
Y en la vieja 2 del Apolo se formó de repente, una cúpula capilla con Bid y Lawrence cantándonos al unísono.
Mágico.
Así de fácil.

 

De eso ya hace (echo cuentas)… Seis años y.
Aunque suene como un sueño tenue, vago, y lacrimógeno. “Elgin Baylor” me recorre como un escalofrío de sudor forzado, que por el espinazo intenta disipar los 37 grados bajo el tostadero. Mientras Salva estira las notas de su Telemaster casera hasta el ocaso, como en el juego del elástico de las amigas de mi hermana.
 
 
Me reconcompongo, cierro los ojos, y me atraviesa Max Décharné con sus Flaming Stars; en un suma y sigue de nostalgia.
Esa cosa extraña que siempre siempre te rumorea como una condena a cuestas, mientras caminas y lanzas un vistazo atrás.
Aclaro:
(Si hay algo verdaderamente emocionante de hacerse viejo. Esa es la de rememorar los tiempos míticos con una simple cadencia, hechura, o gesto).

 

A veces aparecen sin tan siquiera buscarlas; es lo bonito.
Te asaltan como una corriente de aire fresco en plena canícula.
Y por su brevedad.
Son idóneas, precisas, y preciosas.
Por eso Carles Ribas nos dice rasgando su Gretsch: “Seremos Imperfectos
-      
quiero pasar los días contigo, sentado al sol. Y hacer de nuestras vidas, algo más soportable”
-      - Seremos, imperfectos, esclavos de los deseos, que nunca pedimos, nunca fueron nuestros
 
Llamándonos a la revolución de la contemplación, con una mueca entre lo glamuroso y lo demodé. En ese mundo ideal, donde los tímidos dictarán las pautas del éxito.
 

 

 

En el nuevo y esperado regreso de ISLANDIA NUNCA QUEMA vociferando cánticos de art pop. Hay, sin ser evitable ni quiera uno. Esa esencia que tanto cuesta encontrar en las bandas de ahora, que como si fuera una reestructuración de plantilla. 
Parecen estar empeñadas en no dejar rastro de ese pop que deambulaba entre la New Wave, los sonidos dunedin, el de los clubs de los suburbios, o esa imprecisión de sonidos que huyen del código de barras o la estantería estipulada para bobos. Para ajustarlo todo, al estándar del refrito; ahora que ya no hay escena que enderece el panorama.
Pero ¡hey amigos! Siempre hay un esperanzador asidero donde agarrarse ante el zarandeo de la vida, que acelera a toda velocidad, sin avisar a los que no nos queremos subir a bordo.
-        Espera.
Que todavía estoy olisqueando el perfume a rosas de la copa y descifrando mi destino en el rastro que deja la silueta de la cafeína en mi taza.

 

Subo el volumen de la rueda hasta que hace “clic” el final de carrera, y suena “La Por” ¿el miedo? Creo haber hallado mi evangelio; de veras. Con esas guitarras elásticas que saben a sol y huida, y una estrofa final demoledora.
 
 
UTC” me da la puntilla y el descabello, desangrando pop del que ya hace lustros se le olvidó a Jarvis ¡cha cha chá! ¡Dale Carles!
 
 
Yo también prefiero bailar a los libros de autoayuda.
Y si estamos tan bien, para que vamos a cambiar.

 

Camisa de cuello Mao” alcanza una velocidad de crucero de vértigo pop en plena garbinada.
¿Qué puede salir mal entonces?
En este caso concreto, nada.
 
 
Elgin Baylor” es el mejor ejemplo de la enseñanza de los errores y las derrotas en forma de canción de amor. La templanza del vigía sin más premio que la gloria del esfuerzo y la clase, en pleno tiro suspendido e infalible.
Como Elgin Baylor yo te amé, te perdí una y otra vez, y hoy me vuelvo a levantar
El paradigma de un jugador que lo ganó todo a título personal, y que cayó derrotado una y otra vez con los Boston Celtics. Retirándose de manera trágica, y ganando Lakers su primer título por fin, con él sentado en la grada.

 

La mala suerte, la desdicha, y la frustración. Pero con el pundonor del elegante luchador/perdedor más tenaz que ha dado la NBA.

 

La elegancia como mantra de bajo y percusión. Que “Pornografía Amateur” rabiosamente hipnótica y adictiva, nos asalta en vuelo rasante: “con tu indiferencia mátalos sin más” - Písale fuerte Jordi & Marc!!
Es otra de esas joyas que puebla la vuelta de ISLANDIA NUNCA QUEMA, en pleno clear CMOS post pandémico.
 
 
Un regreso necesario para florar ese paisaje yermo solo en apariencia.
Lo clama “Vanitas Vanitatis
No es tan fácil recorrer el mundo, que separa la cama y el mueble bar, intentando mantener la vertical”
“el secreto está en aparentar

 

Como si su elegancia arrogante e irónica como adn de actitud a la hora de firmar canciones. Nos encomendara esa excursión planificada hace meses por nuestra ilustre historiadora reusense Anna, para visitar el Museu del Vermut en su Reus natal.
 
 
Que digo yo que deben ser cosas de los astros, de esa aproximación superlunar, o de su lírica y guarnición musical. Que, a buen seguro, busca que saciemos de notas frugales y nutrientes este verano secante de agitador el avispero. A golpe de vinos macerados en hiervas, de copiosas comidas en el Pil Pil, y de conexiones invisibles hacia Porrera y Torroja del Priorat.

 

O es la alineación de los astros. O de esa llamada muda e inaudible que como cantos de sirena. Nos buscó, nos encontró.
Y veinte años después de mi entrevista con David Carabén en un bar de Vía Laietana.
Los sube este mismo sábado sobre un escenario de Tarragona, a Mishima y a Islandia Nunca Quema. Para cantarnos la buena nueva, mientras recorremos el mundo que separa la cama del mueble bar.

 

En serio, no es por aparentar.
Pero a veces, creo en el libre albedrío.
O el magnetismo que hace que cuerpo y alma, se atraigan sin remisión.

domingo, 19 de junio de 2022

EL PLANTARIO: GOOD LOOKS_BLUMMER YEAR_2022, Y UN SORBO DE MATAPALOS MARENAS

 


 

No es casualidad que el verde sea mi color preferido con diferencia:

Me asomo a mi ventana, y los verdes luminosos bajo los rayos del sol primaveral, invitan a recoger y guardar esas semillitas que la pasada playlist nos trajo como vientos de abril. Esperando que echen raíces en nuestro interior de manera espontánea los próximos años.

 

 

Variedades raras y familiares a la vez, que brotan en los márgenes. Y que vienen de un universo sacudido de pasados amasando estiércol; ahora devorados por las petroquímicas en Austin/Texas.
Y donde la banda de Tyler Jordan, solo ha necesitado siete pedazos musicados. Para que la melancolía acuda salvadora como arma arrojadiza, contra el devenir de nuestro planeta y sus malhechores.
Allí, Jake Arnes teje con el tremolo bigsby de su Gibson un manto de armónicos y volutas, como si de una hibridación de Felt y Drive-by Truckers ocasional se tratase; con Robert Cherry y Phillip Dune marcando el paso rítmico.

 

BLUMMER YEAR es un observatorio doméstico y extremadamente cotidiano. Donde los textos de Tyler Jordan intentan buscar respuesta a la debacle social de las polarizaciones, con una militancia melómana maravillosamente cercana:
Siete canciones tan sólo, para dejar una fuerte impronta. De esas que te hacen llegar al mes de Abril, ondeando la bandera de los 52 con fuerza y vigor.

 


 

Pero mucho antes de que todo despegase el día que “Vision Boards” sacudió el tapizado de mi coche, en un caluroso viernes de primavera.

Tuvimos que esperar pacientemente la publicación de la colección. Y arrancar el paseo, como se ha de hacer: Con temple, soltura y predisposición al amor.
Almost Automatic” no empequeñece la inmediatez de su adelanto; es cierto. Pero si que lo convierte en algo tibiamente anecdótico. Porque esa cotidiana historia de amor/encuentro/dilema/lugar; engarzando con la preciosa “Balmoreha”. Es lo que hace de este puñado de canciones, algo realmente grande por su alto grado de sinceridad y naturalidad.
Hasta llegar a “Bummer Year”, claro.
Ahí Taylor Jordan aparta de un plumazo toda sensiblería y nostalgia, y arremete sin pudor sobre el Trumpismo tejano, en clave de reprimenda: Todos mis amigos de secundaria, todos compraron motocicletas. Se apuntaron a un club de bicicletas, en apoyo a Donald Trump.
No creo que sean malvados, incluso cuando son horribles.
Porque son el tipo de personas que te gustaría tener contigo en una pelea de bar.

 

Puntillitas que te recorren como un calambre los brazos, buscando asir un mástil y chasquido de cuerdas.

Esas canciones que se devoran en un banco, igual que una bolsa de pipas francaris: “First Crossing”, “21”, “Walker Lake”… Es fácil hablar de ellas, son siete. Ni hace falta recurrir al índice de personajes, ni mentar a fulano para que te las recuerde. De la misma manera que el mismísmo 12; día de la capitulación primaveral. Me han cambiado los verdes por el dorado, y los vientos de abril por la calima manchega de 41 grados a la sombra.

 


 

Lo que no ha cambiado desde luego, en este mes de fermentación y crianza del texto.

Es el resorte musical, y la compañía de baile líquida para tan festejada secuencia armoniosa de distintos sonidos en ordenada (o no) combinación: Música vamos!!

 

Música que retumba abovedada dentro de una copa, a la que dándole vueltas y vueltas hasta enloquecer. Ahora, en este preciso instante y tras subir a las 20:30 hora zulú de buscar el pendrive de la furgoneta. Donde conviven música y textos viajeros con 12% de humedad relativa y 37 grados de una tarde nublada.
Creo.
Que tengo ya decidido el vino de compañía con el que hacer un trío bajo la esquiva luna llena caramelo, y salvador aire acondicionado.

 

Bajaré un poquito más si es menester, hasta llegar a la sierra cordobesa; para eso de contrastar calores infernales.
Pero también para salvarme en el recuerdo de una rareza (como el que suscribe). De Pedro Ximenez indómito y salvaje con cicatrices de clones antiguos.
Entre el Guadalquivir y las montañas subbéticas (Montilla), José Miguel Márquez y su hermano, llevan 25 años auscultando tierra y paisaje. Para recuperar la memoria perdida de los vinos de antaño.

 



 

Matapalos es un Pedro Ximenez de viñas jóvenes de 15 años, injertadas de clones antiguos de esta uva; usada tradicionalmente para vinos dulces y fortificados.
Lo cual y extrañamente comparado con las viñas actuales de Pedro Ximenez. Conservan al final de la fermentación una parte considerable del azúcar residual (+- 10g/L) y lo convierten en un híbrido entre: Vino dulce/seco, con atributos aromáticos tan complejos como francos.
Un blanco sabroso que de ninguna manera hace de su dulzor algo voluptuoso y condicionante. Perfumes de retama, flor blanca y fruta de hueso (melocotón, ciruelas claudias). Alto grado de volátil con restos de resinas y balsámicos que se recuestan sobre ese toque de dulzor delicado. Y un final con demoledora acidez para resetearte la expresión de: Ein!?
Y volver a beber para deshacer el criptograma.


 

 

El hecho de que no haya rastro de los prejuicios que guardas en la memoria sobre los vinos dulces de Pedro Ximenez, es uno de esos puntos fuertes que hace que sea un vino donde se muestra a la Pedro Ximenez como la uva que es y sus posibilidades. No en lo que la hemos convertido (mismo caso que la moscatel).
Admito que eso desconcierta, porque no sabrías definir si es un vino dulce, o un blanco generoso de corazón graaaande.
Y yo…
Yo creo que es un vino que captura paisaje y sensaciones de puro campo.
Entre su nariz y su final:
Sol en boca, matojos de hierba de monte, licor de resina, flores y fruta jugosa reconstituyente en un día de canícula mortífera.
Me recuerda, me acerca, me sugiere… Las mismas sensaciones del Grans-Fasian Apotheke Auslese 98 que me dejó grogui aquel noviembre del 2004.
Amor puro de uvas licuadas siendo elixir, pero sin querer pretenderlo. Igual que el glamour de la ordeñadora y el encanto protocolario del pastor(sic*).
Todo olores y sabores de verdad, de los que ya ni extrañamos por la pérdida de nuestra esencia primigenia. Y que siempre hay que acoger como tu cerebro estragado tras días de ayuno.
Mi hijo de 20 dice: - Es un vino para emborracharte; y eso que él no lo ha hecho jamás.
Hay que fomentar la autopedagogía y estimular la ajena. Para volverte niño hueco y permeable, a ser posible, y por siempre.

 https://goodlooksband.com/

https://bodegamarenas.com/