lunes, 21 de agosto de 2023

THE EMPTY THREATS_MONSTER TRUCK DAY_2023: O... ¿MONTAMOS UNA FIESTA CON BAÍAS E ENSEADAS 2020 Y FERNÃO PIRES?

 


 

Las noches estas de oleaje sudoríparo, en las que los mosquitos surfean espalda abajo hasta mi coxis.

He decidido, vistas las circunstancias y aprovechando el misterio nocturno. Aprender a reptar hasta el lavabo con ayuda de mis codos; y que fortuna la mía, que potencié deltoides, bíceps y trapecios en el gimnasio antes de que cerrasen por vacaciones.
¿Veis que listo? 
 

 

Mientras a los malvados espadachines los tengo distraídos haciendo loopings donde la espalda pierde su nombre.

En dos terrazas instaladas en sendas nalgas, con ambientes duales a la par de eclécticos. Se me amontonan y hacen corrillo la fauna hogareña, y algún que otro despistao que aprovecha que las ventanas están abiertas y la familia durmiendo.
Allí hay de todo: polillas, pececillos de plata, moscas palomillas. Menos…. Eeeep!! Las moscas negras y las chinches; que tienen la entrada terminantemente prohibida por gorronas.
En perfecta armonía faunística bailan agarraos el Momma de la ELO; en esas frecuencias inaudibles como el raso del suelo que tan lejos nos queda. Pero cuan precioso y multiverso es cuando te arrastras sin prisa; sabiendo que de allí no pasas ya.

 

El calor sube y golpea contra las alturas. Pero tú, tú estás divinamente ahí, panza abajo. Con todo lo que precisas a mano:

La bandeja con esa rueda grande y gorda como la de un timón de una nave para subir el volumen, y al fondo. Al fondo la nevera de los vinos a 8 grados ronroneando con estos calores, como si te estuviera llamando…
Bueno joder, que me está llamando, que lo sé, ostia
¿No la oyes?

 

 


 

A partir de ahí. Me basta y me sobra en esas noches de tregua fundente. Con la terraza donde estirar mi pata chula, el salvoconducto en forma de Malvasía que Mannel me dio, y lo que os traigo: Un disco desde Adelaida, en la otra punta del mundo.

Ahora mismo, y vistas mis circunstancias de invalidez. Déjame que te diga, que las noches de verano son las cosas más bonitas. Mirándote pa’dentro y envuelto en  buena música con una copa fresquita de esta deliciosa y tremebunda Malvasía lisboeta del bueno de Fernão Pires.

 

 
Llevaba unos meses esperando con intriga el primer trabajo de este quinteto, después de escuchar la joyita de “Evil Dead” en mi 53 cumpleaños.
Pensaba y deseaba que me acompañaran en mi viaje por carretera hasta Alentejo. Y evidentemente, no pensaba escribir ni una sola línea de aquello que creo que a estas alturas cada uno debiera/debiese buscarse solito en los arroyuelos.
Pero lo que es la vida.
Parece que voy a procrear y ampliar la raquítica familia de esta miserable bitácora.

 

 

Si os digo sin tapujos ni capulladas, lo que sentí cuando los escuché la primera vez. Son, ese tipo de señales melancólicas que se escapan a zancadas largas de todo aquello que quiere parecerse a algo que antaño moló, pero que ahora es incapaz de provocar ese escalofrío lindo de inocente juventud.

Los perfumes con olor a gofre de vainilla, la plaga de las vans, los pantalones de pitillo, y los peinados acabados en pico. Que todo sea igual, huela igual, suene igual, y sepa igual. Todo lineal y siguiendo una marca de puntos que poco deja a al riesgo.

 

No se trata de que se intente inventar algo, porque todo está ya inventado. Solamente exigir que me obliguen a bailar imaginando con el cuerpo las notas y las armonías. A veces inconexas, otras abstractas, y de repente. Perfectas de lirismo poético.
Solo eso ¿pido demasiado?

 

En esa tesitura, lo poco que funciona es el aislamiento y la miseria. Y es aquí cuando por estadística Australia se lleva la palma por eso de estar bastante alejados de los circuitos. Y disculpen, no es exotismo, ya no. Es, ¿desintoxicación?
Igual que pasa con los vinos cuando ves tanto convencionalismo y estereotipo que te aburre soberanamente; ¿me siguen?
Por eso desee este año huir a Portugal y embriagarme con sus vinos siguiendo al loco sabio de Mannel Serrano y sus 68 primaveras. Y lo haré, no lo duden, soy Tauro.

 

De momento no sé cuándo volveré pero apenas me quedan 3 botellas de las seis que me recomendó. Y el pito pito colorito de elegir BAÍAS E ENSEADAS 2020, es… simplemente que es la añada más antigua de las tres; como veis, ahora mismo me la suda todo tanto -(literal)- que soy un jodido y arbitrario verdugo.

Pero oigan, que jodida maravilla. ¡Sentencio!
He perdido la chaveta con las Malvasías secas. Ya sean Griegas, de Sitges, Riojanas, Italianas o Portuguesas.
De las que te agarran desde la nariz y su perfume por las carnes nobles y blanditas.
Ese adorable reclamo invisible en el que en tu infancia, deseabas la adopción ipso facto de la panadera, pastelera, o repostera del barrio: 

 

Brioche recién hecho, crema pastelera, bizcocho esponjoso, el anís estrellado, y tú, comiendo esas delicias bajo un Magnolio en flor, y de limonero infusionado en flor de leche. Y el paso por tu alma dejando el rastro sedimentario arcilloso lleno de salinidad mineral, rocío, cítricos y ambrosía; que no empalago.

Una terrible droga que me consuela ahora mismo, no sabéis cómo.
Su dorado hipnótico cegado por la condensación de la refulgente copa.
Las gotas que se deslizan sin prisa.
Las baquetas de “ATACB”, la rabia de sus guitarras, y la disonante voz de Stu Patterson. Provocador, andrógino, y sus magnéticos y contorsionistas movimientos. Como un conjunto pleno de gustirrinín y alboroto.

 

El debut de esta joven banda Australiana arranca con un Postpunk de manual; muy diferente a sus primeros bocetos en forma de singles a los que costaba encontrar la conexión entre “Magnolia” y “K”:
ATACB” y “Boys in the Gutter” quizás intentan captar la atención de un público más generalista, igual que con “Two Years”. Pero rápidamente notarás que los tiros de esta gente, huyen de lo convencional y pese que sus inquietudes los llevan desde el Pop lúcido, hasta la New Wave abstracta, o el aguerrido Post Punk de los 80. El denominador común es la imponente personalidad de su discurso.
Nadie diría que llevan publicando desde hace apenas cinco años, y este es por fin su primer Lp.

 


 

Fácil es enumerar con las manos a las cosas que te pueden recordar y no mentarlas por decoro. Faltarte dedos para contarlas, y a la vez difícilmente acertar con precisión; que es lo bonito en definitiva.

Lo que sí tengo claro, es que por instinto y puro impulso me he agarrado a “Jason’s Bad Trip”, “Sunday Night” y “New Jet Sky”, y no las suelto.
Me encantan los tempos a veces desordenados, otras sofisticados, la potencia escénica de su líder Stu Patterson ,ese clarinete con retirada a saxo que entra y sale, la tímida voz femenina de Venus que da el contrapunto igual que Kin Deal, el cómo consiguen el mismo clímax que en su día hacía de Bauhaus una rara avis de la escena y que aún perdura, el tono experimental y a la vez accesible que da toda la coherencia a su temario, sus textos social y políticamente comprometidos.
Y sobre todo.
Lo bien que hacen sonar todo Stu Patterson, Matt Schultz, Venus, Lenny Regione y Michael Bond; que básicamente es lo más importante. Teniendo en cuenta que se lo han producido y grabado ellos mismos en el pequeño sello local P.A.K Records de Adelaida.
Un sello que nace de la promoción y soporte en directo de la escena local desde el Rocket Bar & Rooftop, nacida en 2013 como Punk Ass Kids, toma ya!!

 

Así pues, solo me toca maldecir el no poder bailar hasta descoyuntarme este disco. Y brindar con todos los vinos que iremos descubriendo durante toda mi convalecencia durante este Agosto, Septiempre y… yo que sé. Espero que pronto, porque no sé si será una suerte o penitencia para vosotros jajaja
La entrada es libre y la decisión fácil.
 

 

jueves, 13 de julio de 2023

BONNY DOON_LET THERE BE MUSIC 2023 Y LA MALDICIÓN DEL SER FELIZ (Con MONK_2018 de Pedro Parra)

 


Hay alguien allí en mitad que apela siempre al nubarrón; Que si por estos malabares de papiroflexia que traen esa sombrita idónea en medio de la llanura de piedra y hormigón que han tenido a bien diseñarnos los urbanistas. Yo, hasta estaría dispuesto a aplaudir y jalear como un pastor a sus ovejas.

Pero es que no.
Los que yo miento, son los oradores del infortunio y la desdicha. Que hacen de la mierda, pan con nocilla para desayunar cada mañana.

 

Los que se quejan del calor, del frío, y del entretiempo por su ambigüedad. Los que dictan sentencia vayas como vayas, y saludan con desconfianza.

 

Y es que yo. Solo contemplo el horizonte desdibujado y velado de transparencias según la calima.
Y si se tercia.
De reluciente cobalto si es que un chaparrón ha escampado.

 

 

Los aires acondicionados me dan carraspera y telele. Y prefiero bajar la ventanilla del coche para que la brisa me peine a lo Tom Waits. Subir el volumen bien fuerte, y sacar el brazo como el de un timonel.
¿Qué toca hoy? Hoy toca leer el surco del destino y el libre albedrío. En una ecuación sin solución y a poder ser, siempre al capricho de la naturaleza.
Me agacho. Y con los dedos sigo las grietas, surcos, y rugosidades del firme.
En la espalda llevo una mochila con una botella y una copa. Y un cazamelodías raído y lleno de agujeros por los que entran y salen a su antojo Bill Lennox y Bobby Colombo, canturreando: “Que haya música, deja que haya amor, que haya risas más que suficientes, y que haya tristeza; pero solo a veces
De fondo al trote, las percusiones de Jake Kmiecik con su enfermedad de Crohn enterrada en un agujero. Y los desastres de salud de Colombo con su lesión cerebral por la enfermedad de Lyme lanzados en una botella al fondo del mar.


 

 

Por eso, LET THERE BE MUSIC (Anti-records); su tercer disco largo. Emana luz radiante y vitaminada, de la que no abrasa sino aventa y eriza. Mientras que a algún crítico especializado. Le parece que cantar al optimismo sin imposturas, quita mérito.
Y lo que fuera del brillante folk alternativo y tornasol de hace seis años. Se haga de un pop de aquellos de soltar los brazos, abandonar lastres, y recoger flores o paisajes.
Esos que subes a media noche, cuando vuelves a casa en una noche de verano trémulo. Y te encantas con las luces en la negrura, mientras “Naturally” vale tanto la pena.
 

 

Digamos que su disco, haría mi ramillete de viaje hasta Estremoz. Junto a RVG, COOL SOUNDS, THE BUG CLUB, ROBERT FORSTER, y también los PIST IDIOTS; venga, que se unan a la fiesta.. Así, sin dudarlo ni un instante.

 

La belleza dylaniana de “Maybe Today” me colapsa hasta perder la vista, y ahora, ahora sí que la abro; la botella de compañía digo. Sintiendo de veras si la compañía de una copa de vino junto a mis canciones salvadoras, les pueda parecer más un vicio que una necesidad (que también).
 

 

Aquella última noche que perdí el sueño entre sorbo de islay y tabaco de turba, mientras David y yo intentábamos recolocar el universo según la teoría de Eurípides. Y la teoría dual de Pedro Parra; también llamado el señor del terruño. Trazando un hilo invisible entre el Vallés y la Cerdanya.

 

Hasta entonces, la consanguineidad carnal a semejante distancia, ni se conocía ni se vislumbraba.
Pero una Cinsault voladora de Guarilihue, plantada entre estratos de granito ferroso y limo con nombre de pianista Thelonius loco sin camisa que lo detuviese, lo hizo, y lo hará nosecuando.
Disponiendo por pura magia, que lo rústico se arremoline en esa elegancia que dista millas del artificioso glamour de Paco Rabanne y Prada.
¡que entenderán ellos!
El nuestro, baila por el salón descalzos y en cueros de emperifollados ni perfumes. Solo olor a piel y pétalos de rosa infusionados en polifenoles bien agarrados a “You Can’t Stay The Same
Cantando al dejar atrás, olvidarse de los infortunios y condenas cotidianas para avanzar y abrazar sin condescendencias. Un himno total a la libertad.

 


 

Por eso me gusta tanto este disco. Ni una sola pose para no parecer lo que es: Un canto al optimismo por el que brindo con este Cinsault de efímero licor y tan indestructibles cimientos conectados a lo profundo de su suelo y paisaje.
Donde se huele la tierra húmeda, el mineral, a las maderas chulas junto al cemento, y el sustrato vegetal de la vegetación muerta en ofrenda a la identidad.
Y un paso por boca en lo indómito que también puede y es delicado. Generoso en efluvios de deliciosos arándanos maduros y zarzamora prohibida.
Con torrefactos, lácticos de surf sin manual, y chasquidos de vegetales y hogos muy próximos a los Pinot más juguetones y traicioneros.


 

 

Si la velocidad de “Crooked Creek” con esos pianos y órganos de dar palmas, no te arrastran hacia el vórtice de la tan mal vista FELICIDAD. Quizás puedas o debas cortar la cocción con el vacilón “Roxanne”, y guardarte un par o tres de copas para el día siguiente.
Te garantizo otro vino, más desnudo, generoso, y hasta zalamero.
Que debiera elevarte ese palmo y medio desde donde se ven los abismos turbadores y los vacíos de suspiro y repelús placenteros; los que molan.
Con las que molan “Fine Afternoon” & “Famous Piano
Y todo el conjunto de la discografía de este fantástico trío de Detroit apadrinado por la no menos fabulosa Waxahatchee.
Lo del MONK de Pedro Parra es opcional; vale otro cualquier otro al que le tengas cariño y lo hagan sobretodo. CON CARIÑO.