martes, 23 de enero de 2024

REIVINDITANTOS: FINAL SPINS_THIS IS THEN, THAT WAS NOW /2009, HOMBRES DESCALZOS

 

Igual que esas caras familiares que se te cruzan por la calle y que no sabes cuando y donde ubicar. La de Joe Syverson se me cruzó en uno de los primeros y deslumbrantes directos de la -ahora- tan popular KEXP.

En 2008, esta diminuta emisora universitaria fundada en 1972 bajo el nombre de KCMU. Dio el salto a las plataformas de video tras ser la pionera en emitir vía streaming ininterrumpidamente en el 2000. En el 2004 emitiría los primeros podcast. Y hasta día de hoy, donde es un referente en sets en directo de calidad superlativa.
Si no has tocado en KEXP, prácticamente y en sentido figurado, no existes.

 

El 23 de Julio del 2008 y tras sus primeras aventuras en la banda punk SIDECAR y tocar más tarde el bajo en Throw Me The Statue. Joe conseguía reunir una banda de lujo para grabar un puñado de canciones, tan alejadas del Punk cómo Yung Beef de un conservatorio:
Zall Tillman (Fleet Foxes) al bajo, Colin Wolberg (Siberian) a la guitarra, Chris Early (Band of Horses), y Colin English (Hardly Art’s Pica Beats) a la batería. Serían los encargados de dar forma a las canciones de Joe, bajo el título de This is Then, That was Now, como una referencia auto editada de la que a día de hoy todavía se puede encontrar alguna copia en CD.
Lo demás sería desaparición sin un mal bandcamp que echarte a la oreja y sin apenas rastro de la deriva de este maravilloso disco.

 

Joe Syverson giró la esquina a toda velocidad. Y entre la muchedumbre, el ruido de fondo, y la inercia de quien se trastabilla y no hace pie. Pasados quince años, aquí me tenéis arrancando el año con la decidida intención de remediar semejante injusticia y…
Para que os voy engañar. También ese vacío que te queda como un resquemor. Igual que cuando te ofrecen ese último pincho de tortilla, y dices – Ay, no, gracias; pensando en la operación bikini. Y te pegas todo el día con un hueco en el estómago y un hambre, del cual los rugidos del intestino hacen eco gutural lo mismo que el cantante de Sepultura.
Pasada revista de este recomendable álbum; que menos. Ya os pondré al corriente de qué ha sido de este señor, y la magia intrínseca del rescate, descubrimiento, y perplejidad al ver lo que hace el caballero bajo un seudónimo desde hace siete años.

 


 

 

Bastaría con pulsar el play de “Let Me Fall”; primer simulacro de éxito allá por el 2009. Y digo simulacro, porque es curiosísimo ver cómo ha evolucionado el impacto y repercusión de las canciones desde aquel año. Cuando la plataforma de Spotify aún estaba en pañales y ahora que prácticamente son los que modulan de manera dictatorial lo que se escucha y lo que queda relegado a la inexistencia más absoluta.

 

Así que el paradigma de la música a día de hoy, es que si procreaste musicalmente hablando, antes de Youtube 2005 y Spotify 2008. O en esa franja de tiempo posterior, hasta su popularización o la hegemonía del móvil. Y además no tuviste la suerte de estar arropado por una multinacional o un sello alternativo puntero. Se puede afirmar sin titubeos, que estas a la deriva en una especie de galaxia infinita donde solo los usuarios y melómanos más curtidos en el arte de la investigación curiosa te van a encontrar.
Todo esto podría ser una clase de desgracia según se mire. Pero para mí, es una oportunidad para estimular el sentido más primario del ser humano: LA CURIOSIDAD.

 

 

This is Then, That was Now; igual que la novela de S.E Hilton (The Outsiders). Es por así decirlo, como aquel bien elemental al que el tan mal entendido “progreso” desechó igual que la chatarra espacial.

Parte de la magia de la obra, está en su sonido reverberado extraído de las sesiones de una toma y a pelo. Y “Battle Wings” indica las primeras pistas sobre el destino de Joe y su forma de encajar el Alt Country heredado de su padre y sus inicios punk. Y sobre esa premisa de transformar el tan temido country, en un nexo capaz de bascular entre el pasado y el presente; igual que pasa en la coral “Let Me Now”.
Es comprensible que en un contexto actual de moderneo alternativo, cualquier cosa que miente la estereotipada etiqueta “Country”, acabe siendo algo que se asocie a connotaciones negativas; cagada.
Down The Rad” es el ejemplo más plausible, y sin embargo la primera maravilla de este disco de poco más  menos media hora que se escucha del tirón.
 


 

 

Back to The Old” asalta esa parte que nos puede conectar a The Smithereens, Diesel Park West y a un sonido menos americano, para acabar enlazando con las tres genialidades de este disco: “Party Time”, “Let Me Fall” y “Another Sunny Day”.
Importándonos así un bledo, a todo lo que nos pueda recordar e incluso esa serie de indicaciones idiotas de los que escribimos, para llamar la atención.

 

Trece canciones de apenas 2/3 minutos que concentran esencia, júbilo e inmediatez; como la verdadera chispa de la música.
Ramalazos de blues en “For Gold”,  melancólicas baladas como “On & On & On” o “Don’t Worry Baby”, la gloriosa “Twenty Four Seven Scream” como una paisajística road movie, hasta el cierre de “Long Gone” en una suerte de réquiem.
 


 

 

El auténtico mérito de este disco perdido, está sin duda en la ni tan siquiera obligación de ceñirse a guion alguno. Si no en la magia de juntarse cinco músicos para dar vida a un puñado de estupendas canciones.
Un hecho que dicho sea de paso, escasea últimamente en un panorama musical donde todo parece estar fabulosamente empaquetado y etiquetado.

 


 

 

Otra de las grandes fortunas y premios que tiene rescatar música olvidada. Es descubrir al bueno de Joe Syverson operando bajo el seudónimo de JOSEPH GIANT, con dos fabulosos discos y uno futuro para el presente 2024 sin desperdicio alguno:

 

El Lp homónimo “I Don’t Feel” grabado en 2011 y publicado el 2020, con una paleta de Alt Country vigoroso y despreocupado para mentes lúcidas y oídos muy muy abiertos.
Y un bestial “Break It Together” del 2015, sacándole punta al Country Rock de vuelo sin motor. Que es un torbellino medicinal y rupturista inspirado en la pérdida del hogar de él y su familia, grabado junto a John Faryar, Jonas Haskins y Mike Bayer; compañeros de batallas en su Seattle natal.

 

 
Para este año en curso esperamos como refrescante agua de Mayo su próximo disco del que hemos podido escuchar un par de canciones. Y como viene siendo habitual, será autofinanciado y por crowdfunding, como obliga el caminar descalzo..
Lo podrán encontrar aquí: https://www.facebook.com/josephgiant/

miércoles, 17 de enero de 2024

REIVINDITANTOS: DAY ONE_ORDINARY MAN/2000, ADELANTADOS A SU TIEMPO, LÚCIDOS CLARIVIDENTES

 



¿Te acuerdas como rebasamos el milenio así, de puntillas y medio ilusionaos?:

-         -Va, pasa tú.
-        -No, tú
-        -Tu primero
Fíjate lo que ha llovido desde entonces; y eso sin contar estos dos últimos que vamos camino de orinarnos en las manos.

 

Los dosmiles, siglo XXI, blackberrys que parecían ordenadores de bolsillo, y el mojón universal que se nos venía encima; y no os voy a contar ahora todo lo que se fue por el desagüe con el cambio de siglo, que lo que vino ya lo sabéis.
Yo, por ejemplo, con los treinta años recién convalidados. No daba abasto entre sesiones en Fantástico Club, Canciones desde el Paraíso en una radio de Tarrassa, el Fanzine Pop-Eye, sin hijos, siendo el rey con dos mil pelas, y recién incorporado a mi trabajo actual y mi Golf CL 1.8 del 92; qué os voy a contar.

 


 

Justo el día uno del 2000; así como ahora pero con 24 años menos. Matthew Hardwidge y Phelim Byrne, bajo el nombre de DAY ONE y auspiciados por el sello de Bristol (su ciudad) Melankolic de Massive Attack. Publicaban su álbum de debut con Mario Caldato a los mandos de la nave, como el principal productor de los Beastie Boys de antecedente. Y grabado en los estudios Real World de Peter Gabriel.
Y he de confesar, que esta odisea de dar voz a cosas que bajo mi punto de vista han quedado olvidadas en ese dedo de polvo que acumulamos por memoria. Me hallo desde que en el 2009 me diera por inaugurar un blog.
Ya no es el disfrute de intentar explicar la magia de algo que me fascinó por extraña particularidad la suya. Sino la de desembalar aquello que los unos y ceros del mar de internet han sepultado en las profundidades por su escaso rédito mercantil.

 

Otra cosa bien útil para justificar la coartada; a parte de recordar lo que hacíamos hace años, igual que cuando descorchas un vino con 20, 30 o más años. Es restregarte los ojos con el asombro que da comprobar, cómo de milagrosa es la vigencia e inmortalidad de éstos y otros artefactos.
Rescatar a ORDINARY MAN como un título nobiliario de lo cotidiano, lo casero y su excepcional sencillez. Y además, ver que sigue siendo único e inigualable. Es como poco, la mejor razón para sacudirlo, y que sus canciones igual que las migas de un mantel sigan crujiendo a tu paso.

 

 

“Waiting For a Break” arranca, y con esa clarividencia que les caracterizaba; a Matthew y Phelim, digo. Asentando las bases por las que fluirá su debut a lo largo de 11 paradas:
Bases pregrabadas como un medio diasapón y metrónomo, guitarras entre el folk y el pop para mojar pan de Tim Norfolk, una batería a cargo del mismo para que el flow de Phelim a las voces fluya. Y un bajo real, el de Donni, para que la cosa coja cuerpo.
Diríamos que es Hip Hop, Trip Hop, Pop, o Folk. Pero no es ni una cosa ni otra, y todo a la vez.

 

Justo cuando la fórmula del Trip Hop decaía, y la hegemonía de Portishead, Massive Attack, Tricky parecía quedar en barbecho.
Estos dos tipos se sacarían de la manga una de esas interferencias que no aparecen en cartografía musical alguna. Ni osciloscopio que valga,  capaz de secuenciar su origen ni procedencia hasta la fecha.

 


 

“Bedroom Dancing” es de un deslizar, que haría las diabluras de cualquier bboyz imaginario que se preciase: Eléctrica, compulsiva, demoníaca, adictiva e infecciosa. Y taaaan primaria…
En “Walk Now, Talk Now” se intuyen formas y maneras de Massive Attack. Pero joder!! La guitarra de Kit Morgan y el bajo de Bob Locke se la llevan al terreno del Jazz, y vuelta a echarte a bajo toda tu biblioteca musical; una jodida maravilla vamos.
Con “In Your Life” llega una de las primeras joyas atemporales del disco. Una especie de oda al amor y a la soledad de una franqueza apabullante, dentro de un torbellino instrumental demoledor.

 

Matthew y Phelim dan una de cal y otra de arena.
Lo mismo agitan al más puro estilo de Beck en el Mellow Gold; “Trying Too Hard” como muestra un botón. Que se recrean en delicadas melodías espaciales, y lisérgicas secciones de cuerda para firmar su primer ¿éxito?:
I’m Doing Fine” es seguramente el escaso atisbo de un recuerdo fugaz, que conserva hoy por hoy esta red de redes cruel y despiadada.

 


Autumm Rain” podría aparecer seguramente en algún lugar perdido del desierto de Mojave. Conectando géneros aparentemente dispares como el Rock, el Folk, la electrónica, la psicodelia… Algunos insisten en separarlos como castas, pero la realidad es que todo está conectado. ¡¡Es música joder!!

 

Bajando un peldaño, descendiendo escaleras abajo, al sótano, donde la luz no existe. “”Truly Madly Deeply” utiliza pianos, violines amargos, contrabajo, y esa liturgia oscura para que  una ceremonial oda, debiera devolver a la vida a Mark Sandman para bendecirlos.
Y así como en un acicate, ambas, se podrían pespuntar entre sí,  con la inquietante “Paradise Lost”. Si no fuera porque “Love on the Dole” se interpone entre esa negrura de westerngangsta, haciendo de todo el conjunto un curioso juego al que pudiera unírseles Harry Belafonte asiendo unas maracas, y convirtiendo el asunto en una especie de calipsofolk.

 



 

ORDINARY MAN, como tal:
Tanto en ese título sobre una pared blanca de basto repellado. Como en el nombre propio que da la vulnerable declaración de amor de Phelim -piano y guitarra- con forma de canción de despedida; donde no hace falta mucho más, para erizarte el bello y desarmarte.
Es de esas cosas que suceden, supongo, por un cúmulo de coincidencias y fenomenales generaciones espontáneas.
ORDINARY MAN fue engullido por la industria musical y ese trastero donde van los proyectos anómalos, donde las burocráticas discográficas ni saben, ni quieren entender la parte artística transgresora y brillante. O se escapan de cualquier etiqueta con la que amortizar el negocio en el que se convierte cualquier asunto en el que interviene un ejecutivo.
A día de hoy y pese a que DAY ONE como dúo, ha publicado dos discos más. Los derechos de autor de ORDINARY MAN yacen en un limbo de Virgin Records, donde los artistas no vieron un duro, ni seguramente lo verán jamás.
Las dificultades para publicar Probably Art/2007; grabado nuevamente en los estudios de Mario Caldato (Beastie Boys). O la odisea de encontrar quien se decidiera a publicar y grabar nueve años más tarde Intellectual Property/2016 (Society of Sound en asociación con la reputada Bowers & Wilkins), es una especie de aventura heroica. Llegando al punto de ofrecerse en una entrevista en un medio francés de hace cinco años, ha volver a grabar de nuevo íntegramente ORDINARY MAN y publicarlo en vinilo si alguien les ayudaba; algo que no se hizo en su día, salvo el Maxi single de I’m Doin’ Fine, con la inédita “Say No More” y una versión acústica de “Ordinary Man”.
Pero todo y que su sonido se ha ido volviendo más convencional. La estructura de las canciones, ese micro universo lleno de detalles, sus magníficos textos, y esa especia de alquimia armónica digna heredera del Pet Sounds, dando la mano tanto al folk cómo a la música de cámara. Intellectual Property/2016 sigue siendo igualmente, una maravilla fuera de todo catálogo y de otro tiempo todavía por determinar.
Otra joya más, digna de estudio e inmersión sin bombona ni neopreno, familia.
 
 

sábado, 30 de diciembre de 2023

EL FIN DEL 2023 Y SUS FABULOSOS TOPS ESCALADORES

 



01.  THE TUBS – Dead Meet

 

No son pocas las vueltas que le he dado en mi diatriba de elegir un “mejor disco del año”.
Pero al final, como podrán suponer. Tan absurdo es debatir sobre el término mejor, como pensar que hacer la lista del 2023 es una especie de juicio sumarísimo. Cuando en realidad aquí todos venimos al mundo a jugar y a contribuir con nuestro arsenal de juguetitos, sonajeros y filias. 
¿O tú eras de los que le quitabas los juguetes a tus compis de patio y escondías los tuyos para que no te los gastaran?
Podría argumentar que el orden podría ser variable según el tiempo pase, pero os mentiría como un bellaco. Lo que sí es verdad verdadera, es que los 40 son discazos imprescindibles, útiles, de obligada escucha.
Eso... o... aténganse a las consecuencias FELIZ ENTRADA Y ESLALON 2024

 


La razón por la que me quedo con estos losers de Cardiff (que ser de Gales ya es un poco de perdedor); que igual es precisamente un poco por eso. Y esa ventaja de no tener que justificar con créditos a la escena (inglesa, americana) que te dio de mamar.
Archivados sus proyectos varios (Joanna Gruesome, Ex-VöidAquu, Sniffany and the Nits), Owen Williams y George Nicholls quizás han dado su paso más sincero y primario. Y tirando de aquellas bandas que les abdujeron en la adolescencia. Su ejercicio de coger los sonidos del indie universitario americano y hermanarlos con el indiepop británico, para cantarle a la salud mental y el desencuentro con nuestros demonios. Ha parido uno de esos discos brillantes que vienen a romper con el sonido hegemónico de una época.

 

Nada nuevo hasta ahora, es cierto. Ya lo hicieron The Auteurs, Go Betweens, Gorkys Zigotic Mynci y una ristra de bandas poco premiadas en el elenco. Pero que narices!! Ya no es que suenen realmente a algo concreto. Es que lo evocan por actitud, en una mezcla de indierock y lírica llena de arabescos, que a mí -para que les voy a mentir- Me pone muy mucho.
(Aquí encontraréis a ese tipo de bandas que pese a ser arrebatadoramente pop, no bebian en influencias precisamente demasiado poperas. Así que, ese binomio, más una fuerte personalidad, inevitablemente es fácil que os remita a The Smiths, REM, o a unos FELT acelerados; o nada de eso y todo junto) THE TUBS
 
 
 

 

 

02. RVG - Brain Worms

 


Si la justicia musical arribista existiera de verdad. Ahora mismo, el cuarteto de Victoria debería ostentar el título de procreadores de uno de los directos más sinceros y puros de la escena alternativa global.
Razón más que justificada del porqué, he necesitado cuatro meses para entender la simbiosis de su necesario último trabajo. Y cómo sus canciones se recrudecen cuando Romy Vager agarra la guitarra, y se dispone a explicar que es cantar al fin de los tiempos como si fuera el último concierto de su vida.
Así pues, un buen ejercicio para alcanzar a comprender la verdadera hermosura de Brain Worms; con esa estimulante sonoridad revisada a lo Kate Bush o a los Fletwood Mac del Tango in the Nigh, pasado por el reverb surfero: Es realmente, ese punto de heroicidad donde se logra evocar algo donde no hay término medio a la hora de adorarlo o vilipendiarlo. Y que ellos lo hayan hecho sin perder un ápice de su descarnada forma de entender la puesta en escena.
(Brain Worms contiene la brillantez propia de quien viene de los suburbios a mostrar la elegancia, la emotividad y honestidad, sin tener que recurrir a lo hortera sino a la naturalidad

 

 

 

03. BONG WISH - Hazy Road

 


Algún mal pensado creerá que esto es oportunismo; yo lo llamo idoneidad. El hecho de que la palestino-estadounidense Mariam Salem (ex-bajista de la banda de garaje Gor Creeps) esté al frente de este proyecto, con el folk psicodélico por estandarte.
Ya no por lo chulo y fiel a aquellos tiempos distensión hippy de los 70’s. Si no porque además de contener nueve estupendas canciones. Podríamos decir sin miedo a meter la gamba, que éste, es el disco más fiel en esencia, impronta, y sentido del conjunto; cuando me refiero a “un álbum”, que he escuchado en mucho tiempo. En el sentido más estimulante de reflejar una época, con un sonido.
Estupendo pop con efluvios de folk sicodélico que bien hubiesen deseado firmar los Byrds, Nico o Vashti Bunyan; una delicia, oigan.
(¿Qué estás hasta las bemoles de este año y época? Normal. No desfallezcas, con la música puedes viajar a tiempos no menos mierdosos, pero más heroicos)
 

 

04. DION LUNADON - Systems Edge      

 


Después de estar atiborrándome más de cuatro meses de antinflamatorios, heparina, y suplementos varios para fortalecer mi osario y la musculatura de mi pierna derecha.
Creo definitivamente, que este señor neozelandés ha hecho más por mi agilidad bailarina, que todos esos mejunjes.
Y sí, vale, que el que fuera guitarrista y colaborador  de A Place to Bury Strangers sigue a la suya erre que erre, en esa especie de torbellino punk garajero desquiciado al más puro estilo Jon Spencer.
Pero es que el jodido loco lo hace como los dioses y sin freno ni paliativos que valgan.
(un disco donde se deja de retranques más descarados a  blues explosion, y tira por el derecho arremetiendo sin piedad con ramalazos stoogenianos y newyorkdolleros, sin dar un puto respiro (atiza ahí con los gentilicios que me cabao de inventar)
 
  

 

05.  MIRROR TREE - Mirror Tree

 


Hay historias ligadas a artistas y discos, que cualquiera pensaría que son guiones para una miniserie o una campaña mediática del hype del año.
En este caso ni una cosa ni otra se cumplen. Y es que el hecho de que Michael Gold fuera piloto a sueldo en Alaska con un Cessna monomotor durante un largo periodo. Y que años más tarde acabara en su Los Ángeles natal, para encajar las piezas por parte materna (Sharon Robinson). Acabando por estudiar piano, y así su conexión musical familiar con la co-escritora del “Everybody Knows” de Leonard Cohen, su conexión con el jazz y colaboración con la banda Poolside…
Seguramente esto no tenga absolutamente nada que ver con su regreso a Alaska, el coincidir con su socio Filip Nikolic y entre los dos. Darle forma a un majestuoso álbum donde desde el primer al último corte, se puede sentir la sensación aérea y libertad paisajística más alucinante.

 

Catorce composiciones a cuatro manos, con exquisitos arreglos y armonías de ensueño. Que podrían contener trazas de la ELO, Ennio Morricone, tropicalismos funkys de los 60/70’s, o Pop psicodélico de la Costa Oeste. Y a su vez, ser la banda sonora ideal para viajar en lo físico y en lo metafísico.
(En Mirror Tree todo encaja: La sensación de volar, el tiempo detenido a la contemplación, y hasta el agujero de gusano al que te lleva “300 miles”; una ida de castaña a lo King Gizzard de lo más flipante)

 

 

 

 

06. DAY ACHES - One Last Dream Before Dying

 


La paternidad da para que ya con gusto, uno se deje arrastrar por los retranques de un veinteañero, y que gusto.
Así llegaron estos cuatro tipos de Whasington, arrastrados por la marea de guitarras que resuenan en casa en un toma y dame, y a la inversa.
El disco shoegazero del año sin apenas competidor que se le acerque. Seguramente también lo digo, porque estos cuatro están fajados en el grunge y el hardrock con tics de stoner, y claro, cualquiera les planta cara.
Atmósferas oscuras, asfixiantes, a la vez que escapistas. Para levantar un disco sin fisuras ni titubeos, que es desde luego, el punto fuerte de la banda de Drew Lambert, Kyle Benson, Brady McGraw y Mauricio Romero.
(un híbrido entre unos Soundgarden, unos Doves, y los Catherine Wheel más áridos, pero con una personalidad demoledora)

 

 

 

 

07.  CAROLINA OTERO & THE SOMEONE ELSES – Popelina

 


Mi doctora le ha dado un sinfín de vueltas al vademecun, y no he hallado rastro alguno de la Popalina; algo que me ha provocado entre estupor y satisfacción. Y le he tenido que explicar, que hace años que abandoné los medicamentos para echarme en brazos de la poesía y la melodía. Que en todo ese tiempo, siempre encontré un remedio para cualquiera de mis achaques. Y que incluso a veces, solo a veces, me provocan un efecto rejuvenecedor por el cual, pierdo el juicio y me enorgullece ver la cara de vergüenza ajena de los demás.
Pero pocos como el de la Popalina, donde algo tan aparentemente banal como el Pop y sus escasos atributos en forma de estrofa/estribillo/estrofa. Consiguen jarrear y refrescar con un efecto similar al visionado de una pintura impresionista, tantos sonidos familiares sin la obviedad de quien carece de personalidad; algo en lo que Carolina y sus escuderos los Someone Elses, van sobrados y desahogados.
Allí, entornando la mirada, y veo con disfrute y regocijo fascinantes guiños a esos tiempos mío molones (10.000 Maniacs, Liz Phair, Bettie Serveert…), bajo hechizo de la musicalidad vocal de Carolina y el tapizado de los Someone Elses.
Va a ser por eso que me veo mozo por un instante.
 (Diez canciones refulgentes y soleadas de pop aguerrido a ricos sustratos, y plagado de himnos que tatuarse)

 

 

 

 

08. MARTIN FRAWLEY - The Wannabe


 

Hace doce años por estas fechas, reseñábamos por estos lares el disco de debut de la banda embrión de este caballero, The Twerps; con dos estupendos y recomendables discos.

Y no puedo estar más contento que tras la ruptura de pareja y banda. El bueno de Martin haya resuelto su tristeza con un segundo disco en solitario que, sin saber bien si ese era su objetivo aunque apuesto que sí por la preciosa portada. Pero es de esos trabajos que levantan el día más aciago, a golpe de pop inmediato y optimista.
Canciones que beben del sonido americano y dunedin, con un puntito acústico delicioso. Y con esa cosa que rezuma buen humor en cada nota y que no sabrías bien como narices se lo hace, pero contagia esa alegría que tanta falta nos hace.
(música que en cada nota emana alegría, siendo un atributo que debería ser un género en si mismo)

 

 

 

 

09. TELEFÍS - Special Report

 


En mayo del pasado año nos dejaba el bueno de Cathal Coughlan (Microdisney, Fatima Mansions). Y como legado y para mi gusto, uno de sus proyectos -entre tantos- más excitantes y transgresores desde su Lost in the Former West/94 de los contundentes Fatima M.

Allí, como quien moldeara con plastelina, con Jacknife Lee (productor, mezclador y compositor con más de 100 artistas a sus espaldas). Se marcaban un rotundo pepinazo de pop electrónico y sintéticos pasajes; pura herencia del mejor sonido made In: Gary Numan o Johnn Foxx.
Tan jugosos e intrépidos, que un año después. Sus remezclas a cargo de: Basement Jaxx, Jah Wohble, Will Sergeant, Thomas Leer, A Certain Ratio, Howie B, Fetch, Gareth Jones….
Han parido el mejor homenaje posible a Cathal, con un discarral para hacer diabluras en la pista de baile.
Uno de esos discos atemporales por origen y revisión, ya que la hora y media de beats, entre dub, house, electro y minmalismo. Dando así, para viajar a los mejores años de la electrónica sin perder el origen del temario nativo, sino transformándolo..
(la prueba fehaciente de hacer algo atemporal por dos tipos sin nada que perder, y además, inspirar su deconstrucción en algo descomunal, igualmente atemporal)
 
 

 

10.  TOMMY OEFFLING - Cardigan Hate Train


 

Ya saben lo mucho que me enorgullece que un chaval de veintipocos años sea capaz de rodearse por intención y decisión, de una discografía tan de chapeau!; un caso similar al de Will Toledo (Car Seat headrest) de hace 8 años, aunque los separen 800 millas.
Además de publicar un delicioso disco de mid-fi indierockero en su dormitorio, mientras estudiaba su carrera de filosofía. Ha tenido la desfachatez de publicar otro más, hace unos meses en un tono más tranqui y contemplativo, aunque igual de notable.
Y dicho esto y para poner la guinda. Lo ha hecho rememorando las fragancias de Pavement, Guided by Voices, Yo la Tengo y esa prole que nos sembró de agrias y melancólicas guitarras los añorados 90’s.
(indie de aquel que acuña el término de lo alternativo y casero, igual que las migas que hacía mi padre; para arrejuntar y congregar cuchara en mano)