viernes, 19 de julio de 2013

VINO QUE AS DE BEBER, NO LO DEJES CORRER #UN VIAJE AL ENCUENTRO DEL RIESLING TEUTÓN.




La pasada semana perdí el juicio, pudo ser traumático y degarrador, sin embargo fue rápido, aséptico e insignificante: Ni unas manos grandes y poderosas me agarraron por la cabeza, ni en absoluto unas tenazas llenas de herrumbre me extirparon el alma enganchada al nervio molar; esas cosas solo ocurren en los malos sueños que nos soliviantan las noches de febril calor veraniego.
Desde entonces y son ya prácticamente quince días, que llevo sin echarme un mal trago de vino a la boca. Por una vez casi que puedo, y que me perdone mi insolencia, ponerme en la piel de quien me avocó al curioseo de lo vinos Alemanes: Cuando la salud se antepone al placer a veces, solo a veces; tan solo queda la hipnosis para que en la vigilia de la consciencia y del recuerdo, intentemos recuperar los efluvios de tan maravilloso encuentro.

Desde que puedo datar en mi memoria el primer recuerdo de un sorbo de vino en mis labios; siempre he creído que beber un vino foráneo cuando tanto tenía que aprender de los locales, era una traición a la madre que te parió. Idea infundada la mía amigos, si algo me ha enseñado el vino; es saber valorar las experiencias sensitivas y culturales, por encima de nacionalidades, ideas, regiones, disputas socio-económicas, y diferencias que uno quiera esgrimir como identidad propia. El vino derriba muros y expande el espíritu en busca de nuevos sabores y perfumes amigos.
Así que ésta, mi primera incursión con menos que más profundidad en el terreno de los “Riesligs Alemanes”, podría catalogarse dada mi inexperiencia y lo neófito que soy en éste, y otros menesteres; como una excursión preescolar al universo nuevo que se le abre al niño que llevo dentro:



Hace ya casi un mes que por fin me decidí sin antes confesar mi interés por obra y gracia de Carlos (principal detonante en visión y expresión de sensaciones, en noches de catas) para encargar seis botellas de estos caldos en cuestión; con las nuevas texturas y sensaciones incalificables que arrojan los Riesling Alemanes como objetivo. Carlos ejercía de guía experimentado y WEIN UMANI o mejor dicho Lluis Pablo, de traficante de elixires; yo como antes he afirmado, uno de aquellos que con tal de redecorar el salón de nuestra intrepidez, hasta el infierno me dejara llevar si es menester.
En ese camino hacia nuevas texturas de vinos blancos en donde el público más mayoritario solo busca temperaturas bajas, flores blancas, tropicalismos, y fruta. Los Riesling Germánicos aportan otro rango de sensaciones bien distintas y contrastadas, aquellas que les dan un carácter único e inigualable sobretodo si los echamos a pelear con sus vecinos los Alsacianos. Tan definidas y a la vez ambiguas son las de estos vinos, que me atrevería a utilizar la descripción ajena de otro fan de los Riesling Alemanes: “Lo que me aportan estos vinos en detrimento de los Alsacianos u otros vinos igualmente geniales, es que no encuentro ese aleteo de mariposa característico en cualquier otro blanco, que se halla gravado en piedra en los Riesling Alemanes”; fijensé que definición tan etérea y tan exacta a la vez. Habrá quien coincida en tal descripción sobretodo si han tenido el gusto de probar alguno, pero... ¿y el que no? Está en todo su derecho de pensar: - ¿y que carajo quiere decir este con semejante...?


Lo cierto es que estos vinos tienen algo de oruga, de crisálida y de mariposa: Ese bello insecto al que tan solo nos podemos contentar con admirarlo, pues al mínimo contacto echamos a perder el manto cromático de sus alas. Y si bien es cierto que no hay vino, ni tan siquiera los blancos; que permanezcan impasibles a la inevitable transformación una vez se descorchan. Estos vinos de altura y carácter tímido, son por así decirlo la regla que lo demuestra con creces; un elixir ideal para comprobar en que se ha convertido quince días después a mi tratamiento, aquel 1/4 de EMRICH SCHÖNLEBER (Lenz) del 2009 que espera impaciente desde entonces en la nevera .
Enfrentarse a uno de ellos es pura experimentación y deleite cabalístico: Aceptan de buen grado la guarda, no se desnudan hasta el día siguiente a su apertura, se apagan si los enfriamos demasiado, y explosionan conforme la temperatura crece; cuanto más se atemperan, más complejidad nos muestran. Su acidez inicial se volatiliza ligeramente y de repente aparece la mariposa, con ese aleteo tan peculiar que se confunde en la boca de mil maneras sorprendentemente, distintas a las que cualquier otro blanco pueda darnos.
En mi caso individual, donde antepongo sobretodo el interés por absorber nuevas experiencias sobre cualquier tipo de teorización, para que donde todo lo aprendido no se acabe por convertir en pura morbidez; no hay más pretensión que la de ejercer de mero transmisor. En este viaje, mi inexperiencia es tal que están todos invitados: Curiosos, eruditos, grumetes, reacios e incluso aquellos que no acaban de concebir en sus mentes un maridaje de música, vinos, cine y cualquier mezcla imposible o incompleta.



De esta épica iniciación en los blancos Alemanes y aunque dejase atrás Gewurztraminers, Alsacianos, Rielsings, y algún Pinot Noir; esta es la más excitante de la aventuras puesto que desgraciadamente es muy complicado encontrar tiendas físicas especializadas que dispongan de un repertorio de Rielsings Alemanes a la altura. Lastimosamente en España tenemos en general poca tradición de vinos Alemanes y con la que está cayendo puede que incluso muchos ya la hallan descartado.
Para mi desde luego ésta es una tímida incursión en este mundillo y por consiguiente el presupuesto lo ajusté lo posible con tal de no vender mi alma al diablo: Tres E. Schönleber (Mineral, Lanz y Spätlese), dos Dönnhoff Tonschiefer Trocken, y un Grans Fassian Auslese del 97. Un aperitivo variado teniendo en cuenta que es presupuesto no es desorbitado y son vinos importados con un porcentaje asumible. De momento ha caído una primera de Dönnhoff (productor consagrado en su país) y los dos básicos de Schonleber, menos conocido pero con un prestigio ganado a base de buen trabajo.
Ese primer viaje lo acompañemos con un Enmental Suizo y una Mustarda Mantovesa que aun me quedaba de mi último viaje a Italia (encurtido de Naranja en un almibar de mostaza muy típico de esa zona del Padamo Italiano). Un vino con gran presencia cítrica que como todos estos vinos, fue alcanzando su máximo explendor conforme pasaron los días; un inconveniente éste que siempre se ha de tener en cuenta a la hora de consumir un Riesling Germano: Lo decanté el día anterior a la noche de San Juan, y sin embargo no fue hasta pasados dos días con media botella consumida cuando destapó todas sus virtudes.
Su nariz intensa a mineral blanco, hidrocarburo, a ralladuras de limón. En boca tiene un primer ataque cítrico que se va transformando asombrosamente cuando alcanza los 14 grados de temperatura, y es ahí cuando realmente estamos ante la verdadera virtud de este vino: Elegancia, redondez, un paso por boca que puede parecer dulce pero no lo es ¿quizás la punta de salinidad que asoma y que se confunde con el mineral nítido que otorga el carácter a estos vinos? En trazos generales son éstas las características que acaban por hacer adictivo a este vino; su equilibrio entre el beber fácil que tiene y esa innumerable cantidad de sensaciones desconocidas que solo te atreves a encontrar en los frutos, pero que en realidad emergen de la tierra y de los minerales.
Los Donnhoff no son para mi gusto de los Riesling menos atractivos para iniciarse debido a su falta de inmediatez, sin embargo y sin lugar a dudas si que son de los más complejos y elegantes; tienen los rasgos de algunos de los mejores Borgoñas y aunque son un poco herméticos y necesitan tiempo para crecer, su amalgama de detalles los hacen increíblemente interesantes: Esa manera de ensamblar el mineral con la acidez equilibrista y el frescor que aporta su herbacidad, ciruela blanca o las manzanas silvestres Asturianas.


Pasaron los días y no pude resistir enfrentarme a los vinos de Emrich Schönleber. Tres son las distintas denominaciones con las que me hice bajo la recomendación insistente por Carlos de esta bodega en especial, Mineral, Lanz, y Splätesse; esta última la guardo celosamente para compartir en algún ágape especial con mi cuñado, al que tengo casi perdidamente enamorado de estos singulares vinos.
Una bodega ubicada en las inmediaciones del río Nahe, de quien adquiere el nombre esta D.O; con una relativa juventud y de carácter totalmente familiar. Dicen que no siendo la más prestigiosa, es de las más emergentes y personales de los últimos años, algo que sin duda certifico tras destapar dos de sus vinos básicos por así decirlo; dos tentempiés perfectos para calibrar de manera un tanto cruel, en que difieren los Dönnhoff (del que todavía guardo otra botella para volver a testear) con un productor de incipiente rebeldía. Tras este proyecto se esconde un matrimonio, que junto a sus dos jóvenes hijos (Frank y Anja) elaboran un amplio catálogo de blancos con un hilo argumental bien diferenciado, que va desde jóvenes y afrutados, dulces, rarezas; hasta sus joyas de viñas más viejas o sus tintos Pinot Noir de nuevo cuño.



De las parcelas tipificadas como Halenberg donde en algunos casos las viñas se aferran a terrenos donde la pendiente puede incluso llegar al 70%, se cosecha este Riesling Mineral. Sobre el papel y si no se deja oxigenar y atemperar puede parecer un primo hermano del Lenz, por eso remarco e insisto en lo importante que es no exceder de frío a estos vinos o beberlos súbitamente sin dejar que respiren y se vayan transformando; algo especialmente importante si no quiere acabar defraudado por estos vinos.
Como decía, estos dos vinos pueden parecerse: Comparten precio, añada, personalidad, y zalamería. Pero son realmente distintos, de echo uno junto al otro comparte fruta, cierto punto de exotismo pero no acidez ni tiempo requerido para abrirse; mientras el Mineral tiene una entrada donde destaca como bien definido queda su nombre, el Lenz se desmarca con un final ligeramente amargo.
Evidentemente todas ellas son sensaciones que se dan desde su primer envite (sin dejar que respiren demasiado) hasta que se consume el otro ½ de la botella días más tarde. De echo el último ¼ de Lenz se ha consumido pasados 15 días, y créanme que vale la pena hacer ese experimento con un Riesling Alemán porque uno puede estar bebiéndose hasta tres vinos diferentes.

En el Mineral podemos encontrar una nariz intensa, aunque juegue en su contra el echo de ser un vino bastante más cerrado que su compañero. Con el paso del tiempo veremos que esos perfumes de los que hablamos van aflorando: Los cítricos, los minerales (mármol blanco, la pizarra, el cuarzo). En boca es toda una sensación curiosa puesto que para ser un vino sin barrica alguna, además de soportar el paso del tiempo con mucho temple aporta sensaciones inigualables en cualquier Riesling sea del país que sea. Un final ácido y duradero acaba de dar el exquisito equilibrio a este pálido blanco de discreta graduación, ojo porque son peligrosos y muy adictivos. 
 
Y que nos da el Lenz para decidirnos por uno u otro?? Sobretodo que es un vino de un beber tan franco en su evolución en la copa, algo irresistible. No pierde las señas de identidad de este productor (Mineral y salinidad que recuerda al Maldon o a la Flor del Himalaya, esa sensación equívoca de dulzor y fruta), pero son los Melocotones y cualquier derivado: Nectarinas, albaricoque, algo de pera ¿porqué no? Los que ensalzan tan brillantemente a este maravilloso blanco, de momento uno de mis preferidos junto a aquellas dos botellas de Zilkien Saarburger Rausch Kabinett que han pasado por mis labios, y que no logro borrar de mi recuerdo.


Y con esto rubrico ésta mi pequeño aporte a los Riesling Alemanes, insignificante en mis menguados conocimientos, y demasiado espesa en cuanto a proposición de enmienda. Este Verano en el que estaré dando la vara hasta finales de Agosto, me había propuesto firmemente abreviar las entradas para no sofocar en demasía a todo aquel que quiera mitigar el aburrimiento delante de una pantalla. Pero como tengo el incorregible defecto de ser incapaz de sintentizar en letra y acertar en mensaje, la cosa va así.
Por estas fechas me imagino que muchos de vosotros estaréis por cosas más importantes que sentaros ante el ordenador, yo sin embargo me he marcado algunos propósitos que no se si cumpliré: Continuar comentando aquellas canciones que merecen algo más que una mera subida al Facebook, reseñar el resto de vinos (refrescantes) que caigan en mis manos, y subir una Playlist de final de Verano... Sí, se que lo normal es ponerla antes por aquello de expandir el corazón en pos del Verano eterno, pero como soy un cabroncete incorregible; la mía será de terapia postveraniega.
Ya saben, siempre y cuando los astros se alineen.

SEAN FELICES!!

AUTORES:

2 comentarios:

  1. Instructiva lección para mí de unos vinos que desconocía por completo , agradezco que compartas tu experiencia con ellos con el sentido del humor que siempre te caracteriza .
    Suscribo tus palabras de que el vino expande el espíritu ; como la música , no conoce fronteras , esas mismas que nos reducen a la mínima expresión .
    Gracias de nuevo , feliz verano , espero esa lista...
    Saludos!

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  2. Para nada JESUS, la verdad es que empecé hace unos años con los Gewurztraminer hace unos años y me daban miedo los Riesling (no me preguntes porqué). Lo cierto es que lo difícil es encontrar una tienda física con una buena selección y donde encontrarlos; Franceses los hay más, incluso la Torres hace uno pero... es otro mundo totalmente diferente, se puede encontrar la salinidad pero no con las sensaciones tan ambiguas de los Alemanes. Si tienes la ocasión no pierdas la oportunidad de probarlos (pican un poco pero valen la pena), es todo un hallazgo y otro rango de sabores; no creas que domino en absoluto estos vinos, lo cual lo hace aun más excitante todavía.

    Ayer acabó cayendo la de SPLÄTESE cenado con mi cuñado después de un día de playa, bufff ¡bestial! Es un semiseco ligeramente dulce pero con la acidez justa para no hacerlo pesado y empalagoso si no adictivo (7 grados figúrate). Sin duda el vino expande... y la buena compañía para compartirlos unifica y nos hace más personas. Pocas cosas superan a una buena compañía, una buena conversación y un cómplice (vino, comida.... etc)

    SALUDOS VERANIEGOS!!

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