Ediciones Limitadas BCN
D.O Montsant
Uvas: Garnacha, Samsó,
Syrah, Cabernet Sauvignon
Viñas de 20 a 50 años
Terrenos: Pizarra,
Calcáreo y Arcilla
Fermentación en Inox. y
crianza de 9 meses en roble Americano y Francés
Vendimia tardía a
mediados de Septiembre y finales de Octubre
Volumen Alcohólico: 14%
Precio aprox.: 10 a 12
euros
Volviendo
sobre mis pasos a las puertas de un mes de aniversario. Y cuando
apenas si hay motivos para celebrar, ni tan siquiera algún atisbo de
brillo inspirador. Son los pequeños detalles de nuestro sino de
depredador natural y de hambrientos insaciables, los que nos obligan
a aventurarnos en busca del estímulo lenitivo que nos haga volver a
sentir vivos. Ese acto si se quiere egoísta, pero que hace posibles
nuevos escenarios: y no me refiero a volver del revés nuestro
universo personal, si no a reubicarse para buscar otros brillos,
otros matices, otras percepciones en definitiva.
La mayoría
de las veces recurrimos a recrear el pasado, a alabarlo e incluso en
ocasiones lo proclamamos como un pensamiento único. Pero no hay nada
como desbrozar senderos en desuso y aguijonear esa apatía por la
aventura, con imaginación .
Esto es
válido para cualquiera de nuestras más devotas costumbres, pero en
este caso me refiero al vino en concreto, y en general a mi limitada
jurisprudencia rutinaria: Esos itinerarios a los que me somete mi
baja laboral y que hacen del día a día una especie de suplicio, sin
más remedio que tirar de imaginación y rebeldía.
Por lo
general no es que mi vida fuese la alegría de la huerta en lo que se
refiere al disfrute de aventuras; y no voy a contaros mis penurias ni
mis concisas tribulaciones. Pero por lo menos los brillos
resplandecían antes; aunque fuese a fuerza de “dar cera, pulir
cera”. Por probar he probado de todo, que bien lo sabe el dios
de las alturas:
Cambiando
travesías que se repiten una y otra vez. Escogiendo al azar los cd's
que atiborran de datos la guantera de mi coche; en un intento de
descartar rayados y variar mi dieta musical. Hasta intentado sembrar
mi afición a la lectura en barbecho, y desenterrar aficiones en
desuso: (hacer doble nudo en zapatillas, volver a ponerme
camisetas de juventud con olor a humedad, comer Shitake de forma
compulsiva, y hasta entablar conversaciones con desconocidos).
Los paseos por la calle hacia mi recuperación o hacia cualquier
destino, siempre inciertos, dubitativos. Dando rodeos para ir a los
mismos sitios de siempre, y con la incomoda sensación de que la
gente te observa y te siente translúcido; con esa apariencia de
duda, de sentirte perdido y de estar ahí cuando no debieras.
Y sí, lo
admito, puede que sea un signo de inmadurez con un cierto grado de
imbecilidad bochornosa. Pero otros lo hacen suyo egoistamente y lo sufren en la
intimidad como las almorranas; yo por
lo menos lo confieso, admito, y... lo comparto (eso también).
Hacer además estas cosas, más dignas de un verdadero esquizoide
que de un hombre de bien, tiene sus pequeñas glorias. Y es que en
ese pasar inadvertido y buscar los brillos entre la gente, a golpe de
esquina, y en el tiralíneas de las calles de tu aldea, uno se da
cuenta de cosas que habían pasado inadvertidas todo este tiempo (y
esto también tiene delito). Apunto y anoto siguiendo un rito
escrupuloso:
Me
levanto, me visto y bajo a comprar el pan a la ocho en punto. Reparo
en la desbandada de testigos de Jehová que pasean a esa hora por mi
calle, todas féminas, en pareja (como los guardia civiles); quiero
imaginar que en tiempo de crisis buscan pobres de espíritu. Llevo a
mis tiernos mancebos al cole, observo a las madres mientras sorteo
las cagadas de perro. Tiempo justo para desayunar y encaminarme hacia
mi rutinaria rehabilitación, una vez allí analizo escrupulosamente
al personal (entablo conversaciones para parecer normal). Y de camino
a casa circunvalo dando un rodeo sin sentido, con la sola excusa de
pasear por calles por las que nunca lo había hecho (por variar
vamos).
Vuelvo a
reparar en la cantidad de tiendas, llámese gourmet, delicatessen, o
sabe dios como denominar a negocios con apariencia de cualquier cosa
menos para lo que han sido concebidos: Bares con apariencia de
peluquerías, bazares chinos que parecen tiendas de moda, peluquerías
que se asemejan a tiendas de discos, restaurantes minimalistas que
parecen casas de citas, y tiendas de vinos que parecen haber
seleccionado las botellas más para decorar, que para cualquier otro
menester. Y voalá, allí estaba ella.
Ocultando
con rubor su atractivo no sin cierta austeridad, y rodeada de un
sinfín de socorridas botellas, allí estaba el brillo, rutilante en
la esbeltez de su botella. Podría ser uno de tantos Montsant, y
aprovecho para denunciar el exceso ante no digo yo que no #¿avalancha
de vinos de precios medios, que no son más que clónicos entre si?
Es cierto!!
en esto de las fluctuaciones de la demanda y de ésta a la moda
abrumadora, no hay más que un paso. Del que uno solo puede salir
airoso a base de pericia HérculesPoirotesca; toma exabrupto!!
Pero es que no puedo evitar el envite de curiosear en las tripas de
estos “nuevos” comercios; incorregible como soy y a
sabiendas que su proliferación obedece más a un llamativo
frontispicio, que a la verdadera vocación aventurera de sus
comerciantes.
Se que no
siempre es así, pero en la mayoría de los casos son más las
botellas de Riojas jóvenes y atractivos de 4 euros, y los vinos de
Rueda tan de moda ahora: joviales, florales y femeninos que buscan el
típico comprador sin apenas profundizar en los pequeños productores
con terruño. Con lo que acojo estas novedosas iniciativas con cierta
prudencia y desconfianza.
Por suerte
no siempre es así. Y entre esa legión de vidriosos envases con
diseños modernos, nombres recurrentes, y etiquetados atractivos, no
por fuerza se han de hallar la mayoría de las veces caldos para
tragar. Una artimaña demasiado extendida, para parecer lo que no se
es y convertir así el brillo en deslumbre.
TERRÍCOLA
es uno de esos casos anómalos, sin ser por ello un vino excepcional
y jugar en esa liga controvertida del secretismo. Pero pese a no
desvelar los porcentajes de cada uva que conforman su complejo
cupatge, y soterrar clamorosamente las virtudes de sus cuatro perlas
negras con una sobremaduración quizás desmesurada. Sigue
sobresaliendo con una sorprendente identidad, por su provocador
precio y sobre todo por como se desmarca de la inconfundible
impronta de esta subzona del Priorat.
Empezando
con ese intenso color picota y lo que nos sugiere: Intensidad,
caramelo, profundidad... La capa alta y la densa lágrima que decora
nuestra copa. En nariz es disparatado con ese primer golpe a resina a
pegamento, que para muchos es un desagradable inconveniente, a mi
sin embargo me espolea a pesquisar. Se desvanece el alcohol con una
volatilidad inusual y aunque se hace más presente ese tufo a
pegamento, comienzan a aparecer las ligeras notas a verdura asada, la
madurez, los geranios, y el verdor bastante más agradable de los
pimientos junto a los trigueros . Se intuye su identidad mineral
aunque muy lejana: basalto, pizarra, grafito quizás.
Su entrada
en boca sin embargo destaca por esa maduración excesiva que pese a
ser agradable y sedosa, empacha ligeramente; puede recordar
remotamente a los Amarone o a L'embruix de Can Llach. Boca amplia con
unos taninos casi imperceptibles, con un postgusto agradable con
toques florales y de mineral. Y un final largo entre lo balsámico y
lo amargo del Cabernet.
Un vino
curioso que apunta longitud, aunque con el paso de los días decayó
un poco acusando esa sobrecarga de madurez y esa remembranza química
de su pegamentoso aroma. Y del que valoro sobre todas sus discutibles
cualidades, el factor de la sorpresa y del riesgo. Que hace que las
aventuras por avivar la llama de la sorpresas derriben de tanto en
tanto el orden establecido de las cosas.
Uno por
suerte no sabe nunca a ciencia cierta si la razón está de su lado,
o si todo debe ser así o asá. Para eso y todo lo demás está el
subconsciente instintivo, ese sexto sentido que rompe con las ideas
preconcebidas y que nos moldea con naturalidad cuando no seguimos
preceptos y doctrina alguna. Y lo necesario que de vez en cuando
dejemos de sacarle brillo a nuestro orden de preferencias, para
buscarlo allí donde sea y expandir así nuestro espíritu; la
conquista de nuevos territorios, como se suele decir.
SALUD!!
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