Tipo: Blanco joven
Bodega: Martí Serdà (La
Granada)
D.O: Penedés
Uva: Xarel.lo 100%
Viñas de 60 años
Maceración en frío, 20
días de fermentación, y Baonnage de 5 semanas.
Precio aprox: 8 Euros
Hay una
corriente antaño subterránea que fluía bajo nuestros pies sin la
más mínima relevancia. Con los años y la erosión de nuestro
fatigoso caminar, hubo quienes la descubrieron como los infatigables
buscadores de materiales preciosos de Coloma. Hablo de la estética y
las modas como un fenómeno tan cotidiano y aceptado que
difícilmente podríamos entender nuestros preferencias actuales, sin
querer aceptar lo que nos llegan a influir #lo queramos o no.
Otra cosa
bien distinta es la forma con la que cada uno se sienta identificado:
Los que llenan sus vacíos con un disfraz de originalidad, con el que
paliar su falta de personalidad. O los que intentan buscar el
equilibrio entre creatividad y la esencia identitaria. Pero lo que
está claro y es del todo evidente, es que convivimos a diario con
ella y aunque uno intente escapar, siempre está el subconsciente por
el cual se rigen nuestros hábitos.
En cualquier
caso siempre es mejor aceptarlo sin por ello sacrificar los
principios de cada uno; pues no hay nada más dañino que ser esclavo
de las modas, sin que éstas produzcan un debate interno.
Hay quien
despectivamente lo achaca a modas pasajeras que van y vienen sin
explicación posible. Pero yo creo que en el fondo, lo que hace que
algo se establezca como moda, es fruto del trabajo de otros que
trabajan desde abajo: Desde las mismas personas inconformistas que
buscan el placer propio, hasta los pequeños propios creativos que
nacen bajo el subsuelo.
Luego
evidentemente siempre están los que se limitan a copiar y a
banalizar las ideas, en forma de marcas y corrientes de consumo. Pero
no hay que confundir ambas consecuencias: Ni el echo de que de
repente a todo el mundo le de por algo, como la maravillosa
brillantez del zigoto que dio a luz la idea.
Yo soy de
los que cree profundamente en la estética #no en el mal uso que la
desvirtúa. Pero sí en la importancia y en el atractivo de la
imagen, como algo que expresa un concepto o que simplemente lo lanza
al aire para que otros lo desarrollen. Esa forma de transmitir algo
con una simple línea, con un gesto, o con una evocación intangible
e imaginaria que eclosiona, y que todos quieren imitar.
Es cierto
que los verdaderos artífices de las primeras y más descabelladas
ideas, son casi siempre denostados e ignorados. Pero luego está
nuestra propia responsabilidad como seres, con una capacidad innata
para reflexionar y aplicar criterios. Y desde luego, para escarbar y
buscar en el pasado el punto de inflexión entre el origen y el
desarrollo. No se trata en cualquier caso de sentenciar lo bueno y lo
malo, lo auténtico y lo falso. Si no de calibrar y de hacer trabajar
el instinto, sí el instinto: Eso tan primitivo que nos otorgó la
naturaleza.
Y el
mundillo del vino amigos es desde luego y mirando con perspectiva,
uno de los máximos exponentes de este cambio. Si antes se ponía un
especial acento en la casta y la estirpe familiar plagada de:
Ducados, Marquesados, Dones, Doñas y Santos por doquier; quizás
para dotar de solemnidad y elitismo al asunto. Ahora son las nuevas
generaciones las que han democratizado el vino. Ya no solo como un
alimento necesario para la plebe, y a otros niveles un privilegio
para unos pocos afortunados. Si no como un elemento con el que se
puede conjugar todo o casi todo: una especie de navaja suiza y 6 en
1, donde igual cabe el ritual del respeto hacia el terruño, como su
consumo coloquial. El respeto por el pasado de las viñas viejas y la
recuperación de cepas extinguidas, como la búsqueda incansable de
cupatges inverosímiles. O como un elemento perfecto (la vidriosa botella). Donde diseño e
imagen, sean de verdad, el vehículo perfecto para plasmar y transmitir las
sensaciones que uno espera encontrar en su interior.
Y como no, sobretodo el culto al elemento vínico como un transmisor popular de sensaciones, dispuesto a derribar mitos.
Y como no, sobretodo el culto al elemento vínico como un transmisor popular de sensaciones, dispuesto a derribar mitos.
Lo mismo da
que sean las nuevas zonas y algunos inconformistas los que hayan
iniciado la revolución. Porque también los hay que han surgido de
las catacumbas de las zonas más aposentadas y herméticas: Rioja,
Ribera de Duero, o la mismísima Penedés; como es en este caso.
Donde es tan fuerte la identidad que se labraron desde décadas, que
se antoja una tarea imposible revolucionar, sin perder de vista por
ello la identidad.
XITXAREL.LO
es un claro ejemplo de este nuevo concepto de vinos y de su fidelidad
hacia su legado. Un blanco joven con aires de gamberro, que no se
basta tan solo de su irreverente imagen. Si no que lo hace echando mano de la
jerga más profunda y arraigada: El taco primordial, y el palabro
que nace en entornos tan hostiles como los pueblos; sí sí, allí
donde el cosmopolita se siente más perdido que Adan en el día de la
madre.
Xitxarel.lo
podría ser como uno de tantos monovarietales que delega cualquier
tipo de expresión al propio de la uva. Sin embargo, esta
insignificante bodega ha sabido como nadie exprimir las virtudes del
Xarel.lo: Una uva que parece haber emprendido un viaje en solitario,
sin el continuo vasallaje de Parelladas y Macabeus, ni el servilismo
hacia la tiranía de los extenuados Chardonnays.
En esa dura
travesía a la búsqueda de nuevos y personales blancos, se han
quedado por el camino numerosos intentos fallidos con infinidad de
blancos clónicos: En su mayoría frutales, frescos, muy florales, de
fácil beber pero sin apenas carisma. Sin embargo esta modesta
bodega, ha sabido articular en una especie de mandamiento primigenio,
lo mejor del pasado, el presente y el futuro: La osadía de hacer del
diseño de una botella, todo aquello nos une con nuestros ancestros
#el adjetivo que se crea a fuerza de conjugar nuestros actos, y que
no entiende de gramáticas dogmáticas ( Cafre, Tronat, Penco,
Escalfabraguetes, Pixapins...). Y que ilustra la botella en un
compendio inimaginable de imaginación e investigación seglar. Para
elaborar un Xarel.lo de precio popular, con una complejidad
arrebatadora y audaz:
Mantiene
intactas todas las virtudes de la modesta uva blanca: Personalidad,
buena estructura, una acidez refrescante, y un verdor evocador que la
hace contagiosa . Pero además consigue que todas ellas se ordenen y
sean fácilmente reconocibles.
De entrada
por su tímido aroma que según la época del año hace estallar su
jovial fermentación en la botella, con ligeros carbónicos y
vegetales. O se amanse según pasen los meses, con una tenue
fragancia floral a jazmín y a hinojo. En boca evoluciona ligeramente
conforme toma una bocanada de aire, convirtiendo la acidez inicial en
una ligera untuosidad sin perder el frescor de su acidez, su
mineralidad, y su verdor (tomillo, hierba húmeda, flores …). Todo
esto hace que sea un vino blanco desenfadado y muy versátil para
maridar o tomar como aperitivo. Pero además lo dota con la
suficiente personalidad para hacer de él un joven blanco con dosis
de complejidad, sin dejar de ser dócil.
Un blanco
con cierto volumen que equilibra con maestría: Diversión,
elegancia, y sofisticación. Muy juguetón a la par que ilustrador en
su impagable diseño.
Si el paladar fuera al oido lo que las sensaciones al alma, sonaría así:
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