Me apresuro
a escribir perseguido por los mil demonios del olvido. Como si esa
gran masa que protege la fortaleza craneal dejara escapar el
recuerdo, para hacer sitio en una azotea repleta de tantos trastos
que pide a gritos una limpieza a fondo.
Son ya
largos los meses que han pasado desde que visionara esta excelente
cinta Transalpina. Y aunque muy a mi pesar, la vorágine mediática
de las intraredes, redes sociales, y bloguers mil hayan dado habida
cuenta de las virtudes de esta película; y seguramente no quede ya
rara avis sobre la faz de la tierra sin haber visto o leído
sobre la misma. Yo que intento trascribir cualquier asunto #o casi,
que me interese; como aquel marino que anota en su bitácora los
pormenores de su travesía a modo de autobiografía. No voy a perder
la oportunidad de escribir sobre, posiblemente la única película,
que me a hecho rebrotar aquellos años de juventud cinéfila suicida.
Y digo
suicida porque aunque años atrás era más fácil encontrar pequeñas
salas donde ver cine... vamos a llamarlo de autor, europeo, o como a
mi me gusta llamarlo: “cine poco comercial”. Tampoco es
que fuese antaño un hábito masivo; pero posiblemente si que era más
aceptado #sin efectos digitalizados y animados, las historias
atípicas tenían una cierta relevancia.
Sin embargo
y aunque esta cinta nos proponga una narrativa abstracta, cargada de
simbolismo, y desconcertante por momentos. No es poca la importancia
que tiene en ella su impactante carga visual; fotografía si se le
quiere llamar, exenta de paisajes naturales extenuantes.
Aquí no
encontraremos trucos prosaicos con los que embaucar al espectador con
la excusa de ampliar su ratio comercial. Entre otras cosas porque a
LA GRAN BELLEZA se la quiere o se la odia, según sea nuestra
disposición a aceptar el juego de Paolo.
Algo que
añoro terriblemente en el cine que se factura en la actualidad, o
por lo menos en el que acaba trascendiendo: La ejecución de una obra
en la que cada uno de los aspectos de una película, confiere ese
nimbo único al conjunto.
Empezando
por la armonía con la que se maneja la cámara, y lo que transmite
sin necesidad de diálogos. Y acabando con el personaje principal,
donde gravitan como satélites todas y cada una de las míseras
existencias que acaban por darle cuerpo.
En ese
ensayo sobre el declive del arte y de la sociedad que lo rodea.
Nuestro personaje Jepp Gambardella ejerce de cronista, tomando su
misma existencia como ejemplo; con intenciones o sin ellas. Recorre
su vida desde aquel único amor de adolescencia, con su único libro
como testigo, y con una indolencia propia de quien desprecia
cualquier trascendencia desmesurada. En ese camino abrupto donde la
estructura narrativa deja de lado cualquier patrón clásico. Nuestro
personaje recurre a su instinto traidor del subconsciente, para
mostrarnos la verdadera “gran belleza” de las imágenes. Que bien
podrían ser los fotogramas de un cerebro confuso, donde los
contrastes entre el desenfreno festivo, las escenas más mundanas, y
la paz que transmite la belleza subliminal de la ciudad, se amontonan
logrando un impacto visual subyacente.
Quizás por
eso, aunque alabada con unanimidad por la crítica. Pocos galardones
han tenido el valor de premiar esa arriesgada forma de narrar algo
tan sencillo como volátil: La complejidad de la existencia en
secuencias y planos.
Dicho esto y
como podéis imaginar, no hay sinopsis lo suficientemente concisa
para aglutinar en cuatro párrafos todo lo que desencadena su
original puesta en escena. Un cine apuntalado por los Fellini &
Co. Y que nos da su particular forma de ver el derrumbe de nuestra
sociedad en general; por mucho que se centre en Roma.
Jepp
Gambardella es ya un viejo y aposentando escritor que vive de los
réditos de un único (y exitoso libro), publicado hace veinte años.
En su retiro sexagenario se ocupa de escribir sobre arte (y cultura)
en una revista, bajo la condescendencia de una amiga editora. En ese
complaciente trabajo descarga toda su desidia por todo lo que le
rodea: Empezando por un absoluto desinterés en todo lo que concierne
a su influyente figura, pasando por el elitista mundo del arte
conceptual donde convive. Y acabando por mostrar ese profundo asco y
apatía, con una actitud destructiva hacia su persona y todo lo que
le rodea.
En esa
existencia vana y carente de anhelos en la cual solo se dedica a
devorar las noches de fiesta en fiesta, excesos alcohólicos, y
relaciones deshumanizadas, sucede algo inevitable. Que no es más que
la contemplación de un mundo vacío, artificial y decadente que
acontece en Roma; como si se tratara del reflejo mismo de su ser.
Tras el
decorado de este impreciso argumento, la película transita a golpes
de timón e impactos visuales. En una puesta en escena repleta de
abstracciones y simbolismos que dan para extraer infinidad de
reflexiones: El de la misma vida del protagonista que se arrastra
recapitulando sus desdichas, fracasos, y su levedad. La ciudad de
Roma como telón de fondo, donde la cúpula de la acomodada clase
alta se regodea en su propia mierda. Y un mundo que se desmorona
falto de valores y plagado vacuidades, que se ve reflejado totalmente
en esa concreta historia.
Lo
verdaderamente memorable de la cinta en concreto, es que ante un
escenario tan dantesco, frívolo y deprimente, surge la verdadera
belleza como un filtro imperceptible. Simple y llanamente con el
movimiento elegante e incisivo de la cámara #el arte de filmar y
silenciar el caos con la genialidad de la imagen. Apoyada por una
narración en segunda persona lapidaria, poética, y concluyente.
LA GRAN
BELLEZA tiene todo esto y más, de echo es una de esas películas
noqueadoras que se desdobla en si misma cada vez que se vuelve a ver.
La primera por el desconcierto, la segunda con un paladeo más
parsimonioso y panorámico. Y así sucesivamente hasta extraer
infinidad de lecturas; como un juego de muñecas rusas, o el Cubo
de Vicenzo Natali.
Puede que
para algunos sea una película excesivamente larga. De una
construcción enrevesada e insoportable, tremendamente aburrida para
otros. Pretenciosa para quien no entienda su mensaje crítico, con la
propia medicina del ensalzamiento desmesurado, bizarro y visceral con
el que se nos muestra. Puesto que aunque se crea que habla de otros,
en realidad habla de nosotros mismos.
Quizás solo
por eso no se quiera entender; probablemente por nuestra falta de
autocrítica.
Me la recomendó nuestra común amiga Marta pero al final se me escapó del cine. Sé que es compleja pero creo que me gustará, es un tipo de cine que si me pilla el día me atrapa. Por cierto, prefiero leer tus opiniones a las muchas que se hayan podido escribir sobre esta peli. Abrazo.
ResponderEliminarYa tengo plan para esta noche: el señor Sorrentino y su texto. Simplemente elegante. Un abrazo y feliz domingo.
ResponderEliminarYo la vi en el cine y...me sobraron algunas cosas, algunas escenas medio surrealistas que pretendían impactar,supongo, visualmente, y que se me antojaron fuera de contexto y de tó. Pese a esto me pareció una peli que hay que ver, con unos personajes delirantes y un gran protagonista entre hedonista y nihilista que me encantó.
ResponderEliminarKisses.
Jajaja gracias JOHNNY J.J ¿aun siendo difusas y esotéricas? (mis reseñas. Estoy seguro que te gustará, es una película para abrir mentes y además caer un poco hacia la melancolía, Yo cuando la vi (y se que puede que no tenga mucho que ver), me recordó mucho a El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante de Peter Greenaway; por el simbolismo quizás y la estética.
ResponderEliminarLa verdad es que hecho mucho de menos volver a experimentar lo que me hicieron sentir ese tipo de pelis de juventud: Eliseo Subiela, Wong Kar Wai... y ese surrealismo tan certero y real. Y por eso posíblemente me haya gustado tanto.
Hola Sincopada!! Eso que dices me paso en algunos momentos la primera vez que la vi; sobretodo al cabo de la hora de la película creo (después de la sesión de votox en masa). Lo cierto es que la segunda vez que la vi me encajo todo un poco más, no se... ¿sugestión)
ResponderEliminarEn mi personal opinión personal creo que puede que según te pille el cuerpo sea un poco desconcertante; por la forma que tiene de mezclar imágenes dispares. La segunda vez que la vi lo intenté hacer desde la mirada de él, o por lo menos de como ve él las cosas. Y ahí precisamente es donde se halle el "truquillo". Puede que en realidad sea su desencanto y ese nihilismo que comentas el fruto del desprecio que le producen "las personas que le rodean", y de golpe descubra la nostalgia por ser amado y amar.
No se tía creo que me estoy liando, pero a mi me dio la sensación que al final tiene mucho de nostalgia y reflexión, en eso que llamamos la "madurez, vejez". Un poco de trauma existencionalista...
UN ABRAZO Y GRACIAS POR VOLVER A PASARTE (que nos tenemos muy abandonaos)
Uff 21st Century Schizoid Man menudo desorden llevo con las respuestas, o es que me llegan los correos según les pilla. Será sin duda un plan perfecto, sobretodo por la peli; mis textos intentan un poco hilbanar las sensaciones. Pero a veces con películas de este tipo es mejor dejarse llevar y no enredarse demasiado, siendo ésto último difícil porque se pueden extraer muchas lecturas por su cantidad de sensaciones.
ResponderEliminarSALUDOS Y BUEN CINE TENGA USTED
Preciosa reseña de la película, sabía que te gustaría y que te inspiraría líneas así. Y es que la película es literatura pura disfrazada de imágenes, un enmarañado que te llega al alma y que sin que te des cuenta traza un retrato sobre todos nosotros en el fondo, por lo que es fácil llegar a conectar si te ves atrapado por sus metáforas y sus mini historias. A falta de un segundo visionado que sé que será aún más enriquecedor que el primero, en el que me pasé toda la película con la boca abierta embobada por lo que estaba viendo, hay escenas que no se me han olvidado.
ResponderEliminarSe la puede acusar de lenta, de difícil, incluso de pretenciosa si te lo propones, pero para mí no es más que CINE EN ESTADO PURO. Una gran belleza tan grande como la de su título, un caramelo que sí, sólo los que gusten del cine exquisito sabrán apreciar como toca, pero una grandísima película que además pasará a la historia como una de las míticas de la cinefilia de principio de esta década. Me juego lo que quieras.
Un beso!!
Como bien dices Marta, INSPIRADORA sería la mejor forma de definirla, junto a ese título así de "inspirador"; valga la redundancia. En las cuatro líneas que has escrito has definido la película de la mejor forma posible, aunque es evidente que transmite tantas sensaciones que es complicado no aturullarse (¿existe esta palabra?), y buscar las numerosas conexiones que ofrece.
ResponderEliminar¿Pretenciosa?... puede, aunque deteste esa palabra. Es tan relativa la prenciosidad, la sugestión... en fin creo que nuestro inconsciente es muy traicionero y va tan por libre. Que a veces lo verdaderamente excitante es encontrar algo que nos lo despierte, ya sea por nostalgia, tristeza, estética (bella o fea). En cine cada vez abundan menos este tipo de propuestas, y solo por eso ya es una celebración encontrar películas como esta (con sus virtudes y sus defectos). Al fin y al cabo somos nosotros los que tenemos que encontrar el significado, y en el cine a veces vale más la pena dejar las cosas de nuestra cuenta, que ser obvio y previsible.
Yo sinceramente me quedé encantado, y más que por el significado concreto de la idea. Me enamoré de la cantidad de posibilidades que te da; todo depende del estado de ánimo y del momento con el que la veas.
Te recomiendo que la vuelvas a ver desde cero, ya veras como te sorprendes por la cantidad de cosas que se descubren y que nuestro subconsciente dejó en segundo plano; por lo menos eso me pasó a mi, la disfruté incluso más.
BESAZOS!!