Y así fue
como ocurrió. Una larga e interminable noche de insomnio de aquellas
que cuentas segundos, minutos y horas. De las que ves despuntar el
amanecer como en una laaaarga noche de fiesta, de las que te oyes las
tripas, el rumor de la gente y hasta la pierna quejarse de su
posición en la cama.
Una de esas
veces que tanto tiempo libre te da para que la cabeza recapitule todo
lo sucedido en una primera noche de verano: El postergar una cena de
regalo durante once largos meses, el descubrir los pormenores de un
Smartbox de regalo , y el decidir que tanta imaginación debe ser
inmortalizada.
No suelo
relatar este tipo de nimiedades de tres al cuarto, pero es que si
algo concluyente tiene no pegar ojo toda una noche; hecho insólito
en mi vida, desde que el sueño me abandonara en las noches
postoperatorias de la UCI. Es que la cabeza: esa olla exprés que
tenemos sobre los hombros, comience a hacer diabluras con el hecho
más intrascendente y liviano de tu vida. Y no poder parar de atar
y desatar canciones en la cabeza, cuando la cabeza empieza a coger
carrerilla desordenando y ordenando ideas: Cambiamos cien veces de
posición, recapitulamos cual taquígrafo sin control, y bostezamos
en modo loop con unos lagrimones como puños.
Una de esas
cajitas que se regalan como socorro a la duda y a la difícil tarea
que todo hijo de vecino tiene cuando se enfrenta a un regalo tuvo la
culpa. Y que conste que no es un reproche, pobre de mi!! ¿quien no
ha patinado a la hora de escoger un sitio para cenar?. Sobretodo
cuando el hábito de salir a cenar se a oxidado por la fuerza de los
años y el transigir de la paternidad.
Sin maldad
ni resquemor alguno, nos hicimos acompañar por los idealistas del
regalo, con quienes compartimos la mayoría de nuestros actos
lúdicos. No por nada, pero es que la simple idea de cenar a solas
después de tantos años nos horrorizaba. Así que después de ojear
el librillo que acompaña al regalo y comprobar en sinfín de
restaurantes con unos menús bastante estandarizados. Escogimos al
túm túm uno que se hacía llamar FUCSIA en el barrio guay de Sant
Gervasi (Barcelona), sin leer críticas o comentarios algunos, lo
admito:
Así que
mientras esperábamos en el coche a nuestros acompañantes y la hora
de la reserva, no pudimos evitar husmear vía Smartphone (todo muy
smart como veis), lo que aparecía en la red tras teclear “Restaurat
Fucsia, Barcelona”. Por cierto, ¿Quien le pone de nombre a un
restaurante fucsia, por dioh!!? Sin desperdicio alguno como es de
suponer:
- Ambiente muy agradable, poco ruido, acogedor. Comida muy buena, bien elaborada y raciones más que aceptables. Con la bebida y el postre se va un poco del precio. Servicio correcto.
- Fuimos 15 personas a cenar el sábado por la noche (precio cerrado) y para nada esperaba cenar tan bien. El ambiente era festivo pero sin pasarse, y me llamó la atención que casi todos los demás grupos eran de mujeres. Volveré pronto
- Se ve que hay un descuento de 50% si reservas por internet... La comida buenisima y el precio del menú es muy ajustado. La camarera no entiende mucho castellano la pobre! Ambiente chulo. Muy recomendable!
- La comida muy correcta, los precios normales para la zona alta de Barcelona, lo mejor el ambiente, gente bien vestida y se puede hablar
- Me sorprendió a mal. Muy lentos en traer los primeros platos a toda la mesa con lo que ya se enfriaba el plato de algunos. No tenían todos los ingredientes en la ensalada de cabra y nos pusieron otro queso (bastante malo) sin decir nada. No tenían el postre del menú y nos ofrecieron Coulants (típicos de la Sirena...muy decepcionante). El ambiente es joven y esta bien decorado pero lamentablemente no volveré.
- Fuimos a cenar con una smartbox que nos habían regalado por Navidad. La cena incluía una botella de vino, que intentaron sustituir por una copa de vino o de agua. El menú que aparecía en la smartbox no estaba disponible. También intentaron estafarnos con el postre, dándonos a elegir entre dos postres cuando se podía elegir cualquier postre de la carta. Si no te quejas ni te ponen la botella de vino ni el postre al que tienes derecho,La comida bastante mediocre y el servicio lento. No volveremos.
Por suerte
ese color color asociado a Barbies y a la época dorada del Acid,
brillaba por su ausencia en la decoración del interior (menos mal).
Como podéis imaginar la cosa prometía, pero alto!! que no hay más
gusto que acometer las cagadas con estoicidad, humor y valentía; y
que sea este un acto sociológico.
En la
pituitaria emocional todavía resonando la banda sonora del trayecto
Cherry Ghost “Clear Skies ever closers”, romanticismo en modo
álgido con fotogramas del pasado incluidos: And in the
photograph
You have
caught me in my prime
Love and
lust, girl, shoulders wide
A token
of a kind of time
Y nosotros a
disfrutar eh, que no parezca que íbamos en son de guerra: Los cuatro
ya sentados ante la mesa cumpliendo el puro trámite, el silencio de
la sala que a lo largo de la noche se fue llenando de cenas en grupo. El ojo de Halcón calentando motores, como si ya supiésemos que la
velada sería entretenida; dios sabe que sí. Y ese divertimento que
tenemos yo y mi cuñado de observar, analizar y conjeturar entre lo
malévolo y lo socarrón; es uno de nuestros vicios más
incorregibles.
He de decir
en defensa de dicho restaurante, que la decoración, disposición y
ambiente del lugar tenía todos los ingredientes para caer uno en la
trampa. Todo aquello que uno desea de un restaurante y donde sin
apenas una personalidad concreta, confluyen casi todos los deseos y
gustos de los comensales; ideal para grupos numerosos y calcado a la
contraetiqueta del vino blanco de la casa que nos pusieron #XANTAL:
Amarillo pajizo, brillante con reflejos verdosos, aroma frutal limpio
y fresco, buen equilibrio en boca, con un final muy agradable.
No se, son
de esas cosas que quieren transmitir tanto y dicen tan poco, que
acaban acojonando. Cuando así sin comerlo ni beberlo el
romanticismo se fue al traste y parecía tener a Jorge Ilegales
echándome el aliento en el cogote. Porque noo hay nada más
peligroso como querer abarcar espectros tan amplios, como poco
concretos. Eso sí, todo con un punto de sofisticación suficiente
para que el personal asuma esos precios que sin ser desorbitados, no
hacen desde luego honor a su calidad.
Total y
abreviando. La carta corta no, lo siguiente: Por un lado es positivo,
si de esa manera un restaurante se centra así en explotar las
virtudes de sus platos (yo por lo menos lo prefiero). Quizás puede
también que Chicote halla hecho un daño incalculable en fabricar
críticos culinarios excesivamente exigentes por doquier; yo desde
luego no me considero uno. Incluso si me apuras, también es de rigor
pensar que no se puede medir a un restaurante por su oferta
Smartbox. Lo cierto es que dos éramos de Smartbox, y los dos
acompañantes casuales lo eran de carta (y eso lo adelanto, por si el
propietario se anima a comentar en el blog; lo cual seria de una
valentía admirable).
Por un lado
tenemos las bebidas, vino de la casa aparte; en eso no entro, es lo
que hay. Otra cosa bastante más irrisoria es pedir un agua con gas y
que te pongan una VIVARIS: una pseudoagua que no es más que agua
carbonatada (la misma con la que elaboran la Coca-cola); con la de
aguas con gas de calidad que tenemos por un precio razonable y que te ponen hasta en el bar de la esquina. Lo de
la cerveza de barril (caña,copa o jarra) ya es innombrable. Ya que
mi disposición en la mesa hacia el rincón donde se preparaban
bebidas, cafés etc. era privilegiada, así que atención al detalle:
Las cervezas que no se pedían estrictamente de botella (que era el
90%, pues tampoco las ofrecían), eran rellenadas con latas de AURUN.
Sí, esas latas de 0'27 Euros que venden en Lidl, Eroski, etc etc. y
que compramos a los vendedores ambulantes en conciertos callejeros, o
cuando quedamos con los amigotes para celebrar una barbacoa. Y que
dicho sea de paso, que está más aguada e insulsa que una Cero 0%.
Y con esto
no quiero que penséis que el niño es de morro fino. Que una cosa es
que de gustos y opiniones hay tantos como colores y culos, todos
tenemos uno. Y otra muy distinta es querer vender mobilettes tuneadas
a precio de Hondas.
Visto el
descaro con el que hacían el avioncito, cual bebé embelesado a las distraídas
mesas, el tema de los platos quedaba incluso en un plano de elegancia
subliminal: Ensaladas hechas a base de bolsas Florette y cuatro
adornos coloridos por 10 Euros que no llegaban a menú, un Risotto con textura de arroz con
leche Danone al que lo disfrazaba una brizna de Parmesano, y un Rape inundado de
una salsa inconcreta tipo Knorr (pero de marca buena). Para rematar, dos únicos postres:
Sorbete de Limón, y una tarta de chocolate visiblemente industrial;
los cortados cada uno en un contenedor distinto (tazita de loza, taza
de vidrio, y chupito alargado)
Vamos, que
el Restaurante Fucsia como otros muchos que abundan en nuestras
ciudades, se jacta de aquello que yo llamo “cocina tramposa”. O esa manera sutil de jugar con precios asequibles, público joven, y una oferta que contenta a todo el mundo, para colarte con maestría las técnicas de Falsarius Chef.
Un arte que se extiende como las epidemias y que no hace más que
aprovecharse de esa imperante tendencia de dilapidar la imaginación
de otros, con una vulgaridad morrocotuda vestida de modernidad. En
fin, artimañas con las que colarte una cena por 25 Euros cuando hay
menús de 12 que los superan en calidad, identidad, imaginación y
aprovechamiento de recursos; algo además muy extendido en nuestro
país desde tiempos inmemoriales (así nos va). U otra manera de
atraer a grupos con precio cerrado, para así hacer gala de un todo
vale; por el saber estar y no linchar al inocente que buscó el
restaurante, puro síndrome de Estocolmo vamos.
Está claro
que se aprovechan de la confusión reinante entre aquellos que unos
tildan de pijo y el disfrutar de las materias primas de calidad (que
no siempre son inalcanzables). Y lo que más me jode es que hay
negocios de gente joven con pocos recursos, que se lo curran
infinitamente mejor y que acaban cerrando. Fucsia no, como dicen
ellos, llevan 16 años como negocio de moda.
Moda moda,
la que más mola!! Agur!!
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