Nacionalidad: Bélgica
Género: Drama existencial
musical
Metraje:112 min
Director: Felix Van
Groeningen
Guión: Carl Joos, Felix
Van Groeningen
Música: Bjorn Eriksson
Fotografía: Ruben Impens
Basada en la obra de Johan
Heldembergh y Mieke Dobbels
Reparto:
Veerle Baetens, Neil Catrysse, Johan Heldenbergh, Niils de Caster,
Geert Van Rampelberg, Robbie Cleiren, Bert Huysentruyt, Jan Vijvoet,
Blanka Heirman.
Hoy me he
bajado hasta los cajones de la fruta después de asomarme por el
portón de la nevera, y ver que estaba en lo cierto: Los cardos, el
tomillo tenaz, los alcornoques, hinojos y bojas mecidas por una brisa
abrasadora resisten a la calima deshidratante, y yo... yo mejor me
vuelvo a dentro. Los abuelos sestean, y entre ronquido y relinche, me
he recostado sobre las plásticas paredes de los cajones frugales
para ver la enésima película de llorar.
Una treta
para hacer manar lágrimas a borbotones y capturar así la plegaria
soñadora como el desdichado Sr. Krank de la Isla de los Niños
Perdidos. Convertir mi lagrimal en un manantial desbordado, e inundar
mi torso con lágrimas escarchadas por el helor frigorífico: El
termostato pasado de vueltas, el no-frost averiado, la luz de
cortesía descacharrada y yo allí; repanchingado mando en mano,
sollozando hasta el escalofrío mientras las moscas y mosquitos hacen desde mi sudoroso y gelido cuello descensos hasta mi curcusilla.
Una de esas
cintas de campañas pasadas que se habían oxidado de polvo sobre una
estantería, y que sin el más mínimo interés sobre argumentos,
sinopsis o idoneidad la he enchegado. Ala!! así a la aventura que es
como se han de disfrutar las cosas. No sea que la pachora se ponga
tontusa y la vuelva a arrinconar por diez lustros más. Quizás sea
esa la mejor forma, y dejar de darle vueltas a la cabeza sobre si nos
va a gustar más o menos, si es el momento o si no; de verdad que me
ahorraría tanta mojigatería y no intentar explicar lo que se
adquiere por fotosíntesis.
Pero como
soy un bocazas, me aburro y cavilo mejor que argumento, ahí va: THE
BROKEN CIRCLE BREAKDOWN (que es que la vi subtitulada y suena mucho
más interesante). Una película de aquellas que no se explican ni se
leen ni falta que hace ¿Cuantas veces nos habremos lanzado al vacío
por cuatro líneas de sinopsi que no nos sugieren un carajo? Puro
instinto vamos!! Hablo de aquellos años en los que no existía
internet, las puñeteras reviews, ni gente que viese semejantes
engendros para explicárnoslas.
Alabama
Monroe (título con el que se estrenó por nuestras lindes), es una
de aquellas películas que jamás veríamos. A no ser claro, que
confiemos ciegamente en aquel amigo del alma que nos la recomienda.
El llamado uña y carne, culo y mierda... sí sí!!, ese con el que
nos comíamos los mocos y compartíamos rarezas a escondidas.
Una peli que
habla del triangular drama entre madre/padre/hijo(a) y a los que como
yo que son padres por duplicado, conmueve hasta el derrame (a las
madres mucho más, advierto). Si no es así, o si eres un padre
encabronado que no se deja llevar al huerto por sentimentalismos,
también, pero de otra forma. Y es que para todos aquellos amantes de
la melodía pluscuamperfecta. Para aquellos que asocian música,
directo, carretera y manta, con esa esencia crepuscular de la música
Folk, el Bluegrass o cualquier otro género. THE BROKEN CIRCLE
BREAKDOWN es todo un caramelo como aquellos Adoquines del Pilar que
no se podían morder, y que uno jamás se cansaba de chupar hasta dar
con los piñones. He ahí la trampa de Felix Van Groeningen; hay que
ver que espabilados son estos Belgas.
Y es que,
aunque la cinta chirríe en numerosas ocasiones con esa forma tan
poco disimulada de dividir la historia en actos y trascencencias
innecesarias. La mágica banda sonora interpretada en directo por el
reparto, siempre aparece ahí para enderezar el rumbo de una historia
que en un primer momento nos intenta sumergir en el drama desgarrador
de la muerte de un crío, ante los ojos de sus padres. Sin embargo y
aunque uno pueda creer que está ante el típico film con el que
regodearse y enfangarse en la plaga de nuestros días: La enfermedad
del Cáncer, la pérdida de un ser cercano o incluso esa angustia
latente que desarrollamos los padres ante una hipotética tragedia de
nuestros hijos. Dicho así, es cierto que dependiendo de las
circunstancias personales del espectador (como es mi caso), uno pueda
dejarse llevar por la desazón con la que Felix Van Groeningen narra
ese punto de inflexión de la peli. Pero por otro lado, si bien es
cierto que no deja de ser un drama. La forma y el enfoque con el que
el director Belga construye la cinta va mucho más allá de mero
objetivo de que lloremos a moco tendido; eso ya corre por cuenta de
cada uno y de su extrapolación como vía de desahogo.
Además,
bastante tengo yo con mis defectos como para sentarme ante la gran
pantalla a desmenuzar con inquina cualquier creación (puntuar,
calificar, y sentenciar). Vaya por delante el respeto infinito que me
produce cualquier creación del Homo Sapiens, desde los canastos de
palma, pasando por el arte conceptual y acabando en la música o el
cine. Y que conste que acepto nuestro vicio sempiterno por analizar,
juzgar y criticar todo engendro creativo humano (de forma
constructiva también). Pero que queréis que os diga, prefiero
disfrutarla, apreciar la dificultad de crear y sorprenderme por las
numerosas lecturas o reacciones que puede generar algo que a simple
vista y a ojos de la mayoría, puede parecer simple y común.
Sobretodo
cuando estamos ante una película Europea, Belga para ser más
concretos. Con una historia sin maniobras tácticas ni fuegos de
artificio para deslumbrarnos y con la música como eje transmisor de
los sentimientos. Y basta con que uno ame la música; dejando de lado
nuestras preferencias o gustos. Más si cabe, si tenemos en cuenta la
basura que se programa en la mayoría de multicines actualmente.
Tras la
estela de la música de Bjorn Eriksson que cantan y tocan los actores
a lo largo del film, transcurre la historia de Didier y Elise. Una
pareja formada por un apasionado y melancólico músico de Bluegrass
y una espiritual tatuadora. Una relación que pese a sus diferencias
religiosas y de afecto se culmina en el nacimiento de una preciosa
hija, Maybelle. Todo perfecto, feliz, libre, poético y maravilloso
hasta que la pequeña de seis años desarrolla una Leucemia letal.
La historia
transcurre a caballo de la estupenda banda sonora: Salvadora,
ejecutada estupendamente, y con un buen puñado de geniales
canciones, que nos harán apreciar y disfrutar de esa magia bohemia
y romántica que transmite la música y el protagonista. El drama
inicial es un detonante, una chispa que alza hasta lo más alto para
luego sumergirnos en la desgracia indescriptible de perder un hijo;
con unas interpretaciones bárbaras del dúo de protagonista. A
partir de ese momento la película aborda de manera un tanto abrupta
el verdadero significado de la historia. Que no es otro que las
relaciones humanas y la ambigüedad de sentimientos que produce un
drama de tales características: La forma de ver la vida, el
sentimiento de culpa, nuestras dudas existenciales, creencias
políticas, espirituales y religiosas, y las fisuras que se pueden
llegar a generar cuando desaparece algo que creemos tan nuestro como
la misma vida. Y que puede según sean las circunstancias personales
de cada espectador, dar la sensación de ser un melodrama barato en
el que se quieren exponer un sinfín de sensaciones; que en la obra
teatral original, me imagino, tienen más sentido.
Sin embargo
Felix Van Groeningen tiene el gran mérito de construir una historia
de amor suicida realmente contagiosa. No se ceba de forma gratuita en
la desgracia como eje argumental de la cinta, y transmite un afecto
sin fisuras en torno a los protagonistas. Con una cuidada fotografía
inspirada en los años 20, y que deja que sea la música y su
adictiva BSO la que nos traslade a la melancólica América secular
;cuando en realidad transcurre en la fría Bélgica. Aunque de
primeras pueda dar la sensación de un drama sensiblero en torno a la
muerte de un bástago, Felix lo acaba convirtiendo en una historia de
dos que vive más del amor y odio, que de la pena. Y que la hace
bastante creíble, sincera y natural como para calificarla de un mero
dramón a la Americana.
Una historia
bonita donde los flashback temporales y la música avivan y apuntalan
el verdadero valor de la cinta. Y que contenta a partes iguales a
amantes del drama masoquista y emotivo, como a los que disfrutan de
un cine más cercano y verdadero.
Además,
dando por sentado que la marabunta anda ocupando terrazas, playas y
destinos turísticos. Que los comercios han echado el cierre,
convirtiendo las ciudades en solitarias y apocalípticas estampas. No
hace más que reafirmarme en mi bunker climatizado, tanto, que hasta
la música de esta magnífica cinta me traslada más aun a estos
paisajes Alabameros. Finito...
No hay comentarios:
Publicar un comentario