Bodega Josep Foraster
(Montblanc)
D.O: Conca de Barberá
Uvas: Garnatxa blanca,
Macabeu, Chardonnay
Graduación: 13%
Suelo calcáreo y pizarra,
altidud 450mts
Elaboración: Maceración
pelicular con levaduras endógenas de la propia uva. Posterior
fermentación 50% en roble francés (5/6 meses), y 50% en depositos
de inox.
Temp. servicio: 10/12 grados
Temp. servicio: 10/12 grados
Precio aprox: 12 Euros
Uvas: Trepat (autóctona de la Conca y tradicionalmente usada en rosados)
Graduación: 13%
Suelos de aluvión
arcillocalcáreos con piedras de río.
Elaboración: Vendimias
tardías a finales de Octubre con una reducción al 50% del total.
Maceración en frío y posterior fermentación con levaduras
endógenas. Fermentación meloláctica en barricas de roble francés,
y crianza de 5/6 meses.
Temp. servicio: 14/16 grados
Precio aprox: 10 Euros
Precio aprox: 10 Euros
Entre noches
de desvelo sabanas húmedas y el escalofrío que me recorre el
espinazo como si un súbito estertor se engranara con cada una de mis
vértebras. Me he puesto el mundo por montera y aprovechando la noche
velada de mis convecinos (los de la frigonevera). Me la he echado a
la espalda como un cofrade atiborrado de manzanillas. Y cogiendo
carretera adelante, me he largado en busca de nuevos enclaves.
En busca de
la N-322 desde Albacete; una vía en desuso desde que la rectilínea
A-4 acogiese en sus brazos a la mayoría de viajantes. Esta
ensortijada carretera apta tan solo para solitarios y nostálgicos en
su soledad, ausente iluminación y escaso tránsito, es la compañera
perfecta para discurrir sin prisa y habitual ansia por llegar al
destino. Por el camino entre los claros y oscuros de sus carteles
deslucidos, los cuatro extraviados y el silencio tan solo roto por
alguna alimaña. Deja tanto tiempo para tribular y reformular
historias acontecidas, como para recitar en voz alta una declaración
de amor sin más taquígrafo que la memoria.
Y la verdad
es que no soy de aquellos que sienta un apego especial por mis
orígenes, pues fue a muy temprana edad #Un año. Cuando me
empaquetaron en busca de un diosa fortuna, con la que se camelaran a
mi padre hace 43 años mis tías. Arrancando a un pastor analfabeto
de su más preciado origen primordial: El campo, las llanuras entre
olivos de picual, campos de algodón en abandono y girasoles
acorralados. Océanos de recargolados árboles alineados entre los
vaivenes típicos de lomas, cerros y hondonadas que identifican la
tierra del ronquío, Jaén. Y que tengo por mal decir el
abandono vacacional al que las someto, desde que mi adolescencia
decidiera pasar las vacaciones estivales solo en casa, en vez de
acompañar a mis progenitores; (cosas de la emancipación).
Ahora sin
embargo que malgasto los días de Agosto cercado por mi incapacidad.
Fijaos lo que son las cosas. He tomado la decisión de viajar al Sur
mentalmente con la imaginación desde casa, como un puro acto de
masoquismo irracional. Quizás con el simple interés por reconstruir
otros viajes del pasado, como el que intenta preservar a toda costa
un pasado con el que reafirmarse.
Me gusta
recordar esas noches cerradas con el depósito en reserva a las 5 de
la madrugada, la carretera desierta, el rocío como crisálidas en
las fantasmagóricas telarañas al paso por Alcaraz, y ese intenso
olor a jamila y a refinado de aceite, que se te adhiere a la
pituitaria al pasar por las cooperativas. Pero sobretodo porque mi
encierro en una alegórica e imaginaria nevera me proporciona por
simple sugestión, la perfecta excusa para matar un aburrido verano
con ayuda de música, cine, y vino; si muchachos, el vino no podía
faltar en un puto verano en manos de la tirana Cerveza.
Que sea la
pequeña bodega de JOSEP FORASTER en la medieval Montblanc, es una
pura circunstancia con la que saldar cuentas con uno de mis
productores favoritos del pasado año. O quien sabe si se deba a la
proximidad de un viaje verdadero que tengo en mente para las próximas
semanas al Priorat; el subconsciente es lo que tiene, que cose
casualidades, ganas y deseos en un tapiz de sonámbulo.
Hace una
pila de años (tantos como 24), que el trabajo me envió a
inmediaciones de la Conca de Barberá; a Sarral concretamente. En
otra me quedé a las puertas del inescrutable interior de Tarragona;
allí donde se pierde cualquier vestigio del turismo playero y de
aftersun. Y debe ser claramente, que alguna llamada interior me
tienta sin yo percatarme.
En cualquier
caso y usando como excusa esta manía chorra con la que matar las
horas de este pendenciero Agosto. Me inclino por dejar constancia por
primera vez de esta pequeña zona en un imperdonable olvido.
De Montblanc
solo se suele acordar la gente cuando en pleno invierno se celebra
una de las fiestas medievales más populares de Catalunya. También
quizás por la variada oferta a la hora de cocinar Caracoles El Molí
del Malliol. Y puede que menos, por ser la hermana pequeña y
desconocida del Priorat, Costers del Segre o de
Montsant, en un abanico de zonas vinícolas Catalanas
liliputienses junto a la Terra Alta o Pla de Bages.
Pero en esta joven y diminuta D.O Tarraconense llevan ocurriendo
otras cosas la mar de interesantes estos últimos años.
Y es que sin
lugar a dudas, si uno se aventura a dejar de lado las largas pistas
que circunvalan, atraviesan y sobrevuelan los inhóspitos territorios
alejados de ese turismo fácil de chiringuito, buffet libre y tienda
de toallas. Se arma de valor con la simple idea de hurgar en las
tripas del monstruo, donde las carreteras pierden el nombre y fomento
se olvida de su existencia. Aquellos pueblos atrincherados entre
depresiones, barrancos y bancales. Allí es donde se destapa la
auténtica identidad y terruño de una tierra verdaderamente
superviviente, ilustrada en un pragmatismo que se aleja muy mucho de
la idiosincrasia de las ciudades y pueblos que viven de cara al
Mediterráneo. Como es evidente, sus vinos blancos y tintos también
atesoran esa personalidad empírica propia de quienes nacen con esa
capacidad superviviente. Y no podía hacer un alto en el camino con
un buen cacho de queso Manchego en la mano, sin contar las virtudes
de este Ying & Yang vinícola a la fresca del alba.
Dos vinos
que personalizan como nadie el escrupuloso y dedicado trabajo de esta
minúscula bodega, a la hora de elaborar dos de los vinos más
carismáticos, personales y que mejor ilustran esta poco conocida
D.O. Tanto si nos adentramos en la arriesgada tarea de elaborar un
Trepat 100% único en su especie, como al ensamblar un cupage
intentado mil veces y alcanzar la excelencia.
Lo que más
me sorprendió de su Blanc Selecció es sin lugar a dudas su perfecta
armonía. Ya que si bien es cierto que las uvas utilizadas en su
cupage no deberían depararnos grandes sorpresas. Josep Foraster
consigue un juego de contrastes que confluye, ofreciendo lo mejor de
cada una y sin embargo creando algo diferente: Su color dorado y
amielado que se presiente en su ligera crianza pero que no abusa de
ella para preservar su frescor. Consigue destacar su nariz florida y
primaveral para acabar siendo un blanco realmente complejo y
contrastado en sus toques a fruta blanca madura, con un fondo exótico
y tisana montaraz de lo más interesante. En un primer ataque puede
parecer un vino ligeramente cítrico, pero su cuerpo respaldado por
la sutileza glicérica lo hace muy equilibrado, complejo y a la vez
refrescante y fácil de beber.
Podría
parecer una contradicción pero la verdad es que se expresa con una
elegancia y jovialidad curiosa: Su ligero toque mineral, su fondo de
bajo monte (hinojos, eucaliptos, kiwis amarillos, tomillo) y ese
final de acidez refrescante que nos evoca al membrillo y a la flor de
limón. Además evoluciona estupendamente con el paso del tiempo,
ganando en expresión y complejidad en un piedra, papel, tijera
afrancesado. Cuando surgen esas reminiscencias a pab tostado,
mantequillas y pastelería.
El Trepat
muchachos ya son palabras mayores, y su calificación en la guía
Parker no es casualidad. Tratándose como se trata de una uva tan
particular como es el Trepat; utilizada generalmente en rosados y con
un resultado en tintos un tanto irregular y falta de cuerpo. Pero es
que el viejo Josep Foraster ha conseguido con este tinto ligero.
Acercarse peligrosamente, y espero que no me tachen de loco, a la
elegancia y amabilidad de los mejores Pinot Noir. Así, como lo digo
y salvando las distancias.
Es un vino
que de entrada nos muestra ese color característico de la uvas
tintas frágiles y delicadas. Sin embargo ya su lágrima da sensación
de licorosidad y azúcar residual alta, adherente. En nariz es todo
fruta confitada, pero no empacha, al contrario. Empiezan a aparecer
las olorosas notas de fresones del Maresme, picotas, pimienta negra
índica sobre un fondo de bosque, pino. Es un vino de beber muy
fácil, amplio y que te llena de forma lujuriosa. Adictivo y muy rico
de matices y sensaciones. En boca es ligeramente mineral pero la
fruta roja sigue siendo la protagonista, con un toque de vainilla que
le otorga el roble, pero sin mediar entre el frescor y la fruta
crocante.
Y puede que
tanta palabrería y descripción sobre, no digo que no. Es un tinto
que está de vicio con un precio regalado, y que no nos limita en
absoluto a la hora de maridar. Ideal para esta época del año porque
combina a la perfección con cualquier platillo, y muy peligroso a
solas y en las distancias cortas.
Por cierto,
y perdonen mi cansina cantinela. El vino no es que no apetezca en
Verano, es que a veces nos pasamos por el forro las temperaturas de
servicio y el envase contenedor. Que tan malo es helar un blanco y
cercenarle su expresividad, como beber a temperatura ambiente de
verano un vino tinto. Aunque para gustos colores, siempre mejor beber
que tragar.
Y cuando me
reponga, juro por Elvis que seguiré mi camino. Que la suden bien!!
http://www.josepforaster.com/
Puntuaciones Parker de la Conca de Barberá
http://www.josepforaster.com/
Puntuaciones Parker de la Conca de Barberá
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