jueves, 6 de noviembre de 2014

ESE DÍA QUE CHUCK PROPHET... IMPARTIÓ FÓRMULAS MAGISTRALES PARA SURFEAR EN LA NOCHE BARCELONESA_ Sala Sidecar 03/11/2014










Arreciaban vientos borrascosos e intimidatorios sobre la cálida noche Barcelonesa del pasado Lunes. Pero antes de que entrásemos de cabeza al Otoño en pleno estado de shock. La ahora decorosa y “bonita” Plaça Reial, nos tenía preparado un último siroco cálido y taquicárdico, con Chuck Prophet y su Mission Express montados a lomos de un Nimbostrato, surfeando de nuevo la noche Barcelonesa.


 Dos años y pico después de que nos evangelizara con la inverosímil “I Did You” a golpe de “rama lama ding dong”, en esa tarde balompédica primaveral. El hombre de la sonrisa perpetua Chuck Prophet, regresaba con un recién publicado y aún humeante Night Surfer: Más reflexivo, reparador y cálido, pero igual de efectivo que su exitoso Temple Beautiful del 2012. Uno de esos discos a los que a un servidor se le antoja como un oportuno masaje en las sienes, tras una noche de excesos fraternales alcohólicos.
Justa y precisamente como acabó la noche de este pasado Lunes. Y ahora me vais a decir que no hay mejor forma de empezar una semana ¿verdad?, cierto. Sí señores, la cosa apuntaba a hito coyuntural con la experiencia que le da a uno haber certificado años atrás el fenómeno que supone disfrutar del Californiano. Bregado y trillado en mil y cientos proyectos aventureros, cargaditas las alforjas de guiños (todos ellos de buen terroir), y montado sobre la mula. Como si así de buenas a primeras se nos apareciera por la aldea Melquiades, y nos viniese a traer lo mejor de cada género con estilo propio inigualable.


El menda que aquí firma, que con los años ya se ha vuelto una pizca más previsor y organizaico. Convenció a otra alma descarriada, en este caso un compañero del trabajo (Angel by my Angel); al que no hay que insistir o sobornar para que se apunte a un bombardeo, pues es con el único que comparto gusto, música y lamentos. Y allí que nos fuimos al galope con la furgoneta del curro, con dos bocatas de jamón del güeno, dos copas del Ikea, y una botella de Les Crestes del Priorat para amenizar y calefactar el alma; y si eso no es ser ya previsor, que venga mi madre y me abofetee la cara. Llegamos justos como el Ave a Campo Grande a las 21:00 en punto. Cierto que nos perdimos la birra preconcertil, pero con los bocatas y la botella de vino, la verdad es que no nos supo mal el pormenor. El personal dispuesto a enfilar a las tripas de la sala Sidecar (garito para los amigos), y nosotros apurando el último pitillo para meterle mecha al calderín.
Y perdonar que me extienda en detalles, pero no concibo un concierto sin los prolegómenos ceremoniosos. Esa sala Sidecar que tantas historias me ha proporcionado, abovedada,subterránea, y pendenciera. El primer y único garito donde escuché una canción del Taste de The Telescopes allá por el 89, que ya es mucho. Que puede que ese detalle os parezca una pollada, pero para mi significaba mucho encontrar un sitio por entonces donde se ofrecieran guitarrazos a cambio de golosinas para indiekids.
Cierto es que con los años ya no es lo que era, pero el sitio es el mismo. Ese escenario de medio metro de altura, esa portañuela de acceso al escenario desde su pseudocamerino donde el primero que sale siempre se aporrea la cabeza. Ese sentir el aliento del artista y el salpicar de su sudor en tu cara... en fin, ese tipo de cosas que te hace sentir partícipe del momento. Además y para más inri, sonó primorosa como los propios ángeles bajados del cielo. Pero al lío que me disperso.


Bajamos las escaleras que nos sumergen en la subterránea sala. Y tal que así, nos encontramos a Chuck charlando con la mesa de sonido tipo camping que se encuentra ubicada a la izquierda según entra: Foto de rigor modo fan activado con el menda (la foto salió borrosa, vaya por dios), simpatía a raudales, su particulares pintas de Billy el niño a la Californiana; esta vez sin sus botines Chelsea. Total que como alma que lleva el diablo, tiramos sin dilaciones hacia los urinarios para aliviar carga y acomodarnos. Y allí no quedamos, al fondo a la derecha, de espaldas a una barra y con el escenario a escasos dos metros.
Empezó JONAH TOLCHIN sobre las nueve y media: Un muchacho de fragilidad aparente y visible bondad, con solo mirar su tierno semblante. Que con el simple gesto de subirse al escenario y colgarse su guitarra, se transforma en un mago salvaje de las seis cuerdas.
Nos tocó seis temillas de su último trabajo “Clover Lane”, y nos dejó alucinados, así de buenas a primeras. Sin instrumentación que le acompañase, salvo la versión electrificada de “Midnight Rain” que se calzó hacia el final con la Mission Express. Verlo versionar a los Rollig y tocarnos algunos temas de su último disco (Mockingbird, Diamond Mind, o Low Life, creo); y perdonen mi ignorancia. Fue puro vendaval con el instrumento en sus manos (en el buen sentido), una gozada escucharlo a pelo y mucho más si se cata el disco en cuestión.
Ahora fíjate que me arrepiento horrores no haberlo comprado, ay!!



Lo que si ilustró y con creces, fue el vinilo y el saquito que me compré del profeta; por cierto, pese a que Nickochán me sopló la M, la L se adapta con gusto y gracia a mi apretao torso.
Noche donde se dieron todos o casi todos los requisitos para que la velada fuese grande entre las grandes: Predisposición a gozar como cerdos con el barro, compañía inmejorable la que se alineó cual equipo en formación (Nikochan & Bros, Mr. Guzz, mi compi Angel...) y lecciones genéricas desde la A a la Z.
Y es que Chuck Prohet tiene el arte y el birlibirloque de conjugar en infinitos parafraseos, las 20 madres musicales de las que ha mamado: Rock & Roll, Garaje Rock, Blues, Soul, Folk y hasta Pop. Y todo lo hace desde su idiosincrasia personal, estilo único vamos. No es que te recuerde a tal o a pascual, es que le da todos los palos; como Manolo Caracol.
Y lo hace con tal soltura, pasión y poder contagioso, que bien podría tratarse de un mitad Beetlejuice, mitad Arsenio Hall emulando al predicador del príncipe Zamunda. Es por eso que cuando el menda alucinó pepinillos con Temple Beautiful/2012, y se disposo a escarbar en su repertorio discográfico. Descubre que en los 24 años de carrera en solitario, y si se quiere en su antigua banda Green on Red, hay mucha y distinta chicha en la que indagar:
Discos tremendamente comerciales y rasurados como The Hurting Bussines/1999. Otros más enraizados como Brother Aldo/1990, bluseros como el No other Love/2002, o incluso algunos donde todo se mezcla; Age of Miracles/2004 y Soap and Water/2007. Aunque hay que meter los hocicos en ¡Let Freedon Ring!/2009 y Dreaming Babylon Dreams/2007 para descubrir al nuevo Chuck Prophet. Dos discos tanto o más buenos que los últimos con los que se ha abierto paso a un público más amplio, y más acordes con el Chuck Prophet que conocemos ahora.

Pero en directo, ay en directo!! en las distancias cortas Chuck Prophet transmuta en una bestia parda sobre el escenario. Versátil con la sola ayuda de astillada Telecaster, y con una banda que sonó en Sidecar mejor que nunca: El bajo ondulante y sedoso de Kevin White, el complemento perfecto en la piel de James Deprato que suplió la falta de protagonismo que tuvo dos años atrás en Apolo. No sé si por estar justo en frente de nosotros, o simplemente porque Sidecar sonó más empacado que Apolo (de mayor tamaño).
Pero si hasta se agradeció la incorporación del nuevo batería Prairie Prince; para mi gusto mucho más polivalente que Todd Roper. Tanto que creo que nadie notó la ausencia de los teclados y los coros de Stephie Finch; dando por consiguiente un áurea mucho más Rockera y directa al concierto.
El perfecto pisotón de acelerador despegó con la vacilona versión de L. Reed “Rock & Roll Heart”, satanás lo tenga en su gloria. Toda una sincera declaración de intenciones, ya que la noche sería de Rock frontal en cada una de sus modalidades: Guiños a John Fogerty y la Credence, o por ejemplo a Alex Chilton y una reescritura de “Bagkok” del 79 que originó un Rock & Roll garajero y cavernoso digno de los propios Cramps. Y el “I'm not Talking” de Yardbirds que también sonara en su otra visita, y con la que cerró la noche con J. Tolchin unido a la fiesta.
Aunque menos que en su anterior visita, las dos horas largas de concierto dieron para rescatar algunos olvidados temas de su discografía: La casi imprescindible “Sonny Liston's Blue” con la que arrancara aquel 2012, “Summertime Thing” del imperdible Let Freedon Ring!; donde la guitarra de cuerdas trenzadas de James Deprato hizo las delicias de un servidor. También hubo ocasión de bajar cuatro escalones más hasta “Automatic Blues”, para los más puristas y “I Bow Down and Pray to Every Woman I See”; otra de esas canciones menores reconvertidas en puro swing. Pero lo cierto es que Temple Beautiful sigue sustentando los pilares de sus conciertos, con los momentos más memorables. Y es que el disco es jodidamente bueno.
Tiene esa virtud de aunar la raíz de Rock&roll y Folk con el Punk Nuevaolero que tanto ha mamado Chuck en su juventud. Suena perdurable en el tiempo, y ese creo yo, es buena parte de su éxito en general y el de sus directos en particular.

Y para lo que son las cosas, si hace dos años las canciones de Temple en directo me dejaron un poco pse!!; si las he de comparar con las antiguas, a excepción de “White Night, Big City”, infalible con ese rollo Neoyorkino que transpira. En esta ocasión me han elevado al cielo, sin acabar de acertar si el secreto ha estado en el protagonismo de la banda en esta sala más reducida. O es que el repertorio más melódico se ha ajustado mejor a las dotes con el slide de Depranto.
Castro Halloween” muchachos, como sonó Castro Halloween... Ver tocar a un palmo a Deprato ese Slide armónico, es casi orgásmico; para mí, la mejor de la noche. “Willie Mays is up at Bat” y Deprato venga!!, sin dar tregua con sus notas infinitamente alargadas mientras Chuck incendiaba al personal. “Who Shot John”, “The Left Hand and the Right Hand” o la ultracoreable que da título al disco en cuestión. Otras tres que se alternaron con temas de su nuevo Night Surfer/2014. Un disco con más oxígeno, que se complementa a la perfección con el ovacionado Temple.
Si alguien pensaba que estas canciones nuevas perderían fuelle con la ausencia de S. Finch emulando las maravillosas secciones de cuerda que tiene el disco, es que subestimaba los recursos de la solvente Mission Express:

Tell me Anything (Turn to gold)” sencillamente sublime. “Countrified Inner City Technological Man” detonante, dándose la mano con una de esas primeras canciones redentoras de su última entrega: “Wish Me Luck”, de aquellas que se te enganchan al corazón y te desangran.
Ford Econoline” muy por encima de sus posibilidades. Y con “Guilty is a Saint” que sinceramente es una de mis preferidas, bajó el pie, acústica en mano y haciendo pareja con “Tell me Anything”. De los pocos momentos lánguidos y más relajados del concierto; necesarios.

Sin tregua desde el minuto cero y pese a que las dimensiones del escenario no daban para muchos desmadres. Bajó guitarra en ristre a la platea, volvió a ser ese colega que proclama el Rock libertario a los cuatro vientos, y triunfó, así:
Chuck Prophet es un animal de escenario, carretera y manta. Un auténtico Road Artist capaz de transmitir en escena y con unas dotes para reinventar su cancionero inverosímiles. Por eso seguramente, aunque nos prometíamos a todas luces un cierre a lomos de la sempiterna “Shake Some Action” de Flamin'. Los allí presentes, acabamos con una sonrisa de oreja a oreja. Sí amigos, el profeta sabe hacer feliz a la gente, y eso no tiene precio ni unidad de medida que lo valore.

Una noche para enmarcar, sabiendo a ciencia cierta que esos acordes solo se los volverás a escuchar sobre un escenario. Fotografía en familia bloguera con Nikochan, su hermano, el señor Guzz, mi amigo y Chuck, cargaditos de tesoros: Camisetas, algún vinilito, y a dormir como niño con zapatos nuevos. Eso es terapia y medicina contra la mediocridad, todo lo demás inventos insustanciales.

4 comentarios:

  1. Gran noche. Alabado sea el profeta!!!

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    1. Alabado y alambrado!! que gran noche de rock a corazón abierto Niko!!

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  2. Qué bonico es leerte, maese-brother, es como si hubiese estado, también por lo similar de la experiencia. Deberíamos recopilar las crónicas, jejeje. Abrazo.

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    1. jajajaja bonico bonico del tó, estoy barajando la idea de dedicarme a escribir cuentos y fabulas varias. Y mira que la idea era hacer una crónica breve, pero es que el vino me puede. Y que tengo mala memoria vaya, espero de aquí unos años cuando babee y pierda la memoria releerme y ejercitarla. La cosa no podía quedar en una esquela.

      Muacs!!

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