Nacionalidad: Reino Unido
Dirección y guión:
Steven Knight
Género: Drama conyugal
Duración:85 min
Reparto: Tom Hardy, Ruth
Wilson, Tom Holland, Andrew Scott, Olivia Colman.
Fotografía: Haris
Zambarloukos
Montaje: Justine Wright
Música: Dickon
Hinchcliffe
Sentados en
ese sofá nuevo que nos hunde hasta el piso inferior, pasamos las
sobremesas dominicales en familia. Es conocido, que aunque la semana
haya sido gélida, o se prometa encapotada y hasta fenomenalmente
triste, las mañanas de Domingo siempre cuelgan el sol ahí arriba, o
lo colgamos del salón al abrigo del recio frío. Huelen a vermuth, a
cacharrería de cocina , a colada recién tendida y sobretodo, a
postcomida cinematográfica.
Tengo una
lista sempiterna de películas por ver. Algún documental también. Y
siento, que aun programándome un maratón de cosas interesantes por
hacer; con la llave echada, líquido para no deshidratarme y litros
de café. Nunca llegaría a hacer desaparecer ese montón de ropa
sucia por lavar y planchar que se amontonan como deberes; como si mi
insaciable apetito nunca se llegase a colmar.
Un agobio
vamos, que por otro lado, todo sea dicho, llevo lo mejor que puedo:
La lista de cosas pendientes ya hace que la tiré a la papelera, y
ahora casi que disfruto más encontrándome sin previo aviso con esas
cosas que había olvidado bajo la pila de papeles, que proponiéndome
tareas.
LOCKE es una
de ellas. Recuerdo que vi un resumen en ese programa de cine de la 2
a deshoras; ahora no recuerdo como se llama... Pero sé que es de los
pocos en los que confío: me encanta ese tono narrativo de sus
sugerencias. Sobretodo por que casa perfectamente con la exposición
de esta historia, que el televisivo Steven Knight a llevado a la gran
pantalla.
Repasando
las numerosas opiniones que pululan por la red, me gusta saber que
piensan los demás, aunque no suela variar la mía propia. He visto
así en general, como un tono de tibieza perezoso en la crítica, o
lo que genera a quien la ve. Y no digo que no, que si todas ellas
subieran al patíbulo y se diseccionaran escrupulosamente, el
disfrute pasaría a ser una pura penitencia; ¿en serio hacéis eso
cada vez que paladeáis los pormenores de la vida?. Incluso es
posible caer en el error de pensar que es otra de tantas cintas que
se multiplican como los hongos sobre el estiércol. En las que se ha
intentado suplir un guión endeble, con técnicas innovadoras o
localizaciones insólitas (Buried, 127 horas, Monstruoso... etc.).
Todas ellas
unidas por ese finísimo y tan maleable epíteto de Thriller. Porque
sí, aunque no lo crean esta película ha sido definida como
Thrilller. Y puede que este sea el motivo por el que Locker ha
pasado sin pena ni gloria por las carteleras. Pero no es el caso que
nos ocupa, aquí hay algo que va más allá del simple suspense e
intriga por un deseado desenlace.
Mucho antes
que BMW patentara el gusto por conducir, yo ya lo hacía al volante
de mi Talbot Horizon verde oliva de 2ª posadera. Seguramente porque
ese pequeño habitáculo era en la soledad de la conducción, y con
la placidez de devorar millas mientras se escucha tu música
preferida. Me han dado para imaginar, solucionar acertijos laborales,
o porque no, construir historias con la ayuda del paisaje que voy
dejando atrás como visión inspiradora. Algo de eso debe haber en el
echo de que conectase con esta pequeña joyita del celuloide:
conducir me tranquiliza, me agudiza la visión panorámica del
paisaje, y doy por bien invertidas las largas horas de carreera. Ahí
es donde este director novel en largometrajes, desarrolla esta
historia o momento trascendental del personaje central, Ivan
Locke.
Un encargado
de obra que se enfrenta a uno de los momentos profesionales más
importantes de su carrera: El hormigonado más grande hecho en
Europa, para una multinacional Americana. Uno mas de los detalles que
conectan al espectador a una historia tan común como normal.
Sobretodo para los que como yo, han formado parte de los pormenores
de la industria, de las historias anónimas en la construcción o los
dilemas laborales que suceden en silencio a nuestro alrededor.
Ivan Locke
no se enfrenta tan solo a esa disyuntiva profesional. Porque si esa
responsabilidad es la que lo sitúa en una encrucijada, y empuja a
incurrir en un acto tan meditado como desesperado. Serán los hechos
sucedidos tiempo atrás, los demonios de su pasado y la familia, los
que lo empujen a dar un giro de 360 grados a su vida y a construir la
línea argumental de la película.
Rodada en el
metro y medio escaso de un BMW X, con las luces fundidas
centelleantes del tránsito nocturno, los diálogos telefónicos, y
su sola interpretación ante el peligro. Es como sucede en tiempo
real esta cinta del lo fi presupuestario. Hora y media de
trayecto que llevan al protagonista de nuestra historia, de su lugar
de trabajo hasta Londres; donde espera un hijo no deseado y que le
cambiará por completo la vida. Sin ningún tipo de truco que no sea
el de la propia historia, y con un escenario tan limitado como
exigente; sobretodo si se tiene en cuenta el resultado de tal
ocurrencia.
Sorprende la
increíble serenidad con la que el protagonista pretende culminar un
acto, que el cree definitivo y meditado: hacer lo correcto, lo que se
debe hacer por pura responsabilidad y por higiene, limpiar un pasado
de infancia carcomida y penitente. Le da igual que todo se vaya a la
mierda (futuro profesional, familia, honor...), con tal de redimirse.
En ese
trayecto de casi hora y media podemos ver la seguridad en la
interpretación honesta y gestual de Tom Hardy. Vemos tambalearse su
vida, el miedo al fracaso y abrirse a su paso el averno que ha
desencadenado. Todo eso a pelo ante la cámara, un teléfono que no
cesa de sonar, sus atormentadas reflexiones y el encanto de un
trayecto nocturno lánguido, turbador y explosivo.
Steven
Knight consigue con las pocas posibilidades que proporciona ese
escenario y la portentosa interpretación del protagonista, un
resultado realmente loable y verosímil. Sobretodo porque al margen
de poder parecerme en lo personal, un riesgo nada pretencioso. Hace
bueno el valor de la historia con un guión soberbio, la interpretación y el trabajo de la
cámara, para enmendar lo que otras películas sobre el estilo tiran por el desagüe con inútiles artefactos o situaciones forzadas.
En su
defensa tan solo puedo decir que es una exposición realmente
brillante de una historia muy normal con la la que identificarse
perfectamente. Que exprime hasta el máximo detalle el gesto, los
diálogos y el encuadre. Que no aburre en absoluto tal y como dicen
por ahí algunos; salvo que esperen un desenlace o un golpe de efecto
(que no lo necesita). Y también supongo claro está, que mi gusto
por las historias sencillas, naturales y bien filmadas no tiene
porque ser el de los demás.
Los efectos
parapsicológicos y mal construidos para saciar el entretenimiento a
base de esperpentos, ya hace tiempo que no me convencen. Y me ajusto
a pelis como Perdida o The Equalizer; que de basurillas también me
toca ver y no digo que no entretengan. Pero me quedo con estas
pequeñeces que nos regala el cine europeo.
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