Vale
despertarse a principios de la semana, con la explanada de la Mar
Bella ante las bruces, y una mala broma de mueca sarcástica dibujada
en el horizonte.
David se ha
ido, si, en silencio como quien todavía no lo ha digerido. O a lo
grande, como lo ha de hacer alguien que torció líneas toda su vida
para redibujar lo banal, anodino y soporífero, en algo reluciente y
rupturista. Esa sensación de sacudida, la avalancha siguiente, y el
silencio después: Tan abrumador el revuelo de los medios, como el
hacerte a la idea de su significado en tu más íntimo cardiograma
musical.
Sabemos que
la semana del 11 del 2016 no volverá a ser otro día cualquiera;
sino la que David Bowie nos volvió por enésima vez, a consternar.
Pero por paradójico que resulte, y resumiendo cuentas sobre otro más
que se nos fue, de esa ilustre simbología musical que nos enseñó a
amar la música. Si tiramos del hilo que separa lo trascendente de lo
puramente invisible, nos encontraremos de frente con otro testigo
directo de lo injusto de pérdidas tempranas, de porqués sin
respuesta y del peso de esa falta.
ROBERT
FORSTER (exGO BETWEENS). Nos vino el jueves a curar en parte, esta
herida todavía sangrante con la que abrimos de obligado obituario la
crónica de su reciente visita.
Arrancar la
ronda de directos del 2016 con Peter Forster como plato principal, es
como esa buena ventura que te prometes de propósitos y esperanzas
mejores. Además en una tarde amenazante, de futuros temporales e
inviernos que se presentan por sorpresa y sin invitación. Justo
cuando el clamor general vive desde quien sabe, en unas sempiternas e
imaginarias vacaciones Caribeñas.
Y ademas con
la calle Blai ante nosotros. Con pinchos, montaditos, vinos y ganas
de celebrar la provisional bonanza del tiempo a discreción.
Fotos by Mi_Ri |
En serio,
todo es cuestión de tirar con fuerza y echar el resto para que todo
suceda según los elementos: sin presiones, tiempos ni condiciones.
La primera parada en La Tasqueta de Blai, un rinconcito regentado por
tres jóvenes Vizcaínos donde lo mismo puedes beberte un chispeante
Txacolí, un pincho de fundente tortilla, o escuchar ritmos surferos
sin excusas vanas.
Allí a los
cinco minutos apareció Robert Forster acompañado de un amigo; hora
de cargar con estampas: Ese porte de atractivo dandy donde no valen
aquellas cosas por las que creemos qué debería ser “un dandy”.
Fue algo así como una sorpresa mayúscula de casi escaparse la
carcajada.
Le dijimos
que habíamos venido a verlo claro, era eso o hacernos una foto; que
quedaba bastante de grupie ridículo. Además, estábamos todavía
bajo los efectos de los pinchos, el “estoy muy agustico”.
Es más, él parecía más un intruso corta rollos por lo inesperado
de su presencia, que la propia estrella de la función; quitando
hierro al asunto por supuesto.
De camino a
la sala, sin horarios, sentido de la responsabilidad alguna, ni
precisión británica. Nos/Me tomamos un Palo Cortado, que ya es
dicha poner en nuestro camino un sitio que se llame Palo Cortado;
esto de las modas está entre lo asqueroso y lo “pues vemga!!”
Conocimos a una Nepalí, un Sevillano y a una Belga; como los
chistes; reímos y mucho. Y al final al filo de las... no sé que
hora era; para que mentir. Entramos en la sala Apolo 2 (La 2) con la
flojera todavía y el evento bien comenzado.
Así, como
lo cuento. Porque de noches memorables donde el artista emerge como
la Virgen María ante el pastor, hay muchas e inolvidables. Pero.. ¿y
de lo que acompaña al momento? Ya sabéis: la compañía, las
conversaciones, el ángulo de de visión, y hasta las interconexiones
invisibles que se crean entre el público anónimo, cuando el
artistazo libera las ferómonas; sí!!, las que nos ponen!!
La primera
impresión, instantánea como un vaso de leche fría con Eko: Ver
sobre el escenario a ISLANDIA NUNCA QUEMA; pero casi. Y quedar ambos
noqueados, como la mirada cómplice del amante inalcanzable.
Sonido
perfecto en formación de a cuatro de Reus: Acústica solista,
tambores y escobillas, eléctricas de puntillas que entran casi
bailando en círculos. Y un bajo capaz de confundirse con una
guitarra grave y relevarse en esto de crear atmósferas entre lo FELT
y aquellos primeros LUCKISMITHS. Hacía años -muchos años- que no
tenía una primera impresión tan demoledora. Esa sensación de
pertenecer a un tiempo pasado y haber despertado en plena
adolescencia.
Fotos Mi_Ri |
Creo que fue
esa primera canción al entrar que no sé muy bien ubicar, pues
admito que además de no estar al tanto de la existencia de
teloneros, tampoco controlo su trabajo.
Así tirando
de la imaginaintuición podrían ser “Reach You”, “Severed
Times” o casi. Su sonido en directo supera en matices y
sensaciones a su disco, aunque esté mal decirlo. Su último trabajo
“Applause/2014” ya tiene un sonido de lujo. Pero su puesta en
escena entre lo comedido y pulcro, es lo más parecido a volver a
revivir tiempos de Nudenin, Rough Trade o Creation. Una especie de
compresión, que reduce a la esencia lo que uno tiene por Pop con
estructura, eficiencia y mucha sustancia.
Vinieron
“Spillame”, “Airports are a Poor Choice” o
“Self-Pity Song”. Digo “O” porque ciertamente fue tal
la sorpresa, que ando todavía escudriñando su temario. No sé que
tocaron, lo admito, pero sonó todo tan de lujo. Que posiblemente la
noche de aquel 14 de Enero, no habría alcanzado tintes de
inolvidable, sin su participación.
Apareció
Robert Forster al tiempo justo de asaltar la barra a por una cerveza.
Y si la 2 de Apolo ya estaba llena con los artistas invitados. Con
Robert blandiendo acústica, se acabó de compactar al tiempo de
hacerse el silencio. Nos hicieron callar #lógico. Rompo una lanza
por aquellos -que igual que los que lo exteriorizamos con vehemencia-
lo viven al filo de la meditación. Comprensible era lo nuestro, que
veníamos alborotaos y se nos acabó de revelar la
anunciación con semejante espectáculo.
El primer
disparo, certero y directo “Rock'n'roll Friend”: el
reverso de aquel “Was There Anything I Could Do?” del 88. Le
sucedieron otras hasta el cierre en pleno éxtasis con Islandia No
Quema de acompañantes, sonaba “Surfing Magazine”. Y para
aquellos que como yo, pensaban que se centraría escrupulosamente en
su carrera en solitario, y en su último y mimbrado trabajo; volvió
a sonar “Darlinghurst Nights”, “German Farmhouse”
y hasta ocho temas de la banda Australiana. De quebradizos recuerdos
inundada la sala, subía la temperatura se sudaba, y se transpiraba
la languidez de tiempos remotos.
Llegados al
punto de “Head Full of Steam”, Robert Forster estaba ya
metido en su papel de músico gestual, misterioso y tan teatral, que
las letras se filtraban como el perfume destilado. Vernos desde el
escenario como el reflejo del paso del tiempo, metidos en vereda y
colgados definitivamente de los acordes de sus canciones.
Cerrar los
ojos y ver casi por una rendija, a Robert en aquel vídeo promocional
del tema en cuestión: Contoneándose espigado él, insinuándose,
ese balanceo entre lo salvaje y lo femenino.
Pusieron el
contrapunto algunas de su nuevo trabajo, que aun sin tener una banda
con la que igualar el sonido, sonaron a gloria: “Learn to Burn”
que apareció de las primeras. Se pasearon como en un desfile de
paños menores: “A poet Walks”, “Let Me Imagine You”,
“Turn on The Rain”, y mi esperada “I Love Myself and
I Always Have”: Pequeños extractos que muchos años después,
nos recuperan ese talento perenne y desgarbado para hacer Pop raído,
pero tan imperecedero como siempre.
Los
acústicos igual que un striptease, nos enseñan tanto los encantos
como las cicatrices. Robert Forsters se maneja como un auténtico
divo sobre el escenario, sin velados ni artificios. Su guitarra y el
masticar de sus letras, suficientes para entrar en la hipérbole.
Que esto
ocurra en pleno 2016, todo un lujo que solo se alcanza a valorar
semanas más tarde. Lo que tienen los pequeños milagros de la vida.
Que igual que crisálidas fosilizadas, aparecen cada tanto para
recordarte cuan bárbaros eran aquellos años.
Buen grupo este de Islandia no Quema. Y bueno, que decir del bueno de Robert. Enorme crítica. Saludos
ResponderEliminarEeeeey Carlos!! di que sí y porque no los has visto en directo macho, porque fue como un efecto de retroceder a los ochenta así, con todas las letras. Que sonido... Robert ya es otro cantar. Verlo a él y otros tantos especímenes en vías de extinción, es como volver a deshacer el camino, se aprende tanto del pasado. Sin el pasado no hay futuro.
EliminarSaludos y muchas gracias por tu visita y agradecimiento; un abrazo!!
Gracias por tus palabras, muchas gracias! Realmente fue un grsn concierto.... Pero el nombre de los teloneros es Islandia Nunca Quema
ResponderEliminarVaya, que patinazo Jordi; lo corrijo inmediatamente. Y gracias a vosotros por el estumendo sonido, y det que disteis.
ResponderEliminarQué gran crónica, los pelos como escarpias. Y qué envidia, brother, me habría encantado verlo en concierto. Y contigo al lado más todavía, asaltando la barra a por cerveza. Abrazo.
ResponderEliminarSi hermano, fue una noche fraternal donde sabía a ciencia cierta que todo el que estaba ahí, no estaba de paso. Hay infinidad de formas de recuperar el pasado y ciertos pedazos memorables del nuestro. Pero la de Robert Forster e Islandia Nunca Quema -en todo su conjunto- inolvidable por pureza.La previa de pinchos y vinos de las que se marcan a fuego.... un abrazo!! lo repetiremos, no lo dudes
EliminarNo te había leído! Me ha encantado, tal cual lo vivimos _:)
ResponderEliminaroH!! esto si que es una grata sorpresa, la artista espontánea. Esta no sale en la crónica, pero redondeó la noche; doy fe :D. Petonets!!
Eliminar