Éste,
es el tercer fin de semana que amanezco a deshoras en medio de una
especie de día de la marmota. Y que aparte de esa hipnosis de
cafeinismo propio del desperezo matinal, mi cerebro solo obedece a
una banda sonora sintomática: El nuevo y flamante nuevo disco de
nuestro amigo Steven Patrick Morrissey.
Cada
lustrosa mañana suena en mi salón, como un himno a la esperanza que
perdí hace… catorce años ya? joder!!
Y
soy el primero que entre la sorpresa y la justificación, siento que
debería darme vergüenza. Con lo que este hombre me ha dado!!
Aunque
no se si deberías atender más que lo justo a la reflexión que aquí
expreso, copa en mano.
De
un tiempo para aquí (ese en el que todo se señala menos lo propio),
nos hemos olvidado de lo básico. Sí, lo básico.
Le
damos tantas vueltas a la cabeza como iluminados se suben a la
palestra. Que ni vamos, ni llegamos a ningún sitio.
Igual
que ese perro histérico que persigue su propia cola mascullando
un-...Como te goooooooja…. Y mira por donde, entra a escena
Morrissey.
Un
artista al que adoro desde que quedé con 16 prendado por su estética
avanzada como la Ian Curtis; la que ves con retrospectiva y sigue
molando incluso más que en su día. Y es lógico: Vestirse de serie
en Zara, Desigual, o incluso en G-Star; si te da pa más el parné de
la nómina. Tiene su cosa contraindicada del pret a porter y la poca
imaginación: Que to cristo va, y piensa igual.
Con
la de disfraces que nos hemos hecho con cuatro trapos de las gangas!!
Con
la música tampoco creáis que la cosa difiere demasiado. De hecho,
igual que lo que dice Eduald Carbonell sobre la especie humana y su
advertencia de parar la uniformación - como síntoma de la
globalización - que nos lleva a la puta extinción. En aras de la
planetificación o biodiversidad de toda la vida.
En
cualquier aspecto que considere el alelamiento borreguero de no
buscar cada uno su propio yo. O dicho de otra manera: Hacer lo que te
salga de la polla o del coño. En vez de asomarte al balcón de las
redes sociales como si fuera un patio de luces donde cacarear mierda.
Considero a Mr. Morrissey, un poco el paradigma del asunto, al margen
de si le tienes manía, te gusta lo que hace, o no:
Lleva
desde siempre haciendo un poco lo que le sale del ego; que lo tiene
más grande que los del caballo de Espartero, vale. Que son más o
menos los mismos que sentenciando su hegemonía dentro del magisterio
vocal popero; obviando por higiene sus tres últimas entregas
(versiones rejuntadas incluidas), con más pena que gloria.
No
sé si es buena la media la verdad. Pero se me escapa la risa y se
me afloja la vejiga cuando veo tanto culto a otros. Que dan menos
signos de vida creativa y procreativa que los Pandas de Ocean Park en
Hong Kong. Y sin embargo ahí están, hieráticos e indiscutibles; o
por lo menos justificados.
El
muchacho no.
Tiene
ya sus sesenta bien plantaos y se reinventa a cada paso que da, en
sorpresas, desaciertos, y romanticismos bizarros a partes iguales:
Como los abuelos del barrio de mis padres, que cruzan las calles por
medio y en diagonal, sin filtro que los detenga.
O
el mismo que aquí confiesa:
Que
se ve abalanzado y a trompicones hacia los cincuenta, y en vez de
ganar en mesura, tira del “no filter/free emisions”. Anda que ya
me vale!!
Una
colección de canciones las que se ha sacado del alerón por
sorpresa, y cuando nadie absolutamente le hacía puto caso salvo para
crucificarlo. Que si bien los medios se han apresurado a criticar
positivamente entre peros y condiciones - anoche estuve dando un
garbeo por la prensa antes de acostarme, lo admito - Y el resumen
básicamente es: MOLA PERO… ES QUE… BUENO VA…
En
fin, que no hay cosa que me la ponga más dura que ese malditismo
cultivado entre la aflicción, el rencor constante y una boca muy
grande. Y el causa efecto que genera evidenciando que nos hemos
convertido en unos mojigatos de dos pares de… ABRAZOS.
Y
a todo esto. Cuanto más gira en mi disquera y el espacio que da el
querer ampliar tu zona de confín. Más me gusta este disco copón!!
Y
no es porque me haya ido a mi rincón de pensar donde tengo la
capillita de mis Smiths, o a diseccionar mi discografía morrisiana
para ver si son veinte los que tengo, o ya casi cincuenta.
Comprobando si el pulso se mantiene en la comparativa. O decido
regodearme en mi pasado melancólico, tan lícito como
contraproducente que es.
I
AM NOT A DOG IN A CHAIN es un disco cuanto menos curioso, que no
transgresor como muchos dicen o revolucionario por la electrónica
(comedida), que aquí se usa.
Morrissey
ha publicado un álbum donde sobretodo, recupera ese acierto innato a
la hora de generar melodías vocales imperecederas. Solo que esta
vez, a prescindido de los elementos básicos de guitarras, bajo,
batería. Y lo ha envuelto todo en una estética sonora de POP AOR
hiperochentero, de hombreras, brilli brilli, tocados, y maquillaje
sobrecargado de señora que va cada viernes a la peluquería.
Lo
bueno es que en el fondo no ha cambiado nada en realidad . Pues aquí
el señor, por mucho que la escena le reprenda, sigue siendo el puto
amo a la hora de escenografiar el POP MELÓDICO en forma de canción.
Dando un poco lo mismo el soporte que emplee, aunque a mi
personalmente me guste infinitamente más su versión más guitarrera
de “Your Arsenal”, “Southpaw Grammar” y
“Ringlaeder of Tormentors”; pero infinitamente, vamos.
Lo
cual, no quiere decir, que admito humildemente que me pierde este
rollo de… no sabría como definirlo… ItaloPop sintético? Que
hace que el disco en cuestión, suene un poco entre lo pasado de moda
y petardo, pero tremendamente innovador para lo que es su línea
musical. E insisto, sus dos discos anteriores me parecían
directamente flojos pese a tener la misma deriva más hacia la
pachanga, que al Pop ochentero que lo ha caracterizado.
A
ver si va a ser que no le saben escribir la música o chochea.
Su
catorceavo trabajo de estudio despega con “Jim
Jim Falls”:
Una canción al trote de una horripilante
base, que
podría pertenecer a cualquier BSO de SPY GAME o si me apuras, de
James Bond. Pero que paradójicamente, alza el vuelo, y además,
contiene una de sus letras más valientes en sus últimos 10 años:
“Si
vas a ir corriendo a casa a llorar, no me hagas perder el tiempo. Si
te vas a matar para salvar la cara, entonces hazlo”
Una
de esas canciones que en cualquier otra circunstancia, o a manos de
otro, podría parecerte uno de tantos truños. En la voz de Mozz,
resulta no solo pegajosa sino un temazo en toda regla. Y ojo, no
estamos aquí y ahora, comparándola con las diez primeras canciones
que me vienen a la cabeza, de su longeva trayectoria.
A
diferencia de otros discos con producciones similares, aquí hay una
valentía y desarraigo similar al que experimentó en el 94/95; que
es de los que mejores canciones nos a provisto.
Cuando
Morrissey deja ese rencor enfermizo y vengativo, o esa autocompasión
lastimera de divo. Y saca su arrogancia de Handsome Devil, es cuando
vemos su mejor versión y la que todos recordamos de él.
Con
“Love Is On Its Way Out” pasa más o menos lo
mismo:
Una
canción con unos arreglos por momentos horteras (marca de la casa
Manzur), que por suerte su
romanticismo parmasiano
acaban corrigiendo, con
una hermosa interpretación vocal: “¿Leíste
los titulares? / ¿Viste el gas nervioso? Niños llorando / ¿Viste a
los tristes ricos, cazando, derribando elefantes y leones?”
Reza
En
“Bobby, Don’t you Think They Know?, primer single
de adelanto. No tiene la misma suerte, y pese a que la canción aún
excediendo en tiempo y pomposidad barroca es muy chula en líneas
generales. Le pesa una barbaridad la desbocada voz de Thelma
Houston; empeñada en demostrarnos su impresionante chorro de voz
a sus 73 años. Que para mi gusto personal, es excedida y
desmesurada. Aunque creo que es de su agrado; sino acuérdense del
amor procesado a Klaus Nomi, o la “That’s How People Grow Up”
con Kristeen Young a todo trapo.
“I
Am not a Dog on a Chain” es otra de esas canciones que gana
en escuchas, como todo el disco al que da nombre. De una estructura
inédita en la carrera del mancuniano, es una de esas donde el
lirismo vocal del autor refrenda de largo su especial talento a la
hora de cantar y vocalizar; algo que a mi personalmente siempre me ha
fascinado de él.
Cantar,
pues sí, lo hacen muchos con más o menos suerte. Con letras
espléndidas y auténticas tontadas. Pero casi ninguno como lo hace
Steven Patrick Morrissey en la musicalidad de su entonación y
pronunciación melódica. Quizás otros maestros también lo han sido
Franck Sinatra o Tom Jones.
Tropezamos
de repente con “What
Kind of People Live in the Houses”;
para mi la mejor canción del disco junta a la que le sigue, y
desde “I
Throwing my arms Around Paris”:
“¿Qué
tipo de personas viven en estas casas? que duermen con quien duermen
solo porque tienen miedo de probar el cambio”
“Knockaut
World”
es otra de mis preferidas. Una golosina de apenas tres minutos y
algo, con una cadencia hipnótica e inigualable con
su decadente
letra. Donde de deshuesan y exponen al sol, la mayoría de enfermizos
hábitos de nuestro presente/futuro más inmediato. Que bien podría
enmarcarse entre las mejores melodías que ha compuesto, incluyendo
su carrera con The Smiths, siendo
susceptible a cualquier arreglo.
“Darling,
I a Hug a Pillow”
parece un tributo a Kirsty McColl. Esos
extraños metales del inicio y desconcertante asíntota.
Contrastan
con unos maravillosos arreglos de cuerda y un encantador final, que
parece estar compuesto
a medida
para imaginar
los coros de la siempre extrañada Kirsty.
Que
decir de “Once
I Saw the River Clean”…
Pues
que si se ha de buscar un futurible hit, dentro de los inexistentes o
de falsa apariencia que ocupan este refrescante disco. Apuesto a que
es este!!
Tan
acorde como los fueron los cortes electrónicos del WHIPLASH de
James. Y posiblemente al que no todos le harán la justicia que se
merece, sino el tiempo.
“The
Truth About Ruth”, como una especie de fábula. Es de las
pocas canciones que me dejan indiferente. Igual que “The
Secret of Music”, que parece intentar emular a la oscura
“The Teachers are Afraid of the Pupils” pero con peor
suerte. Y que como si de unos pseudo Massive Attack se tratase, se
queda tan solo en un ensayo poco aprovechado y algo fallido. Dejando
un regusto agridulce, aunque “My Hurling Days are Done”
agrade a ratos y no deje de ser otro de los grandes cortes de este
disco.
Define
en líneas generales a I AM NOT A DOG IN A CHAIN,
como un trabajo rupturista,
pero a medias. Un resquicio de esperanza y oxígeno perfecto para
estos días de encierro. Y diferente, no solo en lo que se refiere a
la carrera de mi adorado Morrissey, sino en la música que pulula en
la actualidad de manos de iconos de nuestra juventud. Pero que jamás
se debería usar como referente para suplir las carencias que tenemos
respecto a nuestro pasado.
Más
bien eso sí. Como
un acto consecuente al tiempo que le toca vivir a un artista único e
irrepetible. Que al margen del amor/odio que genera, mejor a sabido
envejecer (evolucionar)
sin apenas perder su condición de referente.
Díganme
si no, cinco artistas de los 80/90 y 00’s con una
regularidad y fidelidad más
o menos notable.
Si no te gusta o lo odias,
ni lo intentes.
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