Sabes
de esa noche, que a las tres de la madrugada te despertaste
sollozando de júbilo?
Esa
que te viste deambulando por los suburbios de Nueva York y sus clubs
más underground, de la mano de tu imaginario amigo Joey.
Un
lagrimón igual que el chaparrón que tiño de espejos las calles de
la gran urbe de los rascacielos. Se deslizó por tu mejilla, y por un
instante, abandonaste la reclusión vírica para adentrarte escaleras
abajo. En aquellos sitios de celeste ensoñación que ya de chavala
soñabas: Con Lou Reed, Bob Dylan, o Patti Smith susurrándote al
oído unos cuantos versos.
En
el CBGB inconsciente al amanecer. O de un parpirote en STUDIO 54,
rebozado en purpurina.
Esos
sitios donde la humanidad se quiere ir junta al infierno; pues la
soledad impuesta, es la peor de las condenas. Y cuando apunto están
de sonar las trompetas de los arcángeles, una voz salvadora SIEMPRE
te acaba cogiendo de la mano en el último momento. Como en las
películas, las de final feliz que a tu madre tanto le gustaban.
Allí
abajo canta Josephine, y Joey desaparece de la faz de la tierra.
MUSIC IS EASY, dice ella.
Y
es indiscutible que todo es más fácil de lo que sospechábamos o
nos hacía creer la mayoría. Tan fácil como que pese a las
intercomunicaciones globales, seguimos solos cuando el metacrilato no
te deja tocar ni oler. Y a veces son las canciones en su vibrato
intangible y etéreo, las que te entran y haces tuyas de manera
infinitamente más intuitiva cuando desnudamos el alma.
Joey
fue muchas cosas en la vida, y además, miembro vital de Velveteen
Rabbit, o Brower; a los que sigue ligada y con quien salió
de gira por Europa este pasado Otoño.
Pero
no ha sido hasta que igual que Ezra Furman, ha desgarrado los
envoltorios de celofán y papel cuché. Para tocar las rugosidades e
imperfecciones que cada uno lleva dentro, cuando ha lucido como una
bola de neón: JOSEPHINE
Y
ese sincero homenaje a Elton Johnn, Ronnie Spector, T Rex. Pero
sobretodo a Sally Horowitz y Luxe Malone; con quienes comparte la
química a la que debe su alter ego, o mejor dicho: nueva realidad.
En
este nuevo estado Josephine se muestra en “Through
a Sea of Time”.
Como
un viaje interno a épocas convulsas, anónimas y hermosamente
miserables, entre los cientos de tugurios que seguramente acogieron
entre los 60/70’s a otras tantas divas sin nombre ni semblante.
En
el que esas
programaciones y el
simple Rhodes sobre el que relata su voz, homenajean desde la
introspectiva y el reclamo al eterno femenino.
Pero
es especialmente en “Music is Easy”,
donde se percibe tal como el artista define: Esta nueva realidad de
Drag yenta
que ha cambiado sustancialmente su forma de expresarse, musical y
personalmente.
Canciones
por lo general de no más de 2/3 minutos que capturan esa esencia Pop
de canapé; aquí sería como la innata sencillez del pincho Vasco.
Pero
en definitiva, esa magia que elude toda pomposidad e ínfula del
Soul/funk de los 60 o lo que se solía hacer en aquella época.
Quedándose solamente con su instantánea, y una encantadora
naturalidad más propia del Rock&roll, el Pop o la canción de
autor.
La
coral “Me and My Boys”
entre Beach Boys y T Rex enorgulleciéndose de la estupenda banda que
le acompaña en esta especie de puesta de escena de lo esencial, y
la alargada sombra de Jay Pluck. Junto a Nat Brower a la batería,
Dorian Deangelo y Keith Cecaya a las guitarras, y Toni Lynn al bajo.
Nos
hace delicias y vibran nuestros lóbulos a ritmo de Glan Swimm con
“Dear Money”:
Un tema que se grabó en una toma de madrugada con su
piloto/productor a los mandos (Dr Josh Hahn). Que junto a Nat Brower
se han encargado de dar brillo a este debut, y en concreto a esta
maravilla de rítmica contagiosa donde se habla de lo material,
sexual y pernicioso del maldito DINERO.
“I
Heard You’re Gonna Leave Him”
da también el contrapunto Phil Spector a la magia vocal de
Josephine, en las deliciosas fases más íntimas y delicadas de por
ejemplo estupenda “Fantasy Life”.
Algo
además, sumamente interesante. Porque, teniendo en cuenta que
canciones tan íntimas y emotivas como “Take
All the Time”,
nos
puede dar una idea de lo que era Joey antes de dar rienda
suelta a Josephine. No deja de maravillar
la yuxtaposición que ejerce la combinación sensual y diva en una
simbiosis curiosa, que al final. De
lo que hace más gala, es de la naturalidad así, sin artificios.
“I
Won’t Wait Forever”
y su preludio en “Fantasy Life”
me parecen – además de mi parte favorita – La que mejor ilustra
esa sensación mía de tal fenómeno. Probablemente porque esta
canción que os comento, me vuelca definitivamente el corazón ese
punto medio Supertramp/Maurice
Williams. Queselevahecer!!
Las
vueltas en la cama y febril calor que catapultan alterando tus dulces
sueños. Son y deberían ser ese llamamiento de regreso a la
realidad. Aunque tú y yo sabemos que preferimos estar allí, de pie
en medio de la platea. Como si esas canciones se hubieran
auntografiado de puño y letra para nosotros.
Podemos
oler ese presente perfume a golosina mezclado con el sudor, la barra
de labios y hasta la laca que
invita a abrir los brazos y dejarnos llevar con “He
Stills Call Me Baby”.
Amores
perdidos, consuelos e incontables las noches que desperdiciamos
rememorando las caricias, abrazos y el tacto del pantalón ajustado
que te erizaban el bello.
Esos
finales de fiesta que se asemejan a la desolación de las calles
vacías al ponerse el sol. Y que tú sin embargo, recuerdas rodeado
de gente aún sin conocerla.
“Song
for Sleepy”
es ese broche perfecto. A un disco que ahora mismo, solo te puede
trasladar a momentos preciosos de la vida. Y que invita en sincopado
coral, a cantar como tu madre te trajo al mundo igual de THE BAND en
aquel The Last Waltz aquella noche de 1978.
Que curiosamente, a punto está de cumplirse su 22 aniversario.
Así
que… No te preocupes, sigue soñando
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