Tienes
justo lo que necesito; ni una cosa de más, ni de menos:
La
virtud de fundir las primeras noches cálidas con el perfume de los
Cinamomos; que trepan por las fachadas y saltan de tejado en tejado
hasta mi ventana.
Los
primeros sudores en el cogote, y la limonada sin azúcar con la que
sueñas de madrugada. O el café de la mañana: bien negro con hielo
picado ya, y una peladura de limón. Y las canciones claro.
Las
canciones no podían faltar; aunque parezca una obviedad.
La
injusticia de encontrar en el madrugón: el único frescor del duro
día, o el premio de las calles desiertas a las 6 de la mañana.
Solo
se puede igualar con la banda sonora, o si te sirve, imaginarte un
Rocky Balboa con ojeras de mapache y pelos de orangután. Yo,
sinceramente, me quedo con la maravillosa banda sonora de este joven
cuarteto de Chicago.
Solo
ellos me llevan en volandas casi sin tocar el suelo.
No
sé la de veces que se ha repetido el argumento o justificante de:
“no han inventado nada”; que ofensa a la creación joder!!
Como
si no hubiera bastante con atreverse de primeras y una guitarra
Daneelectro de saldo, a escribir Soul. Pero no Soul ramplón filtrado
por el estándar de moda o así: un poco masticadito. No.
Soul
como si te hubieran secuestrado a media noche, y te hubiesen dejado
tirado en medio de los lavabos de un Club de mediados de los 60.
Mathew
Ajjarapu; un chaval estudiante de farmacia de Chicago. Tenía en 2016
un sueño, una guitarra de de 300 pavos, un Rhodes, y un puñado de
canciones.
Afortunadamente
no tardó más de dos años en visualizar aquel deseo, con la ayuda
de Khalyle Hagood, Ari Lindo y Khori Wilson; al bajo, guitarra y
percusiones respectivamente. Nacía The Devonns.
Y
a finales de 2018, nos adelantaban dos hermosas gemas Soul made by.
Motown, Chess o Capsoul: Dos cortes que pese a brotar de cuatro
veinteañeros, destilaban ese alma etérea que sublima al simple Soul
y emana ese extraño fulgor que lo convierte en pura seda: Spinners,
David Ruffin, Leroy Hutson, los Impressions… Lo pilláis no?
“Think
I’m falling in Love” teletransportaba a una época donde
el sonido, te abduce, y prácticamente puede generar más detalles
que tu propia imaginación. THE DEUCE y David Simons casi lo
consiguió, pero The Devonns logran el más difícil todavía; lo
evocan.
Si
amigos. El sueño de Mathew era viajar con el sonido allí. Su
auténtico tesoro: sus inocentes canciones. Y el milagro: dar a esas
jodidas maravillas el mismo trato que daría un delicado viñerón a
esas preciosas criaturas, como si de viñas centenarias se tratara.
Es
por eso, que igual que un buen vino depende al 99% de su tierra,
viñas y particular ecosistema. La magia de THE DEVONNS está sin
lugar a dudas en sus canciones. Si bien es cierto que Paul Von
Martens (Elton John, Mavis Staples, Paul McCartney o Brian Wilson),
ya sabía del potencial de esas composiciones, cuando en 45 minutos
de conversación telefónica se decidió a trabajar con ellos. Y les
ha proporcionado una cubierta vegetal, que ni los dioses del olimpo.
No
era listo ni nada.
El
debut de estos cuatro mozos de Chicago llega en Junio, de la mano de
Record Kicks. Como uno de los mejores trabajos desde aquel Colfax de
Delines, en seis años. Y no exagero.
Aquella
canción que Mathew compuso en diez minutos con su guitarra barata,
“Come Back”, marca el punto de partida:
Tres
minutos largos de inmediatez y puro amor por un sonido, que vuelan a
lomos unos arreglos de cuerdas tan idóneos en manos de Mike Hagler o
la batería de Ken Stringfellow (R.E.M), que se unió a la fiesta. Y
que juegan entre el pop, el funk y el Soul de puro swimg, como si de
un Curtis Mayfield se tratase. Pero que resaltan majestuosamente la
frescura, como uno de sus mejores atributos; la de todo el disco en
realidad.
O
ese guiño cómplice de agradecimiento a todas sus influencias en
“Green Light” de Jamie Lidell, que lo honran
especialmente. Haciendo de este esperadísimo debut, no solo un
necesario oasis en medio de un páramo de frivolidades, sino además:
Otra manera distinta de llevar a cuestas la pesada carga de un estilo
que hicieron grande, mitos irreemplazables. Pero que injustamente
resta méritos a sucesores casi anónimos.
Les
sigue el single de adelanto “Tell Me” con aires de
Big Band al más puro estilo de Chicago: Ramalazos de jazz y esos
metales que medio se hermanan con Nueva Orleas. Vacilona, seductora
y de una elegancia que directamente llena pistas. Aparece rutilante y
brutal “Think I’m falling in Love”; sin duda,
enorme carta de presentación que ruge como si fuera una canción del
más selecto elenco de la Motown.
El
disco no baja el nivel ni un instante, como si esas diez canciones se
hubieran encontrado enterradas, junto a la mortaja de un mito.
“Blood
Red Blues (How Long?)” hará que más de uno crea que las
orquestaciones disimulan la mediocridad. Pero es que en el caso de
The Devonns, donde flirtean con una exquisitez tan pulcra como
natural. El talento vocal de M. Ajjarapu de quasi crooner fajado, es
tan arrollador que disipa cualquier tipo de debate.
La
suerte de las canciones tiene eso que hace que lo demás, sean
malditas conjeturas. O acaso van a dudar del increíble flow funk de
“More”? de
aires Jamiroquanos; y buena de narices. Sinceramente,
cualquier canción de este disco podría haber sido dignísimo
single.
Hasta
el mano a mano con el viejo Lloyd Reese en “Ain’t That a
Man for You?”. A medio camino entre el burlesque y la
fusión Elton John/Estevie Wonder que jamás debería faltar de una
dieta musical. O la melódica “I Know” de manual,
más discreta pero TAN necesaria en horas de bailar abrazados.
Todo
el disco es una preciosa obra de orfebrería, cariño, y precisión
emocional. Que nadie sospecharía que sale del imaginario de unos
veinteañeros.
La
omnipresencia de LEROY HUTSON; uno de sus mayores inspiradores.
Inunda cada rincón del disco y deja constancia en “So in
Love With You”, como una de las más emotivas ofrendas en
forma de versión.
Para
redondear y poner el colofón con otra las grandes joyas de esta
colección, “Long Goodbye”. Una increíble y
excelsa oda a la sensual elegancia del Soul Chicago, que tantos
corazones quebró. Y que en el caso de THE DEVONNS, funciona como un
viejo reloj de mecánica artesana en buenas y pacientes manos.
Sencillamente imperecedera.
Es un disco excelente, de principio a fin.
ResponderEliminarDescubierto por tu intercesión.
Gracias.
Me alegra un montón de que te hayan gustado Alberto. La verdad es que el single de adelanto de hace un año ya prometía, y soy el primer sorprendido de este debut y la calidad que atesoran estos chavales.
EliminarMola ver que se hace cosas tan interesantes y respetuosas desde abajo, los mal llamados estilos clásicos lo necesitan.
UN SALUDO GRAAAANDE!!