miércoles, 12 de febrero de 2014

TRES TINTOS DE LA MERIDIANA EMILIA ROMAGNA: UN SUEÑO, UN DESEO, Y UN REDOBLE.




 Pasa siempre!! cuando uno empieza a vislumbrar en lontananza los hermosos rayos de sol que se alzan en el horizonte: Siente de improvisto el latigazo traicionero de los últimos coletazos del invierno. Ese es el preciso instante en el que el organismo desarrolla un mecanismo de autodefensa digno de la mismísima Alesia. No se trata de anticuerpos, cóckteles de vitaminas, infusiones, ni compuestos farmacológicos; la imaginación tiene un peso más determinante que cualquier otro método de sugestión o curación.

Empieza a discurrir, y como si el lecho de un río fuese incapaz de contener tantos y tantos sueños, acaba desbordándose a borbotones, e inundando las llanuras de la tristeza y el desazón.
La velocidad del curso de las aguas me devuelve de forma imparable de nuevo a la placidez de Granarolo. Lo siento pero no lo puedo evitar; cerrar los ojos en una noche cerrada, donde no hay luz alguna que contamine la hermosa oscuridad. El único murmullo de las altas copas de los abedules balanceándose al compás de la brisa, o el siseante rumor de los insectos, que buscan como posesos la lamparilla del porche cupulando con el fulgor de la bombilla.
Han pasado más de seis meses y aun me remonta mi nostalgia a mi añorada Italia. O como decía el pasado Domingo nuestro amigo Ton Mata de Recaredo, el país donde los paisajes prevalecen sobre la industria y el avance imparable de la devastación. Uno de esos sitios donde justo al instante de cruzar la frontera las montañas se desnudan de apartamentos, para que la regresión hacia lo austero, auténtico, y ancestral sea tan lógica como los emplazamientos Romanos: En la costa, en atalayas montañosas, o junto a ríos; pero siempre en armonía con el paisaje.


No son muchas las entradas que he escrito a propósito de las catas que perpetramos en las tripas de Vadebacus Rte., y sé que podrían ser innumerables. Pero lo cierto es que después de seis meses de espera, los acontecimientos prenavideños, y lo que supone para un servidor descorchar un trozo de tan grato recuerdo. Los sentimientos paternales sobre aquello que crees parte de ti mismo, son ridículos si se los compara, con el echo de compartirlos con buenos amigos.
Esa sensación de despojarte de parte de tus recuerdos, y la sospecha de que hablar de vinos en una bitácora tan personal, no siempre encuentra interlocutores dispuestos a disfrutarla. Es la que a veces me aterroriza y me desorienta. Pero lo cierto es que he de admitir que sería un fraude y una traición, creer que a los navegantes intrépidos solo les mueve la brevedad de una noticia o la ejecución quirúrgica de una simple nota de cata. Yo no me veo capaz de hacerlas, de la misma manera que no me creo poseedor de ningún criterio tan exacto como para enseñar a nadie, al contrario; aprendo mientras escribo y descubro cuanto más en mano de mis instintos estoy.

Le he estado dando vueltas a la cabeza y he pensado en desestimar la paranoia de anotar cada uno de los vinos que me traigo, como parte de una experiencia. Por eso no voy a dejar pasar la oportunidad de relatar el sacrificio de tres grandes vinos de la EMILIA ROMAGNA; que añoro al tiempo que los descorcho. Una D.O Italiana que sin lugar a dudas no es ni de cerca la más representativa del país transalpino; ya lo son más Chiantis, Barolos, y Valpolicellas. De echo, es una lástima lo poco que se comercializan sus caldos en los comercios de nuestro territorio. En el fondo el rigor de las modas nunca es lo suficientemente fiel, ni tan siquiera con los nuestros propios ¿lo va ha ser acaso con una zona que delimita con lo mejor del Sur y del Norte?.
Así que dedicarle estas líneas, supone para mi más una cuestión de principios o reivindicación, que un simple ejercicio de egoísmo autocomplaciente.



Fueron tres tintos de color impenetrable los que decidí llevarme, después de darle vueltas y más vueltas.
En casa a la espera de una Vinoteca prometida aguardan: Un Riesling de Val Venosta, dos blancos más de la Emilia (Vigna del Grotto y Fiano di Avellino), y tres Barolos: Un Vigna Rocche de La Morra del 2006, un Bricco delle Viole del 2009, y un Barbaresco de Lorenzo Alutto del 2007. Vinos que espero comentar algún día por aquí. Mientras tanto me conformo con haber elegido a bien, tres maravillosos tintos de la poco conocida Emilia Romagna: Dos reservas elaborados con la conocida uva Sangiovese (más conocida en la Toscana); PREDAPPIO DI PREDAPPIO/2009 de Vigna di Generale, LAURENTO elaborado con pequeño porcentaje de Cabernet Sauvignon. Y un singular NAIGAR TÈN/2009 de Gradizzolo, quien eleva a la máxima expresión el denostado Negrettino; una uva desaparecida y arrancada tras la filoxera, que supone para esta bodega un auténtico ejercicio de riesgo y superación.

Los tres son vinos que pude adquirir en mi estancia en los alrededores de Bolognia.
Una ciudad que destaca por la inmensa historia cultural que atesoran sus facultades, y que además tiene un encanto especial sobre otros destinos quizás más atractivos a simple vista: Prevalece su carácter moderno y progresivo en un ambiente desenfadado de sus estudiantes, no está demasiado contaminada por el turismo de tópicos, y por lo tanto podemos encontrar una variada oferta gastronómica y cultural alejada de los precios desorbitados de otras ciudades como Florencia, Venecia, o Roma.
Este detalle tiene su importancia estratégica, pues yo personalmente prefiero alejarme todo aquello que rodea al típico “merchandaising turistero”; en fin raro que es uno. Así que disfruto más de una calle alejada del galaneo artificial y me encanta ver a una ciudad natural; con sus virtudes y sus defectos, pero que al fin y al cabo se nos muestra tal y como es. Es ahí donde te puedes perder por sus calles sin prejuicios. Entremezclarte con sus ciudadanos, y entablar conversaciones sinceras; sin contar la ventaja de pagar un justo precio por su oferta culinaria. Por eso quizás decidí que el mejor homenaje a ese espíritu bullicioso y ensortijado de la Ciudad Roja, era probar los mismos vinos que habían regado mis picoteos y comidas por enotecas, trattorias, y ristorantes de la ciudad.



El primero y el que más nos ha sorprendido a propios y extraños es el NAIGAR TÈN. Un vino expresivo y complejo por igual que además hace gala de un precio imbatible (13 euros), que sin embargo se ha zafado con vigor a otros de mayor prestigio. La uva con el que está elaborado es el Negretto; un fruto único en sus especie en la Emilia Romagna y que se implantó tras el desastre de la filoxera. Quizás por su particular resistencia a las inclemencias y a los hongos, a principios del siglo XX el 70% de las viñas de la zona eran de Negretto.
Lo paradójico del asunto es que han ido desapareciendo progresivamente de los campos, y en la actualidad (posiblemente por los inconvenientes para elaborar vino de calidad), tan solo han quedado unos pocos biotipos. Gracias al Consorzio Vinicolli Bolognesi, quien los ha preservado de un inminente sacrificio el cual ha acabado prácticamente con todas las viñas viejas.
Su aspecto de color cereza picota intenso y profundo intimida como la de cualquier tinto Italiano. Se presienten esos taninos robustos y cerrados a cualquier atisbo de oxígeno sin embargo, el Naigar es un vino de entrada fácil, sin escatimar en absoluto en expresiones de fruta madura. Tiene una nariz pluscuamperfecta y espectral en la cantidad de matices que ofrece: Un impacto de pólvora efervescente, extraña y agradable, el pimentón dulce, los espárragos frescos, el pan tostado, y un tono ahumado que invita a beber.
Cuando se desliza por las cavidades bucales empieza el festival de su amigable complejidad: Se ordena toda la sinfonía de sensaciones, se mastica el mineral y chisporrotea la acidez de su verdor refrescante. Y al final... los tostados y los ahumados que le dan una longitud tan rica se aparean fundiendo nariz y boca.

La verdad es que teniendo en cuenta mi desconocimiento casi absoluto de las bodegas Italianas. Y la aventura que conlleva ponerse en manos de los consejos de una camarera (bien aventurada ella, y yo por sus delicadas atenciones), me puedo dar por plenamente satisfecho. Por el atrevimiento de uno de los regentes Il Caffé Bazar SAS al encomendarme esta rareza Italiana y por que no, a la señora de Gilberto. Quien dispuso que una botella de LAURENTO era la mejor forma de conocer al Sangiovese Romagno. Un vino que tiene un hermano mayor, también reserva aunque de Sangiovese de pies a cabeza. Nuestra pieza en cuestión es un ligerísimo cupatge de su uva estandarte y un 10% de Cabernet Sauvignon.
Un vino fabuloso que tiene una completa web (en Español y todo), y que de entrada a mi me hipnotizó con su curioso perfume de Talco tan bárbaro; nada que se parezca a lo que había probado hasta ahora. Muchas flores al ir cogiendo aire progresivamente, Violetas, Lavanda, y un fondo de Vainilla artificiosa la mar de curiosa. En boca sin embargo es un vino más licoroso y cálido con muchos signos de fruta bien madura (higos, ciruelas).

Es evidente y cierto que las dos primeras botellas dieron tanto juego por su variedad de matices, que acometimos la cata del Predappio con alguna reticencia.
Éste más parecido a lo que esperaba de un vino Italiano, acogiéndome a mi nimia experiencia con Valpolicellas y Barolos. Bastante más cerrado que sus predecesores a mi parecer, y mucho más mineral; valorando la circunstancia de que las tres botellas se abrieron un par de horas antes, y se decantaron. Su entrada en boca más robusta fruto del verdor de sus taninos, y con una mineralidad más propia de los Prioratos; aunque con una carga más alta de fruta.
Decidí decantarlos simplemente porque estoy convencido (quizás me equivoque), que uno de los grandes inconvenientes de los vinos tintos Italianos es la contundencia tánica que tienen y lo que les cuesta abrirse. Puede que esta sea una apreciación apresurada, pero la mayoría de botellas que he bebido han evolucionado asombrosamente a lo largo de la semana. Sobre todo cuando la botella alcanza la mitad, y el vino se empieza a oxigenar. Así que opté por este experimento, quien sabe si acertando o matando el poder alcohólico de su primer envite.

En cualquier caso muchos de los vinos tintos Italianos también tienen una ventaja que los hace únicos, y radicalmente distintos a los Españoles (ni mejores ni peores, diferentes). Son vinos tridimensionales, exigentes, y a la vez auténticos diamantes en bruto a la hora de saber envejecer: Piden paciencia, mucha botella, cambian espectacularmente cuando los liberamos de su encierro, y hay que beberlos como si se tratase de un acto de sexo tántrico; suave y léntamente.
Y ahí señores, es cuando un solo vino puede transformarse como una crisálida en tres vinos distintos; quien sabe si en más.


SALUD!!
http://www.gradizzolo.it/
http://www.umbertocesari.it/es/index.do
http://www.vini-nicolucci.it/ita/predappio.htm

viernes, 7 de febrero de 2014

THE LEGENDARY TIGERMAN *Fuck Chrismas I've got the Blues (Live at ZDB/2013) *LOS DANMIFICADOS DEL 2013, U OTRA FORMA DE RECORDAR A LUX INTERIOR.





El pasado cuatro de Febrero se cumplieron cuatro años de la muerte de LUX INTERIOR. O lo que es lo mismo Erick Lee Purkhiser, quien de manera casi premonitoria sonara en el salón de mi casa un día antes; mientras mis hijos pequeños cenaban. Fijaos bien que coincidencia más chorra según se mire; nada premeditado ni orquestado, dios me libre.
Y no es que no tenga muy presente en mi día a día a su banda THE CRAMPS, o a otras tantas que suponen para mi cultura musical algo más que un mero estilo, disco, o canción en particular. Solo que su aparición así de sopetón fue lo más parecido a una bendita aparición Mariana. No se si invocado por el “And Then came the Pain” de THE LEGENDARY MAN que le precedió, o simplemente para volver a divulgar aquello que va más allá de la calidad, del virtuosismo, de las producciones, o de si se quiere la perfección. No, estamos hablando de actitud y de provocación.

Habrá quien crea que no es lo más educativo para unos renacuajos que con los ojos de plato, alucinaban ante el espectáculo de ver el vídeo de “Creature from the Black Leather Lagoon” o a Lux interpretar en un directo de 1980 “I was a Teenage Werewolf” o "Tear it Up". Ver al de Ohio contonearse sobre un escenario como una prostituta lasciva, e ilustrar sobre un escenario su particular visión del las profundidades más tenebrosas y cabareteras del Rock&Roll; puede que no. Es más, estoy seguro que les haría más bien, seguir emponzoñados con cualquiera de los creativos dibujos animados que dan en esos omnipresentes canales temáticos. Donde la muy entre comillas irreverencia, se limita a encorsetar y estereotipar una especie de triturado compuesto de demagogia vomitiva, modales carpetovetónicos, y sazonado a diario con un oficialismo que estrangula cualquier rebelión cultural.
En fin que quieren que les diga, que cada vez encuentro más anodino e indignante ver como se aceptan ciertos comportamientos y se condenan otros por “extremos” y demasiado explícitos. Es como si en el fondo todos nos hubiésemos vuelto tan sensibles al escándalo en general, cuando en realidad aceptamos el de un sistema que día sí y día también nos sirve en bandeja el despropósito de juzgar en su beneficio, todo lo que no se ajusta a las tragaderas de la élite social.



Llegados a este punto, puede que enfatizar sobre las cualidades artísticas de Lux Interior, resulte cómico y risorio para la mayoría de los amantes de la corrección y las buenas formas. Una lástima, eso quiere decir que por desgracia estáis tan higienizados por el sistema como las mentiras piadosas de un test psicotécnico. Aunque no temáis, todavía hay un rayo de esperanza para vosotros. Y sinceramente, no encuentro una manera mejor para reivindicar la figura del irreverente LUX, que prender la mecha de sus enseñanzas y descubrir con satisfacción que aún perduran en nuestro días. O por lo menos si no es aquel modo tan siniestro y grotesco de reivindicar la subcultura del Rock&Roll, el Garaje, o el Blues, que sea hechando un vistazo a los discos perdidos del pasado año.
Es evidente que todos deberían saber que hay algo que por primitivo y primigenio está muy por encima de las modas o de lo establecido. Basta en echar la mirada atrás y darse un paseo por el cancionero de Ramones, Iggy Pop, Hüsker Du, o los primerizos Janés Adiction, para discernir entre la pose y víscera animal que inevitablemente todos llevamos dentro.


PAULO FURTADO

Como animales que somos, algunos más racionales que otros. No es cuestión de plantearse si quiera que es lo adecuado o socialmente aceptado; no, para eso ya están los estamentos que controlan los flujos culturales y mercantiles.
Por eso quizás Lux Interior junto a su amada Poison Ivy prefirieron lo Psiquiátricos que las bambalinas, el sexo explícito al erotismo, y la improvisación al paripé. Y que duda cabe que THE LENGENDARY TIGERMAN tiene mucho de eso. Para descubrirlo no hemos tenido que sumergirnos en las profundidades de ningún antro Neoyorkino, ni siquiera buscarlo en los garitos de San Francisco. PAULO FURTADO aka LEGENDARY TIGERMAN está aquí al ladito, en Lisboa. Aunque su forma de reinterpretar el Rockabilly de su anterior banda TÉDIO BOYS nos pueda llevar de viaje a parajes donde el Blues, el Rock&Roll, y donde el arte escénico se abrace con la actitud más Punk del otro lado del charco.





FUCK CHRISMAS I'VE GOT THE BLUES (Live at ZDB), quien comparte título con su primer disco de 2003, es quizás el mejor punto de partida para conocer a este autodidacta y multinstrumentista Portugués. Un disco que se ejecutó y grabó dos años atrás, en una especie de ceremonia esotérica navideña, y que ha visto la luz a finales del pasado año.
Entre los surcos de sus pistas podemos entrever ese alumbramiento inspirador hacia la figura de Lux Interior en cortes como “And Then came the Pain”. O un Blues de tintes cabalísticos en la apertura de “Walking Downtown” que cabalga entre slides y esas percusiones tormentosas de Nick Knox. Todo el registro del disco está impregnado de ese primitivismo que tanto caracterizaba a los Cramps a la hora de rendir tributo al lado más oscuro de la raíz Americana: Reinterpretando clásicos del Blues en “Bad Luck Rythm'n Blues Machine”, la balsámica “Missisipi River Blues” de Big Bill Broonzy en la voz de Selma Uamusse, o el “No More my Lord” que nos remite a la esclavitud y a esas voces socavadas de las que heredemos la mayor parte de lo que hoy se escucha. Y sin embargo aun siendo su estilo un perfecto homenaje al Blues desde un prisma básico y esquelético, es poseedor de esencia indescriptible que tan faltos estamos hoy en día.
A veces no se trata de buscar un término que nos facilite el comprender, porqué músicas como la suya entran directamente al flujo sanguíneo sin mediar flirteos algunos. Y seguramente se debe a que, aunque nos esforcemos para vivir en soledad nuestros deseos más oscuros, sin llamar demasiado la atención al orden establecido. Somos animales y como tales, necesitamos dar rienda suelta a nuestros instintos más básicos..

viernes, 31 de enero de 2014

LAS LECTURAS A CONTRALUZ: #FREDERIK PEETERS, FERMÍN SOLÍS, Y EDITORIAL ASTIBERRI.





Salí al balcón y me senté en aquella diminuta silla de plástico que compremos para nuestro pequeño. Hacía un sol radiante y lo suficientemente cálido para contener al impetuoso invierno, pero no tanto como para que las ideas brotasen. Me había empapado la cabeza, y ni por esas era incapaz de construir dos frases completas con sentido. Así llevaba desde el ingreso; intentaba formular, inspirarme en los paisajes que veía desde los ventanales...
Una suerte de éxito si se comparaba con el cuarto cerrado de la UCI. Allí solo contaba la imaginación que espoleaban las drogas, y el ritmo de las constantes cada vez que saltaba una ventosa de su pecho o se quejaban las vías.

Pero lo cierto es que estaba casi seguro que al pasar de los días, en la soledad que dan las paredes de casa, y por fin abstraído del trajín de médicos, enfermeras, y auxiliares. Podría al final dar rienda suelta a su imaginación ¿debería a caso tener tantas cosas que explicar? No sobre lo sucedido; su suerte, o el trauma de estar en el filo del abismo. No, eso quería liquidarlo, licuarlo, y defecarlo como una intrascendente y accidental casualidad de la vida. Él lo que quería era volver a introducirse en esa paranoia vivida en los albores del despertar: Los universos paralelos, esa oscuridad latente con formas metálicas y modulares; llegó incluso a pasear a solas por una ciudad Italiana, para degustar un Salame Bianco con una copita de Amaro Siciliano, y fumar un cigarro. Las lógicas inexplicables e incluso aquello que alcanzaba a razonar.
Viajes al fin y al cabo fruto de los opiáceos, y que con el paso de los días, semanas, meses se sucedieron en una asepsia tan profunda y abrasiva. Y que lo lanzó inmediatamente ha buscar en el Sol, aquello que los antibióticos habían borrado sin dejar rastro; escribir tres líneas seguidas sobre algo, no se qué.

Por suerte no todo se perdió por el desagüe del olvido. Las horas interminables observando fijamente los detalles de la habitación también tuvieron su recompensa. Y de las muchas visitas de familiares y de soledad, aparecieron tres cuadernos ilustrados para matar las horas y aquello con lo que no pudo la enfermedad.
De eso se encargó mi cuñado, y de evitar la tentación de continuar leyendo “El Secreto” de Rhonda Byrne; mal que me pese el feo a las buenas intenciones de quien me lo trajo (un compañero de trabajo). A cambio si que sucumbí a los encantos minimalistas de aquellos tres cuadernos Cómic: Los tres de tamaño distinto, de color también, y tan solo concordantes en la encantadora sencillez del encuadernado que caracteriza a la editorial Astaberri.
Quizás debería ser el propietario quien escribiera estas lineas, pero mi insistencia cansina hizo aguas, y voy a ser yo el que se permita el lujo de rememorar mi afición por los cómics con estos estupendos cuadernos. 
 

En el fondo antes que hablar de meros cómics, (sin restar trascendencia al formato que yo leía con 12 años), podríamos referirnos mejor a historias ilustradas. Por lo menos en los dos relatos del joven Suizo Frederik Peeters y haciendo especial hincapié en una de sus primeras obras PÍLDORAS AZULES/2001.
Empecé sin embargo por EL AÑO QUE VIMOS NEVAR/2005 del Extremeño Fermín Solís. Un formato de historia muy distinto al de Frederik, y donde la narración, el tipo de dibujos, o la forma de ordenar las pautas flota sobretodo en un ambiente de total informalidad. Es ahí donde se sustenta el personal universo de este autor que por edad conecta directamente con mis mismos recuerdos; quizás por eso me lo leí casi de carrerilla. Bueno en realidad por eso y porque la historia que se halla entre sus páginas, tiene más de diario infantil que de relato al uso.
FERMÍN SOLÍS

La mayoría de recuerdos que tenemos aquellos que vivimos el fulgor de los 70's y 80's. Ese tipo de anécdotas que formaban el ritual de nuestra infancia, y que nos hacía vivir cada segundo como un nuevo evento o descubrimiento. Y en esencia, esa manera desenfadada y simple que se desprende alguien que pretende restar trascendencia y remarcar cotidianidad.
El Año que vimos Nevar además conecta directamente con “Los días más largos/2003”, formando así una especie de diario memorabílico de las olvidadas épocas, donde la calle formaba parte de la enseñanza habitual y de una colectividad tan natural como primigenia.



Hablar y soltar unas líneas sobre Píldoras Azules es sin embargo otra cosa bien distinta. Y no es que las páginas estén repletas de ese tipo de trascendencias que nos invitan a fruncir el ceño. No son las historias o el tipo de dibujo desaliñado de Frederik, donde casi se puede rozar con la imaginación un ligamen totalmente biográfico; si no la belleza de la naturalidad de la vida misma y de los seres que la poblamos: Sus pensamientos, sus métodos de autodefensa, las relaciones, y tantas otras cosas que hacen del género humano un torbellino de sentimientos que tambalean constantemente el sismógrafo que llevamos ahí dentro.
Pero sobre todo es una historia de amor tan desnuda, honesta, y sincera que lo acaba convirtiendo todo en algo verdaderamente más sencillo de lo que se empeñan nuestras fijaciones. En verdad es así como es el amor ¿no es cierto? Así nos relata en primera persona el autor una historia donde el SIDA intenta arrebatar el protagonismo, a él y a Cati. Los traumas existenciales que nos atormentan, las decisiones que marcan nuestros designios, el impulso libre que nos arrastra a romper con nuestros miedos, y lo más importante... Un canto despojado de compasiones y lamentos, que nos empuja a buscar la felicidad por encima de cualquier accidente u obstáculo.
Pero lo que más me ha gustado especialmente es la forma tan sana de conectar con quien la lee: Esos mismos trances que todos los adultos nos vamos encontrando sin ser exactamente los mismos, y que nos hacen partícipes de la historia. Las dudas que constantemente orbitan sobre nuestra cabeza, y la manera tan espontánea de resolverlas que tiene ese delicioso e imperfecto triángulo amoroso entre Frederik, Cati, y la criatura.

Hacía una eternidad que no me despachaba con un relato gráfico, y no creo que lamente más en la vida que haber dado mis tesoros más preciados de la juventud, mis cómics. Siempre infravalorados y subestimados tanto si hablamos de los hacedores de soñadores que fueron para mi Víboras, Makokis, Totems, o Cimocs. Y aunque se queden en meros ensayos al lado de Pildoras Azules, consiguen el mismo fantástico efecto: Introducirme entre los trazos imprecisos y sugerentes de los ilustradores, formar parte de esa misma aventura, o suponerme un talentoso dibujante de mundos paralelos y un tanto absurdos. Más incluso que cualquier libro de los que halla leído, que ya es decir mucho.
FREDERIK PEETERS
Acabado el libro más absorbente de los tres, termino con LUPUS/2005 del que ha caído uno de los cuatro volúmenes de que está compuesto. El cual me he leído de una tacada a pie de consulta, mientras me atrincheraba tras sus páginas y su formato más grande por el bien de la humanidad; y de tres niños ajenos que no paraban de tocar los cojines. Así, de la misma manera que lo hacía con doce años abandonado a la introspección más absoluta de la tinta y el olor del papel.

Lupus es una aventura de la que poco puedo contar, teniendo en cuenta la brevedad de mi aperitivo. Suficiente de todas formas para encauzarte en el hilo de la historia, dejarte con la miel en los labios y con ganas de completar la serie. En sus páginas podemos encontrar ficción, o por lo menos un mundo más hostil y deshumanizado; de quien se encargan de humanizar sus protagonistas: Dos amigos aficionados a la pesca interspacial y a las drogas de todo pelaje, a quienes cambia la vida por completo un súbito encontronazo con sus personales demonios personificado en una joven.
Es muy posible que el echo de que la aparición de la muchacha, sea una mera excusa para que la relación de Lupus y Tony choque frontalmente. O un simple ejercicio de aterrizaje fruto de la propia alucinación de las drogas, desventuras, y nihilismo convulso en el que vivían; en una realidad bastante más dura. La de las relaciones humanas, vínculos sentimentales, o al de la misma muerte.








Tres fabulosos relatos vestidos de historieta, que sin duda me ayudaron a vislumbrar ese final del anodino túnel en el que se sume contemplativo uno, en la rutina de un hospital. Y que desde aquí recomiendo por obligada su lectura, en la tarea evasiva de quien se ve obligado a huir de la realidad bruta de un hospital; por suerte también hay sonrisas solidarias que te ayudan a ser feliz.