Se que las
palabras se las lleva el viento y que la ligereza con la que algunos
se empeñan en mostrar sus debilidades, no es más que eso:
Fanfarronadas del que eleva el tópico a los altares de la cultura
popular. Supone él y pienso yo, que cuando lo jalea su enfervorizado
séquito de ignorantes licenciados, le dan la licencia patriarcal de
la sabiduría. Pobre Cañete y políticos de labia
concupiscente, que en su afán por llamar la atención como niños
malcriados, no hacen más que reafirmar su condición de cerriles
becerros.
De las
farolas, postes y semáforos cuelgan estos días caretos de jokers
perniciosos a doquier; son como esa especie de pesadilla de la que
uno no sabe nunca si va ha despertar. Se balancean con el aire, se
empeñan con tesón e insistencia en reventar presupuestos con
cartas, panfletos, y fanfarrias. Y mientras en los colegios y
hospitales; de donde deberían salir los sabios vocacionales y los
remendados peones, se echan a suerte el susto o muerte a los chinos.
Que puta paradoja es ésta la vida que nos ha tocado en suerte
vivir!!
Son ese tipo
de casualidades que relata la escritora Rosa Montero en su libro, y
que parece uno encontrarse cuando hace la ronda nocturna nuestra
anarquista mente. Esa clase de actos inconscientes que acometemos con
la arbitrariedad del día a día, y que nos abocan al infierno o al
paraíso según las circunstancias. Y sobretodo esa duda constante en
la veracidad de nuestras creencias o descreencias: ¿Será el destino
ese al que yo desprecio? ¿O nuestro instinto animal que nos encamina
por puro morbo?
Este pequeño
receso literario que regalé a mi pareja el Sant Jordi de 2013, y que
he escogido al azar estos días para amenizar la espera de mis hijos
en la piscina. Desenterrando como otros muchos placeres olvidados,
estos meses de Ave Fenix; el de la lectura resulta aun más
revitalizante que el de la música incluso, y como la semilla que me
hizo encontrar el gusto por escribir.
Parece haber
sido elegido éste, por el más maquiavélico de los subconscientes;
sin pretensión, intención ni el más abominable de los masoquismos.
Así de buenas a primeras y con ese maldito y enfermizo poder
asociativo que tiene nuestra traidora cabeza. Sin poder evitar el
camino que cogen nuestras divagaciones. Y descendiendo al averno para
vivir en primera persona la lucha interna de sentimientos y voluntad.
He devorado sus 230 páginas entre el olor a hipocloríto, el vapor
insoportable, y las conversaciones surrelistas de los infantes.
Tan fácil y
adictivo que no llegaré a saber con certeza si la velocidad de la
lectura era fruto de esa prosa tan despreocupada y caníbal de la que
hace gala esta Madrileña sexagenaria; que por cierto cualquiera lo
diría por la viveza de su léxica. O era esa angustia apremiante
cuando lees algo tan presente en tu vida, que lo quieres consumar de
un plumazo.
Después
resulta que este libro tan aleccionador para ministros prepotentes
como para pirómanos de la cultura; que tanto me soliviantó. Tiene
también una lección propia con la que espantar esa palabra
prohibida que te acosa #La muerte. Ese cara a cara con el malditismo
que circunda mis propias vivencias y las de quienes te rodean. Y que
no se si te hace más fuerte, o por lo menos te proporciona el valor
suficiente para digerirlas; pues las circunstancias de la
vida/muerte, a veces te doblegan, te tambalean y te hacen dudar.
En La
Ridícula idea de no volver a verte/2013; catorceava novela de
esta despierta escritora. Rosa utiliza las vida en muerte de Marie
Curie (María Salomea Sklodowska-Curie 1867/1934) para ejercer
una especie de redención propia sobre la pérdida de su propia
pareja. De entrada es inevitable pensar que la novela en cuestión es
una historia triste no exenta de cierto masoquismo.
Sin embargo
y como ella cuenta en el interior de sus páginas, es un camino a
recorrer vital:
Hace
muchos años, el periodista Iñaki Gabilondo me dijo en una
entrevista que la muerte de su primera mujer, que falleció muy joven
y de cáncer, había sido muy dura, sí, pero también lo más
trascendental que le había ocurrido. Sus palabras me impresionaron:
de echo, las recuerdo aún, aunque tengo una confusa memoria de
mosquito. Entonces creí comprender bien lo que quería decir: pero
después de experimentarlo lo he entendido mejor. No todo es horrible
en la muerte, aunque parezca mentira (me asombro al escucharme decir
esto).
Pero
éste no es un libro sobre la muerte. En realidad no sé bien qué
es, o que será.
No, desde
luego. Por mucho que su dolor detone la historia, y sea el accidente
de Pierre Curie y su paralelismo junto a la emocionante historia de
la científica, los que desencadenen el torbellino de la historia. La
novela sobrevive a la desgracia y al desaliento como lo que es: Una
apasionante y estimulante historia sobre el amor, la ultrajada
CIENCIA, y la lucha fratricida de la figura de la mujer en la
sociedad; con todos sus parasitarios prejuicios.
Una novela
que en su disección sobre una Marie más íntima, frágil y
delicada, pone a prueba muchas de las suposiciones de la escritora y
del mismo lector. Un libro repleto de una feminidad tan orgánica,
como el llanto que reivindica a la primera y de las pocas mujeres que
recibieron por dos veces el premio Nobel de Física. Y más tarde el de su hija
mayor Irène en el campo de la Química por sus estudios sobre la
creación de energía nuclear. Y donde se reivindica con una
naturalidad tan ingeniosa como honesta la figura de una activista
nata, de la que se sirve la misma literata para exorcizar sus dudas
existenciales. En ese trayecto de giros y apuntes constantes, por los
que cabalgan las dualidades de las dos protagonistas # Escritora y
Científica. Se descubren una sinnúmero de sinergias entre,
(personaje, narrador, y lector).
Y en ese
tremendo espíritu de sacrificio de la científica, es donde parece
asirse con fuerza Rosa Montero, para escupir su propios demonios; con
determinación y rabia, pero también con una enorme ternura.
Y para
acabar con esta recomendación literaria, a sabiendas de que no todo
gira entorno a las amargas diabluras que nos acechan, a escritora y
al que rubrica. Quisiera animaros a esta adictiva lectura, como una
oportunidad imperdible para descubrir la excitante y poco divulgada
historia de esta luchadora nata. Y la de tantas otras, que fueron
silenciadas en una sociedad excesivamente patriarcal; y con la que
por desgracia todavía coexistimos. Un viaje excitante repleto de
detalles cotidianos de una época olvidada y oscura, que mantiene
desgraciadamente muchas semejanzas con demasiados hábitos de la
actualidad. Y que Rosa Montero acomete desde la máxima renuncia.
Una
excelente novela que deambula entre lo autobiográfico, atiza
sentimientos tan dolorosos como bellos, hace cómplice al lector por
su ferviente y redentora sinceridad. Nos abre los secretos más
íntimos de las relaciones entre hombres y mujeres, nos vacuna contra
la ignorancia. Y nos instruye sobre la verdadera libertad de
espíritu.
Allí donde
la cultura es el auténtico y esencial antídoto contra la
intransigencia y la debilidad, la mayor de nuestras virtudes.