En
busca de lo anómalo, del salirse de los márgenes y huir del fast
pleasure. Tengo un vicio incorregible de buhonero reciclado por
investigar, no solo en el pasado propio, sino en el ajeno.
Y
es curioso desde luego, como al hacernos mayores tenemos una
indecente obsesión por rehacer el camino andado.
Por
allí y por aquí nos dejamos un montón de cosas perdidas en nuestra
desmemoriada capacidad por retener solo recuerdos. Sin llegar a
cerciorarnos del como ha afectado el paso del tiempo, a nosotros
mismos y como la erosionada química del paso del tiempo cambia
radicalmente nuestro criterio.
Cambiamos
y evolucionamos. Lo cual no quiere decir que seamos más sabios, ni
el resultado de la fórmula sea de matemática exactitud.
Pasa
con la música: Esos ritmos que te contorsionaban bajo la luz
ultravioleta y espasmódicos flashes que ralentizaban nuestras noches
sin fin a ritmo del House ochentero ahora mal reciclado, o el
Chicagosound discotequero embadurnado de Soul Neoyorkino made in
Mancuso.
Todo
emerge como modas de éxtasis juvenil, aleluya!! rebeldes con
baberos, rodilleras y chichoneras. Y nuevos e irracionales fascistas
que autodenominan liberadores; aunque aquí sea lo rancio, igual que
quien te vende un made in China por vintage.
En
el trabajo de campo hay que estar bien atento para que no te la den
con queso. Ya sabes que en esto de ser exclusivo, diferente y molón
hay más trampa que cartón. Y que la auténtica modernidad está en
descender a la sima de nuestro pasado/origen, sin arneses, líneas de
vida ni que el iluminao nos lleve de la mano. Joder!! que sin riesgo
no aventura que valga!!
En
los vinos por ejemplo. Cuando la tendencia de querer bebernos a toda
costa un Vega Sicília, nos olvidamos de un básico con identidad y
tiro porque me toca. Nos quedamos ojipláticos con los precios de los
Priorat sin tener idea del proceso, la dificultad ni que hace que ese
vino valga un pastizal y a coro: Oooooh!! que maravilloso, complejo y
mineral; sí eso, mineral y balsámico!!
El…
me mola más la etiqueta que el líquido elemento, un poquito de Paco
Rabanne en este floral blanco, vainillazo al tinto… Y a tragar!!
Hazme una foto corre!! Con la copa de vino, que viste mazo.
Sería
un no acabar con la tontería humana animada por el barullo, oigan.
Al final lo que no busque uno, tropezón y los dientes al aire, no
hay quien lo cure salvo el alpargatazo de una madre. Que que razón
tenía, pero por lo bajini.
Yo
ya he optado por fin por guiarme por la intuición/instinto. Que hay
que cultivar y entrenar muchachos, siiiiiii ¿que no saben que el ser
humano es el único bicho viviente que nace con el único instinto
que te dan las hostias?
Pues
eso, no esperen a que se lo cuenten o sigan a la manada por la
inercia.
Investiguen,
no teman a la cagada que de allí nacieron los inventos. No
desconfíen de los viejos; o sí…? Y sobretodo, ensúciense. Y
hagan su propio ensayo y error, no para encontrar la solución sino
estimular su perdida inconsciencia.
La
mía por ejemplo. Al abalanzarme como un poseso, como la lerda de
Remedios Cervantes en Atrapa un millón. Y jugármela con una botella
de vino de 9 euretes rebajaos, que se moría de pena en mi tienda de confianza del barrio;
El Solanet. Desde hacía seis años mínimo.
Un
blanco de horripilante etiqueta que ya compré en su día y, o no
entendí o no me sorprendió en absoluto.
Celler
Massís es una bodega en la costera zona del Garraf, que Benjamín
Romero (Bodegas Contador, La Rioja). Adquirió para elaborar blancos
en esta curiosa e incipiente microterritorio, donde dentro de
Penedés, se dan unos blancos mediterráneos con singulares
propiedades minerales, salinas y complejidades; siempre que estén en
buenas manos claro.
En
este caso dudo que fuera una intención, pues este es uno de sus
vinos básicos que desgraciadamente fracasó; seguramente por la
desacertada etiqueta y el poco interés a la hora de
comercializarlos.
Pero
hete aquí, que por cosas de la fortuna, este blanco de Garnatxa y
Xarel.lo de ocho meses de crianza en barricas de Roble Francés:
mitad nuevas y de un solo vino la otra mitad. Ha evolucionado en
estos siete años aprox. fabulosamente en vez de irse a pique; pese a
su tapón de silicona que presentía una vida juvenil y corta.
Con
un precioso color ámbar parecido al de los Amontillados o a los
jereces de viejas soleras, este heroico resistente haría las
delicias de todos aquellos amantes de las bondades oxidativas de
Xerez, Còtes de Jura, Vins Rancis o Fondillones de Alicante.
Con
el fresco justo, en nariz todas aquellas flores blancas se han
marchitado, y aparecen secas pero increíblemente envolventes cuanto
más se atempera y se acomoda a la copa.
Hay
un toque a caramelo de miel y hierbas, que predomina sobre lo que era
en su día la fruta; ahora madura o en compota: Orejones, manzanas al
horno, algo de frutos secos, salinidad persistente, o será el toque
mineral que da esta zona a merced del mar?
En
boca es suave y licoroso, pero de final contundente y largo. Con una
acidez todavía vivaz, perfecta para no hacerlo pesado e ideal para
maridar; muy gastronómico. Largo, con toque amargo final. Tiene una
retirada amontillada pero desde luego muy particular y distinta, más
agreste. Y la verdad es que cuanto menos frío y menos prisa se
tiene, más adictivo y disfrutable es.
Maravilloso!!
una lujuria de complejidad, texturas y recuerdos que te dislocan, y
de las que agradezco tener a mano la virtuosidad de unas Zalto para
capturar todos esos aromas; aquí es donde disipa cualquier duda pese
a su precio.
Sino,
hagan la prueba con un simple cava con larga crianza; otro mundo.
Solo
por este tipo de sorpresas vale la pena huir de donde todo el mundo va.